domingo, 18 de febrero de 2024

CONTANDO VOTOS

 



CONTANDO VOTOS

 

La última vez que voté fue el domingo, 28 de mayo de 2023. Como siempre que he votado (no recuerdo que no haya faltado  a ninguna de las convocatorias a las que hemos sido convocados). Los que hemos pasado parte de nuestra vida (niños-adolescentes- primera juventud) en  un régimen dictatorial, terminamos cogiendo un apego emocional  a las urnas a las que  guardamos una fidelidad absoluta.

Después de votar, me dispuse, como todos los domingos, a escribir en mi blog el artículo de costumbre (todas las mañanas me ocupo de mi cuerpo y practico una marcha de 10.000 pasos en un tiempo de 80 minutos a un ritmo de 125 pasos/minutos) ya dejé atrás los 135 de años anteriores. Los domingos por las mañanas me ocupo de mi cerebro y lo dedico a incrementar mis “reservas cognitivas” intentando comprender las metáforas de Manuel Vicent y escribiendo un nuevo artículo en mi blog.

En el que escribí en las últimas elecciones decía, entre otras cosas,  que hoy es el día de aplicar a los políticos nuestros refuerzos positivos o negativos en función de cómo lo hayan hecho a los largo de la legislatura anterior. Con nuestro voto podemos premiarlos dándole un refuerzo positivo  votándolos. También,  con nuestro voto,  podemos “castigarlos” dándole un refuerzo negativo   ignorándolos.

Son los políticos, los que con sus decisiones,  tienen más capacidad de convertirse en constructores de un mayor bienestar para determinados colectivos o, por lo contrario, incrementar el malestar  de otros ciudadanos. Nuestro voto sí tiene sentido.

  Puedes leer, si quieres, el artículo entero en el  siguiente enlace:

 EL VOTO

https://neuroforma.blogspot.com/2023/05/el-voto-nuestras-vidas-comienzan-llegar.html

  

Es el voto la principal herramienta con la que los ciudadanos construimos  la democracia. Unos votos protegidos por las urnas que contienen, nada más ni nada menos, la voluntad popular. Todos tenemos la oportunidad de influir en la marcha de nuestro país y en consecuencia de construir, desde el presente, hoy,  nuestro futuro.  Sobre nosotros, los ciudadanos, cae esta responsabilidad: construir el futuro colectivo.

Después de votar en el ayuntamiento de Vigo, cuando salía,  una televisión me preguntó por qué iba tan temprano. Estuve a punto de decirle que mis ciclos circadianos me definía como un auténtico alondra y que, en consecuencia,  mi planificación del tiempo empezaba por priorizar las cosas importantes siempre a primera hora de la mañana que es en la que estoy en la mejor versión de mi mismo. Finalmente opté por la respuesta más sencilla y también verdadera: a esa hora no había colas las cuales no soporto. Una vez más fue mi voto el primero que entró en la urna. Como añadido también le dije para dar un poco más de consistencia a la entrevista, algo que no era cierto (mentira piadosa), que había dudado un poco, que tenía clarísimo a quien no votar pero sí ciertas dudas a quién votar.

Dentro del universo que nos rodea somos simples hormigas, eso sí, hormigas sapiens, con lóbulos frontales los cuales nos ayudan a tomar decisiones no instintivas sino planificadas previamente.

Leer:

¿VOTO RACIONAL O VOTO EMOCIONAL?

https://neuroforma.blogspot.com/2019/05/voto-racional-o-voto-emocional-nuestro.html



 Ya solo nos falta  que los componentes de las mesas electorales cuenten los votos que las hormigas sapiens hemos depositado en las urnas, descartando aquellos que no cumplan con los requisitos necesarios para que sean válidos, descartando igual que Penélope,  a aquellos pretendientes que después de comer ricos manjares y beber abundante vino ninguno fue capaz de armar el  arco de Ulises.

Sería bueno recordar a los ganadores de hoy que se disfracen internamente de mendigos y que aceptan el resultado de las urnas  con humildad para poder, cuando gobiernen,  resolver  con unas justas y ponderadas  decisiones los problemas de los ciudadanos, priorizando,  a los más necesitados.  

 Con estas expectativas no nos dormiremos hoy (no  soy búho, sino alondra y me acuesto muy temprano) hasta que tengamos claro cuál fue el ganador y en función del recuento tener la certeza de si tendrá la capacidad de negociar aunque en número de votos sea el que más haya sacado.

Gobierna, como todos sabemos, (aunque al parecer algunos pocos lo ignoran)   el que alcanza la mayoría cualificada en el Congreso de los Diputados.

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COLUMNA

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Contando hormigas

Pensé en lo que había dejado al emprender este viaje. Atrás había quedado la mesa del café Gijón que daba al primer ventanal a través del cual había visto pasar la vida durante tantos años

MANUEL VICENT

18 FEB 2024 - 05:00CET

Un día en Ítaca, sentado en las raíces de un olivo milenario que formaban una especie de trono frente a una hermosa bahía, saqué mi cuaderno de notas y me dispuse a escribir. Creía que estar en la patria de Ulises me inspiraría un texto excelente, pero después de mordisquear un buen rato el caparazón del bolígrafo, no se me ocurría nada, salvo tratar de distinguir si eran de liebre o de conejo las cagarrutas que había a mi alrededor. Pensé en lo que había dejado atrás al emprender este viaje. Atrás había quedado la mesa del café Gijón que daba al primer ventanal a través del cual había visto pasar la vida durante tantos años. Entre mi mesa y los lavabos del café había la distancia de unos 11 pasos. No es necesario explicar qué clase de menester realiza uno en el cuarto de baño. La escatología que sucede en su interior podría tomarse en este caso como una hiperbólica metáfora de la guerra de Troya y después de tirar de la cisterna, si uno se creía Ulises, al desandar los 11 pasos, podía imaginar que se trataba de su regreso a Ítaca. Sentado en las raíces de aquel olivo, bajo el silencio neumático que envolvía toda la isla, no hacía otra cosa que contar hormigas. En ese momento pasó un rebaño de cabras dejando en el aire un hedor a choto, muy ácido, muy lúbrico. Puede que John Keats hubiera extraído de este hedor cabrío un verso de oro, pero a mí no se me ocurría nada. La Ítaca real estaba llena de cagarrutas, de cabras y de hormigas; en cambio, cualquier noche de sábado, al salir del lavabo de café en ese camino de vuelta podía encontrar agolpados en la barra a la ninfa Calypso, a Nausícaa, a la maga Circe, a Polifemo, a Telémaco y finalmente a la propia Penélope esperando sentada a la mesa. No tenía ninguna necesidad de haber ido tan lejos en busca de una odisea. Allí estaban los personajes bebiendo, riendo, llorando, dispuestos a contarme cada uno su historia.

 

 

 

 

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