HABILIDADES PARA LOS POLÍTICOS
(en general)
“Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”
Gabriel García Márquez
La Salud Psicológica, en general, se manifiesta a través de la habilidad de construir, mantener y modificar las relaciones con los demás para conseguir determinados objetivos:
R x R = R
Imagen 0: Elaboración propia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud psicológica como:
«Un estado
de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede
afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y
fructífera, y puede aportar algo a su comunidad».
Aspirar a la utopía (entendiéndola como algo pendiente de conseguir) deberíamos guiarnos por la definición anterior para seleccionar a las personas
que aspiran a ejercer la profesión de políticos.
Imagen 1: Elaboración propia
Perfil
del político honrado
Si hablamos de los políticos en general, personas que viven y se
dedican a la política, es decir, personas que cuando hablan se muestran
auténticas lo cual deducimos los oyentes por la coherencia y sintonía que hay
entre su lenguaje verbal y su lenguaje no verbal. Otros indicadores son su mirada
directa, sin disimulos, que no nos deja ninguna duda de la sinceridad de lo que
expresa y estamos convencidos de que prioriza
el bienestar de la ciudadanía por encima
de sus intereses personales o de
partido.
Si la obligación de todos nosotros, personas normales que no vivimos de la política, es adquirir la habilidad de seguir estilos de vida saludables (cuidarnos), es mucho más exigible a aquellos que nos gobiernen, siempre después de cultivar las destrezas necesarias para conducirse en la vida y en la política de manera competente: tener el conocimiento, la habilidad, y las necesarias competencias desarrolladas y demostradas, para tomar decisiones informadas y eficientes.
Imagen 2: Elaboración propia
Invito a ver el video siguiente:
LA PRÁCTICA CONSCIENTE TE LLEVA A SER COMPETENTE
https://www.facebook.com/watch/?v=418444215550406
Para todos nosotros, personas
normales que no vivimos de la política, nos es muy útil en la vida tres tipos de
habilidades igualmente importantes: destrezas
sociales o interpersonales, entre las que se incluye la comunicación
asertiva (ni agresiva ni pasiva) y la empatía: sentir, comprender y atender las necesidades
y preocupaciones de las personas con las que nos relacionamos; destrezas cognitivas que incluyen la
toma de decisiones y, muy especialmente,
el tan necesario pensamiento crítico;
por último, se incluye la gestión y manejo
adecuado de las emociones (este mismo Blog tiene varios artículos sobre este tema
Imagen 3: Elaboración propia
Todo lo anterior envuelto en el autoconocimiento suficiente para tener claro aquello que se
quiere y, muy especialmente, aquello
que no se quiere.
Todo político, que se precie de serlo, debe querer y practicar la integridad, siguiendo los principios éticos, el primero de los cuales incluye la responsabilidad: asumiendo las consecuencias de sus actos y decisiones tomadas. Debe querer y practicar la transparencia: actuar de manera abierta y accesible, permitiendo la fiscalización pública de sus acciones y decisiones. Visión a largo plazo: el cortoplacismo que hoy en día constituye la brújula que marca el norte de muchas personas, (estamos en la sociedad de la inmediatez: al deseo le sigue su rápida satisfación).
Ejemplo paradigmático en política es enriquecerse ("vengo a la política a enriquecerme"). Estas prácticas provocan el efecto de dejar endeudadas a futuras generaciones además de otros muchos males a los que, necesariamente, los que sigan con vida tendrán que hacerle frente.
Lo contrario es planificar y trabajar por un futuro sostenible, sin mofarse del cambio climático y mentalizándose de la necesidad de dejar a los jóvenes un planeta habitables.
Esto supone ver más allá de las propias narices, a largo plazo, y no solo buscando resultados inmediatos. Un político honrado termina sitiéndode orgulloso de su labor y valorado socialmente por una mayoría de ciudadanos que constantemente le suben su autoestima reflejándole en su rostro lo mucho que lo aprecian y el orgullo que sienten por haberle votado. Un político con este perfil, además de proporcionar votos, tiene asumido que
no compite el competente, compite el incompetente:
el competente colabora, con otros líderes y organizaciones, tanto a nivel local como
internacional, buscando el yo gano tú ganas, es decir, el beneficio mutuo.
Podemos terminar este perfil utópico
(algo pendiente de realizar algún día)
sosteniendo que un político honesto no
teme a las auditorías ni tampoco
a las preguntas enrevesadas.
Tiene la competencia de practicar una comunicación
efectiva (asertividad) que consiste en exponer sus ideas claramente y escuchar activamente a los
demás. Este efecto se consigue cuando la causa
consiste en una gestión
transparente salida de una toma de decisiones que todos pueden comprender y
creerlas correctas debido a la credibilidad
que se ha ganado a lo largo del tiempo.
Finalizo este apartado recordando a la juventud actual, precarizada y vilipendiada, que son demasiado jóvenes para darse cuenta que es imposible:
Por eso tienen la obligación de
intentar lograrlo.
Imagen 4: Elaboración propia
Perfil
del político deshonrado
Aquellos, que cuando alcanzan el
número suficiente de convencidos, antes o después terminan implantado una
sociedad distópica, opuesta, ya no tan solo a una sociedad utópica, sino
también a una sociedad normal (con sus más o menos errores).
Los que hemos vivido parte de nuestra vida no en una sociedad democrática, como ahora (a pesar de sus deficiencias) sino bajo el yugo de una dictadura que a mucho nos permite apelar a la memoria rebosante de acontecimientos, muchos de ellos perdidos en nuestro subconsciente freudiano el cual se conserva durante muchos años después de habernos "robado el mes de abril" según cantaba Sabina y empobreciendo nuestra juventud y teniendo un profundo impacto en nuestra personalidad y comportamiento desde el cual siguen operando, sin que nos demos cuenta de lo que pasaba en aquel entonces: la opresión, vigilancia permanente, libertad de no expresión, dramática desigualdad social, censura en la educación cuyo papel era sencillamente el de adoctrinar, en lo que se escribía, en la música, en la cultura a la cual muy pocos tenían acceso, ausencia de ascensor social salvo para los que pertenecían a una élite gobernante o con casi absolutos poderes de diversas índoles los cuales ascendían al margen de sus méritos o de sus escasas capacidades intelectuales. Fuera de estos círculos, el resto de la población, su día a día consistía en una feroz lucha para poder aspirar, no a vivir, sino sencillamente a sobrevivir.
El perfil de estos políticos que
tienen muchas probabilidades de terminar deshonrados, no sólo no tienen la
competencia de practicar una
comunicación efectiva, sino que están convencidos de que son ellos los
que deben explayarse sin darse cuenta de que sus conversaciones con los demás, consisten en simple monólogos desarrollados en presencia de un callado testigo.
Practican la cesura y no dejan que nadie caiga en el pecado de practicar la libertad
de expresión, invitando a sus interlocutores a veces de forma explícita y en otras situaciones, y en
función del interlocutor al que se dirijan, de forma implícita y sibilina, pero muy elocuente. Lo envuelven en máximas del tipo de “Hablar es gratis pero el hombre sabio elige
cuando gastar sus palabras” o aquella otra de “somos dueños de nuestros
silencios y esclavos de nuestras palabras”. Lo que importa es que el
interlocutor hable poco o, absolutamente nada, si es para cuestionarlos. Su mensaje
implícito lo podemos sintetizar así: Estás conmigo como esclavo, o estás en
contra de mí con tus opiniones de libertad.
“Yo soy político, por lo tanto embustero y mentiroso. Cuando estoy dando besos a los niños, estoy intentando robarle los caramelos” El Barón Rojo
Imagen 5: Elaboración propia
Imagen 5: Elaboración propia
¿Cómo este tipo de 'personajillos'pueden gozar de tanto éxito electoral?
¿Cómo deternimados seguidores convertidos en una turba pasional y que jamás razonan siguen a líderes que a su vez aplican el principio de “servil" con los poderosos y déspota, matón, chulo, y faltón con los de abajo?".
¿Hasta que punto debemos ser tolerantes con políticos incompetentes?
Imagen 6: Elaboración propia
La primera cuestión a abordar tal vez pasaría por afirmar que practicar la tolerancia ante situaciones como la descrita solo puede conducir a incrementar el ritmo de denigración de la sociedad. Según nos decía Marcuse, que la tolerancia deja se ser tal
“cuando su doctrina racional ya no prevalece, cuando se administra la tolerancia a individuos controlados y adoctrinados que a la manera de papagayos repiten, como si fueran propias, las opiniones de sus amos, para los cuales la heteronomía se convirtió en autonomía”.
“Inteligente es aquel que cada vez que desea aprender toma una intensa conciencia de su ignorancia.”
Invito a Leer:
https://neuroforma.blogspot.com/2022/04/el-valor-del-conocimiento.html
Cuando un político cambia el noble fin de servir a la sociedad por el de servirse de ella, acaba en la corrupción y el fraudulento enriquecimiento personal. En algunos países, la ecuación coste -beneficio, le sale bien, y entonces le quedan recursos y tiempo para darse la gran vida. En otros lugares devuelven lo robado, pasan por la cárcel y luego, cuando salgan ‘hacen la calle’.
¿Habría tantos políticos corruptos si el refuerzo a aplicar fuera negativo: devolver todo lo robado y jamás poder disfrutar del patrimonio formado con lo robado?
Si quieres saber más, te invito a leer ver el siguiente artículo al cual puedes acceder pinchando el enlace:
El
mundo como una gran Caja de Skinner
https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/665767243505322566
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Si quieres
saber más, te invito a leer ver el siguiente artículo al cual puedes acceder pinchando el enlace:
LA CONDUCTA
ESTÁ REGULADA POR SUS CONSECUENCIAS
https://neuroforma.blogspot.com/2018/12/la-conducta-esta-regulada-por-sus.html
.................................
Es una gran tragedia que
la sociedad muestre comprensión
y disculpe la corrupción.
Valencia en el corazón
En medio de la desolación es el momento de la
solidaridad
Como todos los años, al iniciarse el
otoño, la gente del Mediterráneo sabe que un día se abrirán las compuertas del
cielo, comenzará a llover con una fuerza inaudita y se llevará por delante todo
lo que encuentre a su paso. La furia de la riada buscará el mismo camino hasta
el mar que había seguido durante miles de años sin hallar otros obstáculos que
los de la propia naturaleza. Pero a lo largo del tiempo los cauces que eran de
su exclusiva propiedad se fueron cegando debido a que el desarrollo económico
le disputó su territorio, hasta el punto que en la servidumbre de paso del agua
se han levantado pueblos, fábricas, autopistas e interpuesto millones de automóviles.
Se trata de un desafío entre los hombres y la naturaleza. Está claro que contra
la naturaleza no se puede. La tierra, el aire, el fuego y el agua son los
cuatro elementos, que según Aristóteles, conforman la materia que te salva o te
mata de forma irracional, pero también a veces según uno se comporte con ella.
La tierra que te da de comer con sus frutos, puede aplastarte con un terremoto;
el aire con esa brisa tan agradable que respiras puede convertirse en un
huracán devastador, el fuego que arde en la chimenea es capaz de incendiar los
bosques y el agua que bebes puede llevarse por delante tu vida con todos tus
enseres. Los científicos habían advertido con
suficiente antelación de la tragedia que se avecinaba alrededor
de Valencia y no se equivocaron; sin duda algunos políticos no han estado a la altura de
este cataclismo, pero si algún miserable trata de sacar partido de esta
desgracia echando la culpa al adversario será como uno más que
aprovecha el caos para realizar un pillaje en un supermercado. En medio de la
desolación es el momento de la solidaridad y del arrojo ante el infortunio. Con
muchas lágrimas los muertos serán enterrados, con el tiempo esta tragedia de
Valencia será olvidada, y por nuestra parte seguiremos jugando a desafiar a la
naturaleza, como siempre, sin haber aprendido nada.
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En busca de la nada
El que uno no recuerde ni un éxito, ni un fracaso, ni
una suerte, ni una desgracia, es precisamente la felicidad
A fin de cuentas, la vida no consiste
sino en ir tirando del cuerpo hacia la nada y en mi caso si me preguntan cuándo
he sido más feliz la respuesta es siempre la misma: aquel momento del que no me
acuerdo de nada. Existe un tiempo perdido en la bruma en que no recuerdas que
te sucediera nada, ni bueno ni malo. Creo que el hecho de que uno no recuerde
ni un éxito, ni un fracaso, ni una suerte, ni una desgracia, esa amnesia es
precisamente la felicidad. Si no recuerdas nada es porque la nada, que siempre
es blanca y dulce como una almohada de plumas durante el sueño, se había
apoderado felizmente de tu existencia vulgar. En ese estado de inconsciencia se
supone que vivían Adán y Eva en el paraíso antes de pretender ser como los dioses.
Este par de chimpancés ignoraban que habían sido creados solo para tomar el
sol. En el Génesis no se dice, pero, al parecer, Jehová les había proporcionado
dos hamacas y un bronceador. Todavía estaríamos en el edén si los hubieran
sabido usar. Una tarde en el zoo de San Diego, mientras al anochecer los
altavoces anunciaban que iban a cerrar, me perdí entre fosos llenos de
serpientes buscando la salida. A mi espalda sentí un gruñido extraño. Era un
chimpancé que por los gestos parecía que trataba de saludarme. Me acerqué a su
jaula. Quedamos los dos frente a frente un buen rato en silencio mirándonos
fijamente a los ojos. A su modo con su mirada, me dijo: “Sé quién eres y lo que
buscas”. Puedo asegurar que en el fondo de sus ojos vi todavía el paraíso. Con
el sol del mediodía sobre los párpados cerrados en la playa uno llega a la
conclusión de que la nada es un bien inalcanzable. La filosofía oriental enseña
a despojarnos de todo para conquistarla. Hubo un sabio que fue condenado a
muerte por blasfemo porque proclamaba que era más grande que Dios. El
presidente del tribunal que lo juzgaba le gritó: “Nada es más grande que Dios”.
El sabio contestó: “yo soy nada, señor”. Este sabio solo tenía el sol, una
higuera y una hamaca.
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