RUIDO
Los organismos vivos
desarrollamos la sensibilidad o propiedad de sentir o percibir por los sentidos.
Gracias a ello damos respuestas que tienen como fin la adaptación del
organismo al medio.
Nuestro oído percibe sonidos entendiendo por tales una vibración
mecánica transmitida por el aire o cualquier fluido, capaz de ser percibida por
el órgano auditivo, es decir, capaz de
producir una sensación auditiva. Cosa distinta al sonido es el ruido, definido como sonido no deseado y molesto. Adquiere este carácter
debido a que tiene un componente subjetivo. El “canto melodioso de los pájaros”, (“oído izquierdo”) lo
percibimos la mayoría de humanos como sonido agradable; las emisoras de radio
que comienzan “a dar las primeras
noticias del día”, dado el carácter negativo y bronco de las mismas (“oído
derecho”) las percibimos como ruido, tan molesto, que incluso nos genera estrés
con todos los efectos colaterales que este causa en los organismos vivos. No cumple el requisito de sonido no deseado, por que casi siempre podemos apagar la radio o mejor aún, no encenderla. Digo
casi siempre porque una de las características más perversas y frustrantes de los ruidos es
que en muchas situaciones no puedes no escucharlo, lo tienes que
soportar sí o sí.
En comunicación, el cómo se dice, suele ser más importante que lo qué se
dice. No hablamos sólo con la boca. El cuerpo también habla, y lo hace con sus
gestos, posturas, expresiones, etc., diciendo más que las palabras que
emitimos. El lenguaje no verbal 'habla más alto' y da más información que el lenguaje verbal.
Por eso cuando leí en la columna de Manuel Vicent “los distintos líderes de
opinión, cada uno con su forma de expresar su ideología”, sentí tal confusión
que me impulsó a buscar en google la definición de la RAE de “ideología”:
1. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.
2. f. Fil. Doctrina que, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo por objeto el estudio de las ideas.
Ninguna de las dos acepciones, tienen nada que ver con lo que expresan la mayoría de
los políticos que tenemos en estos momentos.
Las campañas
electorales suelen convertirse en una serie de opiniones, totalmente
subjetivas, en las que se manejan muy pocos argumentos: estos se han
sustituido por falacias, exabruptos y demás piezas retóricas las cuales se
emplean perversamente como recursos expresivos.
La
forma más habitual de influir en los ciudadanos ya no son los hechos; son las mentiras, creadas y ofrecidas a la población basándose, no en lo que realmente
sucede, sino en lo que los grupos,
filtrados sociológicamente, quieren oír. La sociología cognitiva, nos pone de relieve que la percepción de la realidad
está metafóricamente “filtrada”. Engaño y mentira se han convertido en fundamentales para
convencernos a la población que le demos nuestro voto. No es la razón,
sino la emoción, la que nos lleva a la acción: en este caso a votar.
Si te interesa el tema te invito a leer:
CAMPAÑA ELECTORAL
DATOS
OBJETIVOS DEL MUNICIPIO DE MONTEDERRAMO
https://neuroforma.blogspot.com/2023/05/campana-electoral-datos-objetivos-del.html
Las personas son razonables, nos dice Rawls en ‘El liberalismo político’, Critica, 2004. p.80, cuando “se muestras dispuestas a proponer principios y criterios en calidad de términos equitativos de cooperación y, a aceptarlos de buena gana siempre que se les asegure que los demás harán lo mismo”.
Como siempre, a continuación, copio y pego la
columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por
no abrirle el enlace.
En mi opinión
(respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es
auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo
cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la
trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas
personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo
personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”
Sigo siempre el
mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de
Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado
en ella, escribo mi comentario y, dos
horas después, lo publico en mi blog.
Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo
ya definitivamente terminado en mi blog.
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En la cama
En primavera solía despertarse hacia las seis, cuando por
la ventana le llegaba el canto de los pájaros mientras las emisoras de radio
comenzaban a dar las primeras noticias
Boca arriba en la cama a su izquierda
tenía la ventana abierta a una verde campiña y a su derecha estaba la mesilla
de noche con la radio encendida. Ahora
en primavera solía despertarse hacia las seis de la mañana cuando por la
ventana le llegaba el canto melodioso de los pájaros mientras las emisoras de
radio comenzaban a dar las primeras noticias del día. Por el oído izquierdo le
llegaba directamente al cerebro la belleza y la armonía de la naturaleza; en
cambio, el oído derecho no cesaba de acumular toda clase de miserias que
generaba este mundo. Recién salido del sueño, en el cerebro de este ciudadano
se producía la confusión entre los mirlos, los gorriones y los jilgueros, cada
uno con su canto peculiar, y los distintos líderes de opinión, cada uno con su
forma de expresar su ideología. Lo que oía por la radio era realmente apestoso,
la guerra de Ucrania, la sequía, el cambio climático, los debates crispados de los
políticos ante las próximas elecciones, otra mujer asesinada por su pareja,
otro incendio, otra inundación y en medio de tantas desgracias se abría paso el
alegre y frenético jolgorio que se traían los pájaros en la verde campiña.
¿Acaso no se estarían peleando también entre ellos por la comida, por el
apareamiento o por el mando, como sucedía con los políticos o solo
cantaban porque habían sido creados para alegrar con su canto el siempre
inminente apocalipsis? Llegaba un momento en que había que elegir. Boca arriba
en la cama el ciudadano se sentía con un oído sucio y otro limpio. Pensó que la
solución consistía en cambiar de postura. A veces se ponía boca abajo, de modo
que el canto de los pájaros, al llegar por el oído contrario, lo limpiaba de
toda la basura que recibía por la radio. Un rato boca arriba y otro boca abajo,
este ejercicio le permitía equilibrar el optimismo y la depresión a la hora de
levantarse de la cama cada mañana.
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