domingo, 11 de septiembre de 2022

LOS MAYORES 10: Recuerdos lejanos

 


RECUERDOS LEJANOS

 

 “Archivo de lo pasado, lucimiento del presente y único consuelo de la vejez, la memoria es el don más preciado y maravilloso de la vida. Por algo los griegos la divinizaron con el nombre de Mnemosina, madre de las musas”

Santiago Ramón y Cajal

 

 

Fui por primera vez consciente de la permanente belleza de  la vegetación   de mi Galicia natal, cuando el azar del sorteo me envió a hacer la mili en el Sahara. Desde un destartalado y sucio cuartel madrileño, de madrugada nos subieron a un avión militar y nos condujeron hasta el Aaiún y de allí, en camiones,  a la Playa de Aaiún para hacer el campamento. Todo era arena, no se veía vegetación alguna. El contraste entre el paisaje de Galicia y la desolación de las arenas del desierto, unido al desafío que suponía hacer la mili,  hizo aflorar en mí el primer episodio de morriña.

Pasado el periodo de 14 meses me licenciaron. Viajé  desde el Aiún a Madrid en un avión comercial con uniforme del ejército. Una azafata  nos asignó a los  cinco militares un asiento  tocándome a mí, por azar,  uno en la clase business, en el que pude disfrutar, a medias,  de un maravilloso y distinguido menú, después de un sofisticado aperitivo. Mis expectativas se centraban en llegar pronto a Galicia para contemplar su verdor.

De Madrid a Orense en tren. Recuerdo la ansiedad que sentí porque este entrara en Galicia para empezar a contemplar su vegetación.

Nunca pensé que el paisaje de  Galicia, algún día,  pudiera, convertirse en negras cenizas. 

Recurriré, buscando consuelo,  al poema de William Wordsworth tratando de recordar el esplendor de la hierba."Aunque nada puede hacer volver la hora / del esplendor en la hierba, de la gloria en flor."   https://es.wikipedia.org/wiki/William_Wordsworth

Conservamos nuestra personalidad a través del recuerdo (pasado)  haciendo que lo vivido permanezca y una el pasado con el presente. No sólo eso, también  engrandece nuestra percepción actual asociando lecciones aprendidas del pasado con  la percepción actual, enriqueciéndola. Sobre la importancia de conocer el pasado, que no es lo que  ya pasó, sino lo que quedó conformando el presente actual, podemos dar muchas razones, pero para mí, la principal,  es la de que no se puede entender el presente si no se conoce y asume el pasado: el tiempo que pasó y las cosas que en el sucedieron, ayudan a comprender y vivir, de forma más plena y equilibrada,  en el presente. Y no olvidemos que el futuro se construye desde  el presente.

 "Lo que está oculto antes de que sea visible tangible, permitiéndonos adaptar las reacciones a todo lo alejado en el tiempo y el espacio, y usar, por tanto, en la lucha contra las cosas de precaución y previsión" Hermann Ebbinghaus

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas")

 'Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa'.

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

COLUMNA

OPINIÓN

i

Cenizas

Un día volveremos a ver la gloria entre las flores del valle de la Marina, aunque ahora apenas se pueda distinguir bajo el resplandor del fuego

 

 

MANUEL VICENT

11 SEPT 2022 - 05:00 CEST

En ese valle los almendros florecían ya con el sol de enero; a continuación, llegaba la helada y a veces su arriesgada gloria quedaba en nada. La cosecha se perdía. Durante muchos años los amigos subíamos al valle de Ebo de la Marina para contemplar aquella proeza suicida. Una compañera de excursión, la más sabia, que ya pervive en el estanque dorado de la memoria, iba dando nombre autóctono a cada planta silvestre que encontrábamos en el camino; añadía las propiedades benéficas de cada una y también nos alertaba si alguna era venenosa, que solía ser la que echaba las flores más bonitas. Luego entre marzo y abril en ese valle florecían los cerezos y algunos de nosotros, sin ser japoneses, también celebrábamos el milagro de su frágil belleza tan fugaz. Ahora en la terraza del bareto junto al mar caían algunas cenizas de un incendio que estaba convirtiendo en una inmensa carbonera toda la gloria de ese valle en el que durante tantos años nuestra juventud se midió frente a sus tortuosos y perfumados senderos. En alguno de sus barrancos y acantilados habrían quedado los ecos de nuestras voces, que también se estarían quemando. Desde la orilla del mar de Denia se veía el cordón de fuego que siluetea el perfil de varias montañas cuyo resplandor no era muy distinto del de tantos crepúsculos que había contemplado desde este mismo lugar. De regreso a la ciudad, después del verano, pienso en el poema de William Wordsworth en que recomienda no afligirse por la belleza perdida porque los tiempos de esplendor en la hierba siempre quedarán en el recuerdo. En la terraza del bar, un niño sentado a mi lado lloraba al ver aquel incendio. No llores —le dije— porque un día volverás a ver de nuevo la gloria entre las flores del valle de la Marina, aunque ahora apenas se pueda distinguir el resplandor de esta hermosa puesta de sol del que procede del fuego de ese infierno.

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ODA: INSINUACIONES DE INMORTALIDAD DE TEMPRANA INFANCIA

IX

¡Júbilo! ¡En tus rescoldos

todavía hay algo que vide,

y la naturaleza aún recuerda

aquello que fue tan fugitivo!

Pensar en nuestros años pasados despierta en mí

una bendición perpetua: que no se dirige

hacia lo más digno de veneración:

el regocijo y la libertad, el credo simple

de la infancia, cuando se mueve o descansa,

con la esperanza recién desplegada todavía agitándose en su pecho:

no es por todo esto que yo elevo

mi canto de agradecimiento y alabanza;

sino por esas obstinadas interrogaciones

sobre el sentido y las cosas fuera de nuestro alcance,

porque lo que se desprende de nosotros, se desvanece;

por los miedos confusos de una criatura

que se desplaza por mundos que todavía no se han realizado,

instintos elevados ante los cuales

temblaba nuestra naturaleza mortal

culpable, sorprendida;

por esos primeros efectos,

esos recuerdos imprecisos

que, fuesen lo que fuesen,

no han dejado de ser la fuente de luz de nuestros días,

la luz maestra de cuanto alcanzamos a ver;

que nos sostiene y acoge, y tiene poder suficiente para

convertir nuestros ruidosos años en instantes del ser

del silencio eterno; verdades que despiertan

para no morir nunca;

¡que ni la apatía, ni los esfuerzos excesivos,

ni el hombre ni el muchacho,

ni todo cuanto está enemistado con la alegría

puedan suprimirlo ni destruirlo por completo!

Que durante las estaciones de clima más sosegado

aunque estemos alejados, tierra adentro

tengan nuestras almas una visión de ese mar inmortal

que nos trajo hasta aquí,

puedan en un instante viajar allá,

y ver a los niños jugar cerca de la orilla,

y oír a las poderosas aguas correr eternamente.

* William Wordsworth (1770-1850). Poema recogido en el libro La abadía de Tintern (editorial Lumen), que recoge una selección de algunos de los mejores poemas breves y menos difundidos, y ahora editados por Lumen en una nueva traducción a cargo de Gonzalo Torné.




 

 

sábado, 3 de septiembre de 2022

LOS MAYORES 9: el colectivo más discriminado

 




LOS MAYORES 9: el colectivo más discriminado


Entendiendo el contexto

El hecho de pertenecer a un grupo da lugar a que los demás nos perciban de una manera determinada y a un trato diferenciado por parte de estos. La percepción que tenemos de los grupos a los que no pertenecemos, y que es la que origina este trato diferenciado, la sustentamos, en muchas ocasiones,  en prejuicios y estereotipos que nos llevan a tratarlos de forma discriminatoria. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar -estereotipos-, sentir -prejuicios- y actuar -discriminación- con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad. El edadismo  está muy extendido en toda la población del planeta tierra, pues se aplica tanto a las mujeres como a los hombres si bien es verdad que con mucha  más intensidad a las mujeres.

Hay toda una retahíla de -¿insultos?- añadidos que componen el estereotipo con que muchas personas perciben a los pertenecientes a la población de los mayores: carcamal, añejo,  senil, caduco, decrépito, vejestorio, carroza, nonagenario, octogenario, ochentón, chocho, matusalén, añoso, arcaico, asilado,  caduco, veterano, vetusto, envejecido, longevo, senil, setentón, vejestorio… 

Es la forma más sibilina de condicionar  e impedir a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante que es el objetivo que me guía a la hora de escribir esta segunda tanda de artículos sobre los mayores.

 

La utilización de las palabras tiene connotaciones. El lenguaje tiene un significado que sobrepasa al significado literal de las palabras. Con la connotación añadimos, a la palabra o a la frase, un significado diferente al suyo propio. Así, por ejemplo, muchas personas hacen un uso extenso de las connotaciones peyorativas. Valga como ejemplo, ajustado a lo que estamos tratando hoy,   el siguiente: “A la vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir”.

 

Lo grave de todo esto, es que en contra de lo que pensábamos antes,  de que los humanos como seres lingüísticos utilizábamos el lenguaje de forma pasiva para describir la realidad, para hablar sobre las cosas, para describir el mundo exterior que percibimos y expresar lo que pensamos y sentimos en nuestro mundo interior, hoy en día al lenguaje se le atribuye una función generativa, es decir, el lenguaje hace que sucedan cosas.

 

"El lenguaje, por lo tanto, no solo nos permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje, postulamos, genera ser”. [1]

 La cosa no acaba aquí. Debemos tener en cuenta que “lo social”, lo construimos los humanos a través del lenguaje, que todo hecho social es un fenómeno lingüístico.La manipulación mediática del lenguaje no solo se manifiesta en el neo lenguaje orwelliano.[2]

Si quieres profundizar en este tema te invito a leer y reflexionar:

 LA CORROSIÓN  DEL LENGUAJE

https://neuroforma.blogspot.com/2017/01/la-corrosion-lenguaje-sinconciencia.html


Desarrollo del artículo

“En la naturaleza no hay ni vejez ni decrepitud: solo hay plenitud o muerte. Una gacela que no sea capaz de correr a 95 Km por hora, si solo es capaz de ir a 90, su primer depredador del que escape le produce la muerte. Nadie llega a viejo salvo las especies domesticadas, entre ellas los humanos”. [2]

 La afirmación de arriba la hace, en el libro que menciono abajo en las referencias bibliográficas, Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología. El otro autor del libro, Juan José Millás,  le pregunta:                                                                                                              - ¿La decrepitud asociada a la vejez es un producto de la cultura?                                            - Tú verás, le responde Arsuaga

La gacela de la que nos habla Arsuaga se juega la vida. El constructo social y cultural que las personas de nuestra época actual  se han formado sobre la vejez, considerándola como decadencia,  decrepitud y humanos inservibles, es la forma más sibilina de condicionar  e impedir a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante que es el objetivo que me guía a la hora de escribir esta segunda tanda de artículos sobre los mayores. Los epítetos que menciono más arriba, en el apartado de entendiendo el contexto, son potentes fuerzas que derriban la autoestima que cualquier persona. La percepción social de los viejos como seres debilitados cognitivamente – yo-  y físicamente – cuerpo- es un atentado a  su  autoestima,  la cual opera directamente sobre un potente término de la Psicología – “Indefensión aprendida”- y a su vez sobre otro dramático término de la sociología  -“Anticipación social de la muerte”-. Hacer una idea falsa de la vejez compuesta a través de prejuicios y estereotipos es una agresión a la identidad social de los viejos. No todos los viejos son vulnerables, dependientes, inútiles, etc. Todo ello conduce a que muchos que aún no llegaron a la vejez ya empiecen e tenerle miedo a esta. La gerontofobia  está más extendida de lo que creemos.

“La gerontofobia puede llegar a ser un mal de nuestra sociedad. El notable aumento de expectativa de vida no ha eliminado el miedo a envejecer. El rechazo a los ancianos y que no se implementen políticas específicas para ellos, no contribuye a la normalización de un hecho inevitable como es el de hacerse viejo. El miedo a envejecer uno mismo puede llevar al rechazo de los que ya son viejos. La gerontofobia es una reacción irracional que puede llevar a  actitudes poco éticas con las personas mayores, al desprecio e incluso al maltrato o agresión”. [4]



 Un  dramático  caso de Discriminación de los mayores   

 “A mediados de marzo de 2020, los mayores quedaron atrapados en las residencias. El coronavirus comienza a aniquilarlos por miles, pero no hay espacio para ellos en los hospitales de Madrid porque las autoridades han recomendado a los médicos reservar las camas para el resto de la población. En una pequeña sala de un hospital a las afueras un grupo de médicos piensa que esta decisión es horrible y prepara una respuesta. Este relato periodístico indaga en el dolor de los afectados y muestra, con material inédito, la actuación de los políticos que estaban al mando durante aquellos días”

https://elpais.com/especiales/2021/covid-19-en-las-residencias-de-ancianos/

Puedes escucharlo  también en tu móvil aquí: Podium Podcast - Apple Podcast - Google Podcast - Spotify - Youtube - RSS

 Sin la  ética del cuidado volvemos a las cavernas

La ética del cuidado, del cuidado de uno mismo, autocuidado, y del cuidado de los demás,  se fundamenta en la responsabilidad. La  responsabilidad se fundamenta en el concepto de libertad, la cual nos proporciona  la posibilidad de elegir hacerse cargo del resultado de nuestras decisiones tomadas, acciones llevadas a cabo y de las consecuencias que se derivan de las mismas.

 Vivimos en una sociedad en la que somos interdependientes:                                          yo dependo de ti y tú dependes de mí.

La ética del cuidado va más allá del “toma y daca” en el que tenemos basado,  por ejemplo,  el pilar de la Equidad: “tanto me más,  tanto de doy”; el intercambio no está determinado por lo que alguien dio, sino por lo que alguien necesita en una situación determinada y en el  deber  universal.

“Hace unos días escuché, en un podcast, lo siguiente: “Limpiar un culo es la actividad más ingrata del mundo”. Y lo peor no es de quien venía semejante afirmación (y el hecho de que tenga miles de seguidores), sino el contenido de la misma.

Lo que para algunos es “limpiar un culo”, para otros es una tarea más de nuestro trabajo. Y esto no lo escribo porque sea enfermera. Lo escribo porque no se trata de “limpiar un culo”, señores. Es tener un poco de humanidad. Se trata de cuidar, de dar confort al otro, de ser las manos y los ojos del que no puede. Porque a todos nos gustaría que cuidasen de nosotros. ¿O no es así? ¿Qué valores estamos dejando? Mis abuelos cuidaron de sus padres, hasta el final. He visto a mis padres cuidar de los suyos, también hasta el final. Y me asusta pensar que el “cuidar” esté pasando de moda. Sólo espero que a aquellos que opinan que “limpiar un culo” es ingrato, nunca se lo tengan que limpiar.”

Judit Caballero Linares [5]




Para cumplir con el objetivo que me he marcado en  esta segunda tanda de artículos sobre los mayores voy acabar con lo siguiente:

Un gratificante  ejemplo de optimismo funcional:

 


Tenemos  magníficos  ejemplos en el día a día, debido a la pandemia del coronavirus. Ejemplos de cómo nos cuidamos de nosotros mismos respetando las normas de confinamiento que los profesionales de la salud nos marcan. Ejemplos de cómo cuidamos de los demás respetando las distancias, etc., para no infectarlos. Ejemplo paradigmático de cuidado de los demás que nos han  dado todos los profesionales de la salud haciendo durante días y noches  un sobreesfuerzo con total entrega y dedicación.


Si quieres profundizar en este tema te invito a leer y, sobre todo, reflexionar:

El pilar del  CUIDADO

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/3037712878605047999

“La visión del mundo en 2022, proceda de un nonagenario o de un veinteañero , es en cualquier caso una información fugaz puesto que en muy poco tiempo se han de ver las cosas de otra manera. Pero eso no tiene importancia porque aquí no se quiere describir el mundo “como es” sino dar cuenta de “como es visto” y esto es un dato histórico que identifica a una generación”[6]


HERRAMIENTAS PARA EL DESARROLLO DEL OPTIMISMO FUNCIONAL: 



1. Mirando hacia atrás: Sitúate en una edad de 90 años. Mira hacia atrás 

¿Qué cambiarías?

 ¿Qué harías que no hiciste?

 ¿Qué no harías que hiciste?

¿Cómo entenderías a esa edad lo que es vivir? 

¿Le encuentras sentido  a tu vida?



Tal vez eches de menos no haber puesto más en juego tus recursos personales y haberte arriesgado más.

2. Mirando hacia delante: 

Después del ejercicio anterior, piensa en lo que vas a hacer para que cuando llegues a los 90 años, no te arrepientas.


  

 

 

Referencias Bibliográficas

[1Echeverría, Rafael.: Ontología del lenguaje. Buenos Aires, Granice, 2006

[2] (Toledano Buendía, S. (2006). La neo lengua de Orwell en la prensa actual. La literatura profetiza la manipulación mediática del lenguaje. Revista Latina de Comunicación Social, 62. http://www.ull.es/publicaciones/latina/200601toledano.htm

[3] Millás, JJ y Arsuaga.: “La muerte contada por un sapiens  a un neandertal”, Penguín Random House Grupo Editorial., 2022, p. 47

[4] https://www.inforesidencias.com/contenidos/noticias/nacional/la-gerontofobia-puede-llegar-a-ser-un-mal-de-nuestra-sociedad#:~:text=El%20miedo%20a%20envejecer%20uno,incluso%20al%20maltrato%20o%20agresi%C3%B3n.

[5]https://elpais.com/opinion/2022-08-29/tener-un-poco-de-humanidad.html?fbclid=IwAR1Sn4pLWW9U4T1IULGKb87omzbgBG6GshALICj64Nw5OCdIS44tKbaWJDU

[6] Nieto, A.: “El mundo visto a los 90 años”, Editorial Comares., 2022


 

viernes, 26 de agosto de 2022

LOS MAYORES 8: Su lugar en la sociedad actual

 


LOS MAYORES 8: Su lugar en la sociedad actual

 

 

Entendiendo el contexto

La población de los viejos –sin eufemismos, del tipo tercera edad, etc. – en principio es un tema que interesa a todos, a los que ya lo son y  a los que todavía les faltan  muchos años para llegar.  Bien es cierto que este interés es muy variado y son muy variopintos los motivos que conducen al mismo. Un ejemplo paradigmático es el de las pensiones, que como todos sabemos,  se las ganaron los viejos, a los que llamamos pensionistas,  como derecho,  después de cumplir sus deberes: cotizando durante años y años - muchos más de cuarenta-  un importe determinado, dando como resultados final un importe a cobrar de pensión en función de los años cotizados y del importe mensual aportado. Es justamente esto lo que determina que unos cobren más y otros cobren menos de pensión.En las sociedades civilizadas, los derechos se apoyan en la columna de los deberes; nada que no esté equilibrado con un deber previo, puede declararse como un derecho.

 

Nada más lejos de mi ánimo que caer en una visión pesimista del envejecimiento. También es cierto, que tampoco me gusta el que en su día llamé el ‘optimismo de pandereta’. Si eres lector de este blog,  tienes muy claro los beneficios del optimismo funcional, y los graves perjuicios del optimismo bobalicón, extravagante, de pandereta, sin sentido,  de los  que creen que  este mundo es una jauja que según define  la RAE  “Lugar o situación imaginarios donde reina la prosperidad y la abundancia.” Parece que vienen tiempos que nos demostrarán que no lo es, por mucha imaginación que se le eche al asunto.

Tenemos el reto de enseñar a nuestros hijos y nietos cómo se vive una vejez activa  y gratificante, para que cuando ellos lleguen a la misma, la afronten con una sana autoestima e impidan que los agrupen en un “almacén de viejos” haciéndoles creer que son decrépitos e inservibles.

                                 LOS MAYORES 7: ¿Cómo nos llevamos con el que somos?

https://neuroforma.blogspot.com/2022/08/los-mayores-7-como-nos-llevamos-con-el.html



 

Desarrollo del artículo

 

“Hacia finales de año, tuve que renovar el DNI y me dieron uno que caducaba en el año 9999. Cuando hice indagaciones, porque creí que se trataba de un error, me dijeron que una vez cumplidos los setenta te dan un carné para el resto de la vida. Salí de la comisaría, pues, con una tarjeta que certificaba mi identidad para siempre, que venía a  ser lo mismo que certificarla para nunca. Significaba que el Estado me daba por amortizado, por muerto.”   Juan José Millás[1]


 

La psicología nos dice que todos tenemos una Identidad Personal, es decir, una serie de rasgos y características propias de cada persona. También,  todos tenemos una Identidad Social, la cual nos define en función de los grupos a los que pertenecemos. Para la sociología  es la identidad la que nos lleva a la comprensión de quienes somos y quienes son los demás y, también,  a la comprensión que los otros tienen de sí mismos y de los demás individuos, incluidos nosotros. 

La sociología también nos ubica en una determinada Generación: “conjunto de personas que, por haber nacido en el mismo período histórico, recibieron estímulos culturales y sociales similares y, por lo tanto, comparten gustos, comportamientos e intereses”. Las experiencias que han vivido al moverse en contextos similares desde el punto de vista personal, social, e histórico, les ha llevado a adoptar un estilo de vida y  unos comportamientos similares. El contexto histórico y sociocultural que han vivido le otorga a cada generación unas características propias.

                   LOS MAYORES 3.REFLEXIONES SOBRE LA EDAD                       

    https://neuroforma.blogspot.com/2018/03/los-mayores-3.html

Un buen ejemplo es la Baby boomer. Los múltiples y variados relatos apocalípticos, con los que múltiples y variados actores e instituciones están, permanentemente,  acosando a los pensionistas,  señalan  como culpables a la Generación del Baby boomer

LOS MAYORES 2. LA PESADILLA DE LAS PENSIONES

https://neuroforma.blogspot.com/2018/03/la-pesadilla-de-las-pensiones-opiniones.html

Hay una considerable relación entre la Identidad social y la Autoestima, ya que esta depende mucho de la valoración de las personas que nos rodean; nos miramos a nosotros en el espejo de la cara de los demás y en función de lo que percibimos referido a  señales de afecto o rechazo, así nos sube o baja la autoestima. La autoestima tiene que ver con cómo las personas se sienten a sí mismas. El cómo se sientan, bien o mal, condicionará en buena medida su comportamiento. 



El hecho de pertenecer a un grupo da lugar a que los demás nos perciban de una manera determinada y a un trato diferenciado por parte de estos. La percepción que tenemos de los grupos a los que no pertenecemos, y que es la que origina este trato diferenciado, la sustentamos, en muchas ocasiones,  en prejuicios y estereotipos que nos llevan a tratarlos de forma discriminatoria. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.

Dedicaremos  un artículo al edadismo el cual  está muy extendido en toda la población del planeta tierra - desarrollaremos varios y dramáticos casos que se dieron recientemente-  y condiciona mucho el que los mayores puedan  vivir una vejez activa  y gratificante. 

  

Subir y bajar 

"La vida va descendiendo imperceptiblemente a modo de rampa; pero al llegar  la vejez la figura es una escalera: cada año es un escalón que se hunde bruscamente. No es que en la vejez los años cuenten más sino que cuando los años cuentas más – cuando se desciende en escalera y no en rampa- es señal de que se ha entrado en la vejez.”      Alejandro Nieto[2] 

                                                                                         

Tengo que confesar que me encuentro ante un peliagudo dilema. Por un lado, declaro en  el primer artículo de esta  segunda tanda –Mayores 7- que nada más lejos de mi ánimo que caer en una visión pesimista del envejecimiento. Por otro lado escapo del optimismo de pandereta  y aspiro al optimismo funcional.

Para más inri sostengo que a determinada edad debemos buscar, sobre todo, la autenticidad, aparcando la hipocresía.  Por  si conjugar todo esto fuera poco, también sostengo que no me gustaría distorsionar la realidad a la hora de vivir la etapa de la ancianidad.


¿Cómo conjugar todo esto?

Empecé el artículo anterior con la  “enantiodromia” de Jung: una primera etapa de caminar hacia adelante con fortaleza, seguida de una segunda en la cual seguimos caminando hacia adelante pero ya no con fortaleza sino “que ya no denota un aumento, sino un decremento, en fortaleza.” 


¿Cómo la catalogarías tú, como optimista o cómo pesimista?

También hablo en el mismo artículo del juego de los opuestos - todo lo que es pasa a su contrario -  del filósofo presocrático Heráclito de Éfeso: “De vida nace muerte, de muerte vida, de juventud vejez, de vejez juventud, de vigilia sueño y de sueño vigilia, la corriente del engendrar y el perecer no se detiene nunca.” 

¿Cómo la catalogarías tú, como optimista o cómo pesimista?

Sea cual sea tu apreciación con respeto a la escala Pesimista – Optimista, a mi juicio ambas sintetizan bien la idea que muchas personas tienen acerca del ciclo vital de los humanos. Durante  el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la muerte de una persona  tiene lugar un complejo proceso de desarrollo físico- cuerpo-, psicológico e intelectual- yo inmaterial, invisible e impalpable al que se le llama de muy diversas formas: yo, ego, conciencia, mente,  los creyentes: alma, espíritu, etc. -     que consta de etapas y rasgos bien definidos. En función de la etapa en que nos encontremos, percibimos muchas cosas de forma muy diferente. Así, por ejemplo,  todos cumplimos años, pero no todos lo percibimos lo mismo. La edad se mueve en dos mundos muy diferentes en los humanos: en el mundo inconsciente y en el mundo consciente. No nos preocupa ni nos acordamos apenas de ella cuando somos jóvenes. Lo que si es cierto, con carácter general, es que a partir de un determinado momento, que varía en función de cada cultura y persona, somos más conscientes de los años que cumplimos, de la edad que tenemos y de la rapidez con la que se esfuman los días. En una película, cuyo título no recuerdo, una madre decía a su hija: “Tu reloj biológico debe de ser digital, porque no oyes su tic tac”. Ya sabemos que el tiempo es el recurso más democrático y  valioso  que existe. Para todos,  la hora tiene 60 minutos y que cada minuto tiene 60 segundos. Pero, también sabemos, que llegados a determinada edad, el tiempo no corre para todos a la  misma velocidad, ni nos permite, tampoco, abordar las mismas metas y  proyectos.  

 Aporto, abajo,  una herramienta para los Pesioptimistas,  cuya filosofía de vida la fundamentan a partir de lo probable y lo improbable. 

 


 Al igual que en el anterior artículo, para escapar del dramatismo recurro de nuevo a mi admirado Manuel Vicent- todos los domingos comento su columna que publica en El País-. Recurro a la columna que publicó el 2022-02-13 y que tituló "Pasa la vida" y que  cumple, un domingo más,  con sus propias normas  - “Una columna de periódico debe ser el reloj de arena que filtre la memoria de ese deseo que el lector sentirá mañana.”-   y sintetiza de forma precisa,  a través de 367 palabras, nuestro transcurrir desde que nacenos hasta que nos vayamos definitivamente del planeta tierra.

Siempre nos quedará la certeza científica de que  nuestros átomos seguirán pululando por algún punto del universo. 

Entendiendo por "certeza científica"que lo propio del hombre es buscar la verdad, no poseerla. Por eso la ciencia llega a verdades no definitivas sino provisionales.  Tiene la capacidad,  y a su vez la humildad,  de sostener sobre algo lo siguiente: con los conocimientos científicos que tenemos al día de hoy, podemos sostener que esto es…  

 


COLUMNA

Pasa la vida

https://elpais.com/opinion/2022-02-13/pasa-la-vida.html

 

La infancia dura hasta los cuatro años, la niñez hasta los 12, la adolescencia hasta los 17, la juventud hasta los 35, la madurez hasta los 50. Desde la cumbre del medio siglo cuya subida suele ser muy abrupta e insegura, ya se divisa el valle con una senda de bajada, que se pierde en el horizonte. A esa edad los sueños juveniles o bien se han realizado o se han desvanecido. Llegado a estas alturas, la vida ya te ha mostrado sus cartas. Has venido a este mundo a mandar o a obedecer. Serás un vencedor o un derrotado. Antiguamente se vivía tan poco que a uno no le daba tiempo a cambiar de pareja, ni de ideología ni de carácter, por eso entonces las personas parecían ser todas de una sola pieza. En cambio, hoy a los 50 años se puede emprender una nueva vida que te permita seguir soñando. La gente se divorcia, tiene más hijos, la brega diaria continua, pero unos juegan bien los dados y otros se quedan para siempre al borde del camino. Durante la bajada por el valle la edad pasa por distintas fases. A los 60 años ya eres mayor de verdad, a los 75 empiezas a agradecer que te digan que pareces más joven, que el tiempo no pasa para ti. Por fortuna, a partir de los 80 ya no se cumplen años, solo se cumple salud o enfermedad. Se es viejo si uno se rinde y se entrega a la melancolía, a la cólera o al silencio. Hay viejos melancólicos que solo piensan en el pasado, viejos cabreados que se avergüenzan de sus antiguos ideales porque los confunden con la ruina de su rostro reflejada en el espejo, viejos que se sientan en la última vuelta del sendero con la mirada perdida y callan. En el valle que se divisaba desde la cumbre efímera de la juventud, en estos días de febrero están en flor los almendros. Su floración solo dura unos días, lo suficiente para recordar que a lo largo de la vida ha habido instantes de felicidad por los que ha merecido la pena vivirla.

¿Cómo la catalogarías tú: como optimista, cómo pesimista, o tal vez como realista? 


Quiero terminar con dos frases que me enviaron dos amigos después de haber  leído el anterior artículo:

“Vive como quieras y disfruta como puedas” Tocho

“Vive como puedas y disfruta lo mejor de lo que dispones” Sindo

 


 

Referencias Bibliográficas

[1] Millás, JJ y Arsuaga.: “La muerte contada por un sapiens  a un neandertal”, Penguín Random House Grupo Editorial., 2022, p. 28

[2] Nieto, A.: “El mundo visto a los 90 años”, Editorial Comares., 2022, p.3