GENTE DE BIEN VS. GENTE DE MAL
Ignorar el
mal es convertirse en cómplice de él.
Martin Luther King
Los que
hemos nacido y vivido nuestra infancia, adolescencia, y los primeros años de la juventud en el franquismo,
empezamos a ser, en la adultez, algo conscientes de “quién nos ha robado el mes
de abril”. Me imagino que a medida que vayamos adentrándonos en la la vejez, y si tenemos la suerte de no
sufrir mucho deterioro cognitivo, podremos diferenciar con meridiana claridad entre
gente ‘bien’ y gente ‘de bien’, y de cómo fueron evolucionando ambos conceptos hasta llegar a
los días de hoy.
Dentro de
este grupo, de la gente bien, se puede ser una cosa; se puede ser la otra; o
se puede ser las dos.
Dentro de
este grupo no quedaba otro rol que ser
gente de bien.
Los
6 PILARES de la MORAL: El pilar de la EQUIDAD
https://neuroforma.blogspot.com/2020/04/los-seis-pilares-de-la-moral-4-equidad.html
LA MEJOR VS. LA PEOR VERSIÓN DE NOSOTROS MISMOS
https://neuroforma.blogspot.com/2023/02/el-mejor-vs-el-peor-de-los-mundos.html
Seguir por aplicar las leyes con OBJETIVIDAD a todo aquel que la infrinja, sea de la ideología que sea y TENGA EL CÓDIGO GENÉTICO QUE TENGA
https://neuroforma.blogspot.com/2019/12/el-mundo-como-una-gran-caja-de-skinner.html
En un determinado aspecto, la historia del hombre es el relato de la lucha entre el bien y el mal. Luther King
Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.
En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”
Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella, escribo mi comentario y, dos horas después, lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.
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Gente de bien
Ya no existe gente como aquella, salvo en la mente de
gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho
peligro
Antiguamente, durante el franquismo, en
los pueblos de la España profunda, gente de bien era aquella que se movía a sus
anchas dentro del triángulo marcado por el cura párroco, el comandante del
puesto de la Guardia Civil y el director de Banesto. El párroco te daba el certificado de buena conducta a
la primera, la Guardia Civil te facilitaba sin problemas la licencia de caza y el director de
Banesto te concedía un crédito por la cara. Llevar zapatos y corbata para ir a
trabajar te convertía en una persona respetable. También los criados y
jornaleros podían ser gente de bien siempre que al hablar con el superior,
fuera patrón o simplemente el señorito, se quitaran la boina y la estrujaran
entre las manos mientras recibían la orden consabida. Gente de bien era aquella
que al cruzarse en el camino con una pareja de la Guardia Civil con capote, tricornio
y el fusil naranjero al hombro, lejos de acongojarse como cualquier mortal, se
saludaban mutuamente con un ‘buenos días nos dé Dios’. En la ciudad ser gente
de bien dependía no tanto del código genético como del código postal. Ser gente
de bien consistía en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena
finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los
domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia
y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se ponía en
pie al verla pasar por delante de su garita. Si en el vestíbulo se cruzaba con
otros vecinos era obligado preguntar por las oposiciones a notarías que preparaba el
chico, por la copa de natación que había ganado la niña, por la cadera que se
había roto la abuela y la conversación terminaba recomendándose una pastelería
para después de misa. Ya no existe gente de bien como aquella, salvo en la mente
de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho
peligro.
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