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domingo, 16 de febrero de 2020

EL SENTIDO COMÚN



















EL SENTIDO COMÚN






“La cosa del mundo mejor distribuida, pues todos y cada uno piensan que lo poseen en tal medida que incluso aquellos difíciles de satisfacer en todo lo demás no se quejan de la proporción que les toca”  Descartes [1] 


  
No solamente hemos perdido el ‘menos común de los sentidos’;  también estamos perdiendo nuestra capacidad de entender. La inteligencia se desarrolla en el mundo de los conceptos  y en la construcción de concepciones mentales.
Espejos
A partir del asesinato de Kennedy solo existirían los sucesos que crearan las cámaras como espectáculo
Manuel Vicent

La psicología de la forma (Gestalt),  llegó a la evidencia empírica suficiente para afirmar que nuestras percepciones no son nunca reflejos o calcos inmediatos de lo que observamos:  realizamos reconstrucciones mentales  de lo observado. Por otro lado, en los tiempos que corren, el lenguaje conceptual (abstracto),  es sustituido por el lenguaje perceptivo que es muy inferior y más pobre ya no solo si consideramos el número de palabras, sino, también,  en cuanto a los significados (ver capacidad connotativa del lenguaje).  


La televisión, productora de imágenes,  elimina los conceptos  y socava nuestra capacidad de abstracción haciéndonos 

ver sin entender.



La nueva era de la información comenzó el 22 de noviembre de 1963, a las 12.30, cuando el industrial textilero de ropa femenina Abraham Zapruder se encaramó en un pilar de la plaza Dealey, en Dallas, con una cámara Bell & Howell de ocho milímetros”


Vivimos en un tiempo en donde la capacidad de opinar y  de juzgar los acontecimientos de forma razonable, está de capa caída (utilizo la expresión “de capa caída” siendo consciente  y como ejemplo de falta de sentido común en mí mismo, dado mi radical antagonismo con la tauromaquia, por lo que no debería utilizar su vocabulario).

“A partir de ese momento los periodistas pasaron de ser informadores a llamarse comunicadores, y la noticia era eso que decía en pantalla un tipo agradable, una chica atractiva, los dos con una voz bien modulada, capaces de emitir con una sonrisa ambigua y una dentadura perfecta un bombardeo, una crema, un asesinato, una marca de coche, el discurso del presidente y una sopa.”


Tenemos todos los días múltiples evidencias de ello no tan sólo escuchando los “argumentos” de nuestros políticos a las diversas cuestiones, sino también en las expresiones del hombre común para explicar muchos de los acontecimientos que se dan en el día a día.


“Ser consiste en ser visto —dijo Berkeley—. Eso dicen también los viejos sentados en una solana con una garrota entre las piernas: ver para creer o vivir para ver, y es lo que hace ya gran parte de la humanidad que se mira en el espejo de las pantallas como figurantes de este espectáculo.”

El pensamiento nos permite razonar. No es lo mismo razonar bien que razonar mal. Un raciocinio correcto marca una gran diferencia en todos los órdenes de la vida [2]:

¿Le damos la importancia que merece? 


El pensamiento práctico, que  es el que garantiza el progreso y el avance, se construye a base de argumentos, de razones. La solidez de los argumentos y la evaluación de los mismos,  para saber si son verdaderos o falsos, determinan el grado de solidez de un razonamiento concreto y hace que los demás nos vean como portadores del sentido común. Nuestra imagen mejora considerablemente o termina de capa caída (vuelvo a utilizar, conscientemente,  el lenguaje taurino esperando que el lector de este  post sea generoso conmigo y no me tire por tierra mi credibilidad). Ejemplo sólido de esto es la imagen que los ciudadanos tenemos de nuestros políticos, en general, y ya no digamos nada de algunos de ellos en particular.  





Sin razonamiento práctico no hay avance posible. Este razonamiento práctico se construye a base de razones, de argumentos. La solidez de estos argumentos y la evaluación de los mismos (saber si las proposiciones que nos hacen son verdaderas o falsas)  determinan el grado de solidez de un razonamiento concreto.



¿Cuántos debates de nuestros políticos se ajustan a estos postulados?

¿Cuántas de las propuestas que nos hacen no tiene ninguna solidez lo que las convierte en falaces?

Observando y escuchando el panorama, saltan a nuestra mente preguntas  con un componente cognitivo y  sobre todo emocional, tales como las siguientes:

¿Cómo pueden estos políticos tomar decisiones y gestionar parcelas importantes  de la vida de los ciudadanos?

¿Cómo puede un  ciudadano auto gestionar su propia vida de forma autónoma y responsable?


















Auto gestionar la vida, pasa por el gobierno de uno mismo, el cual forma parte de la existencia y garantiza el control de la misma por uno mismo y no por las circunstancias.


Yo soy yo y mis circunstancia, y si no las salvo a ellas no me salvo yo”
Ortega y Gasset




Se busca empequeñecernos para que sean las circunstancias las que gestionen nuestra vida. 


Se busca la confusión mental (el mejor antídoto para el pensamiento crítico).  Ya no necesitamos entender y comprender nada. 

El profesor Sartori [3], nos habla de la transformación del homo sapiens en homo videns, debido a lo cual la palabra ha perdido valor y actualmente se da la primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible,  que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas.

 Ya no interesa la “lógica informal” con la que construimos el razonamiento práctico. Ya no hay necesidad de saber argumentar correctamente. No interesa la capacidad de desmontar razonamientos no válidos que pueden parecer ciertos. Se aceptan fragantes falacias como si fueran dogmas de fe.

En un curioso  y humorístico libro [4],  (para plantear algunas cuestiones, y con la finalidad de hacerlas más digeribles, es una buena estrategia recurrir al humor)  se sostiene la tesis de que la inteligencia,  entendida como el rasgo más distintivo del ser humano y gracias a la cual fuimos capaces de progresar, ya quedó en desuso, está obsoleta. Sostiene cosas como las siguientes:

“El poder de una organización social humana es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia que consigue destruir”; “la inteligencia intimida y desencadena la agresividad de quién no la posee o está menos dotado”;  “la jerarquía es el instrumento que ha inventado la evolución para agrupar a los sapiens y conducirlos hacia la estupidez”.

Va, aún,  más lejos,  llegando a determinar varias leyes sobre el fin de la inteligencia:
Primera ley sobre el fin de la inteligencia:
 “El imbécil sobrevive. El genio se extingue".
Corolario de la Primera Ley:
 "Antes tontos que muertos".

Sin conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión.


  Sin comprensión (entender) no hay motivación.


 Sin motivación (energía) no hay acción.


 Sin acción no hay evolución.


 “Ser es hacer”


¿Qué circunstancias anulan o merman nuestra
CAPACIDAD DE HACER?
                                      


Referencias bibliográficas

[1]Descartes, René, Discurso del método, Primera parte, Madrid, Espasa Calpe, 2000  

[2] LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL  

 [3] SARTORI, Giovanni: Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus, 1998.

[4] APRILE, Pino: Elogio del Imbécil, Temas de Hoy, 2006