¿VOTO RACIONAL O VOTO EMOCIONAL?
¡Confía en Alá, pero antes ata tu camello!
Un maestro viajaba con uno de sus
discípulos. El discípulo estaba a cargo del cuidado del camello. Llegaron de
noche, cansados, a un oasis. Era responsabilidad del discípulo atar el camello;
sin embargo, no lo hizo y lo dejó suelto. En su lugar, se limitó a rezar, le
pidió a Dios: «Cuida del camello,» y se durmió.
Por la mañana el camello se había ido-
lo habían robado o se había escapado, cualquier cosa podía haber pasado. El
maestro preguntó: «¿Qué ha pasado con el camello? ¿Dónde está el camello?» El
discípulo dijo: «No lo sé. Pregúntale a Dios, porque le pedí a Alá que cuidase
del camello; yo estaba demasiado cansado, así que no sé. ¡Y no me hagas
responsable, porque se lo pedí a Dios de manera muy clara! Ese no ha sido el
problema. No se lo pedí sólo una vez; de hecho, se lo pedí tres veces. Usted me
ha enseñado ‘Confía en Alá!’ y yo lo he hecho. Así que no me mire con esa cara
de enfadado».
El maestro dijo, «Confía en Alá, pero
antes ata el camello – porque Alá no tiene otras manos que las tuyas». Si Él
quiere que aten el camello, Él tendrá que usar las manos de alguien; no tiene
otras manos. ¡Y es tu camello! La mejor manera y la más fácil y el camino más
corto es utilizar tus manos. Confía en Alá – no confíes sólo en tus manos, o te
sentirás sólo. “Ata el camello y luego confía en Alá».01/11/2011 |http://carlosgoga.com/confia-en-alah-pero-antes-ata-tu-camello/
Nuestro estilo de tomar decisiones
El no tomar una decisión ante algo que te importa, es en sí mismo decidir.
Para votar hay que,
previamente, tomar la decisión de a qué partido político dar nuestro voto. Esto
es válido para todos. En lo que diferimos es en la aptitud para tomar la decisión.
Hay
personas que toman las decisiones de forma rápida y con entusiasmo. Por lo
contrario, hay otras personas a las que les cuesta decidirse y detestan tomar
decisiones precipitadas. Las primeras, las que las toman de forma rápida, aceptan
asumir riesgos y confían en su intuición a la hora de decidirse. Las segundas,
las que detestan precipitarse, son muy prudentes y rigurosas y antes de tomar la
decisión analizan detenidamente la situación.
Los puntos débiles de los primeros
son que tienen tendencia a conceder más importancia a la rapidez que a la
precisión (con todo lo que ello implica), y que actúan impulsivamente lo cual les
lleva a tomar decisiones irreflexivas. Dan más importancia a la rápidez que a la precisión
Los puntos débiles de los segundos son
que titubean demasiado, temen comprometerse y tardan mucho de tomar la decisión pudiendo caer en lo que se llama "parálisis por análisis".Si de
sus decisiones dependen que otros actúen, se constituyen en auténticos cuellos de
botella paralizando con su indecisión el flujo normal de las cosas.
Un ejemplo claro del
segundo tipo era, al parecer, el sobrino de Benjamín Franklin que no se daba decidido con quién casarse. Para ayudarle
a decidirse su tío le aconsejó lo siguiente:
“Si dudas, escribe
todas las razones, a favor y en contra, en columnas paralelas en un trozo de
papel, y cuando hayas pensado en ellas durante dos o tres días, realiza una
operación similar a la de algunas cuestiones de álgebra; observa que razones o
motivos de cada columna tienen igual peso, o son equivalentes en la proporción
uno a uno, uno a dos, dos a tres, o algo por el estilo y cuando hayas marcado
todas las igualdades de ambos lados, verás en qué columna queda el equilibrio.
(…) He practicado esta especie de algebra moral a menudo en problemas
importantes y complejos, y aunque no es matemáticamente exacto, me ha resultado
tremendamente útil. A propósito, si no la aprendes, me temo que no te casarás
nunca”.
La calidad de nuestro voto
Hace muy pocos días
votamos y dentro de otros pocos días lo haremos de nuevo. En artículos
anteriores decíamos que en el caso concreto del voto, lo más práctico es
utilizar la
CABEZA-RAZÓN en mayor medida que el CORAZÓN-EMOCIÓN. Ser más
ANALÍTICOS y menos EMOCIONALES
En otro artículo (El voto emocional) anterior,
referido al análisis que hacía el
diario.es sobre cómo habíamos votados por zonas
(https://www.eldiario.es/politica/votaron-barrios-pobres-militares-barrio_0_894861358.html), decíamos que sea
lo más práctico no quiere decir que sea lo más frecuente. Según los datos que
abajo nos aporta eldiario.es, así, a simple vista y sin entrar en otro tipo de
análisis, se observa que la realidad confirma que en muchos casos la decisión
de votar se toma más utilizando el lado emocional que el racional. ¿Es racional que en la zona militar de El Pardo se votara a Vox? ¿Es racional que en la muralla de Lugo se votara al PP?
Esto
ocurre, según las neurociencias, en la mayoría de las decisiones que tomamos
los humanos:
tomamos decisiones emocionales y luego las racionalizamos, es
decir, las justificamos dándole un barniz racional.
En
otro medio de comunicación digital, dirigida a los jubilados, 65ymas.com
(jueves 2 mayo 2019) se sostiene lo siguiente:
"Según
las estimaciones que tenemos hasta la fecha (sondeos, encuestas...), el 23% de
las personas mayores habría votado al PP (@populares) en las elecciones del 28
A y el 28% al PSOE (@PSOE). Es un porcentaje muy alto", explica el
profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III(@uc3m), Javier
Lorenzo".
Ante esto nos preguntamos:
¿Es racional o
emocional la decisión que tomaron los pensionistas?
Un ejemplo para
entender la decisión racional:
¿Qué opción elegirías
de las dos apuestas siguientes?:
1. 20% de
probabilidades de ganar 25€, o nada.
2. 40% de probabilidad
de ganar 10€, o nada
Para ubicarlo en el
contexto de los pensionistas:
¿Qué partido, a partir
de lo que afirmaron en la campaña, crees que tiene más probabilidades de
revalorizar las pensiones en función del IPC (IPC a secas, sin añadidos)?
Racionalmente te
convendría maximizar tu utilidad esperada, eligiendo la respuesta 1:
Utilidad = Probabilidad
x Valor
1. 25 x 0,2 = 5 €
2. 10 x 0,4 = 4 €
Dejo que cada uno
ubique la solución en el contexto de pensionista...
Desde que Benjamín Franklin en 1779 aconsejó a su
sobrino, la forma de tomar decisiones se
fue depurando hasta llegar al modelo clásico de la racionalidad el cual utiliza:
1. La lógica, entendida
como estudio de las inferencias deductivas válidas, en las cuales la verdad de
la conclusión sigue invariablemente a la verdad de las premisas.
2. La teoría de la
probabilidad, de la cual salen algunos principios fundamentales de la
estadística.
3. La teoría de la
elección racional, que estudia la coherencia de las preferencias de las personas
al efectuar sus elecciones.
Pero, muchas veces, hay que elegir en condiciones de
incertidumbre y riesgo y por lo tanto, quién decide, no está en posición de
prever con seguridad el resultado de las
propias decisiones. Cuando se conocen las probabilidades asociadas a los
distintos resultados posibles hablamos de riesgo (sabes de antemano que si
lanzas un dado, la probabilidad de que te salga un número determinado, pongamos
el 5, es igual a 1/6. Cuando no se pueden conocer de antemano dichas
probabilidad, entonces hablamos de incertidumbre.
Con nuestros políticos
y con sus modos de proceder, a los
votantes que toman decisiones racionales
les será difícil calcular el riesgo a través de las probabilidades, y a los que
toman decisiones emocionales acabarán en la desorientación de la incertidumbre.
La incertidumbre, aún
sin que exista la “ley mordaza” y otras, nos roba libertad desde el punto de
vista psicológico y emocional, y hace posible que el miedo haya sido utilizado
desde siempre como arma de control social. Ha sido utilizado, también, como herramienta
de dominación política y, también,
dentro de las empresas, como herramienta de gestión. De aquí que tanto la
política como la empresa tienen una gran facilidad en la creación de falsos
miedos.
La solución pasa por entender
que tomar decisiones es un proceso, con método, para determinar el curso de acción que mejor satisfaga los
objetivos fijados de antemano, con riesgos aceptables.
Ante el objetivo de los
pensionistas de que revaloricen las pensiones en función del IPC, sin añadidos
artificiales y sin recurrir a subterfugios (“Escapatoria o
medio engañoso y hábil para solucionar una situación difícil, escapar de un
problema o peligro o eludir algo”), estos deben recurrir más al voto racional
que al voto emocional.
Reiteramos:
Recurrir a la CABEZA-RAZÓN en mayor medida que el CORAZÓN-EMOCIÓN. Ser más ANALÍTICOS y menos EMOCIONALES.
“En política los memes
replicantes constituyen un arma letal, rápida y con una capacidad de difusión
similar a los virus y durante las campañas electorales crean un ambiente febril
y convulso que llega a su clímax en el momento del recuento de votos”
La influencia de los memes
Hace
tiempo que canalicé mi atención a la memética la cual, a mi juicio, nos da
claves para entender determinadas pautas culturales. También para entender el
voto emocional.
El
meme entendido como una idea que engancha a mucha gente, con gran capacidad de
contagio, y dada la posibilidad que hoy tenemos de que se propague de forma
rápida (“Media humanidad lo expande hoy
con los móviles a través de tuits, whatsapps, facebooks e instagrams, sin saber
que alberga una adicción obsesiva semejante al más potente de los opiáceos”, nos
dice Vicent) a millones de personas, tiene la función, al igual que la función del gen, de reproducirse. Ambos, tanto el meme como el
gen, para reproducirse tienen que transmitirse.
El primero, el meme, lo hace a través de
la vía cerebro-cerebro.
El segundo, el gen, lo hace a través del coito vía espermatozoide-óvulo,
garantizando de esta forma la evolución biológica.
Hasta
aquí, todo normal. Lo anormal del asunto, a mi juicio, viene de esta forma: el gen es a la evolución
biológica lo mismo que el meme es a la evolución cultural. A mi juicio, si la calidad de los genes empezase a deteriorarse al
ritmo que se deteriora la calidad de los memes, ya no tendríamos que
preocuparnos del cambio climático ni de todo el capítulo de los grandes
problemas a los que nos enfrentamos hoy: nuestra extinción rápida estaría
garantizada debido al deterioro de los genes.
La
cuestión es si la evolución cultural que estamos creando con semejante calidad
de memes, hará posible la evolución biológica aunque los genes no sufran tal
deterioro.
“Los memes acaban creando una nueva
realidad ajena al conocimiento empírico y científico, compuesta de unidades
elementales, que en su mayoría son chistes, bulos, ocurrencias, mentiras,
calumnias e insultos”. Manuel Vicent
Las cuestiones
clave a plantearse son, a mi juicio:
1. ¿Podemos votar racionalmente con esta atmósfera
contaminada de semejantes memes?
2. Si votamos
emocionalmente:
¿Valen de algo los programas de los partidos?
¿Qué pasa si luego, una vez pasadas las elecciones no los
tienen en cuenta?
¿Se sentirán defraudados los votantes del partido que
gobierne si no cumple las promesas que les ha hecho?