domingo, 1 de octubre de 2023

DAGUERROTIPOS DE MANUEL VICENT

 


DAGUERROTIPOS DE MANUEL VICENT


El domingo pasado (24-09-2023) publiqué, como casi todos los domingos en mi blog, el artículo de rigor que  titulé ‘PURA IMPOSTURA’ y que comencé de la siguiente forma:  

Para contextualizar la columna de hoy de Manuel Vicent  invito a leer una Tribuna  muy antigua pero muy ilustrativa:

 Felipe y la computadora

https://elpais.com/diario/1982/10/30/espana/404780428_850215.html

En los comentarios que los lectores hacemos sobre el artículo, que previamente leemos, varias personas me dieron las gracias por acordarme de  algo escrito por Manuel Vicent  en el año 1982 y que efectivamente contextualiza muy bien, a mi juicio, la evolución del personaje. Esta es la razón por la que hoy copio y pego, más abajo, el artículo  completo que en su día escribió Manuel Vicent. Su gran sabiduría, que siempre le caracterizó, se pone de manifiesto, una vez más, aquí, a través de su capacidad de predecir (pre + decir: lo que ha dicho previamente), la evolución del personaje, dándonos a sus lectores toda una lección de geopolítica de la época. 

Puede que Felipe Gonzalez,  en sus inicios,  estuviera convencido de que el fin del ordenamiento político, en un  Estado de derecho tiene como fin  proteger a los débiles de los más fuertes. Lo que sí no admite dudas es que el  neoliberalismo y la globalización  se ocupan de aumentar la riqueza de los muy ricos  privatizando  los beneficios y socializando  las pérdidas sin  olvidarse de repartir las oportunas  prevendas  con  personajes  que superen sin tropiezos la necesaria  domesticación que era supervisada por "el  señor gordito de Nueva York" y que describe magistralmente Manuel Vicent:  

-Lo queremos totalmente suave.

-¿Más todavía?

-Nada de marxismo.

-Eso se arregló hace dos años.

-Que venda ética. Sólo ética.

-¿Como si fuera un jabón de tocador?

-Exacto. 

A muchos nos engañó el Sr. Gonzalez con su chaqueta de pana y con su  dialéctica de encantador de serpientes, diciéndonos, en aquel entonces, exactamente lo que nos gustaba oír, con lo que no nos quedaba otra postura que la de estar de acuerdo con él. La gran pregunta es la siguiente:

 ¿Era el Sr. Gozalez como se manifestaba o hacía simplemente una representación  teatral perfecta?


.........................................................................................

Comparto hoy el artículo completo por si a alguíen no le abre el enlace

TRIBUNA

i

Felipe y la computadora

 

MANUEL VICENT

30 OCT 1982 - 00:00 CET

Hacía más de un año que en la planta 72 de aquel rascacielos de Nueva York la computadora estaba funcionando, conectada directamente con otro ordenador instalado en un despacho del Pentágono en Washington. Las dos máquinas formaban triángulo con un condensador de órdenes en la cancillería de Bonn y entre ellas se mandaban impulsos electrónicos con un diálogo cifrado que, traducido en plata, venía a decir:-Un joven andaluz, vestido de pana progresista, anda por España vendiendo ética como si fuera jabón fino de tocador.

-¿Qué hacemos con él?

-Parece buen chico, fuma puros y cree en la bondad universal.

-¿Nada más?

-También juega a la petanca los domingos en Miraflores.

-Que siga.

En aquella planta 72 del rascacielos de Nueva York habita un dios rubio que come palomitas de maíz, asomado al ventanal ahumado. Desde allí divisa La Meca rodeada de pollinos cargados con cajas de caca colas, controla la espuela vengativa de Pinochet o Ia gomina del bigote del último general argentino, regula la tripa llena de oscuros humores del judío Ariel Sharon y le cambia los pañales al heredero de un jeque del desierto. Cualquier madre patria nace en este piso 72 del rascacielos de Nueva York, donde ahora mismo está sentado en la poltrona ese dios gordiflón y geopolítico, que picotea palomitas de maíz en un cucurucho mientras acaricia con la diestra, blanda y anillada, un globo terráqueo. La madre patria arranca de su mesa y pasa por las Azores, seguida de cerca por la VI Flota, se adentra en Portugal, cruza la Península Ibérica, se va por Italia hacia Grecia y Turquía con un ramal en dirección a Arabia, atraviesa Pakistán, India, Australia y Japón. Allí le espera la VII Flota, con más acorazados. Y así hasta dar la vuelta al mundo para volver a la planta 72 del rascacielos de Nueva York y caer en el cucurucho de palomitas del regazo de ese señor gordito en forma de dividendos, que son los únicos valores eternos cotizados en la Bolsa de Wall Street. El triángulo de computadoras se envía entre sí latidos de rayos láser con interrogantes herméticos.

-¿Cree usted que ese tal Felipe González lo sabe?

-Con toda seguridad.

-Procure que no se salga de la ética.

-No hay peligro. El chico está bien aleccionado.

-¿Quién se ha encargado de eso?

-Nuestro criado, el señor Willy Brandt.

-Okey.

En cambio, hay todavía muchos patriotas. Son precisamente aquellos que no se han enterado de que la patria sólo es un oleoducto y andan por ahí dando palos de ciego con el bate de béisbol en busca de un salvador de opereta. Pero el Gobierno no es más que una estación de seguimiento, la Moncloa o Robledo de Chavela, gestores del paso de las multinacionales o de una cápsula espacial por un determinado territorio de la geopolítica. Existe un piloto automático. No hay que tocar nada. En cierto modo, gobernar consiste en hacer alguna leve corrección de vuelo y vigilar la posición correcta de las agujas o las señales luminosas del panel.

-Júrame que Felipe González lo sabe.

-Te lo juro. El sólo habla de moral.

-¿Y eso qué es?

-La moral es un aceite refinado que sirve para que funcione bien la máquina del capitalismo.

-Me quitas un peso de encima.

Los políticos se dividen en dos: los que saben que la patria ha muerto y los que aún lo ignoran. Franco no lo supo hasta 1959, cuando se lo contó Ullastres en una cacería. Déjese de autarquías, excelencia, y abra los lindes de su finca a Persil activado, Avón llama a su puerta, ding-dong. Franco, que fue el primer antipatriota, con las virtudes menores del olfato muy desarrolladas, cayó en la cuenta en seguida. A partir de entonces se decide a disparar contra todo lo que se movía: rebecos, demócratas, perdices, masones, conejos, rojos, ciervos, cachalotes, palomas de correos y a echar un vistazo cada trimestre al piloto automático, dirigido ya desde aquella planta de Nueva York.

En aquel tiempo Felipe González era un muchacho de ceño concentrado, que estudiaba la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla. Tenía esa pureza de sangre, un poco ruda, que se deriva del pueblo llano. Ya se sabe. Otros se dejaban la piel a tiras en la clandestinidad más dura, los comunistas eran piezas muy cotizadas y recibían las patadas directamente en el paquete intestinal o en la otra bolsa que pende un poco más abajo, y en los sótanos de la tortura se entraba por riguroso escalafón, se exigía mucho protocolo para subir al potro. Pero había también otra clase de oposición, no demasiado subterránea. Era aquella leva de estudiantes rebeldes, con pantalón de pana rayada y matinal de cineclub, lectores de Antonio Machado, que husmeaban la trastienda de las librerías buscando La peste, de Albert Camus, aquellos que un día adoptaron el acto heroico de dejarse barba inconformista.

Unos rojos un poco dulces

Ellos también jugaban con una multicopista secreta, fabricaban panfletos, y corrían delante de los guardias. Eran unos rojos un poco dulces, muy inofensivos, aunque apaleados igualmente en las algaradas por la libertad. Llevaban una pastoral censurada en el bolsillo, redactaban manifiestos, firmaban cartas de protesta y ejercían el marxismo sólo como hipótesis de trabajo. Podría decirse que se sentían casi felices bajo los golpes. Después de una carga policiaca, ellos se refugiaban en una tasca para enumerarse entre sí las leves moraduras con la vanidad de la herida y narraban hermosas historias de martirio, que siempre les sucedían a otros.

-A un amigo mío le han puesto electrodos en los testículos.

-¡Qué horror!

-Y a un auxiliar de Sociología lo han ahogado en la bañera.

-No sigas.

-A un delegado de la Perkins le han partido la espina.

-¿Qué van a tomar?

-Traiga un vino con una ración de boquerones.

-Marchando.

Cuando la democracia rompió aguas apareció el rostro de Felipe González. Tenía una pinta de macho sureño, con la nariz pellizcada hacia arriba y el hocico inflamado, la ceja espesa, el antebrazo peludo, una nobleza de novillo en la mirada y esa forma de hablar según la escuela andaluza, que utiliza un tono medio para decir verdades suaves, pero a medias, con una melodía pegadiza como una canción de verano, agradable de oír y fácil de tragar si se ayuda con un rosado clarete. Entonces el socialismo no era nada. Sólo una marca comercial que había prescrito en el registro político y un sentimiento difuso de bondad en la calle. El rostro de Felipe González sintetizó muy pronto esa pasión colectiva. Y después de algunos meses de mercado ya se podía afirmar sin error que el socialismo era sólo él.

Alrededor de su imagen comenzaron a aglutinarse aquellos muchachos de pana y cineclub, los penenes- de barba y jersey de punto gordo, las chicas de poncho peruano, oficinistas rebeldes, funcionarios cabreados, técnicos que entendían de resistencia de materiales y habían leído a Neruda, mujeres de clase media que lo encontraban hermoso, e incluso obreros con nevera y lavaplatos, aparte de la nostalgia de cuantos oyeron contar a sus padres la guerra desde el otro bando. Pero el primer problema nacional consistía en dilucidar la famosa alternativa, o sea, si realmente Felipe era más guapo que Adolfo Suárez. Cada uno «tenía sus partidarios, según gustos, entre la belleza de un pillete de billar o el atractivo de un cortijero agreste. Así estaban las cosas.

Era un gozo supremo ver a esta pareja durante el entreacto de una sesión parlamentaria en el ángulo oscuro de un salón. Felipe y Adolfo componían la escena política del sofá, se musitaban amores y cuitas, tú me das un pedazo de ética y yo te doy un trozo de consenso, todo iluminado por los relámpagos de los fotógrafos. Pero eso sucedía en los momentos más bellos, porque el amorío establecido entre los dos galanes estaba sujeto a una corriente alterna con algún chispazo que fundía los plomos. A veces se sonreían mutuamente, como diciendo: somos jóvenes y hermosos, somos los amos del cotarro, este asunto hay que arreglarlo entre amigos, aunque a la semana siguiente se miraban como si ambos estuvieran solos en medio de la plaza del poblado, la mano tentando la culata, atentos a cualquier gesto sospechoso, para que todo el mundo pudiera comprobar quién era más rápido. Era una ficción del Oeste.

El señor gordito de Nueva York ha tenido la ficha técnica de Felipe González todo el año sobre su mesa y en ella ha ido anotando las sucesivas correcciones. Si un día este muchacho tan puro podía quitarle la sardina de la boca a la derecha española, había que pulirlo un poco más. A veces apretaba el botón de la computadora, unida a otro ordenador del Pentágono, y en el condensador de órdenes instalado en la cancillería de Bonn los dígitos, salían en pantalla con la última voluntad del amo.

-Lo queremos totalmente suave.

-¿Más todavía?

-Nada de marxismo.

-Eso se arregló hace dos años.

-Que venda ética. Sólo ética.

-¿Como si fuera un jabón de tocador?

-Exacto.

Últimamente te levantas de la cama y, de repente, te encuentras con un día histórico. El 28 de octubre ha sido la fecha señalada desde hace siglos para que alcancen su sueño de oro aquellos chicos que jugaban con la multicopista, leían a Machado, vestían zamarra y bufanda de barrio latino, asistían a la matinal de cineclub y llevaban a una novia, con los dedos manchados de bolígrafo, a ver la película Nueve cartas a Berta. La mañana era radiante y había un sol románico sobre las hojas de otoño, con todos los ruidos cotidianos: se oyó al tendero levantar el cierre a las nueve, el tintineo de las botellas de leche sonó en el rellano a la hora justa, el alarido del chatarrero, que compra colchones y hierro viejo, pasó con el pollino sorteando los atascos de coches. Los gritos rituales con que se animan las primeras luces se habían producido a su debido tiempo. La calzada estaba llena de papeles con todos los augurios políticos. Fue el día en que, después de mil años, a la derecha española se le cayó la sardina de la boca. La llevaba entre los dientes desde el tiempo de Recaredo y se la ha arrebatado un chico de pana, que juega a la petanca los domingos en Miraflores.

A Felipe González se le veía en el cartel con los ojo! soñadores bajo el entrecejo obstinado mirando un horizonte incierto, lleno de cacerolas. Había sido vendido como un producto moral según las técnicas más sofisticadas del mercado, el hijo de un lechero sevillano convertido ahora en símbolo de honestidad. En las paredes de la ciudad había más carteles con la imagen de otros políticos junto a las vallas publicitarias de nuestra patria verdadera. Fraga y la Westinghouse, Felipe y la Standard, Carrillo y la Philips, Landelino Lavilla y Persil activado, Adolfo Suárez y Unilever. El ciudadano se ha puesto en la cola del colegio electoral. Después de una breve espera se ha metido detrás de unas cortinas de ducha donde había un taburete para pensar, pupitre para escribir y un estante con las papeletas de su destino. Se ha limitado a votar por el aire puro.

El dios gordito de Nueva York ha pulsado otra vez la computadora, conectada con el Pentágono, y ha mandado las últimas señales a Bonn.

- Recuérdenle a ese muchacho cuál es su papel.

-Felipe ya lo sabe.

-Aquí manda la máquina. Que se entere bien.

-Okey.

-Lo suyo es la moral.

Felipe González ha sido invitado por el dios gordito a sentarse frente al piloto automático en una pequeña terminal de Occidente. Sólo tendrá que vigilar las agujas y poner un poco de ética, a modo de aceite, para que la máquina funcione con más suavidad. Pero en este país la ética simple aún puede ser revolucionaria.

SOBRE LA FIRMA

 

Manuel Vicent

Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.


-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

COLUMNA

i

Audacia

La buena racha en el juego es un viento que pasa. Hay grandes partidas de póquer que las gana el que aguanta más tiempo sin levantarse de la mesa a mear

 

MANUEL VICENT

01 OCT 2023 - 05:00 CEST

12

Adolfo Suárez fue aquel político a quien los franquistas llamaban traidor, la derecha culta lo tenía por analfabeto, los socialistas lo calificaban de tahúr de Misisipi y los comunistas, salvo Carrillo que intuyó su coraje, lo despreciaban por arribista. Adolfo Suárez es el que hoy da nombre al aeropuerto de Barajas y con él podría compartir Pedro Sánchez, junto con la audacia, la granizada de insultos que recibió durante su mandato. En su tiempo el político más zaherido fue Azaña y después, por este orden, Suárez, Felipe González, Zapatero y Rubalcaba, pero a la hora de acopiar agravios no hay quien bata el récord que ostenta Pedro Sánchez. No es ningún misterio. Sentado a la mesa de póquer, Sánchez ya lleva tres partidas ganadas. La primera la ganó cuando, después de dimitir de secretario general y renunciar a su escaño, recorrió España en busca de los militantes del partido y con el veredicto favorable de la base derrotó a la vieja guardia. La segunda fue el envite por sorpresa con que se jugó el resto a una carta al plantear la moción de censura al Gobierno del Partido Popular con una disyuntiva inapelable, sí o no, frente a la corrupción. La tercera ha sucedido después de la derrota del Partido Socialista en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Apenas dejó que el Partido Popular gozara de su victoria. En un quiebro inesperado, dio por terminada la legislatura y convocó elecciones generales, que, por cierto, las volvió a ganar para poder formar gobierno. Ese rasgo de audacia de Pedro Sánchez es similar al peligro con que Suárez gobernaba siempre al borde del abismo. Por talante son los políticos que más se parecen. Ahora comienza su jugada frente a los independentistas catalanes. La buena racha en el juego es un viento que pasa. Hay grandes partidas de póquer que las gana el que aguanta más tiempo sin levantarse de la mesa a mear.

 

 

  

 

 

 

domingo, 24 de septiembre de 2023

PURA IMPOSTURA

 


 Para contextualizar la columna de hoy de Manuel Vicent  invito a leer una columna muy antigua pero muy ilustrativa:

 Felipe y la computadora

https://elpais.com/diario/1982/10/30/espana/404780428_850215.html

 

PURA IMPOSTURA


"LLAMAR LA ATENCIÓN A TODA COSTA: Todo se juzga por la apariencia; lo que no se ve no tiene valor. Por lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre ni quedar en el olvido. Hay que destacar. Llamar la atención a toda costa. Hay que convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande, más colorido, más misterioso que las masas tímidas y blandas.

 Cuando se está en una mala situación, con pocas posibilidades de llamar la atención, un truco muy eficaz es atacar a la persona más visible, más famosa  y con más poder que se pueda encontrar".

'Las 48 leyes del poder'  (bestseller internacional),  Robert Greene  anuncia la ley 6 “Llamar la atención a toda costa”. 


Se ha podido ver, esta semana que termina, la fotografía  en muchos medios de comunicación de  Felipe González y Alfonso Guerra presentando el libro de Guerra en el Ateneo de Madrid. Ya es difícil ver a estos dos personajes juntos  pero, lo relevante,  no es lo que se ha podido ver sino lo que se ha escuchado salido de sus respectivas bocas.

No podemos ubicar sus palabras en ninguno de los odios de los que nos habla Manuel Vicent: ni en el teológico,  ni en el de eruditos y científicos, ni mucho menos en el que tiene lugar entre poetas; posiblemente ninguno de los dos hayan sentido, en toda su larga vida,  la “emoción estética”. La cualidad del sentir de ambos, no da para tanto: los juicios que hacemos sobre lo estético correlacionan con nuestros juicios intelectuales. Nunca se le ha reconocido al Sr. González  altura intelectual. Sí  pretendía tenerla el Sr. Guerra, pero a estas alturas ya sabemos que era una pura impostura.

Ambos disimularon en sus inicios  políticos que no les interesaba el dinero. Ambos adoraron siempre al becerro de oro y ahora ya no lo disimulan exhibiendo su vida de lujo.

“Este país viene de una larga pobreza y de un secular rencor en su lucha a muerte por una miserable sardina, que hoy se traduce en el resentimiento y en el cabreo político. Se trata de ese secreto placer que a unos viejos políticos, que fueron insignes en otro tiempo, hoy descatalogados, les produce el que un joven líder de su mismo partido acabe siendo derrotado.” Manuel Vicent

 Hay resentimientos breves, de corta duración y resentimientos duraderos. En el primer caso estamos ante una emoción que forma parte de las que se relacionan con la ira.  En el segundo caso, cuando dura mucho tiempo, a veces toda la vida, estamos ya hablando de otra cosa. Algunas  lacras sociales, algunos dramas personales, algunas patologías  mentales, tienen sus raíces en el resentimiento de largo alcance. Grandes  obras de la literatura y de la historia y personajes famosos,  se construyeron a partir del   resentimiento.  Está pues presente en el trascurrir de la vida diaria, y también, en grandes acontecimientos históricos.

El coctel del resentimiento, con todos y cada uno de sus ingredientes, es una mezcla que nos “emborracha”, nubla nuestro raciocinio no facilitándonos una vida saludable. Tiene un alto coste emocional y físico para quien lo lleva encima impidiéndole sentirse libre, con la sensación de que controla su vida, con proactividad y sentido de logro. Va por la vida sintiéndose víctima con todos los sentimientos negativos que ello conlleva.

En cuanto a la envidia, que era definida por Santo Tomás de Aquino, en su Suma de Teología como “tristeza de los bienes ajenos y que  el mismo Santo Tomás  nos dice que solamente se da envidia de aquellos con los que el hombre quiere igualarse o aventajarles en gloria”, según nos señala el psiquiatra Castilla del Pino,  no se da en todo resentimiento.

Si te interesa el tema puedes leer:

¿INDIGNADOS O RESENTIDOS? (2)

https://neuroforma.blogspot.com/2017/06/cambio-depreguntas-4-cambiar-de.html

En otros  muchos resentimientos sí está presente la envidia, si bien son procesos diferentes. El envidioso busca disminuir la gloria ajena y tiene la esperanza de que en un futuro lo logrará y conseguirá el desprestigio público del envidiado. El resentido no tiene esperanza de lograr nada, se ve impotente ante lo que le sucede.

Sobre  la lealtad de estos dos personajes no vamos a extendernos, simplemente decir que se visualiza la auténtica lealtad cuando las cosas van mal, en las adversidades. Estamos ahora mismo en un contexto muy propicio para poner a prueba el nivel e intensidad de Lealtad que tenemos. Si nos damos cuenta que la cosa pinta fatal, de que la lealtad no está ni se la espera, lo importante es no caer en el optimismo de pandereta y sus recetas, que no harán otra cosa que mirar para otro lado y tratar de enmascarar la realidad.

 

Si te interesa el tema puedes leer:

LOS seis PILARES de la MORAL - 7: LEALTAD-2

https://neuroforma.blogspot.com/2020/05/los-seis-pilares-de-la-moral-7-lealtad-2.html


 Ambos personajes (entes ficticios) se han convertido en dos propagandistas de PP que lo único que logran es incrementar la cohesión del PSOE en torno a  la persona sobre la que canalizan su resentimiento, sobre Pedro Sánchez, el cual con la ayuda de estos dos personajes, más algunos otros,  gobernará cuatro años más.



..........................................................

Un sucio calzón

Este país viene de una larga pobreza y de un secular rencor en su lucha a muerte por una miserable sardina, que hoy se traduce en el resentimiento y en el cabreo político

 

MANUEL VICENT

24 SEPT 2023 - 05:00 CEST

2

El alma humana exuda tres clases de odios extremadamente puros. El más acendrado, el que más sangre ha provocado a lo largo de la historia es el odio teológico. La religión ha ido unida innumerables veces a la daga, a la horca, a la hoguera, a la guerra a degüello, todo en nombre de Dios. En segundo lugar, está el odio entre eruditos y científicos, que lleva a despreciar públicamente el trabajo de investigación de otros colegas, pese a que en esa labor hayan quemado su vida. Esa rivalidad intelectual no produce tantos estragos como causa la fe con sus sectas y herejías, pero inunda de pasiones envenenadas las cátedras y los laboratorios. Finalmente está el odio entre poetas, que nace de una distinta emoción estética y no va más allá del encono y maledicencia en alguna tertulia. Estos tres odios son muy desinteresados, solo buscan el reconocimiento, en ellos el dinero no cuenta para nada. En un estrato más superficial del alma, el odio se transforma en envidia e involucra a escritores, artistas, profesionales y políticos cuyo éxito en su profesión repercute directamente en la cuenta corriente o en la fama y la popularidad. La envidia es el dolor o enojo que produce el bien ajeno, un vicio, según parece, genuinamente español. Aunque, bien mirado, lo nuestro no es la envidia, que algunas veces puede provocar una sana emulación, sino el resentimiento, una de sus facetas más tenebrosa, que consiste en alegrarse del mal ajeno. Este país viene de una larga pobreza y de un secular rencor en su lucha a muerte por una miserable sardina, que hoy se traduce en el resentimiento y en el cabreo político. Se trata de ese secreto placer que a unos viejos políticos, que fueron insignes en otro tiempo, hoy descatalogados, les produce el que un joven líder de su mismo partido acabe siendo derrotado. Así es el alma española puesta a secar como un sucio calzón en un tendedero.

domingo, 17 de septiembre de 2023

LA CAUSA DE LAS CAUSAS

 


LOS 5 ¿POR QUÉ?

[...]pero flotando a tu alrededor en el aire que respiras permanecen todas las excreciones que emiten las redes sociales y los medios de comunicación donde alcanza el máximo valor informativo todo lo peor y más degradante que expele la humanidad. Esa clase de basura usa como único vertedero tu propio cerebro, donde no existe control de entrada ni capacidad para reciclarla. Nunca como ahora ha sido necesaria la higiene mental. Hay que realizar cada día un esfuerzo titánico para evitar que tu cerebro se convierta en un basurero digital”. Manuel Vicent

En mi adolescencia,  que coincidiría con la juventud de Manuel Vicent, eran muy comentados los libros y cursos de higiene mental conocidos también con el nombre de Cultura Psíquica. Todavía conservo en mi biblioteca unos que me llegaron por correo de Irlanda: AUBANEL PUBLISHER 14 Highfieled, Dublin 6.

Para resolver el problema que nos expone Vicent, sin duda podríamos encontrar muchas causas. Los japoneses nos dicen que un problema se resuelve, solamente,  cuando atacamos las causas últimas o raíz a la que llaman 'la causa de las causas' Entre las herramientas que nos ofrecen  para encontrarlas, una de ellas es la llamada 'Los 5 ¿Por qué?', ya que están convencidos de que   las causas se encuentran, por lo menos, cuatro niveles por debajo de la superficie. Por eso, para llegar a la causa raíz  se hacen, ante cada una de las causas,  5 veces la pregunta ¿Por qué?

Pongo un ejemplo que  pueda ser entendida y si procede  prácticada, la herramienta. 

                    MONUMENTO DE LINCOLN

El monumento de Lincoln se estaba deteriorando más rápidamente que los demás monumentos de Washington DC. ¿Por qué?

Porque se limpiaba con más frecuencia que los otros monumentos. ¿Por qué?

Se limpiaba con más frecuencia porque había más depósitos de pájaros en el monumento de Lincoln que en cualquier otro monumento. ¿Por qué?

Alrededor del monumento de Lincoln había más pájaros que en cualquier otro monumento, particularmente la población de gorriones era mucho más numerosa. ¿Por qué?

Había más comida preferida por los gorriones, en el monumento de Lincoln, específicamente ácaros. ¿Por qué?

Descubrieron que la iluminación utilizada en el monumento de Lincoln era diferente a los otros monumentos y esta iluminación facilitaba la reproducción de ácaros. Cambiaron la iluminación y solucionaron el problema.

Desde otra perspectiva , podemos leer en “La cibercultura, el segundo diluvio?” (P.Levy, 1998) que todo parece indicar que nos están ahogando con un exceso de información,  y que la nueva y sofisticada arma de manipulación,  ya no sigue la estrategia de  ocultar la información y el conocimiento manteniendo a la gente en la ignorancia  sino todo lo contrario: proporcionando tal exceso de información que ya no sepamos diferenciar la buena de la mala, la verdadera de la falsa, el grano de la paja.

 Ya no se trata de mantener a las personas ignorantes ocultándole información y conocimientos- estrategia muy utilizada en el mundo laboral de antes que se sintetiza muy bien con una frase que algunos jefes decían a sus subordinados: "tú a trabajar que para pensar ya estoy yo". Se trata de seguir manteniéndolas ignorantes pero con una estrategia distinta y contraria a la anterior: darle un exceso de ambos de tal forma que no sepa procesarlos adecuadamente y acabe confundiendo – permítaseme el término  coloquial-  el tocino con la velocidad.

La constante interacción entre personas,  que nos permite a todos y cada uno exponer nuestra opinión abiertamente en foros  masivos de redes sociales, profesionales y demás,  hace que sea imprescindible utilizar la competencia de cardar, ya no lino, en este caso,  sino información, con el objetivo de   diferenciar la buena de la mala, el grano de la paja, lo aplicable de lo utópico, lo práctico de lo teórico, lo que aporta resultados de lo que nos hace perder el tiempo, o peor todavía, nos lleva a tomar decisiones equivocadas a partir de información falsa y manipulada.

  La manipulación es la herramienta más utilizada hoy en día,  para que dejemos las riendas de nuestra vida en manos de otros y nos convirtamos en meros títeres, movidos por hilos invisibles de los que no somos conscientes.

 En mi opinión , se hace cada día más urgente desarrollar la competencia de CARDAR .Invito a leer, en este mismo blog,  como complemento a la columna de Manuel Vicente, el artículo:

                                           CARROÑA INFORMATIVA

https://neuroforma.blogspot.com/2020/06/carrona-informativa.html


......................................................................................................................................... 

 MANUEL VICENT

17 SEPT 2023 - 05:00 CEST

8

Ricos y pobres se diferencian por la cantidad de desperdicios que van dejando cada uno en el camino a lo largo de la vida. En este caso también rige el principio de Arquímedes, según el cual toda persona sumergida en el fluido del consumo experimenta un impulso vertical hacia arriba igual al peso de los desechos que desaloja. El cúmulo de basura que genera la humanidad crece en forma exponencial hasta el punto que llegará el día en que ya no podamos dar un paso sin pisar nuestra propia mierda. Tuve esta sensación apocalíptica mientras contemplaba una magnífica puesta de sol sobre Manhattan. Las Torres Gemelas habían desaparecido de la línea del cielo con el atentado que conmovió los cimientos de la Historia. Ahora el terror consistía en la visión del curso continuo de las inmensas gabarras cargadas con los excrementos que excretaba diariamente el poderío y la belleza de esta ciudad. Iban río abajo en busca de un lugar hipotético donde poder liberarlos. Ese lugar es cada día más difícil de encontrar, salvo que la tierra entera se convierta en un basurero. Por un lado, está la basura analógica y por otro la digital. Caminas por la ciudad entre papeleras y contenedores repletos de desperdicios; oyes de madrugada el camión que se lleva las bolsas negras que has dejado en la puerta; consigues alejar de tu vida las inmundicias que generas, pero flotando a tu alrededor en el aire que respiras permanecen todas las excreciones que emiten las redes sociales y los medios de comunicación donde alcanza el máximo valor informativo todo lo peor y más degradante que expele la humanidad. Esa clase de basura usa como único vertedero tu propio cerebro, donde no existe control de entrada ni capacidad para reciclarla. Nunca como ahora ha sido necesaria la higiene mental. Hay que realizar cada día un esfuerzo titánico para evitar que tu cerebro se convierta en un basurero digital.

 

 

 

domingo, 3 de septiembre de 2023

SENTIRSE CAPAZ

 


SENTIRSE CAPAZ


“Los cartujos no hablan. Su regla es el silencio. Solo cuando se cruzan por el claustro encapuchados hasta las cejas, con las manos metidas en la manga contraria del hábito se les está permitido saludarse con estas palabras mirándose de soslayo. Uno dice: “Hermano, morir tenemos”. Otro contesta:“Ya lo sabemos".

 ManuelVicent,  “Luz de vela”

 

 Si este diálogo se estableciera en estos  tiempos actuales  como costumbre  en el colectivo de las personas mayores, que han pasado de ser respetadas a ser un estorbo,  además de un coste insostenible de sus pensiones, según sostienen  los predicadores  apocalípticos que abundan en la actualidad,   surgiría una tercera persona que daría fin al escueto  diálogo  añadiendo:


¡Pero sin que nadie empuje!


El constructo cultural y social que las personas de nuestra época   se han formado sobre la vejez, considerándola como decadencia,  decrepitud y humanos instrumentalizados e inservibles, es la forma más sibilina de condicionar  e impedir, a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante.

 Los epítetos que se le aplican a los viejos  son potentes fuerzas que derriban la autoestima de cualquier persona humana. 

La percepción social de los viejos como seres debilitados cognitivamente es otro atentado a  su  autoestima,  la cual opera directamente sobre un potente término de la Psicología – “Indefensión aprendida”- y a su vez sobre otro dramático término de la sociología  -“Anticipación social de la muerte”-. Hacerse una idea falsa de la vejez, compuesta a través de prejuicios y estereotipos,  es una agresión a la identidad social de los viejos. No todos los viejos son vulnerables, dependientes e inválidos . Ejemplo paradigmático de ello es el de Manuel Vicent, que a sus 86 años nos sigue regalando, todos los domingos,  esta sublime columna que copio y pego, como todos los domingos (excepto los del mes de agosto, en el que Vicent disfruta de sus merecidas vacaciones) más abajo.

 Los prejuicios y estereotipos conducen a que muchos que aún no llegaron a la vejez ya empiecen a tenerle miedo a esta: 

La gerontofobia está más extendida de lo que creemos y es una forma eficaz de empujar.


 "Murieron porque se les denegó el derecho a la vida y a la salud. Se les discriminó por edad y por dónde vivían. Se consideró que si eran mayores, eran prescindibles. Insisto: no es posible llamarnos un Estado de Derecho sin que se haga justicia. Si no, estamos condenados a repetirlo. En la próxima pandemia volverá a pasar. Dejar morir a gente mayor sale gratis."[2]

 Hay en el ecosistema social actual, muchas formas de “empujar”: una de las más efectivas,  la conceptualiza la sociología llamándole:

“Anticipación social de la muerte”.

 Vamos, para entender el concepto,  recurrir a la imaginación que utiliza Vicent para maravillarse con su libélula y desde ella diseñar el siguiente experimento mental:

1.     Seleccionamos 80 ancianos, de la misma edad y con igual grado de salud física y mental.

2.    Los dividimos en dos grupos y los ingresamos, cada uno de los grupos, en dos residencias distintas.

3.    Ambas residencias son similares en lo referente a la comida y  las condiciones ambientales. Lo que si varía, significativamente,  es el trato que le dan las personas que se ocupan de cuidar  a los componentes de cada uno de los grupos de ancianos. Los cuidadores del grupo 1 recibieron instrucciones de que los trataran como personas mayores con muchas deficiencias que les complicaban  mucho su autonomía y la vida en general. Los cuidadores del grupo 2 recibieron instrucciones de que los dejaran a su aire, moviéndose con  libertad y sin estar  permanentemente encima de ellos.

4.    Supongamos que un anciano del grupo 1 se cae  en el suelo de la sala. Un cuidador/a se dirige a él con premura y le reprocha que se mueva como si fuese una persona joven: “Tiene usted que tener mucho cuidado: Ud. ya es muy mayor y no  puede moverse así con esa soltura".

5.    Si se cae uno del grupo 2, se acerca un cuidador/a, lo levanta del suelo, y acto seguido, frotando un pie en el piso le dice al anciano: “Que horror, el suelo está muy resbaladizo. Voy hablar con lo persona que lo ha limpiado para que lo seque más a conciencia.”

 

El mensaje que le llega a la persona del grupo 1 es que la culpa de caerse es suya (interna)  que ya está muy limitado. El mensaje que le llega a la persona del grupo 2 es que la causa es externa, suelo resbaladizo y deficientemente seco.

 

Los mayores del grupo 1 no  solo tendrán un bienestar inferior al del grupo 2, sino que su autoeficacia quedará dañada, con todo lo que ello supone.

Entendemos la autoeficacia como la estimación de la probabilidad subjetiva de realizar una acción con éxito; es la expectativa de que se puede alcanzar con éxito una conducta que es necesaria para lograr algo. Ante un objetivo que nos hayamos establecido, lo primero que hacemos es calcular,  subjetivamente, las probabilidades que tenemos de alcanzarlo. Si no nos vemos antoeficaces para lograrlo, nos boicoteamos a nosotros mismos, por lo que lo primero sería tratar de sacarnos de la cabeza esa auto creencia:

 

La autoeficacia influye en la decisión de emprender la acción, en el nivel de esfuerzo implicado y en la persistencia de la conducta. Es fundamental para obtener éxito en la ejecución de una tarea y pone de relieve que no es suficiente con tener las habilidades necesarias: dos personas con las mismas habilidades para realizar una tarea pueden tener un resultado, totalmente diferente,  en función de su autoeficacia, lo cual determinará el grado de motivación y el nivel de dedicación que aplicará a la realización de la misma.

 

Las personas el grupo 1 no solamente tendrán un envejecimiento más complicado que los del grupo 2, sino que, además,  es probable que acaben muriéndose unos  años antes que los del grupo 2. De aquí viene lo de la “anticipación social de la muerte".

 La autoeficacia tiene una gran incidencias a todo lo largo del ciclo vital de las personas, pero, sobre todo, es muy importante en la vejez. 

Las personas que no llegaron a la edad de viejos, suelen desconfiar de las percepciones y de los criterios de los mayores. Al mismo tiempo, estos también empiezan a ser conscientes de que su mundo cognitivo es de distinta calidad  del que disfrutaban cuando eran más jóvenes. Generalizar estás creencias y ponerlas en práctica con todos los mayores en general, lleva inexorablemente a que estos últimos tengan su autoeficacia por los suelos, y en consecuencia, muy disminuido su  nivel de adaptación a su vejez y a las circunstancias derivadas de la misma. Si su meta era vivir los años que les quedan por delante con un determinado nivel de bienestar, después de estas “terapias” las probabilidades subjetivas que calculan anticipadamente de lograrlo, son nulas, bajan sus expectativas y se consolida el fenómeno de la profecía cumplida.

 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar -estereotipos-, sentir -prejuicios- y actuar -discriminación- con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.

 Un  dramático  caso de Discriminación de los mayores  

  “A mediados de marzo de 2020, los mayores quedaron atrapados en las residencias. El coronavirus comienza a aniquilarlos por miles, pero no hay espacio para ellos en los hospitales de Madrid porque las autoridades han recomendado a los médicos reservar las camas para el resto de la población. En una pequeña sala de un hospital a las afueras un grupo de médicos piensa que esta decisión es horrible y prepara una respuesta. Este relato periodístico indaga en el dolor de los afectados y muestra, con material inédito, la actuación de los políticos que estaban al mando durante aquellos días” [3]

 Si te interesa el tema y quieres profundizar, te invito a leer y reflexionar:

 LOS seis PILARES de la MORAL -2: CUIDADO

 https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/303771287860504799

 Se suele decir, en algún tipo de coloquios, que los humanos podemos supervivir tres semanas sin comer, tres días sin beber, tres minutos sin respirar y tres segundo sin esperanza.  

Manuel Vicent termina su columna de hoy  así: 

 "La goleta de la taza desportillada me impulsa a navegar contra la adversidad por mares desconocidos, en este curso que empieza, sabiendo que no todo está perdido."

Sin la  ética del cuidado volvemos a las cavernas


 Referencias Bibliográficas

 [1]., “Luz de vela”: https://elpais.com/elpais/2018/10/13/opinion/1539442223_742924.html

 [2] Amnistía Internacional exige reabrir los casos archivados de los muertos por Covid en residencias. PABLO RECIO / LAURA MORO

JUEVES 26 DE ENERO DE 2023

https://www.65ymas.com/actualidad/amnistia-internacional-reabrir-muertes-covid-residencias_47273_102.html

 [3]https://elpais.com/especiales/2021/covid-19-en-las-residencias-de-ancianos/      Podcast: Puedes escucharlo aquí: 

 ................................................................................................................................................................

Pasa la vida

A unas cosas el tiempo las embellece y a otras las corroe. Sucede lo mismo con las ideas y con las personas

MANUEL VICENT

03 SEPT 2023 - 05:00 CEST

Llegaron las lluvias y se llevaron el verano. Los caracoles lo celebran trepando por las plantas silvestres y las avispas bebiendo en los charcos. Es un bello oficio dedicarse a contemplar cómo pasa el tiempo, cómo pasa la vida. Tomo café cada mañana en una taza de porcelana inglesa desportillada que contiene el dibujo de una goleta de tres palos con las velas desplegadas. Desde casa veo la bocana del puerto por donde entran y salen los barcos que van a Ibiza. He realizado muchas veces esa travesía; pero con cada sorbo de café la goleta de la taza me lleva a los azarosos mares de Conrad, a países donde suceden las novelas de Graham Greene, llenas de ventiladores en el techo y de sudor pegajoso en las guayaberas. La vida es el tiempo que se ha posado sobre todos los objetos que nos rodean y también sobre nuestros sueños. Envejecen los amigos; en cambio la alfombra de yute del comedor cuanto más la pisas más brilla; la cómoda ha adquirido una nobleza antigua pese a que cada cajón gime al abrirlo; el sillón en el que me siento a escribir tiene un brazo roto, me pregunto si también habrá envejecido lo que escribo. A unas cosas el tiempo las embellece y a otras las corroe. Sucede lo mismo con las ideas y con las personas. Leo en los periódicos a algunos intelectuales, escritores y políticos a los que admiré tanto un día cuyos ideales hoy el tiempo ha destruido. Ignoro si seré también yo uno de ellos. En el alfeizar de la ventana se ha posado una libélula verde y amarilla. Imagino que esta es la última que queda en el mundo, una de aquellas que se detenía en el aire sobre el agua dormida de las acequias donde nos bañábamos mientras a la mayor gloria de su creador cantaban las ranas. La goleta de la taza desportillada me impulsa a navegar contra la adversidad por mares desconocidos, en este curso que empieza, sabiendo que no todo está perdido.