POMPA Y BOATO en tiempos de PENURIA
"Majestad, no permitáis que la adulación entre en vuestra casa." Homilía en la Coronación de S.M. el Rey Juan Carlos I Pronunciada por cardenal Tarancón
La columna que todos los domingos escribe Manuel Vicent en El País, y que yo copio más abajo, la titula “Incontinencia en el funeral”. Normalmente la comento el domingo mismo, que en este caso debería de haber sido el 25-09-2022. Lo hago hoy con dos días de retraso. (El domingo no estaba inspirado y me di cuenta de que Cela no tenía razón diciendo que dependía del culo, es decir, de estar mucho tiempo sentado tratando de sacar el escrito adelante).
A mi juicio es todo un despropósito exhibir, sin ningún
rubor, tanta pompa y boato, durante
tanto tiempo, en una sociedad en la cual muchos ciudadanos se ven
obligados a privarse de las cosas más necesarias para vivir, por mucha
necesidad política que haya de someter a una “hipnosis colectiva” a esos mismos
ciudadanos privamos de lo más elemental.
En cuanto al acto en sí mismo del funeral de Estado de
la reina Isabel II de Inglaterra, lo resume muy bien Manuel Vicent con el título que creó para su columna que estamos comentando: Incontinencia en el funeral.
En el siglo XVIII, desde la filosofía y la teología, se explicaba la existencia de Dios mediante
una analogía, equiparando la maquinaria
de un reloj a la maquinaria del mundo. Si un reloj no apareció sin más en la
naturaleza y necesitó de un creador que lo fabricara, dada la
complejidad del universo, solamente pudo crearlo un relojero que no pudo ser
otro que Dios. Tuvo que aparecer Darwin, con su teoría de la selección
natural, para demostrar que la
naturaleza se ha hecho a sí misma, sin necesidad de la intervención de ningún
relojero.
La incontinencia verbal del arzobispo de Canterbury, invocando “al coro de ángeles para
que se llevaran al cielo el alma de la finada” y prometiendo “la vida eterna a todos los asistentes,” sin duda es un claro síntoma de verborragia.
Predicar desde un enfoque teológico que argumenta a partir de verdades
absolutas y que se sustenta en la fe religiosa, nada tiene que ver con las
‘verdades provisionales’ de la ciencia sostenidas en la experimentación. Tal
vez los selectos asistentes al acto, muchos de los cuales pasarán a formar
parte de los libros de la historia, quedarían mucho más satisfechos y
convencidos si el arzobispo les predicara que una forma de seguir vivos, conquistando
la inmortalidad, es a través de ser
recordados en la memoria de otros. Muchos de los asistentes, sin duda aspiraron
y les motivó mucho a lo largo de su trayectoria vital, el saber que entrarían en la historia de la
humanidad y serían por largo tiempo
recordados, aunque la mayoría de tales recuerdos no fueran muy gratificantes
respecto a su paso por este mundo.
Sin duda la experiencia y sabiduría eclesiástica del arzobispo de
Canterbury le llevó a
pensar que no era el contexto adecuado para disertar sobre la diferencia que hay entre la persona
y el personaje y recordarles lo que dice el evangelio cristiano: “El que se ensalza será humillado”.
O dicho en palabras de Gandhi: “El que quiera acercarse a Dios, debe reducirse a la nada”, que traducido al evangelio
vendría a ser “El que se humilla será ensalzado”. De esta forma no habría necesidad de componer
un acto frágil y engañoso.
Otra cosa, distinta, es la
incontinencia urinaria, claro y evidente
síntoma de que la vejez, y sobre todo la muerte, nos igualan a todos los humanos.
¿Será esta la causa, que produce el efecto, de generar la abismal desigualdad que existe entre los humanos del planeta tierra?
Nos dice el Dalai Lama en su libro titulado “EL UNIVERSO EN UN SOLO ÁTOMO” que “...los descubrimientos científicos afectan
a nuestra manera de comprender el mundo
y nuestro propio lugar en él.
Esto tiene consecuencias en nuestro comportamiento.”
La aproximación a la ciencia la mayoría de personajes
invitados al funeral, probablemente fuera muy escasa, por no decir nula. Las
verdades, con evidencia empírica, entre ellos nunca fueron bien soportadas como pone de manifiesto el cuento
escrito por Hans Christian Andersen conocido por ‘El Rey desnudo’.
Termino recurriendo a Manuel Vicent en su columna del 18-09-2022:
“Pero se trata de una magnífica cáscara vacía
en cuyo interior se mueven personajes que solo son reales porque tienen la
necesidad perentoria de ir al cuarto de baño varias veces al día.”
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En mi opinión
(respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es
auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo
cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la
trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas
personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo
personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”
Sigo siempre el mismo
proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent
el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,
escribo mi comentario y, dos horas después, lo publico en mi blog y en otros foros.
Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta y añado cosas que se
me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.
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MANUEL
VICENT|25 SEPT 2022 - 05:00 CEST
En el fastuoso e interminable funeral de Estado por el alma de
la reina Isabel II de Inglaterra, pese
a que el espectáculo estuvo medido y controlado hasta el más mínimo detalle,
allí en la Abadía de Westminster se produjo una doble incontinencia, una urinaria
y otra verbal. Durante la ceremonia, la televisión no dejó de apacentarse de
forma muy golosa sobre los rostros aparentemente compungidos de
la familia real británica, sobre los uniformes
llenos de galones, condecoraciones y medallas, sobre los chaqués, pamelas y
trajes oscuros de los 2.000 invitados entre los que había reyes, jefes de
Estado y de Gobierno de medio planeta, pero si las cámaras hubieran podido
husmear a estos personajes por dentro, sin duda habrían descubierto muchas
sondas, botellas y pañales absorbentes entre las piernas de tan altos
dignatarios. De hecho, mientras desde el altar el arzobispo de Canterbury invocaba al coro de ángeles para que se llevaran al cielo el
alma de la finada y prometía la vida eterna a todos los asistentes, puede que
algunos de aquellos jerarcas hubieran dejado con gusto a un lado la
inmortalidad, a cambio de tener en ese momento su vejiga controlada. Pero esta
incontinencia no era nada frente a la del propio
arzobispo de Canterbury, quien cernido por la luz que provenía de los vitrales
y revestido con los ornamentos sagrados desafiaba a la base de la
ciencia afirmando sin pestañear que un día vamos a salir de la tumba para ser
juzgados en el juicio final en el valle de Josafat. Cuando el telescopio James Webb está sacando
las primeras entrañas del universo desde
el fondo de más de 12.000 millones de años, venir a decirnos con toda
solemnidad que tenemos que rogar a Dios el perdón de nuestros pecados sin
aludir a las múltiples tropelías que cometió el imperio británico en vida de
esta reina es lo que se llama irse de la lengua por tenerla muy larga.
https://elpais.com/opinion/2022-09-25/incontinencia-en-el-funeral.html
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