viernes, 30 de junio de 2023

LA IMPORTANCIA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

 




COMPRENDIENDO SU IMPORTANCIA 

 "No se puede poseer mayor gobierno, ni menor,

 que el de uno mismo"

Leonerdo da Vinci


 

Introducción

 

Podemos definir la inteligencia en general, cómo la capacidad que tiene una persona de resolver los problemas que se le presentan en el día a día. Lógicamente, los problemas que se le presentan son múltiples y de variada naturaleza. Dependen, también, del contexto y entorno en el que cada persona se mueva. Así, por ejemplo, si una persona vive en plena naturaleza, los problemas que en mayor cuantía se le presentarán serán aquellos referidos a la misma. Le sería muy práctico, por lo tanto, tener muy desarrollada su inteligencia  medio ambiental o natural: aquella que se utiliza cuando observamos y estudiamos la naturaleza y que nos dota de la habilidad de reconocer y comprender el entorno natural permitiéndole al hombre sobrevivir y dominar el entorno. Si tu pretensión es dedicarte a la danza o ser un buen tenista, ajustador o cirujano,  te vendría muy bien tener desarrollada tu inteligencia corporal cinestésica o física: capacidad de utilizar el propio cuerpo para resolver problemas y hacer actividades.

En esta píldora estamos dando por supuesto que ya te has leído y comprendido una anterior y que titulamos “La Inteligencia Emocional: comprensión conceptual”, y que por lo tanto ya sabemos que hay más inteligencias que la que demostramos en el colegio, es decir, que la cognitiva, la  clásica, el CI: cociente intelectual.

 ¿Por qué tiene tanta importancia la inteligencia emocional?

 El informe de la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, menciona cuatro pilares sobre los cuales debe organizarse la educación a lo largo de la vida:

1.     Aprender a conocer.

2.     Aprender a hacer.

3.     Aprender a convivir y colaborar.

4.     Aprender a ser.

Los 4 constituyen un todo y deben tener la misma consideración.

 

En los dos primeros descansa la educación formal, aquella que se centra en el CI. En los dos siguientes está el éxito y los resultados positivos en la profesión y en la mayoría de las situaciones de la vida, y se refieren al desarrollo personal, conocimientos de uno mismo, relación empática con los demás y educación emocional; se centra  en el CE:  inteligencia emocional.

 

Por su parte las empresas están poniendo en marcha una serie de competencias sociales. Se trata de contemplar, dentro de los perfiles de cada puesto unas competencias que establezcan formas de trabajar con valores como la motivación, el compromiso, la empatía, el dominio de uno mismo, la capacidad de comunicación y la capacidad de liderazgo.

 

Todo esto está relacionado con la inteligencia emocional en el mundo laboral de hoy y con el paradigma actual caracterizado por: aprendizaje permanente, redes y no jerarquías, cambio y no estabilidad, trabajo en equipo y no individual, incertidumbre, menos tiempo de reacción, el poder en manos del cliente, soluciones que duran poco por los ciclos de innovación.

Si antes la importancia la tenía el coeficiente intelectual (CI), capacidad fundamentalmente genética e innata y que no podía ser modificada, determinando, por lo tanto, el destino de las personas, hoy la clave está en la inteligencia emocional, todo un conjunto de habilidades de procedencia psíquica que influyen en nuestra conducta y que pueden aprenderse y desarrollarse.

Diversas investigaciones con estudiantes de elevado CI, han puesto de relieve que finalmente no alcanzaron un éxito laboral superior que otros estudiantes de CI no tan elevado. Esto ocurría no sólo con el éxito laboral, sino que también se ponía de manifiesto  en el grado de felicidad y de éxito personal.

Un elevado CI correlaciona positivamente con buenas notas académicas pero no nos dice nada acerca de la forma de reaccionar de esa persona ante las vicisitudes de la vida. La inteligencia emocional considera que la concepción multidimensional de la inteligencia nos ofrece una visión más rica del potencial de nuestras capacidades que la que ofrece el coeficiente intelectual. Esto fue así desde que Howard Gardner publicara su libro Frames of Mind, en el que proponía una nueva visión de la inteligencia como una capacidad múltiple: no hay propiamente un único tipo de inteligencia, esencial para el éxito en la vida, sino un amplio abanico de capacidades intelectuales, que Gardner agrupó en siete inteligencias básicas: lingüística o verbal, lógico-matemática, musical, espacial, de coordinación o destreza corporal, interpersonal o social, e intrapersonal. Las dos últimas constituyen la Inteligencia Emocional.

Posteriormente se fueron añadiendo otras, como ya sabes.

 

Desde la Grecia clásica, ya antes de Cristo, viene haciéndose una separación entre inteligencia (razón, C.I., aquélla que miden los tests que se ocupan sólo de operaciones cognitivas) y afectividad.

En nuestro día a día empleamos muchas frases debajo de las cuales subyace esta idea: “atengámonos a los hechos”, “dejemos a un lado las personalidades”, “veamos esto objetivamente”...

La objetividad es un mito o, en el mejor de los casos, una meta que nunca alcanzaremos. Ninguna persona puede ser objetiva mientras esté dentro del contexto observado. La programación neurolingüística (PNL) nos dice que “el mapa no es el territorio”, que una cosa es la realidad y otra nuestra percepción de ella. La objetividad no consiste en describir lo que vemos, sino en darse cuenta de que clase de gafas llevamos en el momento de observar un hecho.

Lo cierto es que no podemos dividir a la persona en dos: una persona racional, capaz de operar lógicamente, que sólo tiene en cuenta los hechos y que llega a conclusiones objetivas, y por otro lado una persona emocional, irracional, que hace interpretaciones erróneas de los hechos. En las personas los aspectos racionales y emocionales interactúan y se entremezclan.

 

Multitud de investigaciones experimentales y multitud de pruebas y conclusiones de la psicología, ponen de manifiesto que la conducta humana está influida por factores emocionales, ya sean conscientes o inconscientes. Estos factores emocionales son los que sustentan cualidades que en muchas culturas se valoran muy positivamente: la lealtad, el entusiasmo, la aceptación de responsabilidades, la seguridad en uno mismo, la motivación.

 

Se trataría de que pensamientos, emociones y acción estén integrados y en un razonable equilibrio. No dejarse dominar por las emociones y en todo caso ser apasionados pero no viscerales ni irreflexivos.

 

Las preguntas

 ¿Tenemos todos Inteligencia Emocional? ¿Para qué sirve?

¿Qué tiene que ver la Inteligencia Emocional con el cociente intelectual?

¿Qué papel juega en las relaciones personales?

¿Cómo puedes manejar con más habilidad tus emociones?

¿Qué hace que sea tan importante para el éxito profesional?

¿Cuáles son las competencias necesarias para conseguir la excelencia personal y profesional?

Si lees y asimilas las “píldoras” que te iremos enviando sobre “Como potenciar la Inteligencia Emocional”, tendrás respuestas a todas estas preguntas. Cómo ves son  preguntas significativas, en el sentido de que tienen un valor personal para la mayoría de personas.

¿A quién no interesa el éxito, el cual es difícil definirlo dado que hay tantas clases de éxito como personas?

 


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La columna de Manuel Vicent:


El informe de la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, menciona cuatro pilares sobre los cuales debe organizarse la educación a lo largo de la vida:

Aprender a conocer; Aprender a hacer; Aprender a convivir y colaborar; Aprender a ser. Los 4 constituyen un todo y deben tener la misma consideración.

En los dos primeros descansa la educación formal, aquella que se centra en el CI: Inteligencia cognitiva. En los dos siguientes está el éxito y los resultados positivos en la profesión y en la mayoría de las situaciones de la vida, y se centra en el CE: inteligencia emocional.

¿En qué fallan los políticos de Vox?

A mi juicio, les resulta urgente desarrollar una serie de competencias sociales, sustentadas en valores tales como la motivación por el bien común, el compromiso con la solución de los problemas de los ciudadanos, la empatía con la gran diversidad de ciudadanos existente, el dominio de sí mismo, la capacidad de comunicación y la de liderazgo, del auténtico, desterrando su liderazgo del exabrupto...


COLUMNA

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Diente de ajo

¿ A qué huelen la Comunitat Valenciana o la de Extremadura?. Sin duda, allí habrá políticos excelentes del Partido Popular llenos de sentido común dispuestos a llevar la política por cauces dialogantes, pero por mucho que se esfuercen, ya huelen a ajo, ya saben a Vox

MANUEL VICENT

02 JUL 2023 - 05:00 CEST

El ajo es un condimento de gran potencia que suele ser muy apreciado en la cocina mediterránea y en la de Oriente Próximo, pero su uso requiere tener un estómago bien preparado; de hecho, si a sus reflujos se le aplicara una cerilla ese aliento tan cargado podría convertirse en un lanzallamas. Existen en nuestra cultura culinaria partidarios y detractores de este bulbo, hasta el punto que Europa se divide en dos, una con ajo y otra sin ajo. Más allá de sus propiedades gastronómicas e incluso terapéuticas lo más característico es su olor y su sabor, que para unos son estimulantes y para otros son pestilentes e insoportables. A cualquier plato elaborado con los más diversos y exquisitos ingredientes, basta con añadirle un diente de ajo para que todo el guiso huela y sepa a ajo. Su sabor se apodera del entorno y se instala en el paladar de todos los comensales. Lo que sucede con el ajo en la cocina sucede exactamente igual con Vox en la política. Basta con que una autonomía o ayuntamiento permita que Vox entre a formar parte del gobierno para que todo huela y sepa a Vox. No solo porque las propuestas de su programa son las más detonantes, radicales, extremas en su sustancia sino también por la forma de proclamarlas, con ese aire desafiante de falangista con el pecho desabrochado. ¿ A qué huelen la Comunitat Valenciana o la de Extremadura?. Sin duda, allí habrá políticos excelentes del Partido Popular llenos de sentido común dispuestos a llevar la política por cauces dialogantes, pero por mucho que se esfuercen, ya huelen a ajo, ya saben a Vox. Si el Partido Popular necesita la ayuda de Vox para alcanzar la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales toda España va a oler a Vox. En una relación de pareja el nivel siempre lo marca el de abajo, en este caso el propietario de un condimento político tan fuerte, extremo y determinante como es el ajo.

 


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