viernes, 3 de marzo de 2017

CONSTRUYÉNDOTE 1: OPTIMISMO FUNCIONAL



 
Construyéndote (1):

Aplicación  práctica del OPTIMISMO FUNCIONAL

 Ver Video:

Decálogo de Autogestión. La práctica consciente te lleva a ser competente

Si el enlace anterior no funciona, se puede ver en el siguiente:

https://www.facebook.com/watch/?v=418444215550406

ConociéndoTE


Podemos sostener que, en general, todos tenemos los recursos necesarios para alcanzar aquello que nos proponemos, siempre que lo hagamos bajo el prisma de “la mirada en el cielo y los pies en la tierra”, es decir, siendo realistas, enfocándose en un optimismo funcional y escapando del optimismo de 'pandereta'.  Unos consiguen sus metas y se sientes satisfechos; otros,  no las consiguen y se sientes en permanente frustración. Hay, también,  quién ni tiene metas, ni propósitos ni objetivos,  y navegan por la vida  en constante confusión y desorientación.

Parte de la explicación puede estar  en lo siguiente:

1. Hay personas que no son conscientes de los recursos que tienen.
2. Hay otras personas que sí son conscientes de los recursos que tienen, pero, no saben cómo utilizarlos de forma efectiva.
3. Hay, también, personas que tienen los recursos, saben cómo utilizarlos, pero no quieren utilizarlos.
4. Otras personas  son conscientes de los recursos que tienen, saben cómo utilizarlos, quieren utilizarlos, pero,  no los utilizan   y  no están satisfechos con lo que obtienen.
5. Finalmente, hay personas que son conscientes de los recursos que tienen, saben cómo utilizarlos, quieren utilizarlos, los utilizan  y están satisfechos con lo que obtienen.

¿En qué grupo te ubicas tú?

 Yo soy yo y mis circunstancias”. Esta frase, tan repetida y que todos escuchamos alguna o muchas veces, pone el énfasis en las circunstancias, en la resignación, en la reacción, en la falta de control que tenemos sobre lo que nos sucede, en que cada uno somos como somos, en que tenemos la situación que tenemos  y en que hay muy poco que hacer, salvo el conformarse.  Detrás de ella están otras que también todos escuchamos, o incluso dijimos,  tales como “Yo soy así”, “Yo nací así”, “no hay nada que hacer”, “las cosas son como son”, “todos tenemos un destino predeterminado”, “hay que resignarse” etc.

¿Eres de los que utilizan, de forma habitual,  frases de este tipo?

En mi infancia,  los  “ilustrados” de la época   lo repetían muchas veces: “yo soy yo y mis circunstancias”. Nos lo decían para que no intentáramos  modificar o cambiar las  circunstancias y nos conformáramos con lo que éramos y teníamos. No sé si era ignorancia o mala fe, más bien creo que lo primero. Es probable que estuvieran  convencidos de que era lo mejor para todos.

¿Conocerían la frase completa de Ortega y Gasset? : “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. En el supuesto de que la conocieran completa, ¿alcanzarían a ver su significado? ¿Entenderían que hay que abordar la vida desde la proactividad y no desde la reactividad? En el supuesto de que la conocieran completa y comprendieran su significado, ¿les parecería un mensaje revolucionario y pervertidor del orden establecido el intentar cambiar las circunstancias?

Hoy sigue habiendo  “ilustrados analfabetos” (valga el  oxímoron)  que mandan  mensajes similares, unos de forma explícita (Investigado el eurodiputado polaco que dijo que las mujeres son "más débiles, más pequeñas y menos inteligentes") y otros en forma subliminal.

Será por ello que está a la orden del día el victimismo. Encontraremos a un montón de gente culpando de sus males a las más diversas fuentes,  sin darse cuenta que como adultos responsables,   hacen acciones que tienen consecuencias. Si no le gustan las consecuencias,  cambiar las acciones es más práctico que buscar culpables. Hoy más que nunca es necesario dejar de  lamentarse y pasar a ocuparse, es hora de trabajar en las soluciones.  No convertirse en “protagonistas paralizantes” poniendo nuestra atención en el miedo, la preocupación  y en lo incierto, sino convertirse en protagonistas activos  dotándonos de iniciativa y autonomía, vencer al miedo,  teniendo la valentía de decir lo que pensamos y aportando soluciones a las dificultades  con las que nos vayamos encontrando.

¿Qué rol adoptas en la vida: el de víctima o el de protagonista?


ConstruyéndoTE


A todos nos suena aquello de “Conócete a ti mismo”, como una frase, o mejor, un precepto, que se leía en el frontispicio del Templo de Apolo. En aquellos tiempos  aún no había ciencia. Surgía la filosofía  tratando de desterrar los mitos como forma de explicar la realidad. Si Sócrates viviese hoy, es probable que no eligiera   el precepto del Templo de Apolo como guía moral y lema de vida, como camino a seguir para alcanzar la propia madurez. Lo cambiaría por otro de podría decir: “Constrúyete a ti mismo”.  Por aquel entonces, no conocían lo que hoy sabemos, gracias a la ciencia, del cerebro humano: que cambia constantemente, que su bioquímica, su anatomía y fisiología, cambia día a día en función de sus interacciones con el entorno, con el medio ambiente en el que se desenvuelve.

A esto hoy la ciencia le llama “Plasticidad del Sistema Nervioso Central” y  supone que todo conocimiento, información, percepción sensorial que entra en el cerebro, opera en alguna medida, cambiándolo. Si  vais a un curso, no sois los mismos el primer día de curso que el último. De aquí que los cursos ¡siempre valen para algo! Por eso la formación no puede pensarse exclusivamente al servicio de las necesidades y requerimientos del sistema productivo. También, debe satisfacer necesidades de carácter cultural, social, ético y sobre todo de desarrollo personal, que no responden de manera única a las necesidades de los sistemas productivos, que también, sino  a necesidades humanas más amplias.

Todos entendemos que no nacemos totalmente hechos, que nos vamos haciendo, poco a poco,  a lo largo de la vida. Lo que no todos entendemos es el cómo nos vamos haciendo, ni tampoco, en qué medida depende de nosotros y en qué medida es fruto de la pura aleatoriedad.
Somos y nos hacemos con nuestras elecciones.  En nuestro estar en el mundo vamos obteniendo cosas del mismo y a su vez vamos perdiendo otras. Lo que incorporemos y lo que dejemos a lo largo del camino,  constituyen un balance indicativo de cómo nos van  a ir las cosas en nuestro trascurso vital.

Así,  tanto si nos referimos al ámbito laboral como al personal,   todos somos conscientes de que este exige de nosotros estar incorporando constantemente nuevas formas de hacer las cosas, nuevos conceptos y conocimientos, nuevos hábitos y formas de funcionar.  También, nos exige,  dejar en el camino anticuados esquemas mentales, hábitos que ya no son funcionales, viejas costumbres muy arraigadas y  manías que ya no nos dan satisfacción sino muchas molestias el mantenerlas. Esto,  algunos,  lo ven como un problema, mientras que otros lo ven como una oportunidad.




















Por un lado están los que se apoyan en el determinismo genético,  mal entendido,  que  lleva a muchos a afirmar que son los genes los que mandan. No  tenemos nada que hacer.  Desde aquí vamos a partir de la premisa de que la “tómbola genética" que nos otorgó aleatoriamente un ADN formado en igual medida por nuestro padre y nuestra madre, la mitad de cada uno, tiene menos influencia  que la que nos otorgan los hábitos que hemos o no hemos incorporado  a nuestra vida. Digo lo de “tómbola genética” por qué no hemos tenido la ocasión de elegir ni a nuestro padre ni a nuestra madre. Los genes nos son dados,  pero,  los hábitos nos los damos nosotros a nosotros mismos.

Otros sostienen que la educación recibida en la primera infancia marca el resto del camino que nos queda por recorrer toda nuestra vida. Seguimos así en la misma, no tenemos nada que decir ni nada que hacer.

La ciencia nos dice que “somos fruto de la interacción genes más ambiente”. Las personas nos conformamos a partir de lo dado (genes) y de lo adquirido (ambiente). El dilema científico sobre ambiente frente a la herencia, de la  naturaleza frente al entorno,  es decir, tratar de dilucidar cuál es más importante en la construcción de uno mismo, si el ambiente o entorno (educación, cultura, familia, y todo aquellos elementos externos que puedan influir en nuestra naturaleza o herencia), viene de muy lejos [1]

Para tener una referencia de cómo está la cosa actualmente, podemos concluir así: En un 80 % de las personas, un 25 % son genes, un 25% es educación temprana (padres, maestros, etc.), y un 50 % es espacio para construirse, grado de libertad en el que cada uno puede decidir.
Al  20% de personas restantes, les ocurre que su educación temprana y/o sus genes le comen parcelas de su grado de libertad.

El título nos sugiere que  podemos construirnos a nosotros mismos siguiendo unas pautas previamente definidas y planificadas. ¿En cuanta medida? Como el sentido común nos señala, es difícil cuantificarla, pero, como el mismo sentido común nos sugiere, sin duda,  en  mucha medida. ¿Un 50%? [2]   

Lo cierto es que sí tenemos mucho de que ocuparnos. Entre ese mucho, y como prioritario,  está en hacernos a nosotros mismos. Esto pasa, en primer lugar, por creer en ti. Tener un rasgo de personalidad llamado “Locus de control interno”, es decir, estar convencido de que lo que obtienes en la vida, el cómo te va, depende de características personales tuyas (inteligencia, competencias, habilidades, esfuerzo, dedicación,  etc.).  En definitiva, tener la sensación de que controlas tu vida. Los de “Locus de control externo” creen que lo que obtienen y el cómo les va, depende de la suerte, los dioses, el mal de ojo, el jefe, del vecino,  etc. Y es por eso que no tienen metas, no se esfuerzan ni planifican su vida, puesto que nada de ella depende de ellos, sino de factores externos.
















¿En dónde te ubicas?

La construcción de uno mismo se concretiza en  la mejora continua personal,  que tiene lugar,  cuando la persona cree en sí misma. Todo proyecto, objetivo o meta necesita tener cierto sentido de certidumbre. Está relacionado con la auto eficacia: las probabilidades subjetivas con las que calculamos las posibilidades de éxito en una tarea o proyecto antes de emprenderlo. Si estas son bajas, si nos falta el sentido de certidumbre, no tendremos la energía suficiente para llegar. Si las probabilidades son altas, si crece nuestro sentido de certidumbre, utilizaremos todos nuestros recursos, a veces, de manera insospechada. Por eso el primer paso es creer. [3]

Cambiamos, a lo largo de nuestra vida,  de forma de pensar y de sentir, cambiamos de personalidad, de motivaciones, de preferencias… Tu yo de hoy es diferente de tu yo de hace 20 años. Las percepciones que recibes ahora mismo, filtradas por tus percepciones anteriores, te van actualizando cada minuto, cada día. Los conocimientos sociales, éticos, profesionales, emocionales, a los que nos exponemos nos cambian, en mayor o menor medida, pero, siempre en alguna medida.

¿Cómo puedes tú dirigir este cambio no dejándolo totalmente al azar y a las circunstancias? Pasando del  “yo soy yo y mis circunstancias” al “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.  Seleccionando la información que procesas, exponiéndote a un ambiente moral, social, intelectual que te enriquezca, mejorando tu  nicho ecológico. En uno de los múltiples cursos a los que asistí en mi vida, nos contaron que un  pez (carpa japonesa) llamado Koi,  cuando se cría en peceras, alcanza apenas unos centímetros de longitud; cuando se crían en lagos, llegan casi al metro; finalmente, aquellos criados en el mar superan el metro de crecimiento.
El pez no puede cambiar sus circunstancias. Nosotros no sólo podemos sino que,  además, debemos cambiarlas.

¿A qué y a quién prestas tu atención (llave de entrada a tu cerebro)? [4]


DisfrutándoTE


Intentar hacer de nuestra vida el mejor de los proyectos posibles es lo propio de personas  inteligente. No conformarnos en cómo somos en un momento dado y luchar por mejorar,  buscando acercarnos, cada vez más, a lo que podemos llegar a ser, es una exigencia de todo ser humano. Nunca es tarde para ser quién podrías haber sido.
No dejarse apabullar por las circunstancias, teniendo presente que también estas son modificables, y que "si no salvas tus circunstancias, tampoco te salvas tú".
 Entender que la felicidad consiste en estar satisfecho con uno mismo,  lo cual logramos cuando constatamos que hay una correlación positiva, entre lo que has deseado y lo que has conseguido. [5]  



Entender que el BIS 

(Bienestar Individual Subjetivo) 

consiste en estar satisfecho con uno mismo,

lo cual logramos cuando constatamos que

hay una correlación positiva, entre lo que has

 deseado y lo que has conseguido. [5]  


BIBLIOGRAFÍA

[1] RIDLEY Matt. Qué nos hace humanos. Taurus, Madrid 2004
[2] Ibíd.
[3] Decálogo de Autogestión: Cardar para progresar.
 [4]Decálogo de Autogestión: Cardar para saber mirar.
 [5] Decálogo de Autogestión. La práctica consciente te lleva a ser competente























domingo, 12 de febrero de 2017

LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO + OPTIMISMO FUNCIONAL (2)






LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL (2)





"Si en la sociedad de los cavernícolas hubiesen existido sólo conformistas, está claro que todavía seríamos cavernícolas, e incluso caníbales"[1]

Auto gestionar la vida

¿Cómo posicionarse ante el mundo con esta coalición formada por el pensamiento crítico y el optimismo funcional, para así auto gestionar la vida,  practicando  el gobierno de uno mismo, el cual,  ya no solo forma parte de la existencia sino que, además, la compone y la garantiza?

Para situar esta pregunta en un contexto entendible, además de haber leído el post anterior, te invito a leer, en este mismo blog, 

Ya hace muchos años que la filosofía revolucionó la manera de pensar. Lo comenzó a hacer allá por  los 600 años antes de Cristo, en la Grecia Clásica. Lo hizo  aportando preguntas pertinentes, que requerían respuestas diferentes a las que hasta ese momento se tenían para explicar  la realidad. Desterró los relatos sobre dioses, los mitos,  como forma de explicar lo que sucedía y en su lugar apeló al  razonamiento, sostenido este en la experiencia y la razón para explicar las cosas.
 
Nosotros ya no apelamos a los dioses, pero seguimos conservando y utilizando los  mitos: el mito del mercado, el mito del crecimiento ilimitado, el mito de la eterna juventud. Algunos incluso el mito de la inmortalidad. 
Seguimos explicando nuestra realidad apelando a los mitos y añadiendo además,  de forma extensa como  elementos  explicativos, la mentira, la farsa y la manipulación. Si antes se justificaba todo en base al designio de los dioses, hoy todo se argumenta y justifica apelando al mercado. Se nos inculca que nuestra principal responsabilidad es consumir además  de producir. No gobierna el mundo la política ni la democracia; lo gobierna la economía, así, en general, a través de una abstracción que se llama mercado. Esta impone sus propias leyes al igual que Apolo o Dioniso imponían sus propios deseos antes de que surgiera la filosofía con sus preguntas. Son más importantes las preguntas que las respuestas que puedan ofrecer. Una pregunta válida y pertinente siempre da como resultado una respuesta válida y pertinente. Con una mala pregunta nunca se obtiene una buena respuesta.

¿Nos estamos haciendo las preguntas adecuadas?

Vivimos en una sociedad enferma. Una sociedad sin principios, sin valores, dominada por el egoísmo e inclinada exclusivamente al hedonismo. Imagina a un joven al que le aleccionas con el discurso clásico de que está en una sociedad libre, en la que puede pensar como quiera, en la que todos somos iguales, que puede llegar a ser lo que quiera... De repente,  él te pregunta: "Dime, ¿Cómo lo hago?"

Por eso se volvieron tan pragmáticos, porque para ellos lo primero es gestionar la situación, organizar su vida de forma concreta. Tenía razón Maslow y su pirámide de motivación: cuando la base no está satisfecha (las necesidades fisiológicas, primarias o básicas) no queda espacio para otra cosa que no sea ocuparse de satisfacerlas. 

¡Y pensar que hace muchos años que decían los sociólogos,  que los tres primeros escalones de la pirámide, en la sociedad occidental quedaron definitivamente satisfechos a partir del año 1950! ¿Tanto hemos retrocedido? ¿Donde quedó aquello, tan necesario, y que muchos hemos conocido,  de que para una gestión adecuada de la vida es fundamental valorar a la persona, permitirle mejorar en su trabajo, crecer en su profesión, ser reconocido y permitirle y fomentar el desarrollo personal y profesional? ¿Que respuestas le damos a un joven que pregunta: "¿Cómo organizo mi vida?"
  
Lo primero que nos hace falta, a mi juicio, es retomar o desarrollar unos principios y valores que fomenten   personas integras y coherentes, humanas, dignas y morales. Podemos poner como ejemplo a  Sócrates, que no sólo renunció  mitigar  la condena del jurado integrado por 500 ciudadanos que lo condenó a muerte, sino que, antes de no reconocer su culpabilidad para eliminar la pena, o de aceptar una huida organizada, prefirió recurrir a la cicuta.

¡Qué ejemplo para nuestros corruptos actuales,  que habiendo tenido libre albedrío para actuar, ahora no asumen la responsabilidad de sus actos, culpando de los mismos a cualquiera menos a ellos mismos! Es  de lo más denigrante en lo que puede caer un ser humano: no apechugar con las consecuencias derivadas de sus acciones,  libremente elegidas. ¿Cómo han podido ascender tanto en la sociedad con semejante nivel de responsabilidad? ¿Puede un irresponsable llegar dirigir a personas y gestionar instituciones importantes?
 
Desapareció la ética, la moral. Las leyes ya no encierran un valor o norma moral. Ya no buscan la justicia, la fraternidad, la protección social. No significan más que normas prácticas de funcionamiento, es decir, se pueden hacer trampas, eso sí, “trampas legales”. Si has robado mucho dinero, este te proporcionará la posibilidad de contratar a un buen abogado, te permitirá, también,   apelar a todos los escalones de la justicia. Hoy oí decir a un corrupto condenado,  que no solo apelarían al Tribunal  Supremo sino al tribunal de Estrasburgo. En definitiva,si tienes dinero, al margen de como lo hayas ganado o robado,  te incrementará, considerablemente, tus posibilidades de “irte de rositas”. Ya sabemos que la “justicia cara” resuelve favorablemente a favor del juzgado.

Esta descripción que acabo de hacer, salpicada de algún elemento valorativo, no pretende fomentar el pesimismo. Pretende argumentar que esto solo es posible en una sociedad sin pensamiento crítico y sin optimismo funcional. Por eso proponemos la coalición como gobierno individual, lo cual se extenderá al gobierno colectivo.

Existe una doctrina jurídica llamada “ignorancia deliberada”, aplicada, fundamentalmente, a casos de blanqueo de dinero. Un magistrado del Tribunal Supremo la resume así: “Como sabía la respuesta, no preguntó”.[2] Una sentencia de este mismo tribunal señala que “quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación, está asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el que voluntariamente participa”.
Aplicado esto a nosotros: ¿No estaremos cayendo en una "ignorancia liberada" la cual no nos beneficia, todo lo contrario, al no querer enterarnos de lo que sucede? Dicho de otra forma: ¿no estaremos aplicando la estrategia del avestruz “esconder la cabeza debajo del ala”? 

Hay ignorancias necesarias (no podemos saberlo todo), pero hay otras ignorancias que en el mundo actual no están justificadas desde ningún punto de vista. Hay cosas que como ciudadanos responsables tenemos la obligación de no ignorar.



Pensamiento crítico y optimismo funcional: la coalición del buen gobierno.
El optimismo bobalicón te invita a ser positivo sin más, decir a todo que sí, ser muy guay, e ignorar los problemas. El optimismo funcional preconiza mirar los problemas a la cara y actuar ante ellos de forma proactiva.

La profesión de vivir

Un fontanero competente o cualquier otro profesional de cualquier clase debe, en primer lugar, dominar toda una serie de tareas que constituyen su profesión. Tareas concretas, específicas que pueden describirse y analizarse, aprenderse y enseñarse. Tareas cuyo dominio requiere la adquisición de conocimientos.
En segundo lugar, tiene que saber utilizar con destreza todo un conjunto de herramientas necesarias para realizar las tareas. ¿Nunca te ocurrió que ante una avería del grifo que ya dabas por resuelta, después de ver como el fontanero trabajaba en ella, este tuvo que dejarla sin terminar por que “no traje una herramienta que me hace falta”? Toda profesión tiene sus herramientas, cuyo dominio solo se adquiere a través del entrenamiento, de la práctica intensiva.
Al utilizar las herramientas y ejecutar las tareas el fontanero o cualquier otro profesional guía su actuación por una serie de principios, de normas o reglas de actuación. Estos principios determinan la calidad de la utilización de las herramientas y la calidad de las tareas realizadas. Se pueden aprender y enseñar. Hay que conocerlos y cumplirlos para lo cual es necesario comprenderlos, entender intelectualmente su porqué, y sobre todo, disciplina para aplicarlos en el día a día.
Los principios de cualquier profesión son fáciles de formular (código deontológico). La dificultad está en tenerlos en cuenta en el día a día,  pues ello,  exige mucho rigor y disciplina. Como sociedad tenemos un gran número  de valores declarados, pero, escasos o nulos valores practicados.
Vamos apelar a un aspecto del pensamiento, del raciocinio como es el que obtener nuevos conocimientos a partir de los ya adquiridos, para concretar más el cómo aplicar en nuestra vida la coalición que estamos propugnando.
Razonando podemos hallar las respuesta  pertinentes a un problema dado, haciendo previamente las preguntas adecuadas. Echando mano del raciocinio deductivo (va de lo universal a lo particular) y del raciocinio inductivo (va de lo particular a lo universal), podemos concretar el cómo aplicar la coalición, a través de tres principios, tres tareas y diez herramientas que deducimos del enunciado de lo que llamamos DECÁLOGO DE  AUTOGESTIÓN.


Tres principios[3] CAR[4] (Conciencia, Autocreencia y Responsabilidad y tres tareas DAR (Desarrollo personal y profesional, Aportaciones al entorno y Recompensas recibidas de ese entorno).

En la  transparencia de más abajo, aparecen sintetizados.
Las herramientas implícitas en cada uno de los puntos del Decálogo de Autogestión,  las desarrollamos,  en los talleres presenciales que damos, en función de las características de los asistentes.






El primer punto del Decálogo de Autogestión lo titulamos así:

"Cardar para saber mirar" y de el deducimos una herramienta muy práctica y de gran ayuda para alcanzar una vida plena.[5] 


BIBLIOGRAFÍA


[1]FROMM Erich. La patología de la normalidad. Paidós, Barcelona, 1994.p.23

[2]http://politica.elpais.com/politica/2014/02/20/actualidad/1392932530_077970.html

[3]RAVIER, Leonardo.: Arte y ciencia del coaching. Su historia, filosofía y esencia. Editorial DUNKEN, Buenos Aires 2005

[4]Decálogo de Autogestión: Cardar para saber mirar.
http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15177.html


[5] Decálogo de Autogestión. Cardar para progresar: http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15178.html













lunes, 6 de febrero de 2017

LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO + OPTIMISMO FUNCIONAL (1)










LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL  (1)


“Tal vez la publicidad todo lo pudre hasta el punto que se puede confundir la velocidad de héroe con la marca de sus zapatillas y el sudor de su esfuerzo con un determinado refresco. Pero lo cierto es que la victoria en el deporte es el único don capaz de arrancar un grito ciego de las entrañas que equipara a los humanos con los dioses.” Manuel Vicent



Sin conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión

Sin comprensión (entender) no hay motivación.
Sin motivación (energía) no hay acción.
Sin acción no hay evolución.
“Ser es hacer”




Pensar bien para sentirse bien.



Llevamos mucho tiempo abogando por una educación holística,  la cual parte de una visión integral e integradora de la persona. Se trata, en este caso,  básicamente  de  sumar lo emocional al aprendizaje intelectual, de modo que se logre educar y no solo instruir. Una educación que nos forme para el trabajo y para la vida. [1]

Autogestionar la vida, pasa por el gobierno de uno mismo, el cual,  ya no solo forma parte de la existencia, sino que, además, la compone y la garantiza. Para el gobierno de uno mismo, proponemos hoy una gran coalición entre lo intelectual y lo emocional, entre el pensar y el sentir, entre el pensamiento  crítico y el optimismo funcional.


El pensamiento nos permite razonar. No es lo mismo razonar bien que razonar mal. Un raciocinio correcto marca una gran diferencia en todos los órdenes de la vida: ¿le damos la importancia que merece?
















A nuestro juicio no. Hay  muchas razones del por qué esto es así. Una de ellas es la de que pensar es gratis. A lo que es gratis, no le damos valor. El mundo consumista que tenemos,  no funciona con pensamientos: funciona con consumo, ¡que no es gratis!. Por eso al consumo sí le damos valor, un exagerado valor, un exclusivo valor.

En muchos casos se da una paradoja entre  pensar y consumir.  Tienden a mantener una relación inversa: cuanto más pensamos menos consumimos. A menor pensar más consumir. Por si a alguien esto le parece muy fuerte, vamos a plantearlo de otra manera: a más pensar,  menos   consumo irracional; a menos  pensar,  más consumo irracional. El  mundo actual lo tenemos montado sobre un consumo irracional.

A través de los enunciados anteriores podemos explicar, causalmente, muchas de las cosas que nos están sucediendo.  Entender el mundo sin sentido  actual,   pasa por captar el sinsentido de cómo lo tenemos montado. El fenómeno de causa-efecto, inherente al paradigma racionalista, y el fenómeno de la interdependencia,  propio del paradigma sistémico, están detrás de las posibles explicaciones.

Obstáculos  al pensar.
















Pensar es peligroso.  Es una consecuencia de lo afirmado anteriormente. Por eso se combate todo aquello que lo fomente.  Vivir sin conciencia, sin capacidad de darse cuenta, es lo más adaptativo  para sobrevivir  en el mundo actual.  Para consumir,  de forma irracional,  tenemos que dejarnos manipular, lo cual está reñido con la razón, con la capacidad de descubrir las falacias y demás fallos en el razonar de los manipuladores.

Nada de fomentar espacios para pensar.  Todo lo contrario: fomentemos y  practiquemos la anestesia mental. Fomento de la televisión basura, de la redes sociales del “ja, ja, ja”, de la banalidad y superficialidad.  Fomento, también,  de otras redes en las que prolifera la búsqueda de relaciones exclusivamente instrumentales,  y en las que se repiten contenidos llenos de tópicos y se abusa de la pedagogía del “loro de repetición”: saturación de frases y conceptos que no llegamos a comprender, simplemente por entender que están dentro de lo políticamente correcto y que van a gustar a quién los lee,   o a quién tiene poder  y sintonizando  con su posición siempre nos puede benéficar en algo.  Implica un sometimiento exagerado a la convención social, síntoma claro de miedo, el cual llega a arrugarnos, a empequeñecernos,  a  anularnos.


Tertulias de amigos en las que se habla,  en exclusiva, ya  no de ideas, ni siquiera de cosas, sino de personas para resaltar sus defectillos  y pequeñas miserias humanas (entiéndase como  “chafardeo”).  Anéctotillas del pasado, de lo que hizo Juan o Pepe en determinada situación, es la mejor forma de rehuir hablar y abordar el presente para desde el mismo tratar de construir el futuro.

No dejar tiempo para la reflexión, para la filosofía, para el dialogo interesante contrastando distintos puntos de vista sobre ideas.  Nada de lectura, no interesa conocer lo que pensaron las figuras relevantes de nuestra historia. La premisa que sostienen los historiadores de que  no se puede entender el presente si no se conoce y asume el pasado, se considera irrisoria.  A nadie interesa el camino recorrido, es ridículo intentar comprender y encontrar sentido. Vivir en la inconsciencia es la mejor fórmula. 

Recurrir a la lógica para elaborar pensamientos claros, pensamientos que expresen, nítidamente,  de modo directo y sin subterfugios  la realidad a la que se refieren, es casi un “pecado”.  

Para los manipuladores que se benefician del consumo irracional, para sus intereses, viene mejor fomentar pensamientos confusos (todos los días tenemos numerosos ejemplos de este tipo de pensamientos; fue muy comentado, y valga como ejemplo, el “y su indemnización se ha satisfecho en diferido”.


Hace muy pocos día  felicité a un amigo que cumplía años más  o menos así:
“(…) casi siempre es un placer cumplir años. Un adolescente ansía “hacerse mayor”. A partir de cierta edad cronológica, el placer consiste en ser consciente, darse cuenta, de que las virutas que el tiempo cronológico va dejando, somos capaces de asimilarlas y quemarlas y así producen el milagro de alumbrarnos, dándonos una mayor claridad mental. Incrementar la claridad mental es una de las metas humanas más importante. Nos hace más humanos”.
Se busca la confusión mental (el mejor antídoto para el pensamiento crítico).  Ya no necesitamos entender y comprender nada. El profesor Sartori [2], nos habla de la transformación del homo sapiens en homo videns, debido a lo cual la palabra ha perdido valor y actualmente se da la primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible,  lo cual lleva a un ver sin entender que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas.

 Ya no interesa la “lógica informal”. Ya no hay necesidad de saber argumentar correctamente. No interesa la capacidad de desmontar razonamientos no válidos que pueden parecer ciertos. Se aceptan fragantes falacias como si fueran dogmas de fe.

En un curioso  y humorístico libro [3], se sostiene la tesis de que la inteligencia,  entendida como el rasgo más distintivo del ser humano y gracias a la cual fuimos capaces de progresar, ya quedó en desuso, está obsoleta. Sostiene cosas como las siguientes:

“El poder de una organización social humana es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia que consigue destruir”; “la inteligencia intimida y desencadena la agresividad de quién no la posee o está menos dotado”;  “la jerarquía es el instrumento que ha inventado la evolución para agrupar a los sapiens y conducirlos hacia la estupidez”.
Va, aún,  más lejos, llegando a determinar varias leyes sobre el fin de la inteligencia:

Primera ley sobre el fin de la inteligencia:
 “El imbécil sobrevive. El genio se extingue".
Corolario de la Primera Ley:
 "Antes tontos que muertos".

Sentirse  bien para vivir mejor



Si has llegado en tu lectura hasta aquí, tal vez estés pensando que la cosa va más bien de pesimismo.
A mi juicio, no. Va de optimismo funcional y, por lo tanto, rehuyendo del optimismo bobalicón y sin sentido que tanto se está utilizando como una herramienta más de manipulación. El optimismo funcional  va de posición. Es aquel que te hace colocarte ante las situaciones,  en una posición de proactividad y creyendo que con tu esfuerzo y recursos la sacarás adelante. El optimismo bobalicón va de ingenuidad, de creer que basta solo con tener fe para que la cosa se arregle por sí mismas. El optimismo bobalicón va de humor; el optimismo funcional va de voluntad. Al Bienestar Individual Subjetivo se llega con voluntad y gobierno; jamás se llega con anestesia mental y consumo irracional. 


El artículo pretender ser un   canto al pensamiento crítico, considerándolo como la mejor forma  de posicionarse  ante la sociedad para que esta prospere desde todos los puntos de vista.


“Un hombre no tiene muchos más enemigos que sí mismo: Un hombre es su peor enemigo a causa de sus falsos juicios, de sus temores vanos, de su desesperación y de los discursos deprimentes que se dirige.  Decirle simplemente a un hombre: “Su destino depende de usted”, es un consejo que vale…” [4]


 ¿Cómo posicionarse ante el mundo con esta coalición? 

 Lo abordaremos en la próxima entrada.




BIBLIOGRAFIA



  [1]https://neuroforma.blogspot.com/2019/03/formacion-integral-se-debate-en-algunos.html

 [2] SARTORI, Giovanni : Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus, 1998.

[3] APRILE, Pino: Elogio del Imbécil, Temas de Hoy, 2006

[4] ALAIN, (Émile Chartier).: Mira a lo lejos. 66 escritos sobre la felicidad, RBA libros, 2007, p.188

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Más allá de la meta

Los juegos o  metas y la publicidad

 “Tal vez la publicidad todo lo pudre hasta el punto que se puede confundir la velocidad de héroe con la marca de sus zapatillas y el sudor de su esfuerzo con un determinado refresco. Pero lo cierto es que la victoria en el deporte es el único don capaz de arrancar un grito ciego de las entrañas que equipara a los humanos con los dioses.” Manuel Vicent


Imagino al poeta Píndaro sentado en la grada del hipódromo de Olimpia gritando al ver pasar por delante en medio de una gran polvoreda el carro de Terón, rey de Agrigento, tirado por cuatro caballos. A simple vista el poeta era un hincha más entre el público que vociferaba alentando a su héroe favorito. En su honor escribió: “Hoy celebrar el triunfo/ con voz sonora debo/ que la veloz cuadriga/ donó a Terón excelso/, varón hospitalario/, columna de Agrigento/,flor de gloriosa raza/ señor de vasto reino”. En la antigua Grecia los juegos olímpicos, que se celebraban cada cuatro años, daban paso a una tregua de paz entre los estados que solían estar siempre en guerra. Desde todas las ciudades de la Magna Grecia acudían los atletas a Olimpia, en el Peloponeso, con el espíritu dispuesto a llevar el cuerpo siempre un poco más allá, contra el tiempo y el espacio. Más alto, más fuerte, más rápido, era el reto que Zeus, dios de dioses, imponía a los humanos que buscaban la gloria en la palestra, solo que más allá de la meta no había nada salvo una corona con hojas de acebuche y los versos de un poeta que te haría inmortal. Agesias de Siracusa, Diágoras de Rodas, Saumis de Camarina, Ergósteles de Himera, Jenofonte de Corín, estos atletas fueron algunos de los aclamados como héroes entonces, pero si hoy recordamos sus nombres es solo porque merecieron que los poetas Anacreonte, Simónides de Ceos y Píndaro dedicaran unos versos a sus hazañas. Los juegos olímpicos que se van a celebrar dentro de unos días en París no impediran que siga la guerra de Ucrania, ni ayudarán a que ceda en absoluto la ignominia del genocidio de Gaza. Tal vez la publicidad todo lo pudre hasta el punto que se puede confundir la velocidad de héroe con la marca de sus zapatillas y el sudor de su esfuerzo con un determinado refresco. Pero lo cierto es que la victoria en el deporte es el único don capaz de arrancar un grito ciego de las entrañas que equipara a los humanos con los dioses.