domingo, 26 de marzo de 2023

EL EGO INFLATIVO (1)

 


EL EGO INFLATIVO (1)

 

"La falta de ego impide avanzar y significa perder oportunidades de crecer, aprender o divertirse por temor a la crítica. Querer pasar desapercibido es una decisión infantil. No nos llevamos ninguna decepción, pero tampoco la satisfacción de haber llegado lejos".

Oliver Wolf Sacks


La semana que termina nos ofreció todo un espectáculo cuyo principal protagonista era una persona mayor con unas características muy peculiares. Como ya es habitual también se dieron suficientes exposiciones de egos como para que no los echáramos en falta. 

 Hoy, Manuel Vicent, centra  su columna en otra (o la misma) persona mayor de la que podemos deducir que su paso por la vida  se desenvolvió, fundamentalmente,  a través del personaje llamado ‘ego’, con escasa exposición de su persona llamada ‘yo’. (Me voy olvidar de Freud, del psicoanálisis, y el SUPERYÓ,del YO y del ELLO,  y abordar el fenómeno del EGO con un lenguaje entendible por todos). 

 Es importante no confundir persona con personaje. Aunque normalmente veo muy poca televisión ayer, sábado por la tarde,  me pasé 160 minutos viendo  en netflix, por tercera vez,   la película ‘Esencia de mujer’, en la que Frank Slade (Al Pacino) exhibió un gran número de comportamientos a través de  su personaje-ego y  Charlie Simms(Chris O'Donnell) muchos a través de su persona-yo (es muy poco probable que acabe en su vejez con algún tipo de demencia).

 Se han realizado muchos estudios sobre el grado de correlación que existía entre las distintas y variadas  demencias y determinadas variables: sedentarismo, alimentación, televisión, ejercicios físicos,  ejercicios cognitivos, horas ante el ordenador, etc. Sería muy interesante, a mi juicio, hacer alguno con la variable egocentrismo para llegar a saber en qué medida el causante de muchas demencias no es otro que el ego. Ya no hablaríamos aquí de correlación,  sino de algo más preciso y científico siguiendo el esquema de causa- efecto.

Todos sabemos que cuando viajamos en nuestro coche, sus neumáticos  deben tener un inflado correcto, el recomendado por el fabricante en cada caso. En general, se considera un rango normal de inflado una presión de entre 2 y 2,5 bares. Si las ruedas llevan poca presión de aire  esto genera, según los expertos, que disminuye nuestra seguridad, se produce un desgaste mayor de las ruedas que habrá que reponerlas antes y aumenta el consumo  de gasolina. Si las ruedas tienen una presión excesiva les ocurre, según los mismos expertos, que la superficie del neumático que está en contacto con la carretera se reduce y, por lo tanto, disminuye el agarre, los neumáticos se desgastan más y de manera irregular, con lo que se reduce la vida útil de los mismos. En definitiva, tanto el escaso como el exceso de presión es malo: lo óptimo es el aire justo.

El ego es patológico cuando los humanos imitan al pavo real (yo le llamo en mi blog Ego Inflativo). El neurólogo y escritor con el que inicio hoy este artículo tiene un asombroso libro sobre un hecho real, que titula ‘El hombre que confundió a su mujer con un sombrero’. El psiquismo de los humanos nunca deja de sorprendernos.

En general, cuando hablamos del ego,  solemos considerarlo como algo negativo, como algo que genera  múltiples y variables problemas,  pero lo cierto es que  le ocurre lo mismo que a los neumáticos: es negativo , cuando su medida es escasa o cuando sobrepasa el umbral adecuado.

Empezar por diferenciar entre el yo y el ego es un primer y necesario paso para gestionar adecuadamente el ego que cada uno de nosotros ha construido en base a las percepciones y el contexto en el que se fue desarrollando y que termina siendo un personaje fabricado, imaginario, artificial, vacío y falso.  

 El yo se desenvuelve a través del relativismo cultural y se centra en el ser.

El ego es una construcción imaginaria, la imagen idealizada de uno mismo. Una imagen interiorizada y con la que nos identificamos.

El ego se desenvuelve  a través del etnocentrismo y se centra en el tener. 

Se define el etnocentrismo como: “tendencia a considerar los rasgos, estilos, ideas y valores observados en otros grupos culturales como inferiores y menos naturales que los del grupo propio" y se centra en el tener. La antropología,  al etnocentrismo opone el concepto de relativismo  cultural: "principio que afirma que todos los sistemas culturales son intrínsecamente iguales en valor y que los rasgos característicos de cada uno tienen que ser evaluados y explicados dentro del contexto del sistema en el que aparece". (Las definiciones de etnocentrismo y de relativismo cultural las copié literalmente  de uno de los libros que me valieron para preparar la asignatura de antropología cuando estudiaba en la universidad. Todavía lo conservo con gran cariño en mi biblioteca y recurro a él con frecuencia deleitándome con sus ideas:HARRIS Marvin.: Introducción a la antropología general. Alianza Universidad Textos. Madrid 1987)

El ego es útil y necesario para nuestra marcha por la vida, cuando  está bien equilibrado.

 Un escaso ego nos lleva a ser ninguneados, a convertirnos en hombres masa indiferenciados, a adoptar  un estilo de comunicación sumiso e inhibido,  a que  nadie nos preste atención,  a una pérdida de autoestima, a que  los demás nos definan como inseguros e indecisos,  a ser un don nadie...

Cuando tenemos un exceso de ego nos lleva a querer ser siempre el protagonista, a querer ser el centro de todos, a adoptar un estilo de comunicación agresivo, a ser un estirado... Hay maneras poco inteligentes de llamar la atención:  ser despectivos, criticar a los demás, instrumentalizarlos, despreciarles, utilizarles...  Nos lo sintetiza muy bien, a mi juicio, Katherine Paterson:“Creo que la madurez real, que la mayoría de nosotros nunca alcanza, es cuando te das cuenta de que no eres el centro del universo.”

 Cuando tenemos un ego equilibrado  nos integramos saludablemente en los distintos contextos  con los que tenemos que lidiar en la vida, adoptamos un estilo de comunicación puramente asertivo, nos respetamos a nosotros mismos y a los demás... 

 Termino con Kant: “Pues los seres que razonan están todos sujetos a la ley según la cual cada uno de ellos nunca debe tratarse a sí mismo y a los demás simplemente como medios, sino siempre y al mismo tiempo como fines en sí”. 

 

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.


En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”


Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.


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Demencia

En la cabeza perdida del anciano, sonaban discursos y aplausos, insultos y alabanzas. Se sentía muy feliz aunque no recordaba nada

MANUEL VICENT

26 MAR 2023 - 05:00 CEST

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El sillón en el que el abuelo permanecía sentado todo el día una buena mañana apareció vacío. Era la primera vez y, como es lógico, en la familia cundió la alarma.” ¿Dónde está el abuelo?”, se preguntaban con angustia unas a otras, su mujer y las hijas. En ese momento este viejo, que había comenzado a perder la cabeza, estaba cruzando con el semáforo en rojo el Paseo de Recoletos. Los coches frenaban en seco con grandes chirridos de neumáticos y desde algunas ventanillas los automovilistas le gritaban: “Abuelo, vuelve a casa, que te van a aplastar”. Ajeno al peligro, el viejo saludaba muy contento con la mano. Su confusión llegó a tal punto que a veces en una gasolinera pedía que le llenaran el depósito de su antigua Harley-Davidson que ya no existía. Caminaba sin destino adonde le llevaban sus zapatos. Entraba y salía de los bares y en las barras, en las terrazas y en los bancos del paseo contaba a la gente sus hazañas de antaño que le valieron algunos premios y medallas, pero no conseguía explicar a qué se debían. Al final de la tarde, cuando la policía ya había sido avisada, el abuelo cayó en un bar de copas cerca del Congreso donde se vio involucrado en una desmadrada despedida de soltero. Por la labia y fantasía que ponía al narrar las batallas de su glorioso pasado, aquel grupo de jóvenes lo declaró padrino de la falsa boda que se iba a celebrar en un elegante prostíbulo situado en una esquina de la plaza de Colón. La juerga duró toda la noche y parte del día siguiente en que al mediodía la policía lo encontró sentado junto al Museo de Cera. Hundido de nuevo en su sillón de orejas, la mujer y las hijas le preguntaban dónde había estado, con quién había pasado la noche. En la cabeza perdida de este anciano, por la parte de la nuca, le sonaban discursos y aplausos, insultos y alabanzas. Lo cierto es que sentía muy feliz. Aunque no recordaba nada.

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