domingo, 3 de septiembre de 2023

SENTIRSE CAPAZ

 


SENTIRSE CAPAZ


“Los cartujos no hablan. Su regla es el silencio. Solo cuando se cruzan por el claustro encapuchados hasta las cejas, con las manos metidas en la manga contraria del hábito se les está permitido saludarse con estas palabras mirándose de soslayo. Uno dice: “Hermano, morir tenemos”. Otro contesta:“Ya lo sabemos".

 ManuelVicent,  “Luz de vela”

 

 Si este diálogo se estableciera en estos  tiempos actuales  como costumbre  en el colectivo de las personas mayores, que han pasado de ser respetadas a ser un estorbo,  además de un coste insostenible de sus pensiones, según sostienen  los predicadores  apocalípticos que abundan en la actualidad,   surgiría una tercera persona que daría fin al escueto  diálogo  añadiendo:


¡Pero sin que nadie empuje!


El constructo cultural y social que las personas de nuestra época   se han formado sobre la vejez, considerándola como decadencia,  decrepitud y humanos instrumentalizados e inservibles, es la forma más sibilina de condicionar  e impedir, a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante.

 Los epítetos que se le aplican a los viejos  son potentes fuerzas que derriban la autoestima de cualquier persona humana. 

La percepción social de los viejos como seres debilitados cognitivamente es otro atentado a  su  autoestima,  la cual opera directamente sobre un potente término de la Psicología – “Indefensión aprendida”- y a su vez sobre otro dramático término de la sociología  -“Anticipación social de la muerte”-. Hacerse una idea falsa de la vejez, compuesta a través de prejuicios y estereotipos,  es una agresión a la identidad social de los viejos. No todos los viejos son vulnerables, dependientes e inválidos . Ejemplo paradigmático de ello es el de Manuel Vicent, que a sus 86 años nos sigue regalando, todos los domingos,  esta sublime columna que copio y pego, como todos los domingos (excepto los del mes de agosto, en el que Vicent disfruta de sus merecidas vacaciones) más abajo.

 Los prejuicios y estereotipos conducen a que muchos que aún no llegaron a la vejez ya empiecen a tenerle miedo a esta: 

La gerontofobia está más extendida de lo que creemos y es una forma eficaz de empujar.


 "Murieron porque se les denegó el derecho a la vida y a la salud. Se les discriminó por edad y por dónde vivían. Se consideró que si eran mayores, eran prescindibles. Insisto: no es posible llamarnos un Estado de Derecho sin que se haga justicia. Si no, estamos condenados a repetirlo. En la próxima pandemia volverá a pasar. Dejar morir a gente mayor sale gratis."[2]

 Hay en el ecosistema social actual, muchas formas de “empujar”: una de las más efectivas,  la conceptualiza la sociología llamándole:

“Anticipación social de la muerte”.

 Vamos, para entender el concepto,  recurrir a la imaginación que utiliza Vicent para maravillarse con su libélula y desde ella diseñar el siguiente experimento mental:

1.     Seleccionamos 80 ancianos, de la misma edad y con igual grado de salud física y mental.

2.    Los dividimos en dos grupos y los ingresamos, cada uno de los grupos, en dos residencias distintas.

3.    Ambas residencias son similares en lo referente a la comida y  las condiciones ambientales. Lo que si varía, significativamente,  es el trato que le dan las personas que se ocupan de cuidar  a los componentes de cada uno de los grupos de ancianos. Los cuidadores del grupo 1 recibieron instrucciones de que los trataran como personas mayores con muchas deficiencias que les complicaban  mucho su autonomía y la vida en general. Los cuidadores del grupo 2 recibieron instrucciones de que los dejaran a su aire, moviéndose con  libertad y sin estar  permanentemente encima de ellos.

4.    Supongamos que un anciano del grupo 1 se cae  en el suelo de la sala. Un cuidador/a se dirige a él con premura y le reprocha que se mueva como si fuese una persona joven: “Tiene usted que tener mucho cuidado: Ud. ya es muy mayor y no  puede moverse así con esa soltura".

5.    Si se cae uno del grupo 2, se acerca un cuidador/a, lo levanta del suelo, y acto seguido, frotando un pie en el piso le dice al anciano: “Que horror, el suelo está muy resbaladizo. Voy hablar con lo persona que lo ha limpiado para que lo seque más a conciencia.”

 

El mensaje que le llega a la persona del grupo 1 es que la culpa de caerse es suya (interna)  que ya está muy limitado. El mensaje que le llega a la persona del grupo 2 es que la causa es externa, suelo resbaladizo y deficientemente seco.

 

Los mayores del grupo 1 no  solo tendrán un bienestar inferior al del grupo 2, sino que su autoeficacia quedará dañada, con todo lo que ello supone.

Entendemos la autoeficacia como la estimación de la probabilidad subjetiva de realizar una acción con éxito; es la expectativa de que se puede alcanzar con éxito una conducta que es necesaria para lograr algo. Ante un objetivo que nos hayamos establecido, lo primero que hacemos es calcular,  subjetivamente, las probabilidades que tenemos de alcanzarlo. Si no nos vemos antoeficaces para lograrlo, nos boicoteamos a nosotros mismos, por lo que lo primero sería tratar de sacarnos de la cabeza esa auto creencia:

 

La autoeficacia influye en la decisión de emprender la acción, en el nivel de esfuerzo implicado y en la persistencia de la conducta. Es fundamental para obtener éxito en la ejecución de una tarea y pone de relieve que no es suficiente con tener las habilidades necesarias: dos personas con las mismas habilidades para realizar una tarea pueden tener un resultado, totalmente diferente,  en función de su autoeficacia, lo cual determinará el grado de motivación y el nivel de dedicación que aplicará a la realización de la misma.

 

Las personas el grupo 1 no solamente tendrán un envejecimiento más complicado que los del grupo 2, sino que, además,  es probable que acaben muriéndose unos  años antes que los del grupo 2. De aquí viene lo de la “anticipación social de la muerte".

 La autoeficacia tiene una gran incidencias a todo lo largo del ciclo vital de las personas, pero, sobre todo, es muy importante en la vejez. 

Las personas que no llegaron a la edad de viejos, suelen desconfiar de las percepciones y de los criterios de los mayores. Al mismo tiempo, estos también empiezan a ser conscientes de que su mundo cognitivo es de distinta calidad  del que disfrutaban cuando eran más jóvenes. Generalizar estás creencias y ponerlas en práctica con todos los mayores en general, lleva inexorablemente a que estos últimos tengan su autoeficacia por los suelos, y en consecuencia, muy disminuido su  nivel de adaptación a su vejez y a las circunstancias derivadas de la misma. Si su meta era vivir los años que les quedan por delante con un determinado nivel de bienestar, después de estas “terapias” las probabilidades subjetivas que calculan anticipadamente de lograrlo, son nulas, bajan sus expectativas y se consolida el fenómeno de la profecía cumplida.

 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar -estereotipos-, sentir -prejuicios- y actuar -discriminación- con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.

 Un  dramático  caso de Discriminación de los mayores  

  “A mediados de marzo de 2020, los mayores quedaron atrapados en las residencias. El coronavirus comienza a aniquilarlos por miles, pero no hay espacio para ellos en los hospitales de Madrid porque las autoridades han recomendado a los médicos reservar las camas para el resto de la población. En una pequeña sala de un hospital a las afueras un grupo de médicos piensa que esta decisión es horrible y prepara una respuesta. Este relato periodístico indaga en el dolor de los afectados y muestra, con material inédito, la actuación de los políticos que estaban al mando durante aquellos días” [3]

 Si te interesa el tema y quieres profundizar, te invito a leer y reflexionar:

 LOS seis PILARES de la MORAL -2: CUIDADO

 https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/303771287860504799

 Se suele decir, en algún tipo de coloquios, que los humanos podemos supervivir tres semanas sin comer, tres días sin beber, tres minutos sin respirar y tres segundo sin esperanza.  

Manuel Vicent termina su columna de hoy  así: 

 "La goleta de la taza desportillada me impulsa a navegar contra la adversidad por mares desconocidos, en este curso que empieza, sabiendo que no todo está perdido."

Sin la  ética del cuidado volvemos a las cavernas


 Referencias Bibliográficas

 [1]., “Luz de vela”: https://elpais.com/elpais/2018/10/13/opinion/1539442223_742924.html

 [2] Amnistía Internacional exige reabrir los casos archivados de los muertos por Covid en residencias. PABLO RECIO / LAURA MORO

JUEVES 26 DE ENERO DE 2023

https://www.65ymas.com/actualidad/amnistia-internacional-reabrir-muertes-covid-residencias_47273_102.html

 [3]https://elpais.com/especiales/2021/covid-19-en-las-residencias-de-ancianos/      Podcast: Puedes escucharlo aquí: 

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Pasa la vida

A unas cosas el tiempo las embellece y a otras las corroe. Sucede lo mismo con las ideas y con las personas

MANUEL VICENT

03 SEPT 2023 - 05:00 CEST

Llegaron las lluvias y se llevaron el verano. Los caracoles lo celebran trepando por las plantas silvestres y las avispas bebiendo en los charcos. Es un bello oficio dedicarse a contemplar cómo pasa el tiempo, cómo pasa la vida. Tomo café cada mañana en una taza de porcelana inglesa desportillada que contiene el dibujo de una goleta de tres palos con las velas desplegadas. Desde casa veo la bocana del puerto por donde entran y salen los barcos que van a Ibiza. He realizado muchas veces esa travesía; pero con cada sorbo de café la goleta de la taza me lleva a los azarosos mares de Conrad, a países donde suceden las novelas de Graham Greene, llenas de ventiladores en el techo y de sudor pegajoso en las guayaberas. La vida es el tiempo que se ha posado sobre todos los objetos que nos rodean y también sobre nuestros sueños. Envejecen los amigos; en cambio la alfombra de yute del comedor cuanto más la pisas más brilla; la cómoda ha adquirido una nobleza antigua pese a que cada cajón gime al abrirlo; el sillón en el que me siento a escribir tiene un brazo roto, me pregunto si también habrá envejecido lo que escribo. A unas cosas el tiempo las embellece y a otras las corroe. Sucede lo mismo con las ideas y con las personas. Leo en los periódicos a algunos intelectuales, escritores y políticos a los que admiré tanto un día cuyos ideales hoy el tiempo ha destruido. Ignoro si seré también yo uno de ellos. En el alfeizar de la ventana se ha posado una libélula verde y amarilla. Imagino que esta es la última que queda en el mundo, una de aquellas que se detenía en el aire sobre el agua dormida de las acequias donde nos bañábamos mientras a la mayor gloria de su creador cantaban las ranas. La goleta de la taza desportillada me impulsa a navegar contra la adversidad por mares desconocidos, en este curso que empieza, sabiendo que no todo está perdido.

 

 

 

 

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