LOS COMPORTAMIENTOS IRRACIONALES
DE ALGUNOS POLÍTICOS
“Vemos las cosas, no como son, sino como somos
nosotros”
Immanuel Kant
Todos somos conscientes en que hay una
gran disparidad entre lo que cada uno de nosotros percibimos y la verdad o
realidad de las cosas y situaciones que se nos dan en nuestro propio e
individual día a día.
La percepción la elaboramos a partir de
los sentidos.
Hay políticos que se fían tanto de
su capacidad para percibir sensaciones a través de los sentidos, que
suponiendo que nunca hubiesen probado la miel, y, si un día por un
subidón de bilirrubina contrajeran la ictericia, si le damos la
miel a probar, no habría humano, ni argumentos suficientes, para
convencerlos de que la miel no es amarga, sino dulce.
A la verdad o realidad llegamos a
través de la razón.
En el caso anterior, si se fiaran de su
razón, sabrían que la ciencia llega a conclusiones a través del esquema
causa- efecto. La miel (causa), la mayoría de las personas la percibimos, a
través de nuestras papilas gustativas como dulce (efecto). Los botones gustativos
a través de los cilios (pelos microscópicos) son los que envían al cerebro la
información sobre el sabor. Sin embargo, a las personas con ictericia, la
información que le mandan es que la miel es amarga.
Es alarmante, a mi juicio, como crece la
patente vacuidad, de cada vez mayor número de políticos, que están
convencidos de sus propias percepciones y no toleran que nadie se las
cuestione. Su falta de contenido y de profundidad de sus análisis y
conversaciones, ponen de manifiesto que son pura apariencia y que si
rascas un poco te das cuenta de lo simples que son y de la carencia que tienen
de las más elementales herramientas intelectuales. Que las personas normales (en
el sentido de normalidad estadística) tengamos toda clase de carencias es
entendible. Lo que ya no es asimilable, ni mucho menos asumible, es
que las personas que viven (en comparación con las personas normales ¡muy
bien!) de la política sean tan simples, no confundir con sencillos,
y superficiales.
¿Qué es lo que nos pueden aportar personas,
con semejante perfil, desde la política a los ciudadanos de a pie, normales y
corrientes?
La pelea entre la razón y los sentidos empezó hace siglos (siglo VI a. C.), con los presocráticos, estudiosos, entre otras cosas, de la naturaleza y en llegar a saber el origen de la misma. Gracias a sus cuestionamientos se convirtieron en los padres fundadores de la tradición filosófica occidental y los primeros maestros del pensamiento racional, después de llegar a la conclusión de que nuestros sentidos no son fiables. Según nos dice Aristóteles en su Metafísica:
“La mayor parte de los primeros que
filosofaron no trataron de los principios de todas la cosas más que desde el punto
de vista de la materia. Aquella sustancia de donde todos los seres derivan, de
la cual proviene todo lo generado y a lo que se reduce todo lo que se destruye,
persistiendo sin embargo esta sustancia misma a través de la diversidad de sus
cambios : ahí residiría, según ellos, el elemento y principio de los
seres”.
Para Tales el agua; para Anaxímenes y Diógenes el aire; para Hipaso de Metapondo y Heráclito de Efeso el fuego; para Empédocles no es uno sino 4 los elementos, añadiendo al anterior la tierra. A Empédocles lo sucedió Anaxágoras de Clazómenas el cual sostuvo que el número de principios es infinitos.
Elogiable el gran esfuerzo de todos ellos por llegar a averiguar la verdad de
las cosas.
Rechazable que muchos de nuestros
políticos no estén por la cuestión de pensar (hay
que elaborar argumentos), y se desenvuelven con cuatro chascarrillos sin
ningún contenido y, mucho menos con propuestas que mejoren la vida de los
ciudadanos normales y corrientes.
La columna de Manuel Vicent de hoy va de la noche de San Juan. Como siempre la copio y pego abajo para que todos la puedan leer. Ya expliqué, muchas veces, cual era mí propósito y que perseguía con ello. Ya no lo haré más. Algunos lo han interpretado mal por lo que ya no voy incidir en ello. En uno de los periódicos digitales en los que hago mi comentarios cuando tengo algo que decir (no cuando tengo que decir algo), un participante reprochaba al grupo que 5 personas hayan valorado bien mi opinión ya que me dedicaba a hacer publicidad de mi blog. Le contesté así:
Utilizo mi blog con fines puramente altruistas
(es un blog que no busca ningún fin comercial ni de otra índole) por si alguien
quiere profundizar en el tema que nos ocupa, en este caso, nada más ni nada
menos, sobre la ética y la moral, casi
nada, de la señora Ayuso.
No le conozco, pero, a mi juicio, meterse a adivino de las
intenciones del otro y afirmarlo con tanta rotundidad, sin duda le define. Lo
de la Sra. Ayuso no es cualquier
noticia: ¿cuáles son sus razones o ¿intereses? para salir en su defensa con
opiniones tan peregrinas? ¿O es acaso, un alumno aventajado de sus estrategias:
buscar un enemigo y canalizar hacia el con mentiras, calumnias, y un largo
etcétera, un coctel emocional de rechazo de sus competidores?
Creo que a usted todo esto le importa un
rábano. Aun así, por una vez, le voy a invitar a leer el siguiente enlace para
que vea que está usted equivocado:
SOBRE
MÍ
https://neuroforma.blogspot.com/2016/10/comienzo-2-si-has-leido-la-primera.html
No se puede hablar de la noche de San Juan sin mencionar el solsticio de verano, las hogueras, la barbacoa de sardinas, la playa (para quienes tienen mar) en cualquier lugar que garantice que la cosa no termine en incendio, en el apacible y puro rural, en donde todavía pude ser posible asistir al espectáculo de ver en el campo “luciérnagas en los setos del jardín” y en los charcos siguen croando las ranas: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10209959399456934&id=1693404267
Hablar del solsticio de verano supone entender a través de la razón que no es el sol el que gira alrededor da la tierra: es la tierra la que orbita alrededor del sol.
Hoy en día, para muchas personas, sus creencias
personales y sobre todo, su ideología, le eclipsan por completo la razón
y la lógica. Para ellos, las opiniones tienen más valor que los hechos.
Así llegamos a fenómenos sociales y políticos tan irracionales, tales como el
“brexit”, el “trumpismo”, la guerra de Putin... Fenómenos sociales
que han tenido éxito y acabaron implantándose en la sociedad a la vez que
nos desconcertaron a gran parte de la gente normal y corriente.
No nos sorprenda a nadie si cualquier día un político irracional nos anuncia sin ningún pudor ni vergüenza, que el heliocentrismo es una patraña:
todo el universo gira alrededor de la tierra.
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Sardinas
Tumbados en la arena bajo el cielo estrellado la noche
de San Juan estaba hecha para no pensar en nada, salvo en el sonido del
acordeón que te llevaba a un espacio feliz de la memoria
Una hoguera
durante la Noche de San Juan, en la playa de Riazor, a 23 de junio de 2023, en
A Coruña, Galicia (España).M. DYLAN
(EUROPA PRESS)
Durante miles de millones de años, antes
de que hubiera vida en la tierra, también llegaba puntualmente el solsticio de verano y el oleaje rompía
en esta playa con un sonido acompasado, solo que esta vez a esa rueda infinita
del tiempo se había sumado un acordeón que tocaba un vals en la oscuridad.
En la noche de San Juan las
llamas iluminaban las siluetas de unos jóvenes tumbados en la arena alrededor
de la hoguera y mientras se asaban las sardinas los jóvenes hablaban de sus
cosas generalmente anodinas con risas que no se debían a nada, sino a la
dulzura que a veces adopta la naturaleza. Uno recordaba aquellas noches de
verano de la niñez cuando había todavía luciérnagas en los setos del jardín y
en los charcos croaban las ranas. Otro trataba de elevar su pensamiento hacia
las estrellas. Tenía algún conocimiento de astronomía y con el dedo señalaba a
los amigos el planeta Júpiter con el collar de satélites, el carro de la Osa
Menor con la Polar, el Triángulo de Verano que formaban las estrellas Vega,
Deneb y Altair, las constelaciones del Cisne y la Casiopea. Alguien le decía
que dejara en paz a las estrellas porque ahora lo más importante era que el
espeto de las sardinas estuviera bien asado. En la noche de San Juan había
muchas hogueras en aquella playa y los niños las saltaban a través del fuego y
excitados por el resplandor gritaban sin saber que sus gritos obedecían a un
placer que todavía no reconocían; había adolescentes que dentro de un mar
oscuro se amaban por primera vez y viejos que recordaban los amores perdidos.
Tumbados en la arena bajo el cielo estrellado la noche de San Juan estaba hecha
para no pensar en nada, salvo en el sonido del acordeón que te llevaba a un
espacio feliz de la memoria. Tal vez la felicidad era esa brisa de sal que
llegaba hasta el fondo del alma o el anuncio de que a cada uno le tocaban seis
sardinas por barba.
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