Higiene mental y auto control 2
“El que conquista a otros es fuerte;
el que se conquista a sí mismo es poderoso".
Gestión y manejo adecuado de las emociones en general
Terminamos el artículo anterior diciendo que al abordar las dificultades de equilibrar emoción y razón son múltiples dadas las circunstancias por las cuales se hace difícil el equilibrio, de las cuales nos quedamos con las 4 siguientes:
1.No nos damos cuenta de nuestro estado emocional, ni del de los otros.
2.Somos conscientes de nuestras emociones, pero éstas en un momento dado, estallan dentro de nosotros con tal rapidez y violencia que dominan nuestra conducta.
3.Somos conscientes de nuestras emociones,
controlamos nuestra conducta, pero
no las tratamos de forma adecuada,
por ejemplo negándolas u ocultándolas.
4.No nos preparamos para hacer frente a las emociones antes de que surjan.
Transparencia 1:Elaboración propia
Relato
Discurría una calurosa tarde de agosto de 1963, cuando Richard R. decidió robar por última vez en su vida. Llevaba tiempo sin hacerlo, después de un buen número de pequeños hurtos por los que ya había estado en prisión. Pero necesitaba desesperadamente dinero, y pensó que, de verdad, aquella ocasión sería la última.
Eligió un lujoso apartamento del Upper East Side de Nueva York que ocupaban dos universitarias. Richard pensó que no habría nadie allí a esa hora, pero se equivocó y, una vez dentro, se encontró con una de las chicas. Se vio obligado a amenazarla con un cuchillo y atarla, y lo mismo tuvo que hacer cuando, a punto de salir, se tropezó con la otra ocupante del apartamento, que llegaba en ese momento de la calle.
Treinta años más tarde, aquel hombre aún seguía en prisión por lo que entonces se conoció como «el crimen de las universitarias». Recordando aquella tarde desgraciada, aquel hombre se lamentaba desde la cárcel, en una entrevista publicada en una revista: «Estaba como loco, mi cabeza estalló, no sabía lo que estaba haciendo».
Transparencia 2: Elaboración propia
Este trágico episodio, tristemente real, es un ejemplo extremo de cómo descargar el enfado puede llevarnos a un verdadero golpe de estado al gobierno de nuestra persona. En forma menos drástica, aunque quizá no siempre menos intensa, es algo que nos sucede a todos con mayor o menor frecuencia. Basta pensar en las veces en que uno puede haber perdido el control de sí mismo al enfadarse con su cónyuge, su hijo, sus padres, un compañero de trabajo, el conductor de otro vehículo, o quien sea. En esos momentos se pueden decir y hacer cosas que, consideradas poco tiempo después, vemos que fueron completamente desproporcionadas y contraproducentes.
Por esa razón, lo normal es que expresar abiertamente el enfado sea una de las peores maneras de tratarlo, puesto que los arranques de ira incrementan la excitación emocional y prolongan su duración.
Con lo expuesto creemos que cualquiera puede ver que dedicar tiempo y esfuerzo en conocer y practicar las técnicas de control emocional, es sumamente rentable. Una de estas técnicas llamadas Las terapias cognitivo-conductuales TCC tienen un papel fundamental en la gestión de las emociones. Otras muchas se engloban en las llamadas Terapia racional emotivo-conductual TREC (Ellis y Bernard, 1994). Este tipo de terapias se basan en la premisa de que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos están interconectados, y que modificar uno de estos elementos puede influir positivamente en los demás. Aconsejé, en algunas ocasiones a los alumnos que me exponían algún problema de este tipo, un libro que en alguna circunstancia a mi me fue de gran ayuda. El autor del mismo es Lucien Auger, psicólogo que es coordinador del Servicio de Consultas Personales del Centro Interdisciplinar de Montreal. El libro se titula Ayudarse a sí mismo: Una psicoterapia mediante la razón, Editorial Sal Terrae (22ª edición)
En un día típico y representativo de tu vida, ¿que sientes con más frecuencia: miedo, desilusión, preocupaciones, temores, …? ¿ O más bien sientes optimismo, ilusión, entusiasmo, esperanza, ..?
¿Qué hace que sientas lo que sientes?
Sea
lo que sea lo que sientes, ello no es debido a la realidad que te toca vivir,
sino a lo que piensas, a las ideas que tienes en tu mente acerca de esa
realidad. Es por esta razón, que dos realidades objetivas, vividas por dos
personas diferentes, lleva a una a sentir sobre todo emociones positivas,
agradables, mientras que la otra siente emociones negativas, desagradables.
Lo
que marca la diferencia no es la realidad, sino tu pensamiento. Deshazte de
estos pensamientos, cámbialos por otros y cambiará tu realidad.
¿Cómo piensas lo que piensas?
La
base de tus pensamientos está en lo que crees. Tus creencias son las
responsables de tus pensamientos. Investiga tus creencias y llegarás a la raíz
de tus pensamientos. Son ellas las que dan una estructura a nuestra mente,
creando un “estilo de pensar”, unos hábitos o programas mentales orientados a
la negatividad o a la positividad.
También
son los “cimientos” de los valores. A partir de lo que creemos, creamos
nuestros valores. Los valores son las priorizaciones que tú haces acerca del
valor que tienen para ti las cosas. Influyen en tus pensamientos, sentimientos
y acciones.
Creencias y valores influyen en lo que experimentamos y en como lo experimentamos. Por eso, cuando nuestras metas y objetivos se ajustan a nuestras creencias y valores, nace en nosotros una fuerza imparable: auto motivación. Por eso, también, cuando nuestras metas y objetivos no sintonizan con nuestras creencias y valores nos auto boicoteamos y auto limitamos. (Ver apartado de “auto limitaciones: vive según tus sueños, no según tus miedos”)
Gestión y manejo adecuado de las emociones para los políticos
Por lo que hace referencia a los políticos, respecto al tema que hoy estamos abordando, es cierto que dentro del parlamento todavía no
hemos asistido a ningún eclipse mental del tipo y características que
describimos más arriba; esperemos que no suceda nunca. Si hemos asistido a
debates en los que la mayoría de los intervinientes manifestaban un temperamento volátil, y al igual que un mar
agitado en el que las olas tambalean a
las pequeñas embarcaciones de nuestros pescadores gallegos que pierden, no el control emocional, sino que, en mar agitado, nos muestra claramente
que el mar es como las emociones, impredecible y poderoso. Nuestros pescadores
gallegos no pueden controlar las olas pero sí pueden y han aprendido a navegar a través de ellas: su timón en estas
situaciones pasa a ser su autocontrol emocional.
Cuando los políticos se encuentren ante un parlamento agitado,
también, al igual que nuestros
pescadores gallegos, pueden agarrarse al timón
manejándose con un autodominio de sus emociones, para lo cual sería
bueno que aprendieran y sobre todo practicasen (recuerdo, una vez más que
nuestro lema es (“la práctica consciente te lleva a ser competente") la estrategia
de “subirse al balcón”, acuñada por William Ury y se conoce, también, como "El método de negociación de Harvard" que mostramos en la siguiente transparencia a través de 3 pasos y que
explicaremos, más a fondo, en otro artículo posterior.
Terminamos hoy pidiéndole a los políticos, en general (si bien es cierto a algunos con más urgencia que nunca), que cambien
su actuación. Que no hay humanos que
permanezcan en un estado permanente: todos cambiamos.
Los cambios ocurren, a peor, si no se planifican, a tiempo, para ir a mejor
" Si la ira de los jóvenes pacifistas desbordara las aulas y llenara las plazas; si prendiera y se contagiara su rebelión frente a esa masacre, al final Israel, como sucedió en Vietnam, tendría que dar esta guerra por perdida." Manuel Vicent
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El poder de los jóvenes
El rechazo que produce la matanza fría y sistemática
en Gaza que estamos obligados a digerir junto con la sopa en el telediario ha
encendido por fin la cólera de los estudiantes en Europa y en Norteamérica
Se supone que los terroristas de Hamás
sabían cómo se las gasta a la hora de la venganza el ejército israelí y qué
clase de político es Netanyahu, de modo que el atentado del 7 de octubre de
2023 de Hamás y otros grupos armados palestinos de la franja de
Gaza realizado por sorpresa contra Israel, aparte de un ataque criminal sin
precedentes, fue una torpeza del mismo tamaño que su iniquidad.
En ese atentado murieron unas 1.400
personas y 200 fueron secuestradas; en
contrapartida, desde ese día nefasto asistimos en vivo y en directo a una guerra de exterminio
ritual, con un odio bíblico, sobre los palestinos de Gaza sin
distinguir inocentes y culpables, todos bajo el mismo bombardeo indiscriminado.
La desproporción es del mismo calibre como sería si para combatir a ETA, por
muy espantosos que fueran sus asesinatos, se hubiera bombardeado todo el País
Vasco hasta reducirlo a un montón de escombros. La guerra de Vietnam se
perdió en gran parte por haber mostrado a los muertos cuando eran desembarcados
en bolsas negras al puerto de San Francisco, lo que provocó la rebelión de los
estudiantes en todas las universidades norteamericanas. Desde
entonces, las guerras parecen operaciones quirúrgicas muy asépticas, en las que
los muertos no existen. Los que producen los bombardeos de Gaza tampoco
se ven. Solo alguna vez se muestra a una madre gritando de dolor junto a una
mortaja blanca que oculta el cadáver de un niño como si estuviera envuelto en
pañales. Si permaneces insensible a este genocidio, tómate el pulso para
comprobar que no estás muerto. El rechazo que produce esta matanza fría y
sistemática que estamos obligados a digerir junto con la sopa en el telediario
ha encendido por fin la cólera de los estudiantes en
Europa y en Norteamérica. Si la ira de los jóvenes pacifistas
desbordara las aulas y llenara las plazas; si prendiera y se contagiara su
rebelión frente a esa masacre, al final Israel, como sucedió en Vietnam,
tendría que dar esta guerra por perdida.
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