VIRUS CULTURALES
“Memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar el presente, y optimismo desafiante para encarar el futuro.”
Isabel Allende
Llevamos tiempo conviviendo con un virus muy
potente. No pertenece a la familia de los corona virus pero puede llegar a ser,
en casos extremos, tan letal como este:
es el virus del “optimismo de pandereta”. Pulula en el mundo virtual de las
redes sociales y en la vida real se ha colado en los distintos ámbitos y esferas
de nuestro mundo social. Ataca exclusivamente al cerebro.
Sus profetas divulgan, recurriendo a la pedagogía
del loro de repetición, todo un conjunto
de mensajes pertenecientes a la familia del “pensamiento positivo”, transformando cualquier situación, por muy
trágica que esta sea, en otra propicia
para “ser feliz”. Logran semejante proeza, recurriendo a toda la gama de sesgos
cognitivos que los seres humanos traemos de fábrica, y con los cuales podemos
fabricar interpretaciones falaces,
inexactas, irracionales e ilógicas, que nada tengan que ver con los datos
objetivos que nos muestra la realidad.
Resumiendo, los profetas del optimismo
de pandereta logran esta transformación utilizando una extrema subjetividad, y
recurriendo a la distorsión manifiesta e interesada de la realidad.
Es este el paradigma
dominante de la sociedad de nuestro tiempo y si alguien no se enrola en el mismo, se arriesga a ser condenado al ostracismo
social, laboral, e incluso al educativo en el cual, es fundamental, que haya una
conexión entre las ciencias que se preconizan y los hechos objetivos que se dan
en la vida de las personas.
Si tus
propuestas no sintonizan de forma absoluta con sus postulados estas fuera de juego.
Ha habido una generalización desde el mundo de la política al mundo social, en general,que explica muy bien aquella famosa frase de “el que se mueva no sale en la foto”.
Se busca la conformidad entendida según la experimentó Solomon Asch el cual nos permitió conocer cómo influyen los otros en nuestra opinión, hasta el punto de que aun cuando tenemos la respuesta correcta, en muchas circunstancias, preferimos optar por seguir la opinión de otros para sentirnos aceptados en un grupo.
El grupo de los del “optimismo de pandereta” practica y exige la inhibición y se declara firme enemigo de la asertividad pasándose a la agresividad, excluyendo y
eliminando, de su esfera social, a todo aquel que discrepe de sus postulados generando consecuencias de
toda índole para el afectado. No sólo
cuenta con “encantadores de serpientes”, sino, además, con personas que siguen
el juego a otras que tienen poder para tomar decisiones que pueden facilitar o dificultar mucho la vida de otras personas. Por
resumir la cuestión:
La estructura de este virus se forma a partir de unos
emisores de los mensajes. Estos mensajes, se componen a partir de la utilización de
falacias y otros sesgos que benefician al emisor. Los receptores de los
mensajes deben, necesariamente, “comulgar” con ellos sin el más mínimo
cuestionamiento, sabiendo, que si lo
hacen, se deja de contar con ellos, por
lo que deben, antes de hacerlo preguntarse de cuantas opciones disponen como
alternativa a la que tienen en estos momentos.
El paradigma social del optimismo de pandereta crea una realidad ficticia, no existente, con el objetivo de manipular y someter a la mayoría de las personas a unas condiciones deplorables, en beneficio de una minoría, llevando a la práctica, de forma extremista, el llamado Efecto Mateo:
Es la versión moderna de la “banalización del mal”. Ya no tenemos con nosotros a Hannah Arendt que nos sugería que dada nuestra condición humana, deberíamos estar atentos."Al que más tiene, más se le dará, y al que menos tiene se le quitará para dárselo al que más tiene".
En la ciencia, cuando el paradigma dominante
empiezan a salirle muchas lagunas y se encuentra con dificultades para
explicar racionalmente determinadas parcelas de la realidad, es reemplazado por
un nuevo paradigma emergente que da explicaciones más ajustadas de la misma.
Es urgente
reemplazar el “Optimismo de Pandereta” por el “Paradigma
del Optimismo Funcional” .
Para que ello ocurra, lo primero es empezar por dotarnos todos y cada uno de nosotros, del
valor de Autonomía Intelectual, el cual nos permite mostrarnos como una entidad
autónoma para perseguir nuestras propias metas e intereses intelectuales siendo
curiosos y de mente abierta. Esto nos permitirá no ser un mero títere que se
limita a seguir puntos de vista ajenos, sino, lo que es más importante,
esforzarse en distinguir
entre lo verdadero y lo falso.
Sería bueno, a mi juicio, que cada vez que nos
lavemos las manos (no metafóricamente,
no comprometiéndonos con las situaciones), sino con agua y jabón para
protegernos del coronavirus, aplicáramos
la profilaxis ante el virus del optimismo de pandereta haciéndonos las
siguientes preguntas:
¿Cómo
percibo yo el mundo?
¿Cómo utilizo mi atención en el mundo y
llego a ser consciente del mismo?
¿Cómo llego a saber?
Entrevista de Jordí Évole al papa
Francisco.
- ¿Es usded óptimista?, le pregunta Évole
- Respuesta del papa Francisco:
"Es una palabra que no me gusta, por que
al menos a mí me suena a maquillaje. Yo tengo esperanza en la humanidad."