domingo, 12 de enero de 2025

DECÁLOGO DE AUTOGESTIÓN: MIEDO (1)

 


DECÁLOGO DE AUTOGESTIÓN:  

MIEDO (1)

"Vive según tus sueños, no según tus miedos" 


Un ratón le pidió a un mago que lo salvara de su pánico a los gatos. Fue complacido y transformado en gato. Pero comenzó a tener miedo del perro; para salvarlo, a instancias suyas, el mago lo transformó en perro. Pero, como perro, tenía miedo a la pantera, el mago lo convirtió en pantera, con lo cual comenzó a tener miedo al cazador. El mago entonces lo volvió de nuevo ratón.

“Porque al que tiene alma de ratón –le dijo- nadie le quita el miedo”

Fábula India

¿Qué te mueve en la vida?

¿Qué te mueve en la vida?

En general, podemos hablar de que existen dos tipos de personas referidas a la motivación que les mueve en la vida. Un primer tipo cuya motivación básica es la de escapar de lo que no les gusta. Por lo contrario, el segundo tipo se mueven, sobre todo, por motivos que le llevan a caminar hacia lo que les gusta.

Los primeros, evitadores del fracaso, responden bien a los refuerzos negativos: al miedo, a la coacción, al castigo. Los segundos, buscadores del éxito, son sensibles a los refuerzos positivos: reconocimiento, elogio, deferencia, logros.

Son dos perfiles muy diferentes y cada uno de ellos con sus implicaciones prácticas en cómo les va la vida.

Siempre se explicaban las diferencias entre un perfil y otro a través de factores tales como educación, contexto cultural y trayectoria vital de cada uno. Actualmente, algunas investigaciones de la neurociencia concluyen que también tienen una base biológica. En concreto, se sostiene que las personas más miedosas e inseguras, tienen más dopamina en la amígdala cerebral y una deficiente o lenta comunicación entre esta y el córtex prefrontal. Los que asumen más retos y se muestran más seguros y valientes, tienen una menor cantidad del neurotransmisor dopamina en la amígdala y una mejor y rápida comunicación entre esta y el cíngulo anterior, situado en la corteza frontal detrás de la frente.

Imagen 1: Elaboración propia

Desgraciadamente hay mucho miedo, muchos evitadores del fracaso. Y los hay, al margen de la posible explicación biológica, a mi juicio, porque muchos entornos fomentan el miedo hasta un punto de podemos considerar dañino y pernicioso, con un coste personal y social alarmante.

Y a ti: 

 

¿ qué te mueve en la vida? 

¿Escapas de lo que no te gusta o caminas hacia lo que te gusta?

 

¿Qué es el miedo?

El miedo es una emoción. Las emociones son las respuestas que damos a lo que nos sucede. Damos esas respuestas, en buena parte, en función de nuestra identidad emocional, de nuestro estilo de sentir. Este estilo determina la reactividad emocional que manifestamos hacia el entorno en el que interactuamos con los demás, construyendo nuestras relaciones. Un entorno en el que interaccionamos unos con otros y en el que nos mandamos constantemente mensajes emocionales, positivos o negativos. El ratio entre ambos da como producto final un balance emocional que nos lleva a que nos sintamos a gusto o a disgusto, con energía o agotados, alegres o tristes, en calma o agitados, seguros o con miedo. 

Si te interesa el tema te invito a leer: 

Ver: Decálogo de AUTOGESTIÓN: Una vida bien vivida requiere ser presidida. http://tv.uvigo.es/es/video/mm/20004.html

Las emociones comunican. Esto es lo que ponemos de manifiesto cuando decimos que “la cara es el espejo del alma”. La cara de enfado de nuestro jefe cuando llegamos tarde a la reunión comunica más que todo un discurso. El gesto de sorpresa ante un regalo que no esperábamos es de una elocuencia pura. Además, en estos dos casos, hablamos de un lenguaje universal, entendible por todos aunque no hablemos el mismo idioma. Todos tenemos varias caras. La psicología nos habla del rostro social. Todos escogemos conscientemente o no unas u otras expresiones faciales para adecuarnos a cada situación comunicativa

El miedo como respuesta emocional que damos ante un estímulo amedrentador que percibimos como peligroso, es propio de todo animal incluyendo a los humanos. Es una de las emociones básicas o primarias. Estas son universales, fácilmente identificables en personas de diversas culturas, y también en animales. Son las más representativas de lo que entendemos por emociones y fue su estudio el que proporcionó la base para el desarrollo de la neurobiología de las emociones. Ya en el año 1873 Darwin publica su obra titulada ‘La expresión de las emociones en los animales y en el hombre’ y clasifica las emociones básicas así: alegría, asco, ira, miedo, sorpresa y tristeza. Antonio Damasio, en su libro ‘Y el cerebro creó al hombre’, Ediciones Destino 2010, Pag.194, las clasifica así: miedo, ira, asco, sorpresa, tristeza y felicidad. Las expresamos a través del lenguaje no verbal y las podemos identificar en otra persona en décimas de segundo. 

Si te interesa el tema te invito a ver:

Ver: Decálogo de AUTOGESTIÓN: 

El cómo satisfagas tus necesidades SIDIDA marca el camino que te llevará a la cima. http://tv.uvigo.es/es/video/mm/20005.html

La intensidad del miedo que sintamos, en una situación dada, será igual a la percepción subjetiva de la gravedad del peligro que entraña para nosotros dicha situación, dividido por la percepción subjetiva de los recursos personales que creemos tener para hacerle frente.

De aquí popemos inferir que podemos gestionar nuestro miedo de dos formas: Una, disminuyendo la percepción del peligro. Dos, Incrementando la percepción de los recursos personales.

La utilización del miedo

Hay dos clases de miedos: los innatos y los adquiridos. Los humanos somos el animal más miedoso. Tenemos muchos miedos, referidos al futuro, que no los tienen los demás animales. Todos los animales pueden ponerse en el pasado a través de la memoria y en el presente por medio de la percepción. Pero, que se sepa, no se pueden poner en el futuro utilizando la imaginación. Muchos de nuestros miedos se generan aquí. 

Mi gato (Piki Pikillas, alias el “Guligillas”), recuerda cuando en el pasado se cayó del ático en el que vivimos. Esto le generó algún miedo aprendido (condicionamiento clásico). Cuando en el presente está en mi regazo y ronronea, está feliz. (Como las emociones se contagian, me hace feliz a mí). Lo que creo que no hace, es echar mano de la imaginación y ponerse en el futuro con el siguiente diálogo interno: “y sí algún día me abandonan y me hacen callejero, con todos los riesgos que esto supone…” “Y cuando llegue a viejo, ¿podré vivir con la misma calidad de vida que vivo ahora…? Nuestros miedos adquiridos van en el sentido de miedo a perder lo que se tiene, o a no alcanzar lo que se desea, o a la inseguridad respecto a un futuro incierto que se quisiera garantizar.


El miedo estuvo presente en nuestra educación. Cuando éramos niños, el entorno familiar y social en el que nos movimos, nos fueron descubriendo toda una lista de miedos para que respondiéramos de forma automática ante peligros reales y objetivos que nosotros no teníamos capacidad de valorar como tales. A partir de aquí, inducimos nuestros propios miedos subjetivos. 

 Luego, la sociedad nos siguió infundiendo otra larga lista de miedos a través de las figuras de poder, hasta asentar un mecanismo muy eficaz en la generación del miedo: peligro a perder algo que creemos poseer. Esto nos convierte en dóciles, sumisos y manejables.

Que el miedo ha sido utilizado desde siempre como arma de control social, no es ninguna novedad. Que ha sido utilizado como herramienta de dominación política y, también, dentro de las empresas, como herramienta de gestión, tampoco es nada nuevo. De aquí que tanto la política como la empresa tienen una gran facilidad en la creación de falsos miedos. Lo novedoso está en que hoy en día no es operativo, ni encaja dentro de empresas que quieran ser competitivas, y, a pesar de ello, sigue utilizándose de forma extensa. Es incompatible con empresas competitivas en el mercado actual y ubicado en países que no hayan recurrido a la precarización de las condiciones laborales y sociales de los trabajadores. Empresas que opten por aquello que se predicó tanto, durante tanto tiempo, de que podíamos competir con los países emergentes a pesar de que nuestros salarios eran muy superiores. La clave estaba, según se nos decía, en la productividad (cuanto produzco dividido por cuanto me cuesta producirlo). Si en el coste para producir, un capítulo importante es el salario, y aquí ganamos el triple que un chino, por poner un ejemplo, ¿cómo vamos a competir? A través de la innovación, de la creatividad, del “trabajador del conocimiento”. Todo esto está reñido con el miedo. En mi opinión esta idea se abandonó hace ya tiempo y lo que se pretende ahora es que compitamos poniéndonos en las mismas condiciones sociales y laborales que tienen estos países. Esto tiene graves implicaciones de toda índole, entre ellas el de generar todavía más miedo.



Imagen 2: Elaboración propia

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Columna

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¿Dónde están los sabios?

Si algún joven aspirante a escritor me pidiera un consejo le diría: “Lee a Horacio, lee a todos los grandes, pero después abre la ventana, asómate a la calle y disponte a oír el grito del chatarrero”

Manuel Vicent

12 ENE 2025 - 05:00 CET

 

Hay sabios que todo lo que saben es porque lo han leído; hay sabios que todo lo que saben es porque lo han vivido. Ignoro qué da más profundidad a la vida, si leer a Shakespeare u oler una hogaza de pan candeal recién salida del horno. Puede que ese perfume del pan posea más hondura que el monólogo de Hamlet, puesto que permanece arraigado en el cerebro hasta la muerte, mientras las dudas de aquel príncipe de Dinamarca se las lleva el viento. Creo que el triángulo que el panadero traza sobre la corteza crujiente de una hogaza de pan de pueblo tiene más verdad que aquel equilátero que contenía el ojo vigilante de Jehová. Si algún joven aspirante a escritor me pidiera un consejo le diría: “Lee a Horacio, lee a Shakespeare, lee a todos los grandes, pero después abre la ventana, asómate a la calle y disponte a oír el grito del chatarrero”. Al llegar a cualquier ciudad desconocida visita antes el mercado que la catedral, antes los bares que los museos, y en lugar de ir al teatro prueba a sentarte en una terraza soleada para ver pasar el río de la gente. Cada persona lleva un mapa en la cara que te remite a regiones ignotas del alma humana. En este año que empieza no formules ningún propósito, salvo el de pasar los días un poco entretenido en medio del disparate de la vida que nos rodea. Busca la compañía de los científicos y de los sabios que lo saben todo por experiencia, pero no de los intelectuales cabreados que cambian de garita para disparar sin saber que lo hacen sobre su propio cabreo. ¿Dónde están los sabios de antaño? Aquellos labriegos herméticos, aquellos marineros cocidos por el sol de la mar, hay que ir a buscarlos en las tabernas del puerto o en las solanas de los pueblos abandonados. Allí se ven algunos viejos con el bastón entre las piernas luciendo una camiseta de la Harvard University. Se la ha mandado su nieto que está haciendo un máster en Estados Unidos. Tal vez de su boca salga alguna sentencia parecida a las de Epicteto o de Marco Aurelio.

 

 




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