ECHAR UN PULSO
“Por mera convención
nos referimos al color, y también por convención hablamos de lo dulce, por convención
asimismo nos referimos al amargo; en realidad solo hay átomos y vacío”, afirma
el intelecto. Mas al escuchar tal cosa los sentidos responden al intelecto: “Pobre
intelecto, pretendes vencernos a nosotros que somos la fuente de tus
evidencias. Tu victoria será tu derrota”. Diels-Kranz B 125
En plena campaña electoral, diseñada por los políticos de
turno bajo la estrategia del “y tú más”, la cual suele acabar, casi siempre, en un diálogo de besugos: conversación sin
coherencia lógica entre personas torpes y necias, hoy Manuel Vicent nos ofrece
una columna en la que ganan el pulso los
sentidos. En ella nos propone un experimento sensorial, consistente en un coctel conformado por los
cinco sentidos, que si no nos lleva hasta
el éxtasis, si podemos proponer, como
hipótesis a confirmar, que nos obsequiará con un alto BIS (Bienestar
Individual Subjetivo: lo que con lenguaje de andar por casa llamamos felicidad),
o dicho de otra forma, el cuerpo relajado y el alma sosegada.
En la Grecia
clásica, se inició con Anaximandro de Mileto ( c.
610 a. C.-c. 546 a. C.) una tenaz y duradera lucha para resolver el persistente
problema de la polaridad entre el intelecto y los sentidos. En un momento dado
empezaron a sospechar que estos últimos, los sentidos, no eran de fiar a la hora de determinar las
propiedades objetivas de las cosas. Finalmente el resultado del combate entre
los sentidos y el intelecto se resolvió con la victoria del último, que nos dio como resultado final la Ciencia,
con mayúsculas, que tanto bienestar
objetivo nos proporcionó. Para llegar a la cima de la Ciencia fue necesario
cambiar las sensaciones que nos proporcionaban los sentidos por la
investigación, consagrando el método
hipotético- deductivo como el camino a seguir.
A partir del
hecho de que nuestros cinco sentidos nos mantienen conectados con el cerebro, Carmen Valls, médica y
política nos aconseja que todos los días nos demos un gusto a cada uno de ellos:
-Comer lo que nos gusta y apetece.
-Oler un
aroma estimulante.
-Oir
sonidos, música, palabras y por supuesto disfrutar del silencio.
-Mirar un
paisaje, dibujo, imagen, fotografía que
nos transporte;
- Activar el
tacto, sentir la piel, acariciar, acariciarnos.
Escribí en
google 'ciencia política RAE'.
Me sale lo
siguiente: “Arte,
doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. ‖ 2. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los
asuntos públicos”. Ahí lo dejo, sin más comentarios por mi parte.
“Soy subjetivo, ya que soy
sujeto. Si fuese objetivo,
entonces sería un objeto.” José Bergamín
......................................
Como siempre, a continuación, copio y pego la
columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por
no abrirle el enlace.
En mi opinión
(respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es
auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo
cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la
trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas
personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo
personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”
Sigo siempre el
mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de
Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado
en ella, escribo mi comentario y, dos
horas después, lo publico en mi blog.
Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo
ya definitivamente terminado en mi blog.
................................................................................
i
Experimento
Haz que suene la trompeta de Miles Davis tocando ‘Las
hojas de otoño’ y a esa melodía añade el sabor de un Oporto de reserva en los
labios. Con estas dos sensaciones superpuestas se inicia el camino hacia la
cumbre
Del mismo modo que para realizar un
guiso excelente se requiere seguir escrupulosamente una receta culinaria muy
elaborada, así un gran amor necesita una previa conquista y la altura mística
no se consigue sin el sacrificio de la ascética. Se supone que el éxtasis es la
cumbre de todos los placeres y para llegar tan alto hasta darle a esa caza
alcance, como dice San Juan de la Cruz, es
necesario formar con los cinco sentidos corporales, la vista, el oído, el
tacto, el gusto y el olfato un solo nudo. Es una ascensión muy ardua que,
después de una práctica ritual, han realizado con éxito los anacoretas, los
sufíes, los místicos cristianos y algunos gurús hindúes muy experimentados.
Pero existe una versión laica a disposición de cualquiera que pretenda
convertirse en un místico de andar por casa. Si se trata de unificar en un
punto los cinco sentidos corporales puedes realizar este experimento. Haz que
suene la trompeta de Miles Davis tocando Las
hojas de otoño y a esa melodía añade el sabor de un Oporto de reserva
en los labios. Con estas dos sensaciones superpuestas se inicia el camino hacia
la cumbre. Nada te impide acariciar al mismo tiempo con la yema de los dedos la
piel del cuerpo adorable de la pareja que te acompaña en la subida o, en su
defecto, es suficiente con el tacto del lino o de la seda de la camisa.
Mientras tanto el aroma de la celinda que llega del jardín habrá invadido la
habitación por cuya ventana abierta se ve el mar muy azul en el que navega
algún velero. Los cinco sentidos corporales como vías del espíritu están colmados.
Si consigues unirlos en una sola sensación, el placer hará que la vida se
detenga, el pensamiento sucio de deseos habrá desaparecido, incluso olvidarás
que existes y por eso mismo te creerás inmortal. Puede que en este caso tu
inmortalidad dure lo que dura el solo de trompeta de Miles Davis. Pero, ¿para qué
más?
https://youtu.be/3pqPz8V_fE4
No hay comentarios:
Publicar un comentario