domingo, 5 de marzo de 2023

GENTE DE BIEN VS. GENTE DE MAL

 


 

GENTE DE BIEN VS. GENTE DE MAL

 

Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él.

Martin Luther King

 

Los que hemos nacido y vivido nuestra infancia, adolescencia, y los primeros años de la juventud en el franquismo, empezamos a ser, en la adultez, algo conscientes de “quién nos ha robado el mes de abril”. Me imagino que a medida que vayamos adentrándonos en la la vejez, y si tenemos la suerte de no sufrir mucho deterioro cognitivo, podremos diferenciar con meridiana claridad entre gente ‘bien’ y gente ‘de bien’, y de cómo fueron  evolucionando ambos conceptos hasta llegar a los días de hoy.  

 En tiempos del franquismos la gente ‘bien’ era, a su vez, gente ‘de bien’:

 “En la ciudad ser gente de bien dependía no tanto del código genético como del código postal. Ser gente de bien consistía en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se ponía en pie al verla pasar por delante de su garita.” Manuel Vicent

Dentro de este  grupo, de la gente bien,  se puede ser una cosa; se puede ser la otra; o se puede ser las dos.

  “También los criados y jornaleros podían ser gente de bien siempre que al hablar con el superior, fuera patrón o simplemente el señorito, se quitaran la boina y la estrujaran entre las manos mientras recibían la orden consabida.”Manuel Vicent

Dentro de este  grupo no quedaba otro rol que ser gente de bien.

 Hoy en día la cosa ha cambiado sustancialmente. Hay gente bien que vive permanentemente bajo el código de los delincuentes y hay gente de bien  que vive en  barrios marginales y en las colas de Cáritas para poder satisfacer sus necesidades básicas más elementales.

 El número de posibles opciones se acorta en el segundo grupo, para el que no hay movilidad social posible, permaneciendo cerrado,a cal y canto, el acceso al grupo de gente bien. El ascensor social, generador de los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición en la estructura socioeconómica ya no funciona. Si entendemos por gente de bien a la gran mayoría de la sociedad que actúa en conformidad a los parámetros de la ley, facilitando que la democracia funcione correctamente y evolucione, hay que sostener que afortunadamente existe mucha gente con este perfil: personas decentes,  honradas, gracias a las cuales el mundo sigue funcionando. Bien es cierto que a trancas y barrancas,  con grandes déficits de justicia, de igualdad, de equidad  y de cohesión social, pero, funcionando.

 

Los 6 PILARES de la  MORAL: El pilar de la EQUIDAD

https://neuroforma.blogspot.com/2020/04/los-seis-pilares-de-la-moral-4-equidad.html

 

 Un buen comienzo, es empezar por desterrar las etiquetas y  eliminar  la maquiavélica y dicotómica clasificación de ‘gente de bien - gente de mal’ siendo conscientes de que no hay nadie perfecto y todos y cada uno de nosotros tiene sus virtudes y sus defectos. 

LA MEJOR VS.  LA PEOR VERSIÓN DE NOSOTROS MISMOS

https://neuroforma.blogspot.com/2023/02/el-mejor-vs-el-peor-de-los-mundos.html

Seguir por aplicar las leyes con OBJETIVIDAD  a todo aquel que la infrinja,  sea de la ideología que sea y TENGA EL CÓDIGO GENÉTICO QUE TENGA

 El mundo como una gran Caja de Skinner

 https://neuroforma.blogspot.com/2019/12/el-mundo-como-una-gran-caja-de-skinner.html


En un determinado aspecto, la historia del hombre es el relato de la lucha entre el bien y el mal. Luther King

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

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 COLUMNA

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Gente de bien

Ya no existe gente como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro

MANUEL VICENT

05 MAR 2023 - 05:00 CET

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Antiguamente, durante el franquismo, en los pueblos de la España profunda, gente de bien era aquella que se movía a sus anchas dentro del triángulo marcado por el cura párroco, el comandante del puesto de la Guardia Civil y el director de Banesto. El párroco te daba el certificado de buena conducta a la primera, la Guardia Civil te facilitaba sin problemas la licencia de caza y el director de Banesto te concedía un crédito por la cara. Llevar zapatos y corbata para ir a trabajar te convertía en una persona respetable. También los criados y jornaleros podían ser gente de bien siempre que al hablar con el superior, fuera patrón o simplemente el señorito, se quitaran la boina y la estrujaran entre las manos mientras recibían la orden consabida. Gente de bien era aquella que al cruzarse en el camino con una pareja de la Guardia Civil con capote, tricornio y el fusil naranjero al hombro, lejos de acongojarse como cualquier mortal, se saludaban mutuamente con un ‘buenos días nos dé Dios’. En la ciudad ser gente de bien dependía no tanto del código genético como del código postal. Ser gente de bien consistía en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se ponía en pie al verla pasar por delante de su garita. Si en el vestíbulo se cruzaba con otros vecinos era obligado preguntar por las oposiciones a notarías que preparaba el chico, por la copa de natación que había ganado la niña, por la cadera que se había roto la abuela y la conversación terminaba recomendándose una pastelería para después de misa. Ya no existe gente de bien como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro.

 

 

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