LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL (2)
"Si en la sociedad de los cavernícolas hubiesen existido sólo conformistas, está claro que todavía seríamos cavernícolas, e incluso caníbales"[1]
Auto gestionar la vida
¿Cómo posicionarse ante
el mundo con esta coalición formada por el pensamiento crítico y el optimismo
funcional, para así auto gestionar la vida, practicando el gobierno de uno mismo, el cual, ya no solo forma parte de la existencia sino
que, además, la compone y la garantiza?
Para situar esta
pregunta en un contexto entendible, además de haber leído el post anterior, te
invito a leer, en este mismo blog,
Ya hace muchos años que la
filosofía revolucionó la manera de pensar. Lo comenzó a hacer allá por los 600 años antes de Cristo, en la Grecia
Clásica. Lo hizo aportando preguntas pertinentes, que requerían
respuestas diferentes a las que hasta ese momento se tenían para
explicar la realidad. Desterró los
relatos sobre dioses, los mitos, como
forma de explicar lo que sucedía y en su lugar apeló al razonamiento, sostenido este en la
experiencia y la razón para explicar las cosas.
Nosotros ya no apelamos a los dioses,
pero seguimos conservando y utilizando los
mitos: el mito del mercado, el mito del crecimiento ilimitado, el mito
de la eterna juventud. Algunos incluso el mito de la inmortalidad.
Seguimos explicando nuestra realidad apelando a los mitos y añadiendo
además, de forma extensa como elementos explicativos, la mentira, la farsa y la
manipulación. Si antes se justificaba todo en base al designio de los dioses,
hoy todo se argumenta y justifica apelando al mercado. Se nos inculca que
nuestra principal responsabilidad es consumir además de producir. No gobierna el mundo la política
ni la democracia; lo gobierna la economía, así, en general, a través de una
abstracción que se llama mercado. Esta impone sus propias leyes al igual que
Apolo o Dioniso imponían sus propios deseos antes de que surgiera la filosofía
con sus preguntas. Son más importantes las preguntas que las respuestas que
puedan ofrecer. Una pregunta válida y pertinente siempre da como resultado una
respuesta válida y pertinente. Con una mala pregunta nunca se obtiene una buena
respuesta.
¿Nos
estamos haciendo las preguntas adecuadas?
Vivimos en una sociedad enferma.
Una sociedad sin principios, sin valores, dominada por el egoísmo e inclinada
exclusivamente al hedonismo. Imagina a un joven al que le aleccionas con el
discurso clásico de que está en una sociedad libre, en la que puede pensar como
quiera, en la que todos somos iguales, que puede llegar a ser lo que quiera... De repente, él te pregunta: "Dime, ¿Cómo lo hago?"
Por eso se volvieron tan
pragmáticos, porque para ellos lo primero es gestionar la situación, organizar
su vida de forma concreta. Tenía razón Maslow y su pirámide de motivación:
cuando la base no está satisfecha (las necesidades fisiológicas, primarias o básicas) no queda espacio para otra cosa que no sea ocuparse de
satisfacerlas.
¡Y pensar que hace muchos años que decían los sociólogos, que los tres primeros escalones de la pirámide, en la sociedad occidental quedaron definitivamente satisfechos a partir del año 1950! ¿Tanto hemos retrocedido? ¿Donde quedó aquello, tan necesario, y que muchos hemos conocido, de que para una gestión adecuada de la vida es fundamental valorar a la persona, permitirle mejorar en su trabajo, crecer en su profesión, ser reconocido y permitirle y fomentar el desarrollo personal y profesional? ¿Que respuestas le damos a un joven que pregunta: "¿Cómo organizo mi vida?"
¡Y pensar que hace muchos años que decían los sociólogos, que los tres primeros escalones de la pirámide, en la sociedad occidental quedaron definitivamente satisfechos a partir del año 1950! ¿Tanto hemos retrocedido? ¿Donde quedó aquello, tan necesario, y que muchos hemos conocido, de que para una gestión adecuada de la vida es fundamental valorar a la persona, permitirle mejorar en su trabajo, crecer en su profesión, ser reconocido y permitirle y fomentar el desarrollo personal y profesional? ¿Que respuestas le damos a un joven que pregunta: "¿Cómo organizo mi vida?"
Lo primero que nos hace falta, a mi
juicio, es retomar o desarrollar unos principios y valores que fomenten personas integras y coherentes, humanas, dignas y morales. Podemos poner como ejemplo a Sócrates, que no sólo renunció mitigar la condena del jurado integrado por
500 ciudadanos que lo condenó a muerte, sino que, antes de no reconocer su culpabilidad para eliminar la pena, o de
aceptar una huida organizada, prefirió recurrir a la cicuta.
¡Qué ejemplo para nuestros
corruptos actuales, que habiendo tenido
libre albedrío para actuar, ahora no asumen la responsabilidad de sus actos,
culpando de los mismos a cualquiera menos a ellos mismos! Es de lo más denigrante en lo que puede caer un
ser humano: no apechugar con las consecuencias derivadas de sus acciones, libremente elegidas. ¿Cómo han podido ascender
tanto en la sociedad con semejante nivel de responsabilidad? ¿Puede un
irresponsable llegar dirigir a personas y gestionar instituciones importantes?
Desapareció la ética, la moral. Las
leyes ya no encierran un valor o norma moral. Ya no buscan la justicia, la
fraternidad, la protección social. No significan más que normas prácticas de
funcionamiento, es decir, se pueden hacer trampas, eso sí, “trampas legales”.
Si has robado mucho dinero, este te proporcionará la posibilidad de contratar a
un buen abogado, te permitirá, también, apelar a todos los escalones de la justicia. Hoy oí decir a un corrupto
condenado, que no solo apelarían al Tribunal
Supremo sino al tribunal de Estrasburgo. En definitiva,si tienes dinero, al margen de como lo hayas ganado o robado, te incrementará,
considerablemente, tus posibilidades de “irte de rositas”. Ya sabemos que la “justicia
cara” resuelve favorablemente a favor del juzgado.
Esta descripción que acabo de
hacer, salpicada de algún elemento valorativo, no pretende fomentar el
pesimismo. Pretende argumentar que esto solo es posible en una sociedad sin
pensamiento crítico y sin optimismo funcional. Por eso proponemos la coalición
como gobierno individual, lo cual se extenderá al gobierno colectivo.
Existe una doctrina jurídica
llamada “ignorancia deliberada”, aplicada, fundamentalmente, a casos de
blanqueo de dinero. Un magistrado del Tribunal Supremo la resume así: “Como
sabía la respuesta, no preguntó”.[2] Una sentencia de este mismo tribunal señala
que “quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber
aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación,
está asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el
que voluntariamente participa”.
Aplicado esto a nosotros: ¿No
estaremos cayendo en una "ignorancia liberada" la cual no nos beneficia, todo
lo contrario, al no querer enterarnos de lo que sucede? Dicho de otra forma:
¿no estaremos aplicando la estrategia del avestruz “esconder la cabeza debajo
del ala”?
Hay ignorancias necesarias (no
podemos saberlo todo), pero hay otras ignorancias que en el mundo actual no
están justificadas desde ningún punto de vista. Hay cosas que como ciudadanos
responsables tenemos la obligación de no ignorar.
Pensamiento crítico y optimismo
funcional: la coalición del buen gobierno.
El optimismo bobalicón te invita a ser positivo sin más, decir a todo que sí, ser muy guay, e ignorar los problemas. El optimismo funcional preconiza mirar los problemas a la cara y actuar ante ellos de forma proactiva.
La profesión de vivir
Un fontanero competente o cualquier
otro profesional de cualquier clase debe, en primer lugar, dominar toda una
serie de tareas que constituyen su profesión. Tareas concretas, específicas que
pueden describirse y analizarse, aprenderse y enseñarse. Tareas cuyo dominio
requiere la adquisición de conocimientos.
En segundo lugar, tiene que saber
utilizar con destreza todo un conjunto de herramientas necesarias para realizar
las tareas. ¿Nunca te ocurrió que ante una avería del grifo que ya dabas por
resuelta, después de ver como el fontanero trabajaba en ella, este tuvo que
dejarla sin terminar por que “no traje una herramienta que me hace falta”? Toda
profesión tiene sus herramientas, cuyo dominio solo se adquiere a través del
entrenamiento, de la práctica intensiva.
Al utilizar las herramientas y
ejecutar las tareas el fontanero o cualquier otro profesional guía su actuación
por una serie de principios, de normas o reglas de actuación. Estos principios
determinan la calidad de la utilización de las herramientas y la calidad de las
tareas realizadas. Se pueden aprender y enseñar. Hay que conocerlos y
cumplirlos para lo cual es necesario comprenderlos, entender intelectualmente
su porqué, y sobre todo, disciplina para aplicarlos en el día a día.
Los principios de cualquier
profesión son fáciles de formular (código deontológico). La dificultad está en
tenerlos en cuenta en el día a día, pues
ello, exige mucho rigor y disciplina.
Como sociedad tenemos un gran número de
valores declarados, pero, escasos o nulos valores practicados.
Vamos apelar a un aspecto del pensamiento,
del raciocinio como es el que obtener nuevos conocimientos a partir de los ya
adquiridos, para concretar más el cómo aplicar en nuestra vida la coalición que
estamos propugnando.
Razonando podemos hallar las
respuesta pertinentes a un problema dado,
haciendo previamente las preguntas adecuadas. Echando mano del raciocinio
deductivo (va de lo universal a lo particular) y del raciocinio inductivo (va de
lo particular a lo universal), podemos concretar el cómo aplicar la coalición,
a través de tres principios, tres tareas y diez herramientas que
deducimos del enunciado de lo que llamamos DECÁLOGO DE AUTOGESTIÓN.
Tres principios[3] CAR[4] (Conciencia,
Autocreencia y Responsabilidad y tres tareas DAR (Desarrollo personal y
profesional, Aportaciones al entorno y Recompensas recibidas de ese entorno).
En la transparencia de más abajo, aparecen
sintetizados.
Las herramientas implícitas en cada
uno de los puntos del Decálogo de Autogestión, las desarrollamos, en los talleres presenciales que damos, en
función de las características de los asistentes.
El primer punto del Decálogo de Autogestión lo titulamos así:
"Cardar para saber mirar" y de el deducimos una herramienta muy práctica y de gran ayuda para alcanzar una vida plena.[5]
BIBLIOGRAFÍA
[1]FROMM Erich. La patología de la normalidad.
Paidós, Barcelona, 1994.p.23
[2]http://politica.elpais.com/politica/2014/02/20/actualidad/1392932530_077970.html
[3]RAVIER, Leonardo.: Arte y
ciencia del coaching. Su historia, filosofía y esencia. Editorial DUNKEN,
Buenos Aires 2005
[5] Decálogo de Autogestión. Cardar
para progresar: http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15178.html