“Tal vez la publicidad todo lo pudre hasta el punto
que se puede confundir la velocidad de héroe con la marca de sus zapatillas y
el sudor de su esfuerzo con un determinado refresco. Pero lo cierto es que la
victoria en el deporte es el único don capaz de arrancar un grito ciego de las
entrañas que equipara a los humanos con los dioses.” Manuel Vicent
Sin
conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión
Sin comprensión (entender) no hay
motivación.
Sin motivación (energía) no hay
acción.
Sin acción no hay evolución.
“Ser es hacer”
Pensar bien para sentirse bien.
Llevamos mucho tiempo abogando por una educación holística, la cual parte de una visión integral e integradora de la persona. Se trata, en este caso, básicamente de sumar lo emocional al aprendizaje intelectual, de modo que se logre educar y no solo instruir. Una educación que nos forme para el trabajo y para la vida. [1]
Obstáculos al pensar.
Tertulias de amigos en las que se habla, en exclusiva, ya no de ideas, ni siquiera de cosas, sino de personas para resaltar sus defectillos y pequeñas miserias humanas (entiéndase como “chafardeo”). Anéctotillas del pasado, de lo que hizo Juan o Pepe en determinada situación, es la mejor forma de rehuir hablar y abordar el presente para desde el mismo tratar de construir el futuro.
“(…) casi siempre es un placer cumplir años. Un adolescente ansía “hacerse mayor”. A partir de cierta edad cronológica, el placer consiste en ser consciente, darse cuenta, de que las virutas que el tiempo cronológico va dejando, somos capaces de asimilarlas y quemarlas y así producen el milagro de alumbrarnos, dándonos una mayor claridad mental. Incrementar la claridad mental es una de las metas humanas más importante. Nos hace más humanos”.
“El poder de una organización social humana es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia que consigue destruir”; “la inteligencia intimida y desencadena la agresividad de quién no la posee o está menos dotado”; “la jerarquía es el instrumento que ha inventado la evolución para agrupar a los sapiens y conducirlos hacia la estupidez”.
“El imbécil sobrevive. El genio se extingue".
"Antes tontos que muertos".
Sentirse bien para vivir mejor
Si has llegado en tu lectura
hasta aquí, tal vez estés pensando que la cosa va más bien de pesimismo.
A mi juicio, no. Va de
optimismo funcional y, por lo tanto, rehuyendo del optimismo bobalicón y sin
sentido que tanto se está utilizando como una herramienta más de manipulación. El
optimismo funcional va de posición. Es
aquel que te hace colocarte ante las situaciones, en una posición de proactividad y creyendo
que con tu esfuerzo y recursos la sacarás adelante. El optimismo bobalicón va
de ingenuidad, de creer que basta solo con tener fe para que la cosa se arregle
por sí mismas. El optimismo bobalicón va de humor; el optimismo funcional va de
voluntad. Al Bienestar Individual Subjetivo se llega con voluntad y gobierno; jamás se llega con anestesia mental y consumo irracional.
El artículo pretender ser un canto al pensamiento crítico, considerándolo como la mejor forma de posicionarse ante la sociedad para que esta prospere desde todos los puntos de vista.
“Un hombre no tiene muchos más enemigos que sí mismo: Un hombre es su peor enemigo a causa de sus falsos juicios, de sus temores vanos, de su desesperación y de los discursos deprimentes que se dirige. Decirle simplemente a un hombre: “Su destino depende de usted”, es un consejo que vale…” [4]
¿Cómo posicionarse ante el mundo con esta coalición?
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Más allá de la meta
Los juegos o metas y la publicidad
Imagino al poeta Píndaro sentado en la grada del hipódromo de Olimpia gritando al ver pasar por delante en medio de una gran polvoreda el carro de Terón, rey de Agrigento, tirado por cuatro caballos. A simple vista el poeta era un hincha más entre el público que vociferaba alentando a su héroe favorito. En su honor escribió: “Hoy celebrar el triunfo/ con voz sonora debo/ que la veloz cuadriga/ donó a Terón excelso/, varón hospitalario/, columna de Agrigento/,flor de gloriosa raza/ señor de vasto reino”. En la antigua Grecia los juegos olímpicos, que se celebraban cada cuatro años, daban paso a una tregua de paz entre los estados que solían estar siempre en guerra. Desde todas las ciudades de la Magna Grecia acudían los atletas a Olimpia, en el Peloponeso, con el espíritu dispuesto a llevar el cuerpo siempre un poco más allá, contra el tiempo y el espacio. Más alto, más fuerte, más rápido, era el reto que Zeus, dios de dioses, imponía a los humanos que buscaban la gloria en la palestra, solo que más allá de la meta no había nada salvo una corona con hojas de acebuche y los versos de un poeta que te haría inmortal. Agesias de Siracusa, Diágoras de Rodas, Saumis de Camarina, Ergósteles de Himera, Jenofonte de Corín, estos atletas fueron algunos de los aclamados como héroes entonces, pero si hoy recordamos sus nombres es solo porque merecieron que los poetas Anacreonte, Simónides de Ceos y Píndaro dedicaran unos versos a sus hazañas. Los juegos olímpicos que se van a celebrar dentro de unos días en París no impediran que siga la guerra de Ucrania, ni ayudarán a que ceda en absoluto la ignominia del genocidio de Gaza. Tal vez la publicidad todo lo pudre hasta el punto que se puede confundir la velocidad de héroe con la marca de sus zapatillas y el sudor de su esfuerzo con un determinado refresco. Pero lo cierto es que la victoria en el deporte es el único don capaz de arrancar un grito ciego de las entrañas que equipara a los humanos con los dioses.
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