domingo, 7 de mayo de 2023

MALTRATO ANIMAL

 


MALTRATO ANIMAL

“La muerte prematura, por accidente o asesinato, es (a veces) evitable, y por tanto lamentable. La muerte natural, por envejecimiento, es inevitable, y no hay razón para lamentarla. La producción de un dolor innecesario, la tortura, siempre es un mal moral”. Jesús Mosterín

  

En su columna de hoy Manuel Vicent se hace la siguiente pregunta:

¿En qué consiste una corrida? 

Es una pregunta abierta que deja al interlocutor que opine libremente según su propio entender. No es una pregunta cerrada a la que se contesta con un sí o un no, sin explayarse. Tampoco es una pregunta dirigida con la que se pretende orientar la respuesta del interlocutor: ¿Estarás de acuerdo conmigo que la corrida de toros es un hecho execrable? No olvidemos que en una conversación el que pregunta dirige la misma canalizando la atención del interlocutor a través de las preguntas que le formula. Valga toda esta introducción para dar valor a mi escueta, auténtica,  sincera, y que me sale del alma, respuesta:

Desde mi propio sentir y entender la defino como un puro y duro (que es solo y exclusivamente lo que se expresa) maltrato animal

Aristóteles nos hablaba de tres tipos de alma que otorgaba a los seres vivos. A las plantas les otorgaba un alma vegetativa que les permitía realizar las funciones vitales básicas: nutrición, crecimiento y reproducción; a los animales un alma sensitiva que no sólo permitía llevar a cabo las funciones anteriores, sino, además, les otorgaba la capacidad de percibir, sentir, desear y desplazarse. Por último,  los humanos eran poseedores de un alma intelectiva, a la que además de todo lo anterior nos proporciona la capacidad de utilizar la racionalidad para razonar y tomar decisiones racionales. Considerar que los humanos somos racionales es un creencia de gran tradición (también lo es, la tradición,  para los forofos de  las corridas de toros).

 ¿Somos los  humanos  seres racionales?

¿Nos engañaron filósofos como Platón y Aristóteles?

Como ocurre con otras muchas leyendas y creencias,   estamos ante una verdad a medias. Los humanos tenemos, sin duda,  un componente racional, pero,  gran parte de nuestra conducta es irracional, instintiva y automática. Y no es extraño, al fin y al cabo formamos parte del árbol de la vida, que tiene unos tres mil millones de años, y compartimos la mayoría de sus características.

En su  libro titulado "Pensar rápido, pensar despacio", el psicólogo y Premio Nobel de economía Daniel Kahneman, expone con brillantez los dos sistemas de funcionamiento de los humanos, el lento, analítico y racional, y el rápido, o instintivo e irracional. La mayoría de nuestras decisiones diarias las toma el sistema rápido, y sólo en algunos casos echamos mano del sistema racional para resolver algunas cuestiones que requieren un mayor análisis. Con mucha frecuencia decisiones que consideramos racionales son simples racionalizaciones, es decir, las vestimos de lógica después de tomadas, somos expertos en racionalizar. Somos de una racionalidad muy limitada. Nos decía William James, fundador de la psicología americana que

“somos una gota de razón en un mar de emociones”

 


¿Qué mueve  a algunos (parece que cada vez menos) humanos a ir a una corrida de toros?

Según nos dice en su Física Aristóteles,  si queremos conocer algo tenemos que establecer sus causas, más concretamente, la causa última, es decir, la causa de las causas.

No me voy  meter en este embolado. Nunca hago comentarios sobre nada que este planteado desde la estrategia del “y tú más” , tan utilizadas, sobre todo en el mundo político (aunque no solo) pues el resultado final siempre es el mismo: diálogo de besugos. La RAE define el diálogo de besugos como “Conversación sin coherencia lógica.”  También nos ofrece,  para el término  “besugo”,  varias acepciones entre las cuales aparece  la siguiente: “Persona torpe o necia.” Tal vez la RAE decidió no juntar ambas acepciones para no tener que definir el diálogo de besugos como "conversación sin coherencia lógica entre personas torpes y necias", protegiendo, de esta forma,  nuestra  autoestima y no activando nuestra  susceptibilidad, evitando provocar en nosotros  cambios de sentimientos que ponen  de manifiesto nuestra   fragilidad  emocional.

 Si quieres profundizar te invito a  ver y leer: 

Video:  https://www.facebook.com/watch/?v=452197862257656 

Artículo: La UTILIDAD del silencio

 https://neuroforma.blogspot.com/2021/07/la-utilidad-del-silencio.html


Además de la tradición, otro de los ¿argumentos?  (mejor falacia o exabrupto) que exponen los forofos del maltrato animal, llamado corrida de toros, es el estético.

Voy a terminar hoy, de forma magistral, gracias a    Manuel Vicent:

“Si las corridas de toros fueran arte , el canibalismo sería gastronomía”. Manuel Vicent

https://www.youtube.com/watch?v=ITOpfqDLEbw&ab_channel=LaVentana



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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

 

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Degradación

MANUEL VICENT

07 MAY 2023 - 05:00 CEST

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Como quien después de un largo y sudoroso viaje uno llega a casa y se pega una ducha fría para quitarse la suciedad de encima, desde hace ya mucho tiempo, un día al año, por San Isidro, escribo un artículo contra la corrida de toros, por supuesto sin éxito alguno. Incluso entre los taurinos más acérrimos se admite que la fiesta nacional está llamada a desaparecer, más pronto que tarde, por ser económicamente inviable. El público ha dejado de acudir a las plazas. Puede que también se deba a que la sensibilidad de la gente, sobre todo entre los jóvenes, cada vez soporta peor que se le sirva la muerte de un animal como espectáculo. La violencia está en todas partes, pero es muy difícil hallar en este caso un punto de estética bajo tal cúmulo de sangre. Lo más repugnante de la corrida no es tanto la muerte como la previa y humillante degradación a la que se somete al animal más hermoso de la tierra cuya presencia en el campo es una de las imágenes más bellas que se puede contemplar. Las perrerías comienzan cuando lo meten en un cajón para llevarlo a la plaza. Sacudido por el traqueteo del camión durante varias horas el toro cruza en plena oscuridad media España hasta que es depositado en los toriles. ¿En qué consiste una corrida? No en verónicas de alhelí ni en magníficos pases de pecho sino en la forma con que la belleza de este animal, al que se le exige casta y nobleza, mediante la violencia, en solo 20 minutos se convierte en un agónico amasijo que sangre. Lo que queda de la fiesta nacional se lo ha apropiado la derecha castiza como bandera, hasta el punto de convertir la plaza de las Ventas en la feria de san Isidro en un espejo de la España soñada, pero que ya no existe. Lo mismo que sucede en la corrida, sucede en la política. Lo peor es la degradación en que la ha sumido el odio entre los políticos hasta convertirla en un humillante espectáculo.

 

 



 

 

 

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