LA CULTURA MÓVIL
“Lo que un observador ve, esto es, la
experiencia visual que tiene un observador cuando ve un objeto, depende en
parte de su experiencia pasada, su conocimiento y sus expectativas”.
¿Qué es esa cosa llamada
ciencia? Madrid, Siglo XXI, 1982
No sé cuándo, ni a qué hora, a Manuel Vicent le surge su “momento estelar” para escribir su magnífica columna que luego, cuando sus lectores la reflexionamos cada mañana del domingo, nos formemos una grata y a veces sublime impresión de las ideas que expone generando en nosotros, sus lectores, sentimientos de admiración hacia su persona.Tal vez se inspiró en las reacciones que suscitó en la redes sociales el cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 manifestadas en opiniones de muchas personas, algunas de ellas ponderadas y formadas a partir del sentido común y, otras muchas, fabricadas a través de un pensamiento inane, que, según lo define la RAE, es vano, fútil, inútil, insustancial, vacuo:“Su pensamiento singular se ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde si quiere ser visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el ganso como los demás.” Manuel Vicent
No olvidemos que el lenguaje siempre es un acto intencional, nos comunicamos con una intención previa. Cuando dicha intención consiste en poner de relieve lo más fidedignamente posible, la realidad objetiva y verídica, nos lleva a unos resultados. Cuando dicha intención consiste en camuflar la verdad, mentir, engañar, los resultados son otros y muy distintos de los primeros. En el primer caso hablaríamos de algo noble, objetivo y congruente. Despierta en nosotros interés y respeto. En el segundo caso nos referiríamos a algo indigno, deshonroso e ignominioso. Despierta en nosotros rechazo y desconfianza.
El lenguaje como acto intencional nos lleva a que todos lo utilizamos en función de nuestra propia conveniencia. Los políticos son un ejemplo claro de esto que decimos. Pero, no solo ellos: los medios de comunicación, las religiones, los profesionales del derecho, de la economía, etc., todos caemos en lo mismo. Podemos decir que no vemos las cosas tal como son exactamente, sino, de algún modo, como queremos que sean.“No vemos las cosas como son, sino como somos”.Jiddu Krishnamurti
La objetividad de la que solemos presumir está reñida con lo humano. No somos objetos sino sujetos, y por lo tanto subjetivos.
Ya no sólo a nivel individual, sino que incluso ya es cuestionada hasta la objetividad científica, y ya se habla, más que de objetividad de “intersubjetividad” (acuerdo entre la mayoría de los observadores).
Uno de los escritores que sigo desde hace años con la misma fidelidad que a
Manuel Vicent, es Yuval
Noah Harari, uno de los pensadores contemporáneos a los que más
atención le presta el mundo de
las ideas (tengo en mi biblioteca los tres libros que tiene editados en español) y en este mismo blog algunos artículos sobre sus ideas. Se trata de
alguien que está pensando el mundo en que vivimos mientras ese mundo no sólo
transcurre sino que se transforma.
Sus seguidores esperamos su próximo libro que saldrá al mercado en el 25 de
septiembre: “NEXUS será,
entonces, un nuevo episodio de estas reflexiones. Esta vez, la Inteligencia Artificial -tal vez
el tema más complejo en términos técnicos y también filosóficos de la
actualidad- estará en el centro de su análisis, aunque se remontará a miles de
años atrás para revisar cómo fue
que los hombres tejieron sus redes de información. Para ilustrar la tapa
de NEXUS, una paloma -probablemente mensajera-.” https://www.infobae.com/leamos/2024/01/24/yuval-noah-harari-lanza-su-nuevo-libro-la-inteligencia-artificial-es-aliada-o-una-amenaza/
NEXUS “contempla
a la humanidad desde la amplia perspectiva de la historia para analizar cómo los flujos de información han hecho y
deshecho nuestro mundo”. Se trata de un análisis de parte del escritor
que, en entrevista exclusiva con Infobae
Leamos, había afirmado: “La Historia fue inventada para ganar poder, es
peligrosa; entender cómo fue creada la debilita”.
“Estamos viviendo la revolución de la información más profunda de la historia de la humanidad, pero no podemos entenderla a menos que comprendamos lo que ha venido antes. Al fin y al cabo, la historia no es el estudio del pasado, sino del cambio. Nos enseña qué permanece igual, qué cambia y cómo cambian las cosas. Sin embargo, la historia no es determinista y en NEXUS no se defiende que comprender el pasado nos permita predecir el futuro. Mi objetivo es poner de manifiesto que, si tomamos decisiones con conocimiento de causa, podemos evitar los peores resultados. Porque si no podemos cambiar el futuro, ¿para qué perder el tiempo debatiendo sobre ello?”, sostiene Harari a través el comunicado editorial."
Los actuales intelectuales nada tienen que ver con la persona dedicada a las ciencias y las letras que invierten su tiempo en el estudio de la realidad y en la reflexión de los problemas sociales. Las redes sociales han transformado nuestra manera de comunicarnos y compartir información lo cual ha tenido un profundo impacto en la cultura y la diversidad, generado grandes ventajas e innumerables desafíos:
"Hoy el intelectual se ha transformado
en miles de millones de seres anónimos con un iPhone en la mano. Su pensamiento
singular se ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde
si quiere ser visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el
ganso como los demás.” Manuel Vicent
La cultura de la inmediatez actual, que nos permite comunicar y recibir retroalimentación al instante, ha generado muchos problemas: el énfasis en la velocidad y la eficiencia nos ha llevado a una superficialidad en las relaciones y a una falta de profundidad y significado.Necesitamos muchas personas como Yuval Noah Harari, que piensen el mundo en que vivimos mientras ese mundo no sólo transcurre sino que se transforma.
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Ver y ser visto
Hoy la cultura la constituyen millones de seres
anónimos cuyo iPhone les sirve para proyectar su pensamiento inane o su imagen
de pelanas hasta más allá de las esferas celestes de Platón
Hoy la cultura consiste en ver y en ser
visto; la constituyen miles de millones de seres anónimos cuyo iPhone insertado
en el bolsillo de la nalga les sirve para proyectar su pensamiento inane o su
imagen de pelanas hasta más allá de las esferas celestes de Platón. Estos seres
anónimos están sentados en los taburetes de la barra de un bar lleno de furia y
ruido que da la vuelta al planeta. Esa enloquecida barra de bar no respeta
espacios. Atraviesa las universidades de La Sorbona, Oxford y Harvard, pasa por
el interior de la Capilla Sixtina del Vaticano,
emerge en todos los prostíbulos y garitos, se adentra en los ambientes
políticos de izquierdas y derechas y acaba formando un inmenso corro de la
patata. Hoy todo el mundo escribe, pinta, baila, canta, opina, a la espera de
obtener un momento estelar. ¿Se acuerdan de cómo era antiguamente un escritor
famoso, un intelectual de moda? Hubo un tiempo en que su teléfono no paraba de
sonar. Lo llamaban de todas partes, para una entrevista, para una charla, para
encabezar un manifiesto, para llevar una pancarta. Se pasaba el día con los
cascos puestos en una emisora de radio o sentado ante una cámara de televisión,
recién maquillado y alguien le pedía perdón mientras le metía el cable del
micrófono por debajo de la camisa y a una señal del realizador comenzaba a
opinar de cualquier tema, del que probablemente sabía poco o nada. Podía
permitirse cualquier salida, que sin duda sería celebrada. Durante el entreacto
acudía la maquilladora al plató para empolvarle de nuevo la nariz y quitarle
unos brillos de la frente. Hoy ese intelectual se ha transformado en miles de
millones de seres anónimos con un iPhone en la mano. Su pensamiento singular se
ha ahogado en el griterío de la barra de ese bar planetario donde si quiere ser
visto u oído deberá gritar más alto que el de al lado o hacer el ganso como los
demás.