domingo, 28 de enero de 2024

LA CULTURA MÓVIL

 



LA CULTURA MÓVIL 

 

“Lo que un observador ve, esto es, la experiencia visual que tiene un observador cuando ve un objeto, depende en parte de su experiencia pasada, su conocimiento y sus expectativas”. 

CHALMERS, A.: 

¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Madrid, Siglo XXI, 1982

 

No sé cuándo, ni a qué hora, a Manuel Vicent le surge su “momento estelar” para escribir su magnífica  columna  que luego, cuando sus lectores la reflexionamos cada mañana del domingo,  nos formemos una grata y a veces sublime  impresión de las ideas que expone generando en nosotros, sus lectores, sentimientos de admiración hacia su persona.Tal vez se inspiró en las reacciones que suscitó  en la redes sociales  el cartel de la Semana Santa de Sevilla  2024 manifestadas en opiniones de muchas personas,  algunas de ellas  ponderadas y  formadas a partir del sentido común y, otras muchas,  fabricadas a través de un  pensamiento inane, que, según lo define la RAE, es vano, fútil, inútil, insustancial, vacuo:“Su pensamiento singular se ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde si quiere ser visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el ganso como los demás.” Manuel Vicent

 Las diversas y variadas ideologías que tenemos en nuestro contexto actual han tomado  partido, hasta tal punto, que incluso  ha provocado críticas por parte de voces ultraconservadoras en las redes sociales.

No olvidemos que el  lenguaje siempre es un acto intencional, nos comunicamos con una intención previa. Cuando dicha intención consiste en poner de relieve lo más fidedignamente posible, la realidad objetiva y verídica,  nos lleva a unos resultados. Cuando dicha intención consiste en  camuflar la verdad, mentir, engañar, los resultados son otros y muy distintos de los primeros. En el primer caso hablaríamos de algo noble, objetivo y congruente. Despierta en nosotros interés y respeto.  En el segundo caso nos referiríamos a algo indigno, deshonroso e ignominioso. Despierta en nosotros rechazo y desconfianza.

El lenguaje como acto intencional nos lleva a que todos lo utilizamos en función de nuestra propia conveniencia. Los políticos son un ejemplo claro de esto que decimos. Pero, no solo ellos: los medios de comunicación, las religiones, los profesionales del derecho, de la economía, etc., todos caemos en lo mismo. Podemos decir que no vemos las cosas tal como son exactamente, sino, de algún modo, como queremos que sean.“No vemos las cosas como son, sino como somos”.Jiddu Krishnamurti

La objetividad de la que solemos presumir está reñida con lo humano. No somos objetos sino sujetos, y por lo tanto subjetivos. 

Ya no sólo a nivel individual, sino que incluso  ya es cuestionada hasta la  objetividad científica, y ya se habla, más que de objetividad de “intersubjetividad” (acuerdo entre la mayoría de los observadores).

Uno de los escritores que sigo desde hace años con la misma fidelidad que a Manuel Vicent,  es  Yuval Noah Harari, uno de los pensadores contemporáneos a los que más atención le presta el mundo de las ideas (tengo en mi biblioteca los tres libros que tiene editados  en español)  y en este mismo blog  algunos artículos sobre sus ideas. Se trata de alguien que está pensando el mundo en que vivimos mientras ese mundo no sólo transcurre sino que se transforma.

Sus seguidores esperamos su próximo libro que saldrá al mercado en el 25 de septiembre: NEXUS será, entonces, un nuevo episodio de estas reflexiones. Esta vez, la Inteligencia Artificial -tal vez el tema más complejo en términos técnicos y también filosóficos de la actualidad- estará en el centro de su análisis, aunque se remontará a miles de años atrás para revisar cómo fue que los hombres tejieron sus redes de información. Para ilustrar la tapa de NEXUS, una paloma -probablemente mensajera-.” https://www.infobae.com/leamos/2024/01/24/yuval-noah-harari-lanza-su-nuevo-libro-la-inteligencia-artificial-es-aliada-o-una-amenaza/

NEXUS “contempla a la humanidad desde la amplia perspectiva de la historia para analizar cómo los flujos de información han hecho y deshecho nuestro mundo”. Se trata de un análisis de parte del escritor que, en entrevista exclusiva con Infobae Leamos, había afirmado: “La Historia fue inventada para ganar poder, es peligrosa; entender cómo fue creada la debilita”.

“Estamos viviendo la revolución de la información más profunda de la historia de la humanidad, pero no podemos entenderla a menos que comprendamos lo que ha venido antes. Al fin y al cabo, la historia no es el estudio del pasado, sino del cambio. Nos enseña qué permanece igual, qué cambia y cómo cambian las cosas. Sin embargo, la historia no es determinista y en NEXUS no se defiende que comprender el pasado nos permita predecir el futuro. Mi objetivo es poner de manifiesto que, si tomamos decisiones con conocimiento de causa, podemos evitar los peores resultados. Porque si no podemos cambiar el futuro, ¿para qué perder el tiempo debatiendo sobre ello?”, sostiene Harari a través el comunicado editorial."

Los actuales intelectuales nada tienen que ver con la persona dedicada a las ciencias y las letras que invierten su tiempo en el estudio de la realidad y en la reflexión de los problemas sociales. Las redes sociales han transformado nuestra manera de comunicarnos y compartir información lo cual ha tenido un profundo impacto en la cultura y la diversidad, generado grandes ventajas e innumerables desafíos:

"Hoy el intelectual se ha transformado en miles de millones de seres anónimos con un iPhone en la mano. Su pensamiento singular se ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde si quiere ser visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el ganso como los demás.” Manuel Vicent

La cultura de la inmediatez actual, que nos permite comunicar y recibir retroalimentación al instante, ha generado muchos problemas: el énfasis en la velocidad y la eficiencia  nos ha llevado a una superficialidad en las relaciones y a una falta de profundidad y significado.Necesitamos muchas personas como Yuval Noah Harari, que  piensen  el mundo en que vivimos mientras ese mundo no sólo transcurre sino que se transforma.


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COLUMNA

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Ver y ser visto

Hoy la cultura la constituyen millones de seres anónimos cuyo iPhone les sirve para proyectar su pensamiento inane o su imagen de pelanas hasta más allá de las esferas celestes de Platón

 

MANUEL VICENT

28 ENE 2024 - 05:00 CET

Hoy la cultura consiste en ver y en ser visto; la constituyen miles de millones de seres anónimos cuyo iPhone insertado en el bolsillo de la nalga les sirve para proyectar su pensamiento inane o su imagen de pelanas hasta más allá de las esferas celestes de Platón. Estos seres anónimos están sentados en los taburetes de la barra de un bar lleno de furia y ruido que da la vuelta al planeta. Esa enloquecida barra de bar no respeta espacios. Atraviesa las universidades de La Sorbona, Oxford y Harvard, pasa por el interior de la Capilla Sixtina del Vaticano, emerge en todos los prostíbulos y garitos, se adentra en los ambientes políticos de izquierdas y derechas y acaba formando un inmenso corro de la patata. Hoy todo el mundo escribe, pinta, baila, canta, opina, a la espera de obtener un momento estelar. ¿Se acuerdan de cómo era antiguamente un escritor famoso, un intelectual de moda? Hubo un tiempo en que su teléfono no paraba de sonar. Lo llamaban de todas partes, para una entrevista, para una charla, para encabezar un manifiesto, para llevar una pancarta. Se pasaba el día con los cascos puestos en una emisora de radio o sentado ante una cámara de televisión, recién maquillado y alguien le pedía perdón mientras le metía el cable del micrófono por debajo de la camisa y a una señal del realizador comenzaba a opinar de cualquier tema, del que probablemente sabía poco o nada. Podía permitirse cualquier salida, que sin duda sería celebrada. Durante el entreacto acudía la maquilladora al plató para empolvarle de nuevo la nariz y quitarle unos brillos de la frente. Hoy ese intelectual se ha transformado en miles de millones de seres anónimos con un iPhone en la mano. Su pensamiento singular se ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde si quiere ser visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el ganso como los demás.

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