Construyéndote (1):
Aplicación práctica del OPTIMISMO FUNCIONAL
Ver Video:
Decálogo de Autogestión. La práctica consciente te lleva a ser competente
Si el enlace anterior no funciona, se puede ver en el siguiente:
https://www.facebook.com/watch/?v=418444215550406
ConociéndoTE
Podemos sostener que, en general, todos tenemos los recursos
necesarios para alcanzar aquello que nos proponemos, siempre que lo hagamos
bajo el prisma de “la mirada en el cielo y los pies en la tierra”, es decir, siendo
realistas, enfocándose en un optimismo funcional y escapando del optimismo de 'pandereta'. Unos consiguen sus metas y se sientes satisfechos; otros, no las consiguen y se sientes en permanente
frustración. Hay, también, quién ni tiene
metas, ni propósitos ni objetivos, y
navegan por la vida en constante confusión y desorientación.
Parte de la explicación puede estar en lo siguiente:
1. Hay personas que no son conscientes de los recursos que tienen.
2. Hay otras personas que sí son conscientes de los recursos que
tienen, pero, no saben cómo utilizarlos de forma efectiva.
3. Hay, también, personas que tienen los recursos, saben cómo
utilizarlos, pero no quieren utilizarlos.
4. Otras personas son
conscientes de los recursos que tienen, saben cómo utilizarlos, quieren
utilizarlos, pero, no los utilizan y no están satisfechos con lo que obtienen.
5. Finalmente, hay personas que son conscientes de los recursos que
tienen, saben cómo utilizarlos, quieren utilizarlos, los utilizan y están
satisfechos con lo que obtienen.
¿En qué grupo te
ubicas tú?
“Yo soy yo y mis
circunstancias”. Esta frase, tan repetida y que todos escuchamos alguna o
muchas veces, pone el énfasis en las circunstancias, en la resignación, en la reacción,
en la falta de control que tenemos sobre lo que nos sucede, en que cada uno somos
como somos, en que tenemos la situación que tenemos y en que hay muy poco que hacer, salvo el
conformarse. Detrás de ella están otras
que también todos escuchamos, o incluso dijimos, tales como “Yo soy así”, “Yo
nací así”, “no hay nada que hacer”, “las cosas son como son”, “todos tenemos un
destino predeterminado”, “hay que resignarse” etc.
¿Eres de los que utilizan, de forma habitual, frases de este tipo?
En mi infancia, los “ilustrados” de la época lo repetían muchas veces: “yo soy yo y mis
circunstancias”. Nos lo decían para que no intentáramos modificar o cambiar las circunstancias y nos conformáramos con lo que
éramos y teníamos. No sé si era ignorancia o mala fe, más bien creo que lo
primero. Es probable que estuvieran convencidos
de que era lo mejor para todos.
¿Conocerían la frase completa de Ortega y Gasset? : “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la
salvo a ella no me salvo yo”. En el supuesto de que la conocieran completa,
¿alcanzarían a ver su significado? ¿Entenderían que hay que abordar la vida
desde la proactividad y no desde la reactividad? En el supuesto de que la
conocieran completa y comprendieran su significado, ¿les parecería un mensaje
revolucionario y pervertidor del orden establecido el intentar cambiar las circunstancias?
Hoy sigue habiendo “ilustrados analfabetos” (valga el oxímoron)
que mandan mensajes similares,
unos de forma explícita (Investigado el eurodiputado polaco que dijo que las
mujeres son "más débiles, más pequeñas y menos inteligentes") y otros
en forma subliminal.
Será por ello que está a la orden del día el victimismo.
Encontraremos a un montón de gente culpando de sus males a las más diversas
fuentes, sin darse cuenta que como
adultos responsables, hacen acciones
que tienen consecuencias. Si no le gustan las consecuencias, cambiar las acciones es más práctico que
buscar culpables. Hoy más que nunca es necesario dejar de lamentarse y pasar a ocuparse, es hora de
trabajar en las soluciones. No convertirse
en “protagonistas paralizantes” poniendo nuestra atención en el miedo, la
preocupación y en lo incierto, sino
convertirse en protagonistas activos
dotándonos de iniciativa y autonomía, vencer al miedo, teniendo la valentía de decir lo que pensamos
y aportando soluciones a las dificultades con las que nos vayamos encontrando.
¿Qué rol adoptas en la vida: el de víctima o el de protagonista?
ConstruyéndoTE
A todos nos suena aquello de “Conócete a ti mismo”, como una
frase, o mejor, un precepto, que se leía en el frontispicio del Templo de
Apolo. En aquellos tiempos aún no había
ciencia. Surgía la filosofía tratando de
desterrar los mitos como forma de explicar la realidad. Si Sócrates viviese
hoy, es probable que no eligiera el
precepto del Templo de Apolo como guía moral y lema de vida, como camino a
seguir para alcanzar la propia madurez. Lo cambiaría por otro de podría decir:
“Constrúyete a ti mismo”. Por aquel
entonces, no conocían lo que hoy sabemos, gracias a la ciencia, del cerebro
humano: que cambia constantemente, que su bioquímica, su anatomía y fisiología,
cambia día a día en función de sus interacciones con el entorno, con el medio
ambiente en el que se desenvuelve.
A esto hoy la ciencia le llama “Plasticidad del Sistema
Nervioso Central” y supone que todo
conocimiento, información, percepción sensorial que entra en el cerebro, opera
en alguna medida, cambiándolo. Si vais a
un curso, no sois los mismos el primer día de curso que el último. De aquí que
los cursos ¡siempre valen para algo! Por eso la formación no puede pensarse
exclusivamente al servicio de las necesidades y requerimientos del sistema
productivo. También, debe satisfacer necesidades de carácter cultural, social,
ético y sobre todo de desarrollo personal, que no responden de manera única a
las necesidades de los sistemas productivos, que también, sino a necesidades humanas más amplias.
Todos entendemos que no nacemos totalmente hechos, que nos
vamos haciendo, poco a poco, a lo largo
de la vida. Lo que no todos entendemos es el cómo nos vamos haciendo, ni
tampoco, en qué medida depende de nosotros y en qué medida es fruto de la pura
aleatoriedad.
Somos y nos hacemos con nuestras elecciones. En nuestro estar en el mundo vamos obteniendo
cosas del mismo y a su vez vamos perdiendo otras. Lo que incorporemos y lo que
dejemos a lo largo del camino,
constituyen un balance indicativo de cómo nos van a ir las cosas en nuestro trascurso vital.
Así, tanto si nos
referimos al ámbito laboral como al personal,
todos somos conscientes de que este exige de nosotros estar incorporando
constantemente nuevas formas de hacer las cosas, nuevos conceptos y
conocimientos, nuevos hábitos y formas de funcionar. También, nos exige, dejar en el camino anticuados esquemas
mentales, hábitos que ya no son funcionales, viejas costumbres muy arraigadas
y manías que ya no nos dan satisfacción
sino muchas molestias el mantenerlas. Esto, algunos, lo ven como un problema, mientras que otros lo
ven como una oportunidad.
Por un lado están los que se apoyan en el determinismo
genético, mal entendido, que
lleva a muchos a afirmar que son los genes los que mandan. No tenemos nada que hacer. Desde aquí vamos a partir de la premisa de que
la “tómbola genética" que nos otorgó aleatoriamente un ADN formado en
igual medida por nuestro padre y nuestra madre, la mitad de cada uno, tiene
menos influencia que la que nos otorgan
los hábitos que hemos o no hemos incorporado
a nuestra vida. Digo lo de “tómbola genética” por qué no hemos tenido la
ocasión de elegir ni a nuestro padre ni a nuestra madre. Los genes nos son
dados, pero, los hábitos nos los damos nosotros a nosotros
mismos.
Otros sostienen que la educación recibida en la primera
infancia marca el resto del camino que nos queda por recorrer toda nuestra
vida. Seguimos así en la misma, no tenemos nada que decir ni nada que hacer.
La ciencia nos dice que “somos fruto de la interacción genes
más ambiente”. Las personas nos conformamos a partir de lo dado (genes) y de lo
adquirido (ambiente). El dilema científico sobre ambiente frente a la herencia,
de la naturaleza frente al entorno, es decir, tratar de dilucidar cuál es más
importante en la construcción de uno mismo, si el ambiente o entorno (educación,
cultura, familia, y todo aquellos elementos externos que puedan influir en
nuestra naturaleza o herencia), viene de muy lejos [1]
Para tener una referencia de cómo está la cosa actualmente,
podemos concluir así: En un 80 % de las personas, un 25 % son genes, un 25% es
educación temprana (padres, maestros, etc.), y un 50 % es espacio para construirse, grado de libertad en el que cada uno
puede decidir.
Al 20% de personas
restantes, les ocurre que su educación temprana y/o sus genes le comen parcelas
de su grado de libertad.
El título nos sugiere que
podemos construirnos a nosotros mismos siguiendo unas pautas previamente
definidas y planificadas. ¿En cuanta medida? Como el sentido común nos señala,
es difícil cuantificarla, pero, como el mismo sentido común nos sugiere, sin
duda, en
mucha medida. ¿Un 50%? [2]
Lo cierto es que sí tenemos mucho de que ocuparnos. Entre ese
mucho, y como prioritario, está en
hacernos a nosotros mismos. Esto pasa, en primer lugar, por creer en ti. Tener
un rasgo de personalidad llamado “Locus de control interno”, es decir, estar
convencido de que lo que obtienes en la vida, el cómo te va, depende de características
personales tuyas (inteligencia, competencias, habilidades, esfuerzo,
dedicación, etc.). En definitiva, tener la sensación de que
controlas tu vida. Los de “Locus de control externo” creen que lo que obtienen
y el cómo les va, depende de la suerte, los dioses, el mal de ojo, el jefe, del
vecino, etc. Y es por eso que no tienen
metas, no se esfuerzan ni planifican su vida, puesto que nada de ella depende
de ellos, sino de factores externos.
¿En dónde te ubicas?
La construcción de uno mismo se concretiza en la mejora continua personal, que tiene lugar, cuando la persona cree en sí misma. Todo
proyecto, objetivo o meta necesita tener cierto sentido de certidumbre. Está
relacionado con la auto eficacia: las probabilidades subjetivas con las que
calculamos las posibilidades de éxito en una tarea o proyecto antes de
emprenderlo. Si estas son bajas, si nos falta el sentido de certidumbre, no
tendremos la energía suficiente para llegar. Si las probabilidades son altas,
si crece nuestro sentido de certidumbre, utilizaremos todos nuestros recursos,
a veces, de manera insospechada. Por eso el primer paso es creer. [3]
Cambiamos, a lo largo de nuestra vida, de forma de pensar y de sentir, cambiamos de
personalidad, de motivaciones, de preferencias… Tu yo de hoy es diferente de tu
yo de hace 20 años. Las percepciones que recibes ahora mismo, filtradas por tus
percepciones anteriores, te van actualizando cada minuto, cada día. Los
conocimientos sociales, éticos, profesionales, emocionales, a los que nos
exponemos nos cambian, en mayor o menor medida, pero, siempre en alguna medida.
¿Cómo puedes tú dirigir este cambio no dejándolo totalmente
al azar y a las circunstancias? Pasando del
“yo soy yo y mis circunstancias” al “yo soy yo y mi circunstancia, y si
no la salvo a ella no me salvo yo”.
Seleccionando la información que procesas, exponiéndote a un ambiente
moral, social, intelectual que te enriquezca, mejorando tu nicho ecológico. En uno de los múltiples
cursos a los que asistí en mi vida, nos contaron que un pez (carpa japonesa) llamado Koi, cuando se cría en peceras, alcanza apenas
unos centímetros de longitud; cuando se crían en lagos, llegan casi al metro;
finalmente, aquellos criados en el mar superan el metro de crecimiento.
El pez no puede cambiar sus circunstancias. Nosotros no sólo
podemos sino que, además, debemos
cambiarlas.
¿A qué y a quién prestas tu atención (llave de entrada a tu
cerebro)? [4]
DisfrutándoTE
Intentar
hacer de nuestra vida el mejor de los proyectos posibles es lo propio de personas
inteligente. No conformarnos en cómo
somos en un momento dado y luchar por mejorar, buscando acercarnos, cada vez más, a lo que podemos llegar a ser, es una exigencia de todo ser humano. Nunca es tarde para ser
quién podrías haber sido.
No dejarse apabullar por las circunstancias, teniendo presente
que también estas son modificables, y que "si no salvas tus circunstancias, tampoco te salvas tú".
Entender que la
felicidad consiste en estar satisfecho con uno mismo, lo cual logramos cuando constatamos que hay
una correlación positiva, entre lo que has deseado y lo que has conseguido. [5]
Entender que el BIS
(Bienestar Individual Subjetivo)
consiste en estar satisfecho con uno mismo,
lo cual logramos cuando constatamos que
hay una correlación positiva, entre lo que has
deseado y lo que has conseguido. [5]
BIBLIOGRAFÍA
[1] RIDLEY Matt. Qué
nos hace humanos. Taurus, Madrid 2004
[2] Ibíd.
[3] Decálogo de Autogestión: Cardar para progresar.
[4]Decálogo de
Autogestión: Cardar para saber mirar.
[5] Decálogo de Autogestión. La práctica consciente te lleva
a ser competente