LA CORROSIÓN DEL LENGUAJE
Sin
conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión.
Sin
comprensión (entender) no hay motivación.
Sin
motivación (energía) no hay acción.
Sin
acción no hay evolución.
“Ser es
hacer”
LAS PALABRAS TIENEN SIGNIFICADO
Cuando escuchamos una palabra o cuando la vemos, captamos su significado. Lo que llamamos
pensamiento (representación mental de un objeto), es justamente eso: el
significado captado.
El pensamiento nos permite razonar. Todos conocemos personas
que razonan bien y personas que razonan mal. Del razonamiento se ocupa la
Lógica, la cual nos ofrece toda una serie de reglas prácticas para razonar
correctamente. Facilita el raciocinio correcto y verdadero.
Cuando nosotros (sujetos) queremos conocer algo (objeto) ,
lo que sea, persona o cosa, ponemos en marcha todo un proceso psicológico que
tiene como finalidad obtener una representación fidedigna de dicho objeto, ya
sea este una persona, una cosa, una situación, un suceso, etc. Con las palabras, dado que expresan pensamientos y son los elementos fundamentales del lenguaje, construimos, cada uno de nosotros, nuestro modo de expresarnos y transmitir nuestros sentimientos y pensamientos.
LA UTILIZACIÓN DE LAS PALABRAS TIENE CONNOTACIONES
El lenguaje tiene un significado que sobrepasa al significado
literal de las palabras. Con la connotación añadimos, a la palabra o a la frase,
un significado diferente al suyo propio. Así, por ejemplo, muchas personas
hacen un uso extenso de las connotaciones peyorativas. Valga como ejemplo “A la
vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir”.
El lenguaje siempre es un acto intencional, nos comunicamos
con una intención previa. Cuando dicha intención consiste en poner de relieve,
lo más fidedignamente posible, la realidad objetiva y verídica, nos lleva a unos resultados. Cuando dicha intención
consiste en camuflar la verdad, mentir,
engañar, los resultados son otros y muy distintos de los primeros. En el primer
caso hablaríamos de algo noble, objetivo y congruente. Despierta en nosotros interés y respeto. En el segundo caso nos
referiríamos a algo indigno, deshonroso e ignominioso. Despierta en nosotros rechazo y desconfianza.
El lenguaje como acto intencional nos lleva a que todos lo
utilizamos en función de nuestra propia conveniencia. Los políticos son un ejemplo
claro de esto que decimos. Pero, no solo ellos. Los medios de comunicación, las
religiones, los profesionales del derecho, de la economía, etc., todos caemos en lo mismo. Podemos decir que no
vemos las cosas tal como son exactamente, sino, de algún modo, como queremos
que sean.
“No vemos las cosas como son, sino como somos”. Jiddu Krishnamurti
La objetividad de la que solemos presumir está reñida con lo
humano. No somos objetos sino sujetos, y por lo tanto subjetivos. Ya no sólo a
nivel individual, sino que incluso ya es
cuestionada hasta la objetividad
científica, y ya se habla, más que de objetividad de “intersubjetividad” (acuerdo
entre la mayoría de los observadores).
“Lo que un observador ve, esto es, la experiencia visual que
tiene un observador cuando ve un objeto, depende en parte de su experiencia
pasada, su conocimiento y sus expectativas”. [1]
No hay más que escuchar en los debates televisivos a los
diversos economista y observar como sus pensamientos, su razonamiento, no se
rige por la lógica sino, fundamentalmente, por el paradigma económico en el que
han sido formados y defienden. Lo mismo ocurre con los políticos y su
ideología, conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de
una persona o una colectividad.
“Los hechos, la realidad, los interpretamos con relación a
nuestros esquemas de pensamiento”.
NO TODO VALE
Esto que acabamos de exponer, no nos debe llevar a la
conclusión de que es válida y lícita cualquier utilización del lenguaje. Como en todo, también aquí aparecen las tan mencionadas líneas rojas. Cuando se traspasan,
lo que ocurre cotidianamente en el lenguaje político, debe saltar la alarma.
Se traspasa la línea roja cuando se miente con tal descaro que hace sonrojar, no al hablante (que a veces se pronuncia con tal descaro, cinismo y atrevimiento que parece que no tenga vergüenza), sino al oyente.Nos hacen sonrojar de vergüenza ajena. Cuando ya no es que haga gala de una extrema subjetividad, sino que recurre a la distorsión manifiesta de la realidad. Cuando de forma sistemática se dice una cosa y luego se hace justo la contraria. Cuando… Diariamente podemos encontrarnos con múltiples ejemplos de todo esto.
Una manifestación clara de esta corrosión es el extendido empleo de eufemismos en el lenguaje político. Ya no se habla de subida de impuestos sino de
“cambio de la ponderación de los impuestos”; ya no dicen robo sino “desvío
irregular de fondos”; jamás dicen bajada de salarios sino “”devaluación
competitiva de los salarios”; la guerra quedó en desuso y sustituida por la
“intervención militar”. La subida de impuestos es sustituida por el “recargo
temporal de solidaridad”; no hay recortes sino “ajustes”. A los inmuebles
embargados se les denomina “activos adjudicados”; a la crisis “acumulación de
desequilibrios económicos; a los recortes “ajustes”, a las pérdidas “incremento
negativo”. Imponer el copago pasa a ser “introducir un tique moderador”; a la
subida del IVA, “modificar la imposición al consumo. ¡Manda huevos!, que diría
un personaje del que todos hablan estos últimos días y que es un prototipo del político depravado y prepotente que se considera impune e invulnerable. Llegamos así, a una triple corrosión del lenguaje: desde el punto de vista lingüístico, desde el punto de vista ético y desde el punto de vista social.
¿Estaremos ante la versión moderna de la Torre de Babel?
”Pues bien,
descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan
los unos con los otros». Génesis 11:1-9
Ya no necesitamos a un Yahvé enfadado, sino que nosotros,
por nuestra propia cuenta, estamos construyendo una sociedad incomunicada.
Los fines del eufemismo son cuatro [2]:
1. Disfrazar lo feo de bonito o neutro.
2. Disfrazar lo fácil de complicado.
3. Disfrazar la vacuidad de palabrería.
4. Disfrazar lo concreto de vaguedades.
Juan Antonio González Iglesias, profesor de Filología Latina
en la Universidad de Salamanca, considera que el lenguaje es fundamental en la
vida política y que por esa misma razón está “obligado a ser riguroso y
respetuoso”. [3]
Eugenio Trías,
filósofo, ataca a los que utilizan una retórica llena de agravios, lo cual se
debe, según él, a una “falta de cultura
y a una utilización banal de términos que tienen un sentido preciso en su
contexto, pero que fuera de él lo único que denota son carencias culturales y
de educación básicas”. [4]
Lo grave de todo esto, es que en contra de lo que pensábamos
antes, de que los humanos como seres lingüísticos utilizábamos el lenguaje de
forma pasiva para describir la realidad, para hablar sobre las cosas, para
describir el mundo exterior que percibimos y expresar lo que pensamos y
sentimos en nuestro mundo interior, hoy en día al lenguaje se le atribuye una
función generativa, es decir, el lenguaje hace que sucedan cosas.
"El lenguaje, por lo tanto, no solo nos permite describir la
realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al
lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje, postulamos, genera
ser”. [5]
La cosa no acaba aquí. Debemos tener en cuenta que “lo
social”, lo construimos los humanos a través del lenguaje, que todo hecho
social es un fenómeno lingüístico.
La manipulación mediática del lenguaje no solo se manifiesta
en el neolenguaje orwelliano. [6]
La utilización del
habla para controlar y definir el
pensamiento de la población, para distraer a la gente de lo importante y
canalizar su atención hacia la anécdota, es un tema de actualidad candente.
Para terminar, decir que "La CORROSIÓN del LENGUAJE lleva a los COMPORTAMIENTOS de CORRUPCCIÓN".
Así
titularemos una de las próximas entradas en nuestro blog.
BIBLIOGRAFÍA:
[1]CHALMERS, A.: ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?
Madrid, Siglo XXI, 1982.
[2] http://www.fund-encuentro.org/informe_espana/indiceinforme.php?id=IE19
[3] Manrique, W., “La crispación destroza el lenguaje”, en
El País, 27 de marzo de 2006.
[4] Ibíd.
[5]ECHEVERRÍA, Rafael.: Ontología del lenguaje. Buenos
Aires, Granice, 2006
[6] (Toledano Buendía, S. (2006). La neolengua de Orwell en
la prensa actual. La literatura profetiza la manipulación mediática del lenguaje.
Revista Latina de Comunicación Social, 62. http://www.ull.es/publicaciones/latina/200601toledano.htm