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domingo, 5 de mayo de 2019

¿VOTO RACIONAL O VOTO EMOCIONAL?




¿VOTO RACIONAL O VOTO EMOCIONAL?

¡Confía en Alá, pero antes ata tu camello!

Un maestro viajaba con uno de sus discípulos. El discípulo estaba a cargo del cuidado del camello. Llegaron de noche, cansados, a un oasis. Era responsabilidad del discípulo atar el camello; sin embargo, no lo hizo y lo dejó suelto. En su lugar, se limitó a rezar, le pidió a Dios: «Cuida del camello,» y se durmió.

Por la mañana el camello se había ido- lo habían robado o se había escapado, cualquier cosa podía haber pasado. El maestro preguntó: «¿Qué ha pasado con el camello? ¿Dónde está el camello?» El discípulo dijo: «No lo sé. Pregúntale a Dios, porque le pedí a Alá que cuidase del camello; yo estaba demasiado cansado, así que no sé. ¡Y no me hagas responsable, porque se lo pedí a Dios de manera muy clara! Ese no ha sido el problema. No se lo pedí sólo una vez; de hecho, se lo pedí tres veces. Usted me ha enseñado ‘Confía en Alá!’ y yo lo he hecho. Así que no me mire con esa cara de enfadado».

El maestro dijo, «Confía en Alá, pero antes ata el camello – porque Alá no tiene otras manos que las tuyas». Si Él quiere que aten el camello, Él tendrá que usar las manos de alguien; no tiene otras manos. ¡Y es tu camello! La mejor manera y la más fácil y el camino más corto es utilizar tus manos. Confía en Alá – no confíes sólo en tus manos, o te sentirás sólo. “Ata el camello y luego confía en Alá».01/11/2011 |http://carlosgoga.com/confia-en-alah-pero-antes-ata-tu-camello/


Nuestro estilo de tomar decisiones

El no tomar una decisión ante algo que te importa, es en sí mismo decidir.

Para votar hay que, previamente, tomar la decisión de a qué partido político dar nuestro voto. Esto es válido para todos. En lo que diferimos es en la aptitud para tomar la decisión. 

Hay personas que toman las decisiones de forma rápida y con entusiasmo. Por lo contrario, hay otras personas a las que les cuesta decidirse y detestan tomar decisiones precipitadas. Las primeras, las que las toman de forma rápida,  aceptan asumir riesgos y confían en su intuición a la hora de decidirse. Las segundas, las que detestan precipitarse,  son muy prudentes y rigurosas y antes de tomar la decisión analizan detenidamente la situación. 

Los puntos débiles de los primeros son que tienen tendencia a conceder más importancia a la rapidez que a la precisión (con todo lo que ello implica),  y que actúan impulsivamente lo cual les lleva a tomar decisiones irreflexivas. Dan más importancia a la rápidez que a la precisión

Los puntos débiles de los segundos son que titubean demasiado, temen comprometerse y tardan mucho de tomar la decisión pudiendo caer en lo que se llama "parálisis por análisis".Si de sus decisiones dependen que otros actúen,  se constituyen en auténticos cuellos de botella paralizando con su indecisión el flujo normal de las cosas. 


Un ejemplo claro del segundo tipo era, al parecer, el sobrino de Benjamín Franklin que no se daba decidido con quién casarse. Para ayudarle a decidirse su tío le aconsejó lo siguiente:

“Si dudas, escribe todas las razones, a favor y en contra, en columnas paralelas en un trozo de papel, y cuando hayas pensado en ellas durante dos o tres días, realiza una operación similar a la de algunas cuestiones de álgebra; observa que razones o motivos de cada columna tienen igual peso, o son equivalentes en la proporción uno a uno, uno a dos, dos a tres, o algo por el estilo y cuando hayas marcado todas las igualdades de ambos lados, verás en qué columna queda el equilibrio. (…) He practicado esta especie de algebra moral a menudo en problemas importantes y complejos, y aunque no es matemáticamente exacto, me ha resultado tremendamente útil. A propósito, si no la aprendes, me temo que no te casarás nunca”. 

La calidad de nuestro voto


Hace muy pocos días votamos y dentro de otros pocos días lo haremos de nuevo. En artículos anteriores decíamos que en el caso concreto del voto, lo más práctico es utilizar la 

CABEZA-RAZÓN en mayor medida que el CORAZÓN-EMOCIÓN. Ser más ANALÍTICOS y menos EMOCIONALES


En  otro artículo (El voto emocional) anterior, referido al  análisis que hacía el diario.es sobre cómo habíamos votados por zonas
(https://www.eldiario.es/politica/votaron-barrios-pobres-militares-barrio_0_894861358.html),  decíamos que sea lo más práctico no quiere decir que sea lo más frecuente. Según los datos que abajo nos aporta eldiario.es, así, a simple vista y sin entrar en otro tipo de análisis, se observa que la realidad confirma que en muchos casos la decisión de votar se toma más utilizando el lado emocional que el racional. 
¿Es racional que en la zona militar de El Pardo se votara a Vox? ¿Es racional que en la muralla de Lugo se votara al PP? 

Esto ocurre, según las neurociencias, en la mayoría de las decisiones que tomamos los humanos: 

tomamos decisiones emocionales y luego las racionalizamos, es decir, las justificamos dándole un barniz racional.


En otro medio de comunicación digital, dirigida a los jubilados, 65ymas.com (jueves 2 mayo 2019) se sostiene lo siguiente:
"Según las estimaciones que tenemos hasta la fecha (sondeos, encuestas...), el 23% de las personas mayores habría votado al PP (@populares) en las elecciones del 28 A y el 28% al PSOE (@PSOE). Es un porcentaje muy alto", explica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III(@uc3m), Javier Lorenzo".

Ante esto nos preguntamos:
  
¿Es racional o emocional la decisión que tomaron los pensionistas?

Un ejemplo para entender la decisión racional:

¿Qué opción elegirías de las dos apuestas siguientes?:
1. 20% de probabilidades de ganar 25€, o nada.
2. 40% de probabilidad de ganar 10€, o nada


Para ubicarlo en el contexto de los pensionistas:

¿Qué partido, a partir de lo que afirmaron en la campaña, crees que tiene más probabilidades de revalorizar las pensiones en función del IPC (IPC a secas, sin añadidos)?



Racionalmente te convendría maximizar tu utilidad esperada, eligiendo la respuesta 1:
Utilidad = Probabilidad x Valor
1. 25 x 0,2 = 5 €
2. 10 x 0,4 = 4 €


Dejo que cada uno ubique la solución en el contexto de pensionista...



Desde que  Benjamín Franklin en 1779 aconsejó a su sobrino,  la forma de tomar decisiones se fue depurando hasta llegar al modelo clásico de la racionalidad el cual utiliza: 

1. La lógica, entendida como estudio de las inferencias deductivas válidas, en las cuales la verdad de la conclusión sigue invariablemente a la verdad de las premisas.
2. La teoría de la probabilidad, de la cual salen algunos principios fundamentales de la estadística.
3. La teoría de la elección racional, que estudia la coherencia de las preferencias de las personas al efectuar sus elecciones.

 Pero, muchas veces,  hay que elegir en condiciones de incertidumbre y riesgo y por lo tanto, quién decide,  no está en posición de prever con seguridad  el resultado de las propias decisiones. Cuando se conocen las probabilidades asociadas a los distintos resultados posibles hablamos de riesgo (sabes de antemano que si lanzas un dado, la probabilidad de que te salga un número determinado, pongamos el 5, es igual a 1/6. Cuando no se pueden conocer de antemano dichas probabilidad, entonces hablamos de incertidumbre.

Con nuestros políticos y con sus modos de proceder,  a los votantes  que toman decisiones racionales les será difícil calcular el riesgo a través de las probabilidades,  y a los que toman decisiones emocionales acabarán en la desorientación de la  incertidumbre. 

La incertidumbre, aún sin que exista la “ley mordaza” y otras, nos roba libertad desde el punto de vista psicológico y emocional, y hace posible  que el miedo haya sido utilizado desde siempre como arma de control social. Ha sido utilizado, también,  como herramienta de  dominación política y, también, dentro de las empresas, como herramienta de gestión. De aquí que tanto la política como la empresa tienen una gran facilidad en la creación de falsos miedos.  

La solución pasa por entender que tomar decisiones es un proceso, con método, para determinar el  curso de acción que mejor satisfaga los objetivos fijados de antemano, con riesgos aceptables.

Ante el objetivo de los pensionistas de que revaloricen las pensiones en función del IPC, sin añadidos artificiales y sin recurrir a subterfugios (Escapatoria o medio engañoso y hábil para solucionar una situación difícil, escapar de un problema o peligro o eludir algo”), estos deben recurrir más al voto racional que al voto emocional. 

Reiteramos:  

Recurrir a la CABEZA-RAZÓN en mayor medida que el CORAZÓN-EMOCIÓN. Ser más ANALÍTICOS y menos EMOCIONALES.

Así impediremos que suceda lo que nos dice Manuel Vicent en su columna del País de hoy "La Pandemia" (5-05-2019): https://elpais.com/elpais/2019/05/03/opinion/1556882350_780375.html 
  
“En política los memes replicantes constituyen un arma letal, rápida y con una capacidad de difusión similar a los virus y durante las campañas electorales crean un ambiente febril y convulso que llega a su clímax en el momento del recuento de votos

La influencia de los memes


Hace tiempo que canalicé mi atención a la memética la cual, a mi juicio,  nos da claves para entender determinadas pautas culturales. También para entender el voto emocional.

El meme entendido como una idea que engancha a mucha gente, con gran capacidad de contagio, y dada la posibilidad que hoy tenemos de que se propague de forma rápida (“Media humanidad lo expande hoy con los móviles a través de tuits, whatsapps, facebooks e instagrams, sin saber que alberga una adicción obsesiva semejante al más potente de los opiáceos”, nos dice Vicent) a millones de personas,  tiene la función,  al igual que la función del gen,  de reproducirse. Ambos, tanto el meme como el gen, para reproducirse tienen que transmitirse. 

El primero, el meme,  lo hace a través de la vía cerebro-cerebro. El segundo, el gen, lo hace a través del coito vía espermatozoide-óvulo, garantizando de esta forma la evolución biológica.

Hasta aquí, todo normal. Lo anormal del asunto, a mi juicio,  viene de esta forma: el gen es a la evolución biológica lo mismo que el meme es a la evolución cultural. A mi juicio, si la calidad de los genes empezase a deteriorarse al ritmo que se deteriora la calidad de los memes, ya no tendríamos que preocuparnos del cambio climático ni de todo el capítulo de los grandes problemas a los que nos enfrentamos hoy: nuestra extinción rápida estaría garantizada debido al deterioro de los genes.

La cuestión es si la evolución cultural que estamos creando con semejante calidad de memes, hará posible la evolución biológica aunque los genes no sufran tal deterioro.

“Los memes acaban creando una nueva realidad ajena al conocimiento empírico y científico, compuesta de unidades elementales, que en su mayoría son chistes, bulos, ocurrencias, mentiras, calumnias e insultos”. Manuel Vicent


Las cuestiones clave a plantearse son, a mi juicio:

1. ¿Podemos votar racionalmente con esta atmósfera contaminada de semejantes memes?


2. Si  votamos emocionalmente:

¿Valen de algo los programas de los partidos?


¿Qué pasa si luego, una vez pasadas las elecciones no los tienen en cuenta?


¿Se sentirán defraudados los votantes del partido que gobierne si no cumple las promesas que les ha hecho?