domingo, 26 de febrero de 2023

MADURO O AVINAGRADO





 

 MADURO O AVINAGRADO



“Creo que la madurez real, que la mayoría de nosotros nunca alcanza, es cuando te das cuenta de que no eres el centro del universo.”  Katherine Paterson

 

 Con todos los matices y objeciones que se le puedan poder,  podíamos resumir la vida de Tamames diciendo que nunca ha dejado de pelear, pero,  que constantemente fue cambiando las ideas por las que peleó.

"Cuando llegó la democracia, la frustración y el desencanto le llevaron a recular, huyendo de si mismo al galope a lo largo de todas las ideologías. Al final de la escapada ahora a los 89 años ha decidido degustar el único licor que le faltaba." Manuel Vicent

Muchas de las objeciones tal vez queden eliminadas teniendo en cuenta algo que he escuchado, en algunos de los múltiples cursos a los que asistí a lo largo de mi vida: que si en una frase aparece la conjunción adversativa “pero”, esta actúa en nuestro cerebro como una goma de borrar, eliminando todo lo que la precede, es decir, no cumple su función de nexo  enlazando palabras y oraciones, sino que genera una contraposición entre dos proposiciones.

 

También, en conversaciones coloquiales, he escuchado que con el paso de los años  a los hombres les ocurre igual que a los vinos: unos maduran y otros se avinagran. Esto me llevó a preguntarme, cuando leí la noticia sobre la que hoy escribe su  elocuente columna Manuel Vicent,  y que sigo preguntándome, lo siguiente:

 




¿Desde qué estado de ánimo tomaría la decisión el Sr. Tamames, desde la madurez o desde el avinagramiento?



DECIDIMOS EN FUNCIÓN DE LO QUE INTERPRETAMOS

 


En el vino la causa del avinagramiento es la fermentación acética. En los humanos, según  Almudena Moreno, doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora titular de la Universidad de Valladolid, la causa por la que hay  hombres, que  no llegan a alcanzar la madurez es que  "no tienen referencias de cómo tienen que comportarse en el nuevo código social y cultural; esto se traduce en que asumen roles de “huida” y se refugian en un tiempo o momento vital que no les corresponden".

 

A lo largo que mi trayectoria vital he ido aprendiendo y consolidando que las personas, que yo considero maduras, rechazan con gran  intensidad las “milongas" (“mentiras, embustes, patrañas, trolas, paparruchas, bolas...”). Se  han  librado de muchos condicionamientos sociales hipócritas y manipulativos que llevan a renunciar a la individualidad y convertirse en hombre masa, indiferenciado. Valoran más la calidad y menos la cantidad, siendo más selectivos en los diversos aspectos de la vida, prefiriendo lo poco y bueno que lo mucho y malo. Se encuentran a gusto con personas con determinadas características culturales, intelectuales, motivacionales, etc. Han aprendido a dirigir su propia evolución.

"Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista." Manuel Vicent

Esta última reflexión me lleva, una vez más,  a preguntarme:

 

¿Simpatiza el Sr.Tamames con las milongas de Vox, con sus mentiras y bulos, con su clasismo, con su patriotismo de pandereta, con sus motivaciones políticas,   con su filosofía de vida...?
 




¿Qué mueve al Sr. Tamames a aceptar semejante patraña: el egoismo propio de la juventud, o hacer valiosas aportaciones a los demás, propia de la madurez (me gusta lo que hago porque beneficia a mucha gente: Motivación trascendente)

 

Nos decía Hermann Hesse en su “Elogio de la vejez”:

 “Cuando uno envejece y ha realizado su obra, tiene en su mano el alegrase por la paz de la muerte. No necesita de las personas; las conoce y las ha visto lo suficiente. Lo que necesita es tranquilidad.”

 

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

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 COLUMNA


El precipicio

Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista

 

MANUEL VICENT

26 FEB 2023 - 05:00 CET

En los años 50 del siglo pasado Ramón Tamames era un joven de mandíbula cuadrada, que cada día se escalaba a si mismo por la pared norte con una actividad compulsiva. Estudiaba, escribía libros, pintaba, esculpía, fabricaba muebles, tocaba el órgano, hacía deporte hasta el punto de permitirse el lujo de despeñarse por un precipicio en el que pudo haber terminado su biografía. En la universidad se coronó con premios extraordinarios sin dejar de participar en las luchas estudiantiles que le llevaron a la cárcel. Era un comunista críptico y un cristiano evangélico que iba a la caza del hombre nuevo y confesaba sus pecados de rodillas ante el cura Aguirre, futuro Duque de Alba. Cuando el 9 de abril de 1977 fue legalizado el Partido Comunista Ramón Tamames estaba en la sede recibiendo los primeros abrazos. ¿Cómo un chico de tan buena familia puede ser comunista?, se preguntaban algunas señoras de bien. En cambio, los camaradas se sentían orgullosos de su líder, un rojo homologable a escala europea, rico, inteligente e infatigable al que podían maginar con un campari en la mano. Cuando llegó la democracia, la frustración y el desencanto le llevaron a recular, huyendo de si mismo al galope a lo largo de todas las ideologías. Al final de la escapada ahora a los 89 años ha decidido degustar el único licor que le faltaba. Al grito de ¡la patria me necesita!, tal vez por orgullo intelectual ha aceptado ser el candidato de la extrema derecha en la moción de censura contra el Gobierno socialista. Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista. La tribuna del Congreso es un precipicio muy peligroso en el que este formidable escalador de si mismo podría despeñarse.

https://elpais.com/opinion/2023-02-26/el-precipicio.html

 






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