Cuando la ESTÉTICA influye más que la ÉTICA.
Nicolás
Maquiavelo titula el capítulo XIV de su obra El Príncipe” así: DE LAS
OBLIGACIONES DEL PRÍNCIPE EN LO CONCERNIENTE AL ARTE DE LA GUERRA.
Nos dice, en
este capítulo, que lo que se espera del
que manda es que se dedique, en cuerpo y alma, a cultivar el arte de la guerra.
Es de tanta utilidad ésta, que ya “no solamente mantiene en el trono a los que nacieron
príncipes, sino que también hace subir con frecuencia a la clase de hombres de
condición privada. Por una razón opuesta, sucedió que varios príncipes, que se
ocuparon más de las delicias de la vida que en las cosas militares, perdieron
sus Estados”.
Hoy, los que
mandan parece que para llegar al poder y mantenerse en él, lo que prima es que
sean guapos y jóvenes. Muchos votantes confundes ambos términos y creen que la ética trata de lo bello y lo feo,
y que la estética se ocupa de discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo
permitido y lo que no, en lo referente a
una acción o a una decisión, es decir, aclarar lo que nos conviene como especie
y sociedad.
Nos dice
Manuel Vicent en su colunma en el Pais de hoy, que “Si un político no sabe enfrentarse a este
pequeño problema que tiene su cabeza por fuera (una incipiente calvicie), no
esperes que pueda resolver los que tenga por dentro su cerebro y menos los de
todo un país a la hora de gobernar”.
¿Nos irá mejor con gobernantes bien parecidos físicamente y desconocedores de la moral, que con gobernantes que se rigen por códigos éticos?
Al pelo
https://elpais.com/elpais/2018/07/20/opinion/1532099156_823417.html
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