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viernes, 19 de agosto de 2022

LOS MAYORES 7: ¿Cómo nos llevamos con el que somos?

 


Este artículo, escrito el 19-08-2022,  ha sido reescrito el 25-8-2024

LOS MAYORES 7: 
¿Cómo nos llevamos con el que somos
?

 

“Nuestras vidas son como el curso del sol en el firmamento. Por la mañana gana continuamente fortaleza hasta que alcanza el cenit del mediodía. Entonces, acontece la enantiodromia: el movimiento constante hacia adelante que ya no denota un aumento, sino un decremento, en fortaleza.”                                                                                                             Carl Gustav Jung     


                                          Entendiendo el contexto

      

El 11 de julio del año 2017 empecé  a publicar, en mi blog,  una serie de artículos sobre las personas mayores. El  primero de ellos lo titulé:

LOS MAYORES 1. LAS TRES EDADES

Lo comencé de esta forma:

 ¡Feliz cumpleaños!
¡Mis mejores deseos para que te sigas manteniendo joven…!
Casi todos, a lo largo del año, echamos mano del repertorio de frases convencionales para desearle un feliz aniversario a nuestros semejantes.  Siempre nos referimos a lo mismo, a la edad cronológica, a esa que cae a golpe de calendario. En ese mismo  artículo que comparto  invito a reflexionar sobre las otras edades, ante las cuales, la edad cronológica, la que se refleja en el DNI, va perdiendo cada día más valor. Hoy priman la edad biológica y la edad psicológica sobre las otras.


 Siguiendo con mi costumbre de hacer preguntas en los escritos que elaboro, comenzaba  el siguiente párrafo con esta pregunta: ¿Cuál es tu experiencia con la edad?: y aportaba  una pequeña reflexión que, si estas interesado en el tema,  te invito a leerla  en el artículo que  sigue en mi blog.

Subtitulé el párrafo siguiente, también con otra pregunta: ¿Qué pasa con la edad? y  seguía con cinco preguntas más:

¿Es tan mala como algunos sostienen?

 ¿Es, tal vez, solamente un artefacto social creado por una sociedad sin valores, totalmente hedonista, en la cual el culto a la juventud es lo que prima?

¿Una sociedad que pasa de todo excepto de ganar dinero y gastarlo, que burla cualquier tipo de espiritualidad, desarrollo personal, ética, valores y otras palabrejas que no son otra cosa que “monsergas de los mayores”?

 ¿Será cierto que la edad, por sí misma, marca pautas de siniestro y desolación?

 ¿Qué hay de cierto con las tan mencionadas pérdidas de 'facultades' de los mayores?

Sigue el artículo con toda una serie de reflexiones que, si estás interesado,  te invito a leer y, sobre todo,  a reflexionar.

El último artículo de esta primera serie lo publiqué en el blog el 12 de abril del año 2019 y lo titulé:

MAYORES 6: EL APOCALIPSIS DE LAS PENSIONES

 Comienzo hoy una segunda tanda de artículos sobre los mayores con el siguiente título:  

LOS MAYORES 7: ¿Cómo nos llevamos con el que somos?

"Los dos días más importantes de tu vida son
 el día que naces y el día que averiguas para qué"
Mark Twain

Venimos a este mundo con un cuerpo físico regido por las leyes biológicas. Podemos llamarle nuestro primer nacimiento. A medida que nos vamos desarrollando, vamos tomando consciencia de nosotros mismos, de nuestro yo. De esta forma podemos llegar a responder a la enigmática  pregunta de ¿Quién soy yo? Sería nuestro  segundo nacimiento.

Los dos nacimientos, el primero  –cuerpo­­­-  más el segundo –yo-   van construyendo una convivencia  más o menos armoniosa, más o menos estable,  con más o menos  fluctuaciones, que dura toda la vida, hasta que finalmente el cuerpo físico se convierte en cadáver, es decir, se muere para terminar en cenizas o en gusanos.  Es esta convivencia la que da respuestas a la pregunta del título: ¿Cómo nos llevamos con el que somos? O si la quieres hacer más personal ¿Cómo te llevas con el que eres? O de forma más precisa. 

¿Me llevo bien con el que soy?

La dicha no es ausencia de desdicha, sino consciencia de la misma. En cuanto arrojamos luz sobre nuestra desdicha, esta pierde buena parte de su mordiente. La desdicha es poderosa y hace estragos si somos inconscientes de su causa y de sus ramificaciones." 

Pablo d'Ors: Biografía del silencio, p.72


Si tu respuesta es un rotundo sí,  es probable que seas una persona joven  y que tu cuerpo te proporcione grandes satisfacciones derivadas del amar, del entusiasmo, del asombro, de comer, el dormir, el beber, etc. etc. Tú ordenas y tu cuerpo te obedece aplicándote un refuerzo positivo: te sientes bien, experimentas placer, disfrutas, en definitiva,  te sientes a gusto dentro de tu propia piel. 



Si por lo contrario, tu respuesta es un rotundo no, es probable que seas una persona con muchos años – permítaseme  no caer en eufemismos del tipo de tercera edad, etc. diciendo que eres una persona vieja al cual su cuerpo ya no solo no le obedece,  sino que además le  proporciona refuerzos  negativos en forma de malestares, dolores, ansiedades...


Este distanciamiento entre el cuerpo físico  y el yo inmaterial, invisible e impalpable -al que se le llama de muy diversas formas- : yo, ego, conciencia,   los creyentes alma, espíritu, etc.- no suele ser espontáneo sino que se va fraguando poco a poco a medida que vamos cumpliendo años.

Nuestro cuerpo no es nuestro verdadero yo. Cada uno de nosotros sentimos que lo utilizamos como vivienda, en la que estamos muy a gusto cuando somos jóvenes. Más adelante, cuando ya no somos tan jóvenes,  empezamos a encontrarle deficiencias. Un poco más adelante, cuando ya somos viejos,   la convivencia se hace muy conflictiva e incómoda. Nuestro yo se hace plenamente consciente de los desgastes del cuerpo, de sus limitaciones y deficiencias. A nuestra casa, -cuerpo- en la que habitamos, -yo-  le salen goteras por todos los lados. Nuestras visitas al médico se hacen cotidianas y este no para de retejar y remendar.   

Esta primera reflexión que acabo de exponer hay que entenderla de una forma general, grosso modo. Soy consciente de que si entramos en detalles habría muchos matices que reseñar, pero,  aun así, si podemos generalizar que  antes de que suceda la  enantiodromia de la que nos habla Jung, -el juego de los opuestos, según sostenía Heráclito “todo lo que es pasa a su contrario”-,  la vida transcurre feliz. Nuestra autenticidad, receptividad, curiosidad, atención, disfrute,  nos aporta todo un cúmulo de placeres.

Para explicar lo que acontece, después de  la enantiodromia: el movimiento constante hacia adelante que ya no denota un aumento, sino un decremento, en fortaleza, y para no dramatizar la situación, recurro a Manuel Vicent:

“Cuando en el cuarto de baño, al contemplar tu rostro en el espejo, compruebes que eres una ruina, no te desprecies por eso. Se trata de un desastre natural, que nada tiene que ver con el cambio climático. [...]Por muy desgraciado que te sientas, sin duda habrás guardado algunos momentos de placer en tu memoria. Recuerda qué limpio estaba aquel mar de tu niñez, cómo sabían los frutos dorados de aquellos árboles, qué aroma tan puro contenían las hogazas de pan candeal que se guardaban en la alacena de la vieja casa"        COLUMNA: Sostenible.

Si quieres profundizar en esta idea de invito a leer, en este mismo blog:

LOS RELATOS CREAN REALIDAD: La canción lógica

 https://neuroforma.blogspot.com/2019/12/la-cancion-logica-nacemos-con-una-serie.html

 

 Nada más lejos de mi ánimo que caer en una visión pesimista del envejecimiento. También es cierto que tampoco me gusta el que en su día llamé el ‘optimismo de pandereta’. Si eres lector de mi blog tienes muy claro los beneficios del optimismo funcional, y los graves perjuicios de optimismo bobalicón, sin sentido,  de los  que creen que  este mundo es una jauja. Ya sostenía en marzo del año 2018 en el artículo

 LOS MAYORES 3.REFLEXIONES SOBRE LA EDAD

 Que no me gustaría distorsionar la realidad que me tocará vivir cuando llegue a la etapa de la ancianidad (Ver Figura 1)  ni a través de la idealización ni  de la infravaloración. A lo largo de toda mi vida he practicado el óptimismo funcional. Me proporcionó buenos resultados, en consecuencia,  pienso seguir practicándolo en el tiempo que me queda por vivir, reajustándolo  a mis circunstancias personales y al contexto que me toque vivir.

 En ese mismo artículo, también decía que la invisibilidad social de los mayores, de repente cambió de signo y pasó a ver la luz. Apartados del sistema productivo y condenados al ostracismo social por arte y magia de la incompetencia de los políticos de turno, que les llevó a encender el interruptor de las ‘sagradas pensiones’, hizo que los mayores  salieran de su letargo y pasasen a ser parte activa y visible en foros en los que son olímpicamente ignorados. Su presencia en las calles, en los medios de comunicación, en las tertulias televisivas, en las discusiones del bar, en las redes sociales, en las conversaciones familiares, forma  ya parte de la cotidianidad.

 


 ¿Quiénes son esos mayores que tanta guerra están dando? 

¿Es consciente la sociedad de quiénes estamos hablando? 

¿Tienen conciencia (capacidad de darse cuenta) ellos mismos de quienes son como colectivo?



 Y a ti, sea cual sea tu edad, 

¿te interesa el tema de los mayores?

 Tenemos el reto de enseñar a nuestros hijos y nietos cómo se vive una vejez activa  y gratificante, para que cuando ellos lleguen a la misma, la afronten con una sana autoestima e impidan que los agrupen en un “almacén de viejos” haciéndoles creer que son decrépitos e inservibles. 

"¿Me dirás por favor, por favor, qué es lo que hemos aprendido?

Sé que suena absurdo, pero
por favor, dime quién soy.”

Supertramp, The logical song


Dudé, si empezar o no, este artículo con la enantiodromía de Jung. No acababa de convencerme  eso de transitar en sentido contrario. Finalmente recurrí a ella por ser bastante ajustada al sentido común imperante  –no olvidemos que es el menos común de los sentidos-  en los tiempos actuales.

El hecho de pertenecer a un grupo da lugar a que los demás nos perciban de una manera determinada y a un trato diferenciado por parte de estos. La percepción que tenemos de los grupos a los que no pertenecemos, y que es la que origina este trato diferenciado, la sustentamos, en muchas ocasiones,  en prejuicios y estereotipos que nos llevan a tratarlos de forma discriminatoria. Ejemplo paradigmático de esto es  el colectivo de los viejos -sin eufemismos de "tercera edad" y demás pamplinas -.  Utilizo este término en la figura 1 que aparece en este artículo para hacerme entender con mis lectores, pero, a mi juicio, hay que empezar a desterrarla. Los fines del eufemismo son disfrazar lo feo de bonito o neutro; disfrazar lo fácil de complicado; disfrazar la vacuidad de palabrería; disfrazar lo concreto de vaguedades. A nuestra edad debemos, a mi juicio,  aspirar a la autenticidad. Si quieres argumentos de por qué digo esto te invito a leer, en este mismo blog, el artículo titulado:

LACORROSIÓN DEL LENGUAJE

Hay toda una retahíla de (¿insultos?) añadidos que componen el estereotipo con que muchas personas perciben a los pertenecientes a la población de los mayores: carcamal, añejo,  senil, caduco, decrépito, vejestorio, carroza, nonagenario, octogenario, ochentón, chocho, matusalén, añoso, arcaico, asilado,  caduco, veterano, vetusto, envejecido, longevo, senil, setentón, vejestorio… 

Es la forma más sibilina de condicionar  e impedir a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante que es el objetivo que me guiará a la hora de escribir esta segunda tanda de artículos sobre los mayores.

 Espero que tú si has leído el artículo hasta llegar aquí, puede ser una señal de que sí estas interesado en el tema,  y sigas leyendo los próximos artículos que iré publicando en mi blog. Como entenderás no me mueven intereses comerciales, ni mucho menos propagandistas. Si quieres saber lo que realmente me mueve a escribir en este blog y lo que puedes esperar de mí, te invito a leer, el siguiente artículo:  

 

SOBRE MI

https://neuroforma.blogspot.com/2016/10/comienzo-2-si-has-leido-la-primera.html

 

"Sé dueño de tu edad y vive la vida a tú manera"

                                                                                        Carl Honoré

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Durante el mes de agosto El País no publica, como desde hace años viene siendo habitual todos los domingos, la columna de Manuel Vicent. Por eso no aparece aquí.  Las vacaciones de Agosto hay muchas personas que las priorizan sobre otros menesteres


martes, 11 de julio de 2017

LOS MAYORES 1. LAS TRES EDADES




LAS TRES EDADES









¡Feliz cumpleaños!
¡Mis mejores deseos para que te sigas manteniendo joven…!
Casi todos, a lo largo del año, echamos mano del repertorio de frases convencionales para desearle un feliz aniversario a nuestros semejantes.

Siempre nos referimos a lo mismo, a la edad cronológica, a esa que cae a golpe de calendario. En al artículo que comparto  invito a reflexionar sobre las otras edades, ante las cuales, la edad cronológica, la que se refleja en el DNI, va perdiendo cada día más valor. Hoy priman la edad biológica y la edad psicológica sobre las otras.

¿CUÁL ES TU EXPERIENCIA CON LA EDAD?

Todos cumplimos años, pero no todos lo percibimos lo mismo. La edad se mueve en dos mundos muy diferentes en los humanos: en el mundo inconsciente y en el mundo consciente. No nos preocupa ni nos acordamos apenas de ella cuando somos jóvenes. Es difícil marcar un tope de años para el límite de la consideración de “jóvenes”. Depende de cada persona. Lo que si es cierto, con carácter general, es que a partir de un determinado momento, que varía en función de cada cultura y persona, somos más conscientes de los años que cumplimos, de la edad que tenemos y de la rapidez con la que se esfuman los días. En mi caso concreto, la última cifra significativa que tengo en mi mente con respecto a mi edad, es la de 39 años. A esa edad emprendí un proyecto ilusionante que me absorbió 7 años sin ser consciente, en ningún momento, de cual era mi edad. De repente, retomé de nuevo mis años, en mi mundo consciente, y me di cuenta de que tenía 47 años, de que me acercaba al umbral de los cincuenta. Sí, ¡cincuenta!, con toda la carga emotiva que acompaña en nuestra cultura a semejante cifra.

Hasta entonces, mi tiempo vivido podía sintetizarse en una frase que escuché en una película, cuyo título no recuerdo, y en la que una madre decía a su hija:
“Tu reloj biológico debe de ser digital, porque no oyes su tic tac”.
De repente mi reloj biológico se había convertido en el viejo despertador del abuelo cuyo tic tac resonaba en la habitación, con tal intensidad, que era necesario amortiguar su sonido con un cojín puesto encima para poder dormir.

Otras personas tienen el primer encontronazo consciente con la edad a través de lo que llaman “crisis de la edad mediana” la cual, al parecer, asalta a todo ser humano en un momento de su vida que según algún experto oscila entre los 35 y los 50 años. Yo, en mi caso concreto, no soy consciente de este tipo de crisis. A partir de los 50 años sí me he dado cuenta de que la vida transcurre a gran velocidad.

¿QUÉ PASA CON LA EDAD?

¿Es tan mala como algunos sostienen?
 ¿Es, tal vez, solamente un artefacto social creado por una sociedad sin valores, totalmente hedonista, en la cual el culto a la juventud es lo que prima? 
¿Una sociedad que pasa de todo excepto de ganar dinero y gastarlo, que burla cualquier tipo de espiritualidad, desarrollo personal, ética, valores y otras palabrejas que no son otra cosa que “monsergas de los mayores”?
 ¿Será cierto que la edad, por sí misma, marca pautas de siniestro y desolación?
 ¿Qué hay de cierto con las tan mencionadas pérdidas de “facultades” de los mayores?

Conozco a personas que superan los 65 años y se mantienen muy bien. Incluso declaran sentirse felices. ¿Será que al vivir con una percepción de “ser feliz” el tiempo no deja huellas ni en el cuerpo ni en el espíritu (mente)? A mí no me cabe duda de que nuestras percepciones modulan nuestro cuerpo y nuestra mente. Las virutas que el tiempo deja tras de sí, no son las mismas si vivimos con una percepción positiva que si nos instalamos en la negatividad. No me estoy refiriendo al optimismo bobalicón y sin sentido tan predicado hoy en día en algunos foros y que yo denomino 'Optimismo de pandereta'. Un optimismo que predica el buen humor sin sentido, expectativas irreales y un positivismo doctrinario. Me refiero a un optimismo funcional que invita a pensar que, en buena parte, puedes controlar tu futuro a partir del esfuerzo que dedicas a crearlo según tus preferencias y deseos.

JUVENTUD, DIVINO TESORO.

Estamos hablando de la edad, pero, ¿que entendemos por tal?

 ¿Qué es la edad? 
¿Qué es ser joven?
 ¿Qué diría hoy Rubén Darío?

Yo considero que ser joven no es un periodo de la vida, sino, la vida misma en toda su extensión. Implica y lleva consigo, no un cuerpo sin arrugas, un DNI con pocos años, sino, un estado mental, una forma determinada de percibir la vida. Supone, sobre todo, maravillarse, ser capaz de admirar: quedar sorprendido, entusiasmarse, indagar. Supone, también, tener fe en ti mismo, el gesto abierto a todos los aires, la mirada clara y transparente en la que no existen telarañas que dificultan la visión. 

Conozco personas de 30 años que ya no tienen capacidad de asombrase por nada ni ante nada. Conozco a personas de 70 años que parece que cada mañana, cuando se levantan, estrenan el mundo. Que saben asombrase de lo cotidiano. ¿Cuál de los dos es más joven?
La psicología evolutiva, cuando aborda el desarrollo personal y social durante la vida adulta y la vejez, lo hace recordando que aun cuando hay razones legales y económicas para situar la vejez en los 65 años, (ahora a los 67 y dentro de poco ni se sabe, tal vez en los 80) no se puede considerar ésta sin tener en cuenta ciertos acontecimientos vitales y roles sociales. Considera la edad en función de los cambios que se producen en la misma y nos habla de distintos conceptos de edad: edad cronológica, edad biológica, edad psicológica y edad social. También maneja el término de edad funcional para referirse a los cambios en la capacidad de llevar a cabo tareas con el mismo nivel de eficacia.

Hay personas de edad cronológica (esa que cae a golpe de calendario) de 40 años, con hígados y otros órganos de 60 años. Tienen una edad biológica (estado celular y demás de cada organismo) que no correlaciona con su edad cronológica. Depende del estilo de vida que llevemos. Depende de en qué medida nos cuidemos y adquiramos unos hábitos sanos, lo que los clásicos llamaban virtudes, en contraposición a los hábitos malos o vicios. La predisposición a obrar bien (virtudes) que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, terminan con crear nuestro carácter. Hace años la edad social de “jubilado” o la de “abuelo”, era sinónimo de persona renqueante y próximo a la muerte. Hoy hay abuelos con una esperanza de vida de 40 años por delante.

Desde el punto de vista psicológico, puede decirse que una persona es vieja cuando se ve a sí misma como tal. Mientras alguien siga teniendo curiosidad y capacidad de asombro no puede decirse, a mi juicio, que sea viejo, al margen de la edad cronológica que tenga. 

Jean-Jacques Rousseau nos habla de las 4 edades: edad de la naturaleza, edad de la fuerza, edad de la razón y de las pasiones y, por último, edad de la sabiduría.
Coincide con esta clasificación, la definición de vejez de Ingmar Bergman: 

“Envejecer es como escalar una montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, y la vista más amplia y serena”.

Saber aceptar y disfrutar con la edad que cada uno tiene es un signo de “mirada amplia” y madurez.


¿Cuándo nos olvidaremos de la edad cronológica y empezaremos felicitar a las personas por su edad psicológica?