domingo, 29 de enero de 2023

LA CONDICIÓN HUMANA

 

 


 LA CONDICIÓN HUMANA


“Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger —médico, abogado, artista, hombre de negocios, e incluso mendigo o ladrón— independientemente de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados”.  John Watson


El conductismo, que empieza con Watson y sigue con Skinner,  fue el paradigma dominante de la psicología hasta la década de los 50 del anterior siglo. Fue sustituido, en su primacía de explicación de la realidad,  por el cognitivismo.

 

Si estas interesado y quieres profundizar te invito a leer:

 El mundo como una gran Caja de Skinner

https://neuroforma.blogspot.com/2019/12/el-mundo-como-una-gran-caja-de-skinner.html


Cuando uno pasa por la vida con ciertas inquietudes y alguna sensibilidad, nunca llega a colmar su asombro,   pues, justamente eso es la vida : la capacidad de asombrarse. Quedar maravillados ante una flor que se abre, un gato que te mira y parece entenderte, el sosiego, calma y tranquilidad alcanzada con el ronroneo de un gato en tu regazo y el embrujo de una chimenea encendida...

Pero (el pero funciona a nivel cerebral como una goma de borrar, eliminando todo lo dicho anteriormente) una cosa es el asombro positivo que se manifiestas ante multitud de hechos de la naturaleza, y otra muy distinta, el asombro negativo que experimentamos ante ciertas acciones humanas.  Al igual que con el colesterol también aquí nos encontramos con asombro bueno y asombro malo. El bueno nos nutre, el malo nos mata.

Los beneficios del asombro positivo son múltiples 

Un artículo que publica eldiario.es, nos dice lo siguiente: 


La ciencia del asombro

El estudio más famoso sobre el asombro corresponde a los investigadores Keltner y Haidt, que lo describen como una “percepción de la vastedad”, de ser pequeños frente al Gran Cañón o ante el artista excepcional y, además, la “necesidad de acomodación”, es decir, de ajustar nuestras expectativas y nuestras ideas preconcebidas para poder asimilar la nueva información que está entrando en nuestro cerebro y que creíamos que era imposible.  

El asombro no solo es una adaptación evolutiva útil, que nos permite adaptarnos a nuevos escenarios. También tiene efectos beneficiosos sobre nuestro cerebro. Se ha observado que la experiencia del asombro altera nuestra percepción del tiempo, reduce la impaciencia y nos hace sentir que tenemos más tiempo disponible. También nos conecta con los demás y nos impulsa a ayudar a otras personas y, por último, nos trae al momento presente y aumenta la satisfacción con la vida: https://www.eldiario.es/tumejoryo/sensacion-asombro-inspirarnos-hacernos-mejores-personas_1_9084561.html

La distancia que le gustaría calcular a Manuel Vicent, a mi juicio, podemos cuantificarla, aunque sea subjetivamente, con escalas cualitativas,  en el número de asombros positivos que tenemos en un día normal, dividido por el número de asombros negativos que experimentamos ese mismo día.

Parece que a Camus, el cual ante el dilema de tener que aceptar a Dios o aceptar el mundo, eligió aceptar al segundo, le saldría un ratio favorable: “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.” Aun así fue capaz de entender la apatía más absoluta la cual reflejó a través de Meursault en “El Extranjero”. Si Camus viviera hoy,  le costaría muchos seguir manteniéndose socialmente sin ser “cancelado”,  y no sufrir un linchamiento digital en todo regla,  dado  su elevado ratio de autenticidad (correlación que existe entre lo que se piensa y se dice), lo que le llevó a tener grandes controversias con Sartre empezando por su  “el infierno son los otros” y terminando con la idea de que los fines no justifican cualquier medio para conseguirlos, a pesar de que Sartre era el referente intelectual de la época.  

 Las paradojas a las que nos lleva nuestra “condición humana”, oscilan al igual que el péndulo. Fuimos capaces de construir ideas y cosas grandiosas, pero, también, caímos en las barbaries más desoladoras. No hace falta poner ejemplos. Basta conocer un poco la historia para que nos vengan a la memoria de golpe un motón de ambas.

 

 

Si estas interesado y quieres profundizar te invito a leer:

 

LA ACTUALIDAD DE LA BANALIDAD DEL MAL

 https://neuroforma.blogspot.com/2020/06/la-actualidad-de-la-banalidad-del-mal.html

 





¿Tenemos una respuesta a la controvertida naturaleza humana?






Lo dado  y lo adquirido

La respuesta a la pregunta de arriba está en los genes y en el ambiente y también entre el determinismo y el libre albedrío.

A mí, desde un punto de vista pragmático,  me gusta definir la libertad como el número de opciones que una persona tiene ante una determinada situación. Decimos en el coaching que si no tienes ninguna opción estas muerto; si solo tienes una opción eres un esclavo; si tienes dos estás ante un dilema, lo cual llevamos mal los humanos. Tendríamos que ser capaces de construir, ante cualquier situación que se nos presente, 3, 4 o 5 opciones para movernos en la vida con un grado de libertad funcional y operativo.

Por lo que respecta a nuestra propia construcción podemos sintetizar lo que sabemos de la ciencia de esta forma: 

un 80 % de las personas, tienen un 25% de influencia de  lo dado (genes, no modificables) y un 25 % de influencia de la educación temprana no modificable (lo adquirido). Le quedaría, por lo tanto,  un 50% de espacio de libertad para tomar decisiones propias y construirse a su medida.

Al 20% restante de personas les sucede que debido a las condiciones de sus genes,   o a su anómala educación temprana, le disminuye  su grado de libertad, por lo que este ya no llega al 50%.

¿Está la construcción de nosotros mismos bajo “nuestro propio poder personal”?

 

Si estas interesado y quieres profundizar te invito a leer:

CADA UNO SE HACE ASÍ MISMO

https://draft.blogger.com/blog/posts/2964713666956404174

 

El comportamiento social es enteramente explicable por el entorno social en el que son educadas las personas. Necesitamos una educación y formación integral. 


El calificativo “Integral” hace referencia a que abarca la totalidad del ser humano y sus diferentes dimensiones: ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa, estética, corporal, socio-política…   Lo podemos resumir así:  

 No solamente hay que formar a las personas para el trabajo, sino para la vida. 

 Si estás interesado en el tema te invito a ver el siguiente  video:

 

Vídeo: Decálogo de Auto Gestión:
https://www.facebook.com/JulioIglesiasRo/videos/452197862257656/

 

 


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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

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 Un sueño feliz

Tal vez la percepción que nos dan hoy los telediarios es que entre el bien y el mal, entre la belleza y el horror no existe distancia alguna

 

MANUEL VICENT

29 ENE 2023 - 05:00 CET

 

Si se pudiera medir me gustaría saber la distancia que existe entre la Primavera de Botticelli y el campo de exterminio de Auschwitz 1, entre la Novena Sinfonía de Beethoven y la bomba atómica sobre Hiroshima, entre Jack el Destripador y san Francisco de Asís, entre los versos de Petrarca y el dictador Stalin, entre un violín stradivarius tocado por Yehudi Menuhin y un carro de combate Leopard que vomita fuego contra el enemigo. Aunque Albert Camus creía que, pese a todo, en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio, a estas alturas de la historia no está claro si el ser humano es ya un animal doméstico o tiene todavía a medio cocer sus instintos más salvajes. Tal vez la percepción que nos dan hoy los telediarios es que entre el bien y el mal, entre la belleza y el horror, no existe distancia alguna. La cultura como una forma de represión no ha llegado a las entrañas del primate. Se puede ser un violador y haber leído a Platón. En medio de este clima de deterioro moral la otra noche tuve un sueño feliz. Soñé que la humanidad entera había asistido al concierto almibarado de Año Nuevo que la orquesta filarmónica de Viena celebra en la bombonera de Musikverein en cuyo ámbito milagrosamente cabían todos, ricos y pobres, sabios y analfabetos, creyentes y ateos, asesinos, violadores, pacifistas, halcones, místicos y fabricantes de armas, unidos a la gente común de todas las razas. Al final del concierto, los miles de millones, que conforman la humanidad, fueron sometidos a la imperiosa batuta de un director exquisito que los hizo aplaudir la Marcha Radetzky, como monos amaestrados, ahora lento, ahora rápido, ahora fuerte, ahora piano. Por un momento creí que la humanidad había sido domesticada, pero terminado el concierto todo fue lo mismo de siempre. Los misiles caían sobre los hospitales mientras seguían sonando los valses de Strauss.

https://elpais.com/opinion/2023-01-29/un-sueno-feliz.html

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