DECÁLOGO DE AUTOGESTIÓN:
MIEDO (3)
"Vive según tus sueños, no según tus miedos"
Los seres humanos tenemos la
capacidad de situarnos en los tres tiempos verbales: pasado, presente y futuro.
Recurrimos a la memoria
para situarnos en el pasado. Gracias a la percepción que elabora los
datos sensoriales llegados a nuestra conciencia por medio de los sentidos, nos
ponemos en el presente. También podemos recurrir a la imaginación para
situarnos en el futuro.
¿Cómo te imaginas el futuro?
¿Te preocupas por lo que
vendrá o te ocupas por lo que sucede en el presente?
¿A qué tienes miedo?
¿Cuántos de estos temores son infundados?
La preocupación por lo que
vendrá, los miedos imaginados, se archivan en la memoria como si fuesen miedos
reales ya experimentados en el pasado, es decir, incorpora como reales
recuerdos actualmente falsos, simplemente imaginados. También, por este mismo mecanismo
puede incorporar como propios los recuerdos de otros.
¿De las estrategias que se exponen en la imagen, cual es la que más utilizas?
Imagen 3: Elaboración propia
"La ley de Perls", que aconseja vivir en el presente, nos indica que tan solo el 8% de las preocupaciones que tenemos merecen la pena que nos preocupen y, sobre todo, que nos ocupemos de ellas para solucionarlas.
Imagen 5: Elaboración propia
¿Cuál es la probabilidad real de que suceda?
¿Qué es razonable que haga yo para evitarlo?
¿De qué me está sirviendo darle vueltas y más vueltas?
Imagen 6: Elaboración propia
Ante muchas de las preocupaciones que nos asaltan si hacemos la pregunta que aparece en la imagen de abajo, seríamos conscientes de que "La Ley de Perls" se cumple.
Imagen 8: Elaboración propia
“Si tus problemas tienen solución, ¿por qué preocuparte?
Y si no tienen solución, ¿por qué preocuparte?”
(Refrán chino)
"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo"
El la imagen B de la izquierda, representa a una persona rodeada de circunstancias muy adversas. La imagen de la derechas, representa a una personas rodeada de circunstancias normales. La persona B empequeñece. La persona A engrandece:
Mario Capecchi, premio Nobel de Medicina del 2007, es un ejemplo paradigmático que sabe mucho de circunstancias no propicias. Desde niño, ha sabido utilizar su energía para salir adelante a pesar de todo lo que le sucedió:
En 1941 los alemanes metieron a su madre en campo de concentración nazi de Dachau. ÉL tenía 4 años. Al principio fue recogido por unos vecinos que lo abandonaron al cabo de un año en la calle cuando se les acabó el dinero que su madre les había dejado para cuidarle. Empezó a deambular por las calles, solo y con bandas de chicos sin techo como él. Comía los restos que encontraba en los cubos de basura y, hasta llegó a robar para comer.En 1945 su madre fue finalmente liberada de Dachau y después de pasar año y medio de búsqueda lo encontró en un hospicio gravemente enfermo y desnutrido. Los dos juntos emigraron a los EE.UU. Capacha comenzó entonces la escuela primaria sin saber leer, escribir ni hablar inglés. En 1961 obtuvo una licenciatura de Física y Química en el College Antioch del estado de Ohio y en 1967 su doctorado de Biofísica en la Universidad de Harvard.
Imagen 10: Elaboración propia
Martín E.P. Seligman, profesor de psicología de la universidad de Pensilvania demostró con animales y personas , los efectos nocivos de la falta de control y los sentimientos de indefensión.
Personas que en el pasado se han sentido impotentes ante obstáculos o tropiezos, porque pensaban que hicieran lo que hicieran no cambiaría nada, tienden a adoptar una disposición apática y a deprimirse ante los reveses futuros.
Tanto los animales como las personas que desarrollan y albergan la expectativa de poder defenderse o ejercer el control en situaciones desfavorables son más resistentes a los contratiempos y tienen menor propensión a rendirse o a “tirar la toalla” ante desafíos.
Según él, las circunstancias no nos obligan a elegir una única dirección, siempre somos libres de escoger entre distintos caminos; aquí es donde reside la verdadera libertad del ser humano.
¿Qué vas a elegir del menú que te ofrecen tus circunstancias?
“Lo que hace falta es someter a las circunstancias,
no someterse a ellas”
Quinto Horacio Flaco
Imagen11: Elaboración propia
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Daba por supuesto que nunca llegaría a la altura del escritor, pero algo podría suceder si me compraba la misma vestimenta y fumaba Gitanes sin filtro como él
Cuando soñaba que un día podría dedicarme a escribir
creía que la verdadera imagen del escritor se correspondía con la que solía
aparecer en la solapa de los libros, jersey cuello de cisne, una pipa y el puño
en la mandíbula. Y esto fue así hasta que descubrí una fotografía de Albert Camus con una gabardina de
trinchera, el cigarrillo entre los dedos y media sonrisa irónica colgada de los
labios. Era una imagen de los tiempos en que Camus reinaba en el Café de Flore de París,
amado por las mujeres. De hecho, esa gabardina se la regaló su amante María Casares porque
era igual a la que usaba su admirado Humphrey Bogart. No había un tipo más seductor
que este redactor jefe de Combat, periódico clandestino de la
Resistencia, que vivía entre el peligro de ser capturado en el París ocupado
por los nazis y el riesgo de haber apostado por un amor al borde del abismo.
Una noche Camus y María Casares se encontraron en la calle con un control de la
Gestapo. Él llevaba en el bolsillo el editorial que acababa de escribir para el
periódico clandestino. Ante el inminente peligro le pasó el papel a su amante y
esta se lo tragó antes de que les dieran el alto. Daba por supuesto que nunca
llegaría a su altura, pero algo podría suceder si me compraba una gabardina
blanca y fumaba cigarrillos Gitanes sin filtro como él y así lo hice. La pasión de Camus y María Casares aparece
en las 865 cartas que se cruzaron, recién publicadas. La primera data de junio
de 1944 y la última del 30 de diciembre de 1959, cinco días antes de la muerte
del escritor en un accidente de coche. “Bueno. Última carta. Solo para decirte
que llego el martes por carretera; subo con los Gallimard el lunes”. Susana Fortes se ha servido de esta
correspondencia para escribir una historia, cuyo título, Solo un día
más, expresa la forma en que estos amantes se devoraron mutuamente en el
abismo del amor o de la muerte. Fue la muerte la que ganó la partida y a mí me
ha devuelto el recuerdo de aquella gabardina blanca.
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