domingo, 5 de mayo de 2024

HABILIDADES PARA LOS POLÍTICOS

 




HABILIDADES PARA LOS POLÍTICOS
(en general)

 

“Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía  que nos permita compartir la tierra”

Gabriel García Márquez

 

 

La Salud Psicológica, en general, se manifiesta a través de la habilidad de construir, mantener y modificar las relaciones con los demás para conseguir determinados objetivos.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define así:

«Un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su  potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad».

Utópica (entendiendo la utopía como algo pendiente de conseguir)  definición, a partir de la cual podemos, y deberíamos,  seleccionar a las personas que aspiran a ejercer la profesión de políticos. 

 

Perfil del político honrado


Si hablamos de los políticos (en general), personas que viven y se dedican a la política, es decir, personas que cuando hablan se muestran auténticas lo cual deducimos los oyentes por la coherencia y sintonía que hay entre su lenguaje verbal y su lenguaje no verbal. Otros indicadores son su mirada directa, sin disimulos, que no nos deja ninguna duda de la sinceridad de lo que expresa y estamos convencidos  de que  prioriza  el bienestar de la ciudadanía por encima de sus  intereses personales o de partido.

Si la obligación de todos  nosotros, personas normales que no vivimos de la política, es adquirir la habilidad de seguir estilos de vida saludables  (cuidarnos), es mucho más exigible a aquellos que nos gobiernen, siempre  después de cultivar  las destrezas necesarias para conducirse en la vida, en general, y en la política, concretamente,  de manera competente: tener el conocimiento, la habilidad, y las necesarias competencias desarrolladas y demostradas,  para tomar decisiones informadas y eficientes.

Invito a ver el video siguiente:

LA PRÁCTICA CONSCIENTE TE LLEVA A SER COMPETENTE

https://www.facebook.com/watch/?v=418444215550406

 

 Para todos nosotros, personas normales que no vivimos de la política,  nos es muy útil en la vida tres tipos de habilidades igualmente  importantes: destrezas sociales o interpersonales,  entre las que se incluye la comunicación asertiva (ni agresiva ni pasiva) y la empatía: comprender y atender las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos; destrezas cognitivas que incluyen la  toma de decisiones y, muy especialmente, el tan necesario  pensamiento crítico; por último, se incluye la  gestión y manejo adecuado de las emociones (lo desarrollaremos en el próximo artículo).

Todo lo anterior envuelto en el autoconocimiento  suficiente para tener claro aquello que se quiere y, muy especialmente,  aquello que no se quiere.

Todo político, que se precie de serlo, debe querer y practicar la integridad, siguiendo los principios éticos, el primero de los cuales incluye la responsabilidad  asumiendo las consecuencias de sus actos y decisiones  tomadas.  Debe querer y practicar la transparencia: actuar de manera abierta y accesible, permitiendo el escrutinio público de sus acciones y decisiones. Visión a largo plazo:  el cortoplacismo que hoy en día constituye la brújula que marca el norte de muchas personas, (estamos en la sociedad de la inmediatez: al deseo le sigue su rápida satisfación)  en política es dejar endeudadas a futuras generaciones además de otros muchos males a los que, necesariamente, los que sigan con vida tendrán que hacerle frente. Lo contrario es planificar y trabajar por un futuro sostenible, sin reírse  del cambio climático y mentalizándose de la necesidad de dejar a los jóvenes un planeta  habitables. Esto supone ver más allá de las propias narices, a largo plazo, y  no solo  buscando resultados inmediatos. Un político orgulloso de su labor  y valorado socialmente por una mayoría de ciudadanos que constantemente le suben su autoestima reflejándole en su rostro lo mucho que lo aprecian y el orgullo que sienten por haberle votado. Un político con este perfil, además de proporcionar votos, tiene asumido lo suguiente:

 No compite el competente, compite el incompetente: el competente colabora,   con otros líderes  y organizaciones, tanto a nivel local como internacional, buscando el yo gano tú ganas, es decir,  el beneficio mutuo.

Podemos  terminar este perfil utópico (algo pendiente de realizar algún día)  sosteniendo que un político honesto no  teme a las auditorías ni tampoco  a las preguntas  enrevesadas. Tiene la competencia de practicar una  comunicación efectiva que consiste en exponer sus  ideas claramente y escuchar activamente a los demás. Este efecto se consigue cuando la causa  consiste en una  gestión transparente salida de una toma de decisiones que todos pueden comprender y creerlas correctas debido a  credibilidad que se ha ganado a lo largo del tiempo.

Su estandarte es la honestidad, su escudo es la transparencia. Tienen asumido que el honor es algo que nadie puede darte ni quitarte. Es algo que el hombre se da así mismo con sus hechos.

Finalizo este apartado recordando a la juventud actual, precarizada y vilipendiada,  que son demasiado jóvenes para darse cuenta que es imposible: 

Por eso tienen la obligación de

 intentar lograrlo.
 

 

Perfil del político deshonrado

Aquellos, que cuando alcanzan el número suficiente de convencidos, antes o después terminan implantado una sociedad distópica, opuesta, ya no tan solo a una sociedad utópica, sino también a una sociedad normal (con sus más o menos deficiencias). 

Los que hemos vivido parte de nuestra vida no en una sociedad democrática, como ahora (a pesar de sus deficiencias) sino bajo el yugo de una dictadura que  muchos, podemos apelar a la memoria rebosante de acontecimientos, muchos de ellos perdidos en nuestro subconsciente freudiano el cual "alberga y duró muchos años y nos “robó el mes de abril” según cantaba Sabina;  cercenándonos  nuestra juventu"deseos, recuerdos y experiencias que, aunque no están presentes en la mente consciente, tienen un profundo impacto en nuestra personalidad y comportamiento"desde el cual siguen operando, sin que nos demos cuenta  que pasaban en aquel entonces: la opresión, vigilancia permanente, libertad de no expresión, dramática desigualdad social, censura en la educación cuyo papel era sencillamente el de adoctrinar, en lo que se escribía, en la música, en la cultura a la cual muy pocos tenían acceso, ausencia de ascensor social salvo para los que pertenecían a una  élite gobernante o con casi absolutos poderes de diversas índoles los cuales ascendían al margen de sus méritos o de sus escasas capacidades intelectuales. Fuera de estos círculos, el resto de la población,  su día a día consistía en una feroz lucha para poder aspirar, no a vivir, sino sencillamente a  sobrevivir.  

El perfil de estos políticos que tienen muchas probabilidades de terminar deshonrados, no sólo no tienen la competencia de practicar una  comunicación efectiva, sino que están convencidos de que son ellos los que deben explayarse sin darse cuenta de que sus conversaciones con los demás, consisten en simple monólogos desarrollados en presencia de un callado testigo. Practican la cesura y no dejan que nadie caiga en el pecado de practicar la libertad de expresión, invitando a sus interlocutores a veces de  forma explícita y en otras situaciones, y en función del interlocutor al que se dirijan, de forma  implícita y  sibilina, pero muy elocuente. Lo envuelven en  máximas del tipo de  “Hablar es gratis pero el hombre sabio elige cuando gastar sus palabras” o aquella otra de “somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras”. Lo que importa es que el interlocutor hable poco o, absolutamente nada,  si es para cuestionarlos. Su mensaje implícito lo podemos sintetizar así: Estás conmigo como esclavo, o estás en contra de mí con tus opiniones de libertad.

“Yo soy político, por lo tanto embustero y mentiroso. Cuando estoy dando besos a los niños, estoy intentando robarle los caramelos” El Barón Rojo

 Muchos políticos ubicados en este perfil son mentirosos a tiempo completo. No están convencidos de que “es muy difícil engañar a muchos durante mucho tiempo...”



¿Cómo este tipo de ‘personajillos ‘pueden gozar de tanto éxito social y seguidores convertidos en una turba pasional y que jamás razona y siguen el principio de “servil con los poderosos y déspota, matón, chulo, y faltón con los de abajo?".





Cuando un político cambia el noble fin de servir a la sociedad por el infame y repugnante de servirse de ella, acaba en la corrupción y el enriquecimiento personal. En algunos países, la ecuación coste -beneficio, le sale bien, y entonces le quedan recursos y tiempo para darse la gran vida. En otros lugares devuelven lo robado, pasan por la cárcel y luego, cuando salgan ‘hacen la calle’.

Invito a Leer:

LA CONDUCTA ESTÁ Rhttps://neuroforma.blogspot.com/2018/12/la-conducta-esta-regulada-por-sus.htmlEGULADA POR SUS CONSECUENCIAS

 

Es una gran tragedia que

 la sociedad muestre comprensión

 y   disculpe la corrupción.  


Próximo artículo:





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COLUMNA

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En busca de la nada

El que uno no recuerde ni un éxito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, es precisamente la felicidad

 

MANUEL VICENT

05 MAY 2024 - 05:00 CEST

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A fin de cuentas, la vida no consiste sino en ir tirando del cuerpo hacia la nada y en mi caso si me preguntan cuándo he sido más feliz la respuesta es siempre la misma: aquel momento del que no me acuerdo de nada. Existe un tiempo perdido en la bruma en que no recuerdas que te sucediera nada, ni bueno ni malo. Creo que el hecho de que uno no recuerde ni un éxito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, esa amnesia es precisamente la felicidad. Si no recuerdas nada es porque la nada, que siempre es blanca y dulce como una almohada de plumas durante el sueño, se había apoderado felizmente de tu existencia vulgar. En ese estado de inconsciencia se supone que vivían Adán y Eva en el paraíso antes de pretender ser como los dioses. Este par de chimpancés ignoraban que habían sido creados solo para tomar el sol. En el Génesis no se dice, pero, al parecer, Jehová les había proporcionado dos hamacas y un bronceador. Todavía estaríamos en el edén si los hubieran sabido usar. Una tarde en el zoo de San Diego, mientras al anochecer los altavoces anunciaban que iban a cerrar, me perdí entre fosos llenos de serpientes buscando la salida. A mi espalda sentí un gruñido extraño. Era un chimpancé que por los gestos parecía que trataba de saludarme. Me acerqué a su jaula. Quedamos los dos frente a frente un buen rato en silencio mirándonos fijamente a los ojos. A su modo con su mirada, me dijo: “Sé quién eres y lo que buscas”. Puedo asegurar que en el fondo de sus ojos vi todavía el paraíso. Con el sol del mediodía sobre los párpados cerrados en la playa uno llega a la conclusión de que la nada es un bien inalcanzable. La filosofía oriental enseña a despojarnos de todo para conquistarla. Hubo un sabio que fue condenado a muerte por blasfemo porque proclamaba que era más grande que Dios. El presidente del tribunal que lo juzgaba le gritó: “Nada es más grande que Dios”. El sabio contestó: “yo soy nada, señor”. Este sabio solo tenía el sol, una higuera y una hamaca.

 

 






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