EL SENTIDO COMÚN
“La cosa del mundo mejor distribuida, pues todos y
cada uno piensan que lo poseen en tal medida que incluso aquellos difíciles de
satisfacer en todo lo demás no se quejan de la proporción que les toca” Descartes [1]
No solamente hemos perdido el ‘menos
común de los sentidos’; también estamos perdiendo nuestra capacidad de entender. La
inteligencia se desarrolla en el mundo de los conceptos y en la construcción de concepciones
mentales.
Espejos
A partir del asesinato de Kennedy solo existirían los sucesos que crearan
las cámaras como espectáculo
Manuel Vicent
La psicología de la forma (Gestalt),
llegó a la evidencia empírica suficiente
para afirmar que nuestras percepciones no son nunca reflejos o calcos
inmediatos de lo que observamos: realizamos reconstrucciones mentales de lo observado. Por otro lado, en los tiempos que corren, el lenguaje
conceptual (abstracto), es sustituido por el lenguaje perceptivo que es muy
inferior y más pobre ya no solo si consideramos el número de palabras, sino, también, en cuanto a los significados (ver capacidad connotativa
del lenguaje).
La televisión, productora de imágenes, elimina los conceptos y socava nuestra capacidad de abstracción haciéndonos
ver sin entender.
“La
nueva era de la información comenzó el 22 de noviembre de 1963, a las 12.30,
cuando el industrial textilero de ropa femenina Abraham Zapruder se encaramó en
un pilar de la plaza Dealey, en Dallas, con una cámara Bell & Howell de
ocho milímetros”
Vivimos en un tiempo en donde la capacidad
de opinar y de juzgar los
acontecimientos de forma razonable, está de capa caída (utilizo la expresión “de
capa caída” siendo consciente y como
ejemplo de falta de sentido común en mí mismo, dado mi radical antagonismo con
la tauromaquia, por lo que no debería utilizar su vocabulario).
“A partir de ese momento los periodistas pasaron
de ser informadores a llamarse comunicadores, y la noticia era eso que decía en
pantalla un tipo agradable, una chica atractiva, los dos con una voz bien
modulada, capaces de emitir con una sonrisa ambigua y una dentadura perfecta un
bombardeo, una crema, un asesinato, una marca de coche, el discurso del
presidente y una sopa.”
Tenemos todos los días múltiples
evidencias de ello no tan sólo escuchando los “argumentos” de nuestros
políticos a las diversas cuestiones, sino también en las expresiones del hombre
común para explicar muchos de los acontecimientos que se dan en el día a día.
“Ser consiste en ser visto —dijo Berkeley—. Eso dicen también los
viejos sentados en una solana con una garrota entre las piernas: ver para creer
o vivir para ver, y es lo que hace ya gran parte de la humanidad que se mira en
el espejo de las pantallas como figurantes de este espectáculo.”
El pensamiento nos permite
razonar. No es lo mismo razonar bien que razonar mal. Un raciocinio correcto
marca una gran diferencia en todos los órdenes de la vida [2]:
¿Le damos la importancia que merece?
El pensamiento práctico, que es el que garantiza el progreso y el avance,
se construye a base de argumentos, de razones. La solidez de los argumentos y la
evaluación de los mismos, para saber si
son verdaderos o falsos, determinan el grado de solidez de un razonamiento
concreto y hace que los demás nos vean como portadores del sentido común. Nuestra
imagen mejora considerablemente o termina de capa caída (vuelvo a utilizar,
conscientemente, el lenguaje taurino
esperando que el lector de este post sea generoso conmigo y no me tire por tierra mi
credibilidad). Ejemplo sólido de esto es la imagen que los ciudadanos tenemos
de nuestros políticos, en general, y ya no digamos nada de algunos de ellos en
particular.
Sin razonamiento práctico no hay avance
posible. Este razonamiento práctico se construye a base de razones, de
argumentos. La solidez de estos argumentos y la evaluación de los mismos (saber
si las proposiciones que nos hacen son verdaderas o falsas) determinan el grado de solidez de un
razonamiento concreto.
¿Cuántos debates de nuestros
políticos se ajustan a estos postulados?
¿Cuántas de las
propuestas que nos hacen no tiene ninguna solidez lo que las convierte en falaces?
Observando y escuchando el
panorama, saltan a nuestra mente preguntas con un componente cognitivo y sobre todo emocional, tales como las siguientes:
¿Cómo pueden estos políticos tomar decisiones
y gestionar parcelas importantes de la
vida de los ciudadanos?
¿Cómo puede un ciudadano auto gestionar su propia vida de
forma autónoma y responsable?
Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a
ellas no me salvo yo”
Ortega y Gasset
Se busca empequeñecernos para que
sean las circunstancias las que gestionen nuestra vida.
Se busca la confusión mental (el
mejor antídoto para el pensamiento crítico).
Ya no necesitamos entender y comprender nada.
El profesor Sartori [3], nos habla de la transformación del homo sapiens en homo videns, debido a lo cual la palabra ha perdido valor y actualmente se da la primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible, que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas.
El profesor Sartori [3], nos habla de la transformación del homo sapiens en homo videns, debido a lo cual la palabra ha perdido valor y actualmente se da la primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible, que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas.
Ya no interesa la “lógica informal” con la que
construimos el razonamiento práctico. Ya no hay necesidad de saber argumentar
correctamente. No interesa la capacidad de desmontar razonamientos no válidos
que pueden parecer ciertos. Se aceptan fragantes falacias como si fueran dogmas
de fe.
En un curioso y humorístico libro [4], (para plantear algunas cuestiones, y con la
finalidad de hacerlas más digeribles, es una buena estrategia recurrir al humor)
se sostiene la tesis de que la
inteligencia, entendida como el rasgo
más distintivo del ser humano y gracias a la cual fuimos capaces de progresar,
ya quedó en desuso, está obsoleta. Sostiene cosas como las siguientes:
“El poder de una organización
social humana es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia
que consigue destruir”; “la inteligencia intimida y desencadena la agresividad
de quién no la posee o está menos dotado”;
“la jerarquía es el instrumento que ha inventado la evolución para
agrupar a los sapiens y conducirlos hacia la estupidez”.
Va, aún, más lejos,
llegando a determinar varias leyes sobre el fin de la inteligencia:
Primera ley sobre el fin de la
inteligencia:
“El imbécil sobrevive. El genio se extingue".
Corolario de la Primera Ley:
"Antes tontos que muertos".
Sin conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión.
Sin comprensión (entender) no hay motivación.
Sin motivación (energía) no hay
acción.
Sin acción no hay evolución.
“Ser es hacer”
¿Qué circunstancias anulan o merman nuestra
CAPACIDAD DE HACER?
Referencias
bibliográficas
[1]Descartes, René, Discurso del método, Primera parte,
Madrid, Espasa Calpe, 2000
[2] LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO
CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL
[3] SARTORI, Giovanni:
Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus, 1998.
[4] APRILE, Pino: Elogio del Imbécil, Temas de Hoy, 2006