Entendiendo el Contexto
VISIÓN DE HELICOPTERO DEL LIDERAZGO
Juan Duque, se sentía un tanto confuso. Había
asistido a lo largo de su vida laboral a muchos cursos de Habilidades
Directivas y Liderazgo, había leído multitud de artículos y libros sobre el
mismo tema y, ahora, que quería aplicar en el día a día los mejores enfoques de
liderazgo, no sabía por dónde empezar.
Decidió hablarlo con Jaime Jate, pues, sin duda,
este tendría su propia opinión sobre el tema y, seguro –pensaba Juan-, que sería una opinión muy valiosa e
interesante.
- Si los árboles no te dejan ver el bosque – le
dijo Jaime- ¡Elévate!
-¿Recuerdas aquella escena de la película “El club
de los poetas muertos” en la que Robín Williams, que hacía el papel del profesor Keating, les hizo subir a sus
alumnos de literatura a la mesa del profesor y ponerse en píe sobre ella:
-¿Por qué he subido aquí? ¿Quién lo sabe?
-Para sentirse más alto – le respondió
un alumno-
-
No. Me ha subido a la mesa para recordarme que debemos mirar constantemente las
cosas de un modo diferente. El mundo se ve distinto desde arriba. Si no me
creen, vengan a comprobarlo.
-
Cuando ustedes crean que saben algo, deben mirarlo de un modo distinto… Cuando
lean no consideren solo lo que piensa el autor: consideren lo que piensen
ustedes.
- Alguien, que no recuerdo en este momento quién –
prosiguió Jaime- habló del “segundo diluvio” para referirse a que nos están
ahogando con un exceso de información. Si quieres volver idiota a alguien no lo
hagas ocultándole información; dale
mucha información que no sabe cómo procesar, no sabe diferenciar el grano de la
paja, lo que es útil de lo que no sirve para nada.
Juan Duque quedó un tanto sorprendido por estas
ideas de Jaime. Creía que realmente no le faltaba razón. Un líder, si quería
ser tal, tenía que tener, necesariamente, ideas claras y propias, fruto no sólo
de lo que había leído y vivido, sino, sobre todo, fruto de sus propias
reflexiones. Recordaba haberle escuchado decir en otras ocasiones a Jaime que la
experiencia no es cuestión de años y de haber vivido muchas situaciones, sino,
de las conclusiones personales que se han sacado de esos años y de esas
situaciones: “una cosa son veinte años de experiencia y otra, muy distinta, un
día repetido veinte años”.
Jaime quedó en enviarle un correo electrónico con unas ideas que él llamaba “Visión de helicóptero del Liderazgo”, que según él, sintetizaban los conceptos más importantes que un líder debería
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Conocimientos más práctica.
El liderazgo, a nuestro juicio, no es
un “arte intuitivo “, en el sentido de que pones a cualquier persona en un
puesto y este ya ejerce de líder. No. El que
quiera convertirte en líder debe planificar detalladamente esa
aspiración y ponerse “manos a la obra”.
Tampoco te vas a convertir en líder
simplemente leyendo muchos libros sobre el tema. La lectura es importante,
entre otras cosas, para adquirir unos
conocimientos, pero, lo que realmente
aporta un valor añadido no es el conocimiento en sí mismo, sino, la aplicación de ese conocimiento.
Tenemos, entonces, ya dos cuestiones: por un lado la
adquisición de los conocimientos necesarios para ser un líder y, por otro lado,
el llevar a la práctica esos conocimientos.
¿Cómo
adquirir los conocimientos?
Lo primero a considerar es que estamos
asistiendo a lo que alguien llamó el “segundo diluvio” informativo el cual nos
está “ahogando”, no con agua, sino, con un exceso de información.
Si te limitas a leer por leer todo lo
que encuentres sobre liderazgo sin saber distinguir el grano de la paja, lo que
es útil de lo que no lo es, lo que es aplicable de lo utópico, lo práctico de
lo meramente teórico, en definitiva, lo que aporta resultados de lo que
simplemente nos hace perder el tiempo,
no sólo no avanzarás en la adquisición de la competencia de liderazgo,
sino que retrocederás por aquello de “nunca tanta información, nunca tanta confusión”.
La estrategia para volver ignorante a
alguien, no es hoy ocultándole información, sino, justamente la contraria:
dándole un exceso de información que él
no sabe procesar en el sentido que acabamos de exponer.
Un ejemplo de esto que estamos hablando:
vete a Google, introduce la palabra líder y observa el número de enlaces o
resultados que te salen. Yo lo hice hoy, 4 de agosto del 2008, y me salen 70.400.000.
¿Cómo protegerse de este “segundo
diluvio”?
Yo utilizo desde hace mucho tiempo dos
mecanismos:
1. Seleccionando a lo que presto atención, en general.
2. Empleando filtros de selección de la
información, en concreto.
Con respecto al primero es necesario
ser conscientes de que vivimos en
un mundo en el que se nos reclama la
atención constantemente. Todo el mundo llama a la puerta de entrada de nuestro
cerebro: la atención.
Randall Collins en su obra Sociología
de las filosofías: una teoría global del cambio intelectual, Hacer Editorial,
2005, sostiene que el conocimiento nace y se transmite a través de grupos que
comparten “espacios de atención”, es decir, colectividades de seguidores.
La realidad es aquello hacia lo que
focalizamos la atención. Por eso, mantener el control sobre nuestra atención,
en un mundo en el que un batallón de estímulos compiten por despojarnos de
ella, exige un arduo trabajo.
Estar atentos significa que nosotros
mismos determinamos nuestra calidad de vida conservando el control de lo que
tenemos en la mente.
Los filtros
Con respecto a lo segundo, a los
filtros de selección de la información,
es bueno emplear lo siguiente:
Buscando lo útil
Hay que buscar
aquello que nos sea de utilidad: es decir, que esté orientado a los resultados,
que el valor de utilidad de las ideas que nos queden y de las herramientas
desarrolladas sea elevado y, también, que tengan un alto grado de aplicabilidad dentro de nuestro día a día. Las teorías sirven de poco si no nos ayudan a
mejorar nuestra práctica cotidiana.
Dar valor a lo que nos convence
Aquello que nos convence nos ayuda a asumir el auto desarrollo como una de las metas en nuestra vida. Para ello hace falta motivación por la formación y entender que el desarrollo es siempre, y fundamentalmente, auto desarrollo, en el sentido de que cada uno debe convertirse en actor y motor de su propio desarrollo. Lo sintetiza muy bien la siguiente frase: “diseña tu futuro, pues, es en donde pasarás el resto de tu vida”. Esto supone, entre otras cosas, que las ideas de la formación las hagamos nuestras, dándoles sentido, practicándolas y diseñando planes de aprendizaje. El conocimiento no es una herramienta; la práctica sí. Si algo te convence es más probable que te haga reaccionar y te lleve a la acción.
La importancia de la reflexión.
La práctica de la reflexión. Es la
cualidad que más nos diferencia de otros animales no tan evolucionados: la
capacidad de salirse de uno mismo y reflexionar sobre sí mismo. Esto nos dio a
los humanos una ventaja evolutiva de primordial importancia. Sólo tenemos
experiencia sobre las cosas que hemos reflexionado. El aprendizaje es ser
consciente (reflexión) de lo que ha resultado eficaz para resolver un problema,
para adaptarse a una situación determinada, para salir con éxito de una
dificultad. El aprendizaje eficaz, es el resultado de razonar acerca del propio
comportamiento. Muchas personas no sólo no saben cómo aprender, sino que ni
siquiera son conscientes de que resulta necesario. Conciben el aprendizaje como
una resolución de problemas concretos ante situaciones concretas, sin darse
cuenta que detrás del aprendizaje subyace una actitud de autocrítica como forma
de abordar y mejorar el día a día. El verdadero aprendizaje conlleva un trabajo
de introspección, de reflexión, orientado a la crítica del propio comportamiento.
El aprendizaje sólo empieza cuando la gente admite que no sabe; algo muy
difícil, en general y, todavía más
difícil, para ciertas personas en
particular.
También es necesaria la reflexión para desaprender. ¿Qué es desaprender?.
“Durante esa travesía, el joven se pregunta por qué está vivo, qué sentido tiene levantarse de la cama cada mañana, qué hay más allá de los sueños. El viejo sabe de qué se trata.”.
Ha aprendido de la vida y ha desaprendido.
Es ser conscientes (reflexión), de lo que ya no da
resultado. En un mundo tan cambiante, en el cual el cambio ya no es una
anécdota, sino el mundo mismo (“la vida es cambio, el cambio es vida”), tener
la capacidad de desaprender es tan esencial como tener la capacidad de
aprender.
Desaprender es asumir que lo que sabemos ya no vale, ¡casi
nada!, lo cual requiere muchas dosis de humildad, apertura, receptividad, alta
autoestima..., en definitiva, para muchas personas un tema difícil. “Sólo se
puede mejorar al hombre si éste es consciente de su estado actual”. Abraham
Lincoln.
Formación y esfuerzo de aplicación de la misma como condición necesaria (aunque no suficiente).
Todo lo dicho nos llevaría a la ecuación siguiente:
Formación más Esfuerzo Personal es igual a Desarrollo Personal y Profesional. Otra condición necesaria es darse cuenta que hoy en día ya no funciona el macho alfa: La prepotencia y determinadas herramientas que se utilizaban hace muchos años ya no son ni eficaces ni eficientes.
Si te interesa el tema, y quieres saber más,
te invito a leer el siguiente artículo que he titulado:
https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/9082996773940558121
La seguimos manteniendo, a pesar de las objeciones que le ponen las personas cuando se la exponemos: que la formación y el esfuerzo personal es una condición necesaria (a veces ni eso) pero no suficiente. De que hay otras variables que a veces tienen un peso definitivo: suerte, recomendación, peloteo, etc.
Soy un convencido de que la suerte se
la inventó un vago, y de que el peloteo y la adulación, es moneda falsa que
empobrece a quién la da y a quién la admite. En cuanto al esfuerzo hay que
decir, que “el único sitio en donde el éxito viene antes que el trabajo es en
el diccionario”.
No hay duda de que
algunas veces el éxito es fruto de la casualidad. Otras veces el éxito es
fruto, incluso, de una injusticia. De
todas formas, creo sinceramente, que estas situaciones son la excepción y no la
regla. Empleamos a veces la excepción para invalidar la regla, sin darnos
cuenta de que la excepción no invalida la regla sino que la confirma.
Siguiendo la ecuación que te proponemos haces que el éxito lo controle no la casualidad sino la causalidad.
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i
Tiempo de
mandarinas
Mientras te sientas joven pensarás que la muerte solo
les sucede a los demás; en cambio, ser viejo consiste en creer en que solo tú
vas a morir
Si no hubiera calendarios nadie cumpliría años. Si
no hubiera espejos solo se envejecería en el rostro destruido de los demás. El
tiempo sería una fuerza invisible que te iba empujando por la espalda hacia el
futuro y en lugar de años cumpliríamos amaneceres y puestas de sol. El oficio
de vivir se desarrollaría en consonancia con el ciclo de las frutas de
temporada; tiempo de mandarinas, tiempo de cerezas, tiempo de fresas, de
melocotones, de uvas, de manzanas. La vida consistiría en atravesar la
naturaleza con sus ríos, mares y montañas, con
sus lluvias y vientos, nieves, tormentas, cielos azules, brisas placenteras,
catástrofes, cataclismos y soles radiantes. Y al final el cuerpo caería del
árbol como una fruta madura sobre un lecho de hojas amarillas. Ser joven
consiste en hacerse preguntas; ser viejo consiste en creer que se tienen ya
todas las respuestas. La edad no cuenta. Durante esa travesía, el joven se
pregunta por qué está vivo, qué sentido tiene levantarse de la cama cada
mañana, qué hay más allá de los sueños. El viejo sabe de qué se trata. Fuera de
la cama está la historia con los triunfos, las derrotas, los honores y todas
las infamias humanas. El futuro es todo lo que sucede mientras lo soñabas. El
mundo no es más que esa bola de estiércol que arrastra el escarabajo guiándose
por la Vía Láctea. Ya que el tiempo está en poder de los relojes y calendarios
se sabe que va empezar el año 2025. Para un joven será un año más; para un viejo será un año
menos, pero la vida es como el acordeón que puede tocar la
misma bella melodía cuando el fuelle se expande y cuando se contrae. Mientras
te sientas joven tendrás la sensación de que la muerte es algo que solo les
sucede a los demás; en cambio, ser viejo consiste en creer en que solo tú vas a
morir y que a partir de ese momento va a comenzar una gran fiesta en el
planeta, de modo que después de una larga vida resulta que te vas a perder lo
mejor, puesto que al cielo solo van a ir los tontos.
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