domingo, 7 de enero de 2024

Cuida tu AUTOESTIMA

      

 

AUTOESTIMA

Si estás atento,  es probable que a lo largo del día  escuches varias veces la palabra autoestima. Recurrimos a ella muy a menudo en nuestras conversaciones para referirnos a las más diversas cuestiones: desde justificar una actuación brillante de alguien  diciendo que tiene una alta autoestima, criticar el trato de un jefe diciendo que baja la autoestima de sus colaboradores, catalogar a alguien de presuntuoso y ególatra debido a su desmedida autoestima, hasta decir de otro alguien que está deprimido a causa de su baja autoestima.

 Nos interesa aquí el concepto por que a través del mismo podemos explicar y entender situaciones que nos ocurren en los ámbitos sociales, personales y profesionales  y que, ahora mismo, tal vez, no seamos capaces de encontrar una explicación sobre las mismas que nos satisfaga.

 La autoestima tiene que ver con como las personas se sienten a sí mismas. El como se sientan, bien o mal, condicionará en buena medida su comportamiento.

Si estás interesado en el tema te invito a leer:

Sentirse BIEN, sentirse MAL

https://neuroforma.blogspot.com/2022/02/sentirse-bien-sentirse-mal.html


 “El rostro que el agua nos devuelve no es el mismo para nuestros ojos que para los demás. Has de ver tu imagen con tus ojos y con los de ellos y usar la faz que más te convenga. Las personas se interpretan en tres estados: el estar, el ser y el permanecer. El ser se vincula a uno mismo y es la imagen que uno mismo percibe; el estar  es la imagen que a uno mismo le llega del entorno, es el reflejo visto por los demás; el permanecer es retrato de las obras que uno hace a lo largo de la vida y es la historia la que se encarga de juzgarlo en forma de recuerdo o de olvido. Cada quien ha de esforzarse para mejorar los tres iconos de la vida y a ti, mi buen discípulo, te falta el estar”. 

De esta forma le habló a Eratóstenes (Director  de la Biblioteca en la ciudad de Alejandría del faraón Ptolomeo III Evérgetes,  225 a.C.), su venerado maestro cuando Eratóstenes,  en tiempos pasados,  había decidido dejar Cirene y marchar a Alejandría. Así nos lo describe  Juanjo Lamelas en su novela La leyenda de las lágrimas doradas, Ediciones Atlantis, Madrid, 2010. 

Recojo la cita pues me parece interesante para empezar a situar la autoestima en un contexto entendible y práctico. Quedémonos, de momento, con estas tres palabras: ser, estar y permanecer.

 Cómo construimos la autoestima

 Los seres humanos a lo largo de toda nuestra existencia adquirimos conocimientos sobre el mundo que nos rodea y, también, sobre nosotros mismos. La autoestima tiene que ver con estos últimos, con la información que filtramos sobre nosotros mismos y la componen el equilibrio entre dos conceptos que vamos a desarrollar a continuación: el   autoconcepto y el autoideal.

  Autoconcepto

 Empezamos a tener conciencia de nosotros mismos a partir de los 20 meses.  Antes de esa edad no nos reconocemos a nosotros mismos y no somos conscientes, por lo tanto, de que las cosas que nos pasan,  nos pasan a nosotros mismos. A partir de esa edad empezamos a diferenciar entre sujeto y objeto, entre nuestro yo mismo y las cosas que sabemos sobre nosotros mismos. Empezamos entonces a recoger información en las distintas situaciones en las que nos movemos, sobre todo en situaciones sociales, referidas a como los demás reaccionan ante nosotros (el “estar” de la cita anterior), la imagen de nosotros mismos que vemos proyectada en los demás , acerca de que tipo de comparaciones establecen referidas, también, a los distintos papeles o roles que desempeñamos y con todo ello vamos construyendo el autoconcepto. Este autoconcepto es dinámico, va cambiando cada día, si bien hay que decir, que en lo sustancial no cambia,  pues,  sobre los 30 años terminamos de construir  un autoconcepto nuclear que tiende a  mantenerse inalterable, según sostienen distintos autores: McNulty y Swann, 1994,  y Malle y Horowitz,1995. 

El autoconcepto al que algunos autores se refieren como autoimagen o como Self, sería el “ser” de la cita anterior, y se refiere, como la misma cita sostiene, a la imagen que uno percibe de sí mismo: percepciones que tiene una persona de sí misma,  acerca de su trabajo, de su situación en la vida, de cómo le van las cosas, de su capacidad de sacar el día a día adelante (autoeficacia), del control que ejerce sobre su vida, etc.  Podemos decir que es la realidad subjetiva de una persona.

  Autoideal

(Self-Ser ideal: William James)

 Está compuesto por la información que una persona valida sobre su futuro. Características y deseos de cómo nos gustaría ser. Proyectos, objetivos, metas, futuro; aspiraciones y expectativas son los ingredientes clave. Sintetizando, las pretensiones que una persona tenga.

 Autoestima

 Como me siento (emociones)  conmigo mismo. Medida en que a uno mismo le agrada su propia persona, sensación que uno tiene de su propio valor, valor que cada uno se da a sí mismo.

La cuestión es que la autoestima se genera a partir de la correlación que existe entre los dos conceptos anteriores, entre el autoconcepto y el autoideal lo cual equivale a decir entre mi realidad, mi éxito o no éxito (autoconcepto) y mis expectativas o pretensiones (autoideal).

Llegamos así a la fórmula americana ( William James) de autoestima, la cual desde un enfoque pragmático queda así:

        Autoestima = Éxito / Pretensiones

 De aquí que muchas personas se concentren en aumentar el numerador  Éxito, para sentirse bien consigo mismos. Otras pocas personas se sienten bien consigo mismas centrándose en el denominador, es decir, en bajar  las pretensiones hasta alinearlas a su  realidad. No aceptan la fórmula y plantean la autoestima, el valor que cada uno se da a sí mismo,  de forma diferente, sosteniendo que lo importante no es el valor que cada uno se da,  sino en función de qué se da ese valor.  Aparece así otra fórmula de autoestima, digamos de corte europeo:


       Autoestima = Nº de Valores que has desarrollado x  Intensidad con la que aplicas, cada valor que has desarrollado, en el día a día.

La importancia de la autoestima en la vida de una persona es decisiva. En ella descansan las creencias, la actitud, la inteligencia emocional, la automotivación y otros conceptos tan relacionados con la eficacia personal y con el bienestar.

Una persona con baja autoestima se siente mal consigo misma, transmite su malestar a los demás y  limita la estima que puede dar y recibir. Por lo contrario, una persona con una sana autoestima, facilita la creación de emociones positivas a pesar de que las circunstancias no sean las idóneas.

Las personas que consiguen construir una buena autoestima son personas con inteligencia emocional y a través de ella filtran todo estímulo ya sea interno o externo que podría poner en peligro su autoestima.

 

La autoestima también está relacionada con la actitud entendida esta como la predisposición a ver las cosas de una forma determinada. Mejorando la autoestima mejoramos la actitud. Nos decía William James que “la actitud más importante que una persona puede adoptar es la actitud respecto así misma. Eso es lo que denominamos autoestima”. Conseguir ser uno mismo (autoestima) pertenece al mundo de la dignidad.  El autodesprecio te aniquila.

 Autoestima y motivación

 Por lo que hace referencia a la relación entre autoestima y motivación, decir que la autoestima es la productora de nuestras emociones y de nuestra motivación.

 


¿Cuál es tu autoconcepto profesional? 

¿Y tu autoideal profesional?

 ¿Qué quieres llegar a ser?


Aquí radica una de las fuentes más importantes de energía y motivación: el deseo de querer acercarse cada día al autoideal  profesional. En general, las personas estamos dispuestas a invertir lo que haga falta para aproximarnos al autoideal profesional.

 El como una persona se vea a sí misma en un futuro es uno de los mejores predictores de su comportamiento y trayectoria. Si además de tener claro a donde quiere llegar, tiene un intenso deseo, es constante y persistente y lo suficientemente flexible para moverse dentro de un amplio margen de reglas y valores, está predicción se convierte en profecía autocumplida.

 Una cuestión clave es la información que una persona empieza a procesar sobre sí misma en el entorno laboral y que la lleva, como hemos visto anteriormente, a la construcción de su autoconcepto laboral.

 Aquí es importante la inteligencia emocional que esta persona tenga para filtrar todo aquello que pueda dañar su autoestima. Tener las habilidad de procesar lo adecuado para que su autoestima no se dañe sean cuales sean las circunstancias, es vital. Sin esta inteligencia emocional, y con las características  de algunos de  los entornos laborales actuales  la construcción de un autoconcepto laboral sano se hace muy difícil.También es muy importante la cultura de empresa y el jefe que le toque a cada uno.  No es lo mismo un jefe que otorga confianza, que te ve como persona capaz, que tiene la habilidad de irte asignando tareas de dificultad y reto progresivo para ir aumentando tu autoeficacia ((probabilidades subjetivas con las que calculamos el éxito en una tarea antes de emprenderla), que tener un jefe desconfiado, controlador, que te ve como un niño al que hay que llevar de la mano y no te otorga ninguna autonomía.

El “Efecto Pigmalión” está suficientemente contrastado. Las expectativas de los demás influyen poderosamente en las expectativas que uno tiene sobre sí mismo. Ya no digamos nada si la persona que tiene esas expectativas sobre nosotros es nuestro propio jefe.

Por eso, y otras muchas razones,  es importante la Ética de todos los ciudadanos, pero muy especialmente la  empresarial.

Un empresario con ética genera lo que se entiende como “libertad como independencia”: aquella que permite a las personas tener su propia vida (un hogar, una familia, atender a sus necesidades, etc.). Darles a las personas la posibilidad de plantear y planificar una vida deseada, con proyectos y expectativas a la medida de cada uno. Es esta la mejor forma de vertebrar una sociedad sana, productiva y solidaria.

Si estás interesado en el tema te invito a leer:

LA ÉTICA EMPRESARIAL

https://neuroforma.blogspot.com/2016/12/la-etica-empresarial-resulta-facilmente.html

                                                                       


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 Viaje en tren

El niño recordaba la primera vez que vio los raíles que se perdían entre los árboles. Imaginaba que más allá de esa curva existía una ciudad maravillosa en la que vivían sus héroes de los tebeos

MANUEL VICENT

07 ENE 2024 - 05:00 CET

En las noches de verano, desde la cama con las ventanas abiertas oía a lo lejos el silbido desgarrado del tren que atravesaba toda la oscuridad. Nunca se preguntaba adónde iban aquellos trenes que oía pasar por la noche, pero sabía que un día a la semana dejaban en la estación un gran paquete con los tebeos que él leía con avidez. Su familia tenía un huerto que lindaba con la vía del tren. El niño recordaba la primera vez que vio los raíles brillando al sol y que al final se perdían en una curva entre los árboles. Imaginaba que más allá de esa curva existía una ciudad maravillosa en la que vivían Roberto Alcázar y Pedrín, el Guerrero del Antifaz, el Capitán Trueno, El Jabato, el Hombre Enmascarado y soñaba con viajar un día hasta allí para saber si esos héroes que leía en los tebeos eran de verdad. En medio del silencio de la naturaleza en algún momento comenzaba a temblar la tierra y de pronto por aquella curva procedente de esa ciudad maravillosa aparecía un monstruo echando humo. Con un estruendo espantoso pasaba el tren y desde la acequia en la que el niño se bañaba desnudo adivinaba fugazmente a través de las ventanillas los rostros de los pasajeros; algunos iban dormidos, otros miraban absortos el paisaje; eran fantasmas que se dirigían a un destino desconocido. El niño había colocado unos clavos sobre los raíles y cuando ya se alejaba el último vagón buscaba entre las traviesas aquellos clavos que las ruedas del tren habían aplastado hasta convertirlos en pequeñas espadas. Después de tantos años hoy es un ejecutivo que acaba de tomar un tren de medianoche. En la oscuridad de la ventanilla a veces descubre reflejado el rostro de aquel niño que le acompaña siempre. Piensa que en cualquier viaje existe un andén perdido por donde pasa el convoy que se dirige a aquella ciudad maravillosa que está más allá de la curva de los sueños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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