domingo, 27 de febrero de 2022

LA INUTILIDAD DEL SILENCIO

 

 


La INUTILIDAD del silencio 

 “Allí donde habla el corazón es de mala educación que la razón lo contradiga”.

 

Introducción

La frase con la que inicio  hoy este artículo, aparece en la novela de Milán Kundera  titulada ‘La insoportable levedad del ser’. 

La novela se publicó en el año 1984,  y se desarrolla en Praga en el año 1968, año en el que yo estaba en mi adolescencia en un contexto de dictadura política en España,  durante la cual todos guardábamos un  silencio impuesto como norma de supervivencia. La lucecita del Pardo que alumbraba toda la noche, sin apagarse nunca,  ya que el dictador estaba  en vela preocupándose y resolviendo los problemas de todos los españoles (según nos decían sus forofos de entonces), no nos permitió enterarnos  de las reformas hechas en la ‘Primavera de Praga’ ni de la posterior invasión de Checoslovaquia por la Unión Soviética.

  En La  Primavera de Praga, mucha gente decide romper  con su mutismo (“silencio voluntario o impuesto” según nos dice   la RAE) y expresar de forma masiva y clara sus protestas, siendo capaces de vencer su miedo y simulada prudencia, rompiendo la “lógica” impuesta y  verbalizando aquello que le dictaba su corazón, es un buen ejemplo de la inutilidad del silencio. Optar por el silencio ante la injusticia,  nos convierte en cómplices.

 La invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia  liderados por la Unión Soviética, invadieron la República Socialista de ChecoslovaquiaEstos días estamos asistiendo a otra invasión por parte de Rusia en donde manda el autócrata Putin, el nuevo zar dueño de todo el poder político y económicoLo triste y dramático del asunto es, a mi juicio, que la vía diplomática no fuese capaz de conseguir otra opción diferente a la guerra. La involución y la merma del capital político y social de la humanidad es evidente. ¡ Hasta donde llegaremos!

Leer:

INVOLUCIÓN

https://neuroforma.blogspot.com/2020/05/involucion.html

Nos decía Manuel Vicent en una de  sus columna de El País que titulaba ‘Punto azul’ ( 3-05-2020 ) que:

"Cualquier tipo desesperado tiene a su disposición armas de destrucción masiva conectadas a su odio, a su venganza o simplemente a su dolor de estómago". (la negrita es mía).

Los analistas políticos que estos días salen en TV explicándonos el fregado en el que estamos metidos hablan de Putin cada uno a su manera, pero hay algo que la mayoría le atribuyen: que sorprende su irracionalidad. Lo confirma el hecho de  alguien que toma la opción de la guerra, en estos tiempos, algo en  su mente está estropeado, no funciona bien. Será por eso que ahora hace tantos esfuerzos por racionalizar su decisión, explicándola a través de  gigantes falacias sin sentido y que al parecer el trata de venderlas como “argumentos de peso”.

Leer:

PUTIN  el GUERRERO

https://neuroforma.blogspot.com/2022/03/putin-el-guerrero.html

 Lo cierto, repito de nuevo,  es que el fallo del  diálogo (la vía diplomática) nos metió, a estas alturas de la historia,  a Europa en una guerra. Lo triste y dramático del asunto es, a mi juicio, que la vía diplomática no fuese capaz de conseguir otra opción diferente a la guerra. La involución y la merma del capital social de la humanidad es evidente. ¡ Hasta donde llegaremos!

Ya nos decía Rousseau en su ‘La nueva Eloísa’:

 “La razón hace al hombre, pero es el sentimiento quién lo dirige.”    


Europa y EEUU hablan,  tal vez en exceso.  Cayendo en la verborrea,  la cual define la  RAE  como “Locuacidad, verbosidad.  Palabrería excesiva, propia de un charlatán o de un demagogo”. Sus palabras no se acompañan de los hechos correspondientes y tan solo son un simulacro para que no se haga tan evidente que realmente “miran para otro lado”. Tal vez fuese mejor que siguieran las pautas de un artículo que publiqué es este mismo blog:     

  

Leer:

La UTILIDAD del silencio

https://neuroforma.blogspot.com/2021/07/la-utilidad-del-silencio.html


Metáfora del Jinete y el Elefante

Ayuda a entender, tanto la utilidad como la inutilidad del silencio, ya sea este por obligación o voluntario, por aceptación propia, la metáfora del jinete y el elefante desarrollada por el psicólogo Jonathan Haidty. La expuso, primero en su libro titulado ‘La hipótesis de la felicidad’ (Gedisa, Barcelona,2006) y la utiliza de nuevo,   en su libro titulado  La mente de los justos’ (Deusto, Barcelona,2018, p.17), en la cual  la sintetiza a través de su  primer principio de psicología moral:

“La intuición viene primero, el razonamiento estratégico después”.

Nos permite entender la visceralidad, el diálogo de besugos, la verborragia, el monólogo, el diálogo, la escucha, la claridad mental,  el ciclo ERA: Estímulo- Reflexión- Actuación, y demás conceptos que he descrito en el artículo de ‘La utilidad del silencio’. También nos ayuda a entender la autocensura, la espiral del silencio, el miedo a la marginación, lo políticamente correctos, la pos verdad y otros elementos  que me propongo abordar  en otros artículos que seguirán a este. Haidt nos la describe así:

“La mente está dividida como un jinete que guía a un elefante, y el trabajo del jinete es servir al elefante”.

El jinete es nuestro razonamiento consciente (los procesos conscientes, controlados, la vía lenta) que nos permitan razonar “por qué”). Suponen el 1% de los procesos mentales. El elefante  es nuestra intuición (procesos inconscientes, automáticos, la vía rápida) formada por  nuestras emociones y demás procesos que nos permiten “ver qué”). Supone el 99% de nuestros procesos mentales, y tienen lugar fuera de nuestro consciente.

“El jinete y el elefante trabajan juntos, y a veces mal, mientras damos tumbos por la vida en busca de significado y cohesión", nos dice Haidt y también  nos anticipa  que “usaré esta metáfora para resolver el enigma de por qué parece que todos los demás son unos hipócritas;  para explicar por qué los militantes de un partido están dispuestos a creerse mentiras escandalosas y teorías de la conspiración”.

El elefante toma intuitivamente nuestras decisiones, después el jinete se encarga de racionalizarlas, de encontrar razones y explicaciones para justificar lo que el elefante decidió y hará a continuación. La razón no es más que un sirviente de la intuición. No razonamos para encontrar la verdad; buscamos razones para justificar  nuestras reacciones emocionales y darles un sentido de racionalidad. Nuestras pasiones eligen los fines, y luego nuestra razón encuentra los medios para lograrlos.

El razonamiento motivado nos lleva directamente al sesgo de confirmación, "tragando" todo aquello que confirma nuestras creencias y rechazando cualquier argumento de peso que las contradiga.

La psicología social entiende por “sesgo de confirmación” o “sesgo confirmatorio” nuestra actitud que nos impulsa a buscar, favorecer su procesamiento  e interpretar la información que confirman nuestras propias creencias,  ignorando toda aquella que las contradicen y las posibles alternativas que pudiera solucionar la cuestión (lo que en el anterior artículo de “La utilidad del silencio llamábamos “ver con orejetas”. Esto explica el  diálogo de besugos al que nos tienen acostumbrados nuestros parlamentarios.

Invito a leer de nuevo el artículo ‘La utilidad del silencio’, teniendo en cuenta la metáfora de ‘El Jinete y el elefante’. Tal vez lleguemos a conclusiones diferentes a la que llegamos con la primera lectura.

“La razón es esclava de las pasiones “

Adam  Smith





¿Desde que estado de ánimo decidió Putin 

iniciar la invasión de Ucrania?


Bibliografía:

[1] ‘La mente de los justos’ (Deusto, Barcelona,2018, p17)




sábado, 5 de febrero de 2022

Sentirse BIEN, sentirse MAL

 



                                 

Sentirse BIEN, sentirse MAL

"Vivir bien y sentirse mal le pasa a mucha gente, estar jodido y no saber por qué es lo último que se lleva".     Manuel Vicent 

(El artículo, para quien quiera leerlo, aparece más abajo, después del artículo que me dispongo a escribir yo ahora)

Al amigo, del que nos habla  Manuel Vicent en su columna de El País (leer más abajo), según la percepción de Vicent, “no le va mal”. Enumera Vicent una larga lista de indicadores objetivos como argumentos que respaldan  su opinión. Sin embargo, cuando le pregunta que tal está, la respuesta de su amigo es rotunda: “Muy jodido, la verdad”. Parece que esa eran su propia percepción.

Los sucesos y la vida de una persona se desarrolla, en parte, en función de cuales sean sus expectativas. Una persona deprimida no tiene ilusiones. Por lo contrario, el entusiasmo genera unas altas aspiraciones. Nadie puede ir más allá de donde ponga sus expectativas. Nos lo explica muy  bien el amigo de Manuel Vicent: "Dice que se siente atrapado por una congoja que no puede controlar ni sabe a qué obedece; es como si todos los días fueran siempre tardes de domingo". 

 Por estas y otras razones es muy importante, a mi juicio,  cuidar el Ratio Emocional

 Desde el punto de vista somático lo normal es que tengamos una temperatura de 36,5 grados. Desde el punto de vista mental, lo normal es que las personas se encuentren a gusto, tranquilas, optimistas e ilusionadas. Atención con esto último que sostengo, ya que hay personas que creen que siempre tienen que encontrase bien con lo cual están generando unas expectativas irreales y pueden acabar arrastrando una permanente frustración. La diversidad emocional nos conforma a los humanos y todas cumplen una función en un momento dado ya sea el entusiasmo, la alegría, la envidia, la ira, etc. Todos tenemos días buenos y todos tenemos, también,  días malos. La cuestión es ser consciente de cuales prevalecen y en qué proporción. Si prevalecen los malos, si las emociones que sentimos son muy frecuentemente negativas, es señal de que tenemos un problema que resolver. 

Un problema que puede estar localizado dentro  o fuera de uno mismo, o incluso en los dos sitios a la vez.

La fiebre cumple a nivel somático la misma función que las emociones negativas y desagradables a nivel emocional: no solo nos indican que tenemos un problema, sino que nos invitan a tomar medidas para volver a la temperatura normal: estar sereno y satisfecho. El termómetro emocional indica “fiebre” a través de diversas emociones negativas.

Por eso hoy, más que nunca, es necesario dotarse de herramientas emocionales. Las herramientas emocionales son útiles,  entre otras muchas cosas,  para evitar el síndrome del desgaste profesional y también, no se nos olvide, el desgaste familiar. De "puertas adentro" se están viviendo auténticos "calvarios familiares" debido a la plaga de adicciones. Es cierto que muchas ya vienen de lejos, cronificadas como, por ejemplo,  las compras compulsivas promovidas por el rol de la cultura del consumo de nuestra sociedad y arrastrando a la infelicidad a muchas personas, pero,  otras muchas  crecen exponencialmente a consecuencia de está pandemia que nos asola. De aquí la gran preocupación social que está reclamando medios para atender la salud mental.

Estas herramientas emocionales son básica para aprender a vivir (intra personales) y para aprender a convivir (inter personales).




¿Cómo te sale, la mayoría de los días, tu ratio emocional?:

Re = Emociones + / Emociones -

Volviendo al amigo de Vicent, es cierto que hay personas que objetivamente lo tienen todo para ser felices y, a pesar de ello,  son profundamente desgraciadas. La psicología y la sociología ponen de relieve que el bienestar objetivo influye, en muchos casos,  muy poco en el bienestar subjetivo. Explica esto por diversos factores, que veremos más adelante, siendo uno de ellos la personalidad que uno tenga: una buena adaptación a uno mismo; la valoración positiva que uno se haga de sí mismo; tener una disposición optimista (no confundir con el optimismo de pandereta); tener una baja puntuación en neurosis; una alta puntuación en extraversión y un talante sociable y comunicativo. La personalidad tiene una gran incidencia en nuestros actos y grandes efectos en la calidad de vida que tenemos cada uno. Gracias a ella nos adaptamos mejor o peor tanto personal como socialmente.



 En una de las cartas que Paul Sartre escribió a   Simone de Beauvoir y que siempre comenzaba así: "Mi querida Castor" le habla de una amiga d ambos: 

 “Se lo dije cuando bajábamos las escaleras “Tiene cara de haberle estando dando vueltas a su vida”. Por supuesto, cándido semblante, me miró estupefacta: “Cómo lo sabe?”.  Le dije que era crónico en ella, y siempre de origen fisiológico o provocado por  un descontento ajeno a la cosa misma”. “[…]  se había dado cuenta de que lo que le estropeaba la vida no era la fatalidad sino su propia manera de ser” (la negrita es mía).

Involucrarse con los demás y ayudarlos,  también se ha manejado en las investigaciones como una conducta que nos hace sentirnos bien. En  otra de las cartas Sartre se despide así de Beauvoir: “La quiero. Soy feliz porque pienso que esta carta la pondrá contenta. Estas cartas fueron publicadas por Ediciones Gallimard, 1983 en dos volúmenes titulados ‘Carta al Castor y a algunos otros’. La cita aparece en la página 117 del Volumen 1. 



 La psicología utiliza el BIS: Bienestar Individual Subjetivo para referirse a la valoración global, hecha por uno mismo y sobre uno mismo. Más concretamente, referida a un periodo de tiempo amplio, acerca de la satisfacción con la vida. Supone un balance emocional en el que las vivencias afectivas positivas son más frecuentes que las negativas. Imagina que coges el hábito de  todos los días, coger por la noche tu "termómetro" emocional y calcular, grosso  modo, el  ratio emocional del que hablamos antes. Como es lógico tiene un carácter subjetivo, dado que depende de lo que interprete y valore cada uno.

“Soy subjetivo, ya que soy sujeto. Si fuese objetivo, entonces sería un objeto.”

José Bergamín

Los humanos tenemos dos realidades. Una realidad exterior objetiva y una realidad interior subjetiva. La primera, desde una perspectiva objetiva, la medimos y valoramos a través de indicadores objetivos. La segunda, desde una perspectiva subjetiva,  la medimos y valoramos a través de auto informes, los cuales se basan en la auto observación que realizamos cada uno de nosotros sobre nuestra propia conducta.

 


La valoración global, de la que hablamos más arriba, nos daría respuesta a cómo estás de satisfecho con tu propio yo, con los demás, con tu vida afectiva, con tu vida familiar, con tu vida profesional y con todo aquello que quieras tú añadir.

¿Cuál es el valor que tú le das a tu BIS del año 2021 que acabamos de pasar?

Lo tendrías más fácil y serías más consciente (capacidad de darse cuenta),   si hubieras practicado el hábito de calcular el ratio emocional diario del que hablamos antes.


Todos hemos observado que no todas las personas con muchos recursos físicos o materiales son felices. Igualmente también hemos observado, que no todas  las personas con pocos recursos son infelices. Los investigadores han llegado a elaborar listas de factores que avalan estas  observaciones. Entre otras muchas, destaco las siguientes: 

Focalización en la carencia: de nada vale tener mucho si lo que se valora es de lo que se carece.

2. El fenómeno de la habituación: nos habituamos muy rápido a lo bueno lo cual deja de satisfacernos tanto.

3.  La teoría del punto fijo: sostiene que nuestro BIS tiene un importante contenido genético y mucho que ver con los rasgos de personalidad. A una edad muy temprana alcanza un nivel que se mantendrá a lo largo de toda nuestra vida. Crecerá si nos ocurre algo muy satisfactorio, y decrecerá si nos sucede una desgracia pero, en ambos casos, en muy poco tiempo se  recuperará su nivel de siempre.

Mucha gente cree que podemos lograr sentirnos bien a través del consumo (la forma más actual de estar “adaptado”: eres y vales tanto como tu capacidad de consumo) sin duda están  en el camino equivocado. La patología de adicción a las compras está muy extendida y produce mucha infelicidad. Como bien dice el sociólogo Zygmunt Bauman:  "Es normal que queramos ser felices, pero hemos olvidado todas las formas de ser felices. Solo nos queda una, la felicidad de comprar. Cuando uno compra algo que desea se siente feliz, pero es un fenómeno temporal"

 El proceso  de “adaptación hedonista” lo confirma plenamente. Como nos recuerda        Jiddu Krishnamurti: "No es un síntoma de salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma".

Al amigo de Manuel Vient "le basta con una parra, un sillón de mimbre, un buen libro y un sombrero de paja. Estos sueños se hallan al alcance de la mano, ya que su profesión le ha permitido ahorrar lo suficiente como para no tener en el futuro problemas económicos graves"

Los recursos pueden ayudar a ser feliz, pero no  garantizan que uno lo sea. Por eso es una buena opción  la siguiente:

Centrarse  en lo disponible:

 tener la capacidad de disfrutar de las grandes

 y pequeñas cosas de cada día.





 Si hay  alguna persona interesada en las reflexiones de Manuel  Vicent  y no le abre el enlace,  puede leerlo en la copia y pega del comentario de abajo.     


Manuel Vicent

                   Tedio           vital

No se puede decir que le vayan mal las cosas a mi amigo. Tiene una salud aceptable, una mujer que le quiere, unos hijos que le respetan, unos nietos adorables. Acaba de jubilarse con una pensión que se considera bastante digna y le quedan aún muchos años por delante para disfrutar de la vida. Ahora que dispone de tiempo piensa viajar por España para descubrir hermosos paisajes y ciudades que no conocía. Sueña con volver a los orígenes y acabar los días junto al mar de su infancia en una pequeña casa de paredes blancas y ventanas pintadas de verde. Según me cuenta, le basta con una parra, un sillón de mimbre, un buen libro y un sombrero de paja. Estos sueños se hallan al alcance de la mano, ya que su profesión le ha permitido ahorrar lo suficiente como para no tener en el futuro problemas económicos graves. El percance de salud que sufrió hace un tiempo se ha solucionado felizmente con una operación quirúrgica y los análisis a los que se somete cada año son siempre favorables. Tiene unos amigos, entre los que me encuentro, con los que se reúne para almorzar, para ir al cine o para tomar una copa a media tarde un día a la semana y encima le gusta la música, visita exposiciones de pintura, no ha perdido el gusto por la buena mesa ni el hábito de la lectura. ¿Quién a cierta edad no firmaría por ser un tipo como este? Después de contarme las excelencias de su vida, le pregunto: “¿Y tú qué tal estás?”. Y me contesta: “Muy jodido, la verdad”. Dice que se siente atrapado por una congoja que no puede controlar ni sabe a qué obedece; es como si todos los días fueran siempre tardes de domingo. Vivir bien y sentirse mal le pasa a mucha gente, estar jodido y no saber por qué es lo último que se lleva y puesto que no se puede echar la culpa a nadie, le digo que abra de par en par las ventanas para que entre la primavera que ya está colgada de los árboles.