LOS AUTOENGAÑOS DE LA POLÍTICA-II
CONTEXTO
En un artículo anterior, escrito en este mismo blog, exponía yo sin ningún tipo de condicionamiento, mi opinión actual escribiendo que de todos los políticos activos, a mi juicio, es Pedro Sánchez el más bregado (RAE: Luchar con los riesgos y trabajos o dificultades para superarlos),y el más preparado (número de competencias desarrolladas) para lograr los cambios tan necesarios. Podemos definir la competencia como habilidad adquirida para obrar con facilidad.
Dado que algunos lectores me pidieron que profundizase más en el concepto de competencia, aporto una transparencia con los tres círculos que dan consistencia a la misma, y , también aporto un vídeo más exhaustivo de cómo se desarrollan, desde hace algunos años, las competencias dentro de las empresas.
En la imagen de abajo puede verse una síntesis. En el vídeo explicamos cada uno de los tres círculos
En el video, cuyo enlace aporto en este mismo artículo, se explica más a fondo la imagen y se expone el procedimiento que se utiliza en las empresas para desarrollar las competencias de sus plantillas. En el mismo se desarrolla una exposición de las pautas a seguir:
LA PRACTICA CONSCIENTE TE LLEVA A SER COMPETENTE
https://www.facebook.com/JulioIglesiasRo/videos/418444215550406
Seguí a Pedro Sánchez en sus
inicios en la política y, cuando nadie daba un duro por él, escribí un artículo
en mi blog, que puedes leer si te interesa el tema, en el siguiente enlace:
martes, 13 de diciembre de 2016
EL REGRESO DE PEDRO SÁNCHEZ: EL VALOR DE LA PREDICCIÓN
https://neuroforma.blogspot.com/2016/12/el-regreso-de-pedro-sanchez-el-valor.html
Digo esto desde la autenticidad y sin ningún tipo de condicionamientos, siendo consciente de que en estos momentos está Pedro Sánchez en un laberinto muy complejo, de un único camino, lleno de minas invisibles y explosivas, dispuestas a causar el mayor daño posible al entendimiento y a la convivencia de los ciudadanos. En el actual panorama también se pueden observar tanques dialécticos a la vista que disparan, ya no contra Pedro Sánchez, sino todo aparenta que lo hacen contra la propia democracia. Dicho de otra forma, para que no suene con tanta gravedad: manifiestan estar contra Pedro Sánchez saltándose, las reglas y estándares democráticos. No han entendido que los tiempos cambian y que ya no se trata de exhibir una ideología patriotera de pura palabrería, como escudo protector ante todo tipo de atropellos que puedan cometer, que sea el que sea su autor, se va de rositas, por supuesto, siempre y cuando exhiba la etiqueta de “conservador” de alto status. Parece que la autora de la frase de "los pagos en diferido" vuelve, cuando ya se creía a salvo, a los tribunales. Ya no ocurre, en estos tiempos, como bien dice en su columna de hoy Manuel Vicent que, en aquellos tiempos "Ir a la universidad significaba un cambio de estatus", en el sentido de que alguien puede irse de rositas, ni siquiera que llegue a alcanzar un status digno.
No me gustan las clasificaciones de los humanos dadas las dificultades que encierran y los sesgos que llevan consigo. En coherencia, no me gusta, por las connotaciones que encierra, la clasificación izquierda – derecha. Prefiero mucho mejor la de progresista – conservador. El conservador, dicho grosso modo, busca que todo siga igual para conservar su status. El “progresista”, dicho también grosso modo, busca mejorar la sociedad en general y muy especialmente en dos parámetros fundamentales: la justicia y la igualdad. Mejorables, en general, y muy mejorables en nuestra España. La pregunta hoy sería:
¿Quiénes son los más propensos a caer en el autoengaño los conservadores o los progresistas?
Todos los ciudadanos que han
desarrollado el sentido de la observación, a mi juicio muy importante, podían
poner muchos ejemplos, reales, basados en hechos, en evidencias empíricas de
casos de injustica y desigualdad. Desde la autenticidad, y sin ningún tipo de
condicionamiento yo voy repetir de nuevo, dada su relevancia, a mi juicio, uno
ocurrido la semana pasada (no me voy explayar verbalizando mi
sentimiento), y, para amortiguarlo e impedir que lo vuelva a revivir removiendo
mis vísceras, voy a recurrir a una
imperfecta metáfora: Aulló el 'lobo' “el que pueda hacer que haga”, que ejerció
de macho alfa en su día (pido perdón a los animales lobos por la comparación) solicitando auxilio y movilizó a sus devotos desde los beta hasta llegar a los últimos de la escala.
Cierto es que también hay
ciudadanos que no han desarrollado el Espíritu de Observación, que recorrieron
su camino sin ver haciendo suyo el síndrome de la ceguera voluntaria y sin oír las enseñanzas de la vida y si algún día escuchan algo
que les angustia o que desean, para no caer en la frustración, miran para otro
lado como fórmula que les facilita imaginar vívidamente su mundo irreal, autoengañándose de tal forma que lo creen real.
https://neuroforma.blogspot.com/2019/10/laestrategia-de-la-avestruz-elterror.html
También hay ciudadanos que miran
para otro lado desentendiéndose de todo
y que se caracterizan por un pensamiento egocéntrico (muy propensos a vivir auto
engañados permanentemente) que parten de
la premisa de que lo que se creen es cierto,
sin haber cuestionado jamás las bases de sus creencias y sin acudir
nunca al clarificador pensamiento crítico. Podemos sintetizar su autoengaño y
la forma de argumentarlo así: “Yo lo
creo, luego es cierto”.
Además de lo anterior, que podríamos llamarle egocentrismo personal, hay que añadirle el grupo al que pertenecemos. Desde esta perspectiva, partimos de la premisa de que las creencias más relevantes del grupo son ciertas; tampoco las hemos cuestionado nunca. La síntesis argumental sería así: “Nosotros lo creemos, luego es cierto”. Si el anterior era un egocentrismo personal, esto es un socio centrismo radical. Ejemplo paradigmático de esto nos lo han ofrecido esta semana que hoy acaba, los “conservadores” en sus manifestaciones ante la sede del PSOE en la calle Ferraz.
He repetido, a lo largo de este artículo, varias veces la expresión ‘desde
la autenticidad, y sin ningún tipo de condicionamiento’. Por si cansé con su
repetición a alguien, necesito decir que me atrevo a exponer mi opinión, dando por hecho
que puede haber quién no coincida para nada con ella ¡Perfecto! Siempre es
bueno y productivo tener opiniones distintas, siempre, claro está, que estén respaldadas por los argumentos
oportunos, es decir, por razonamientos
que demuestran, refutan o justifican algo. Mis opiniones pueden ser más o menos
atinadas, pero, lo que sí es seguro, es
que tienen el valor de basarse en respuestas propias que expresan lo que
realmente siento y pienso. Estoy
convencido que hoy en día, esto de expresar lo que uno piensa realmente, cuando
la mayoría de la población tiene miedo a manifestar su opinión sobre
determinados temas (las razones son múltiples y variadas) aporta por sí mismo
un valor añadido importante.
Parto de la premisa de que todos entendemos que para cuestiones complejas no existen soluciones simples, así como tampoco hay soluciones que contenten a todos. Aun cuando en general no rehuyo el “mojarme”, y suelo manifestar mi juicio con pasión y convicción, según sea la naturaleza del tema, busco el objetivo de que cumpla la función de “no satisface plenamente a nadie y no insatisface, tampoco, plenamente a nadie". Cumpliría así con el aristotélico “justo término medio”, entre dos actitudes extremas y, por lo tanto, con la virtud. Claro que ello supone, a veces, cumplir a rajatabla aquello de que algunas personas no se sabe si suben o bajan las escaleras. Es una forma de seguir la regla del mal menor. Se me ocurre que también ha seguido esta regla Pedro Sánchez con los nacionalistas y muchos votantes que ante lo que se avecinaba votaron en clave progresista.
Lo que sí sería urgente, es acabar con los debates actuales defendiendo posturas que o bien se ubican en el exceso o bien en el defecto y que más que razonar y argumentar se defienden con exabruptos.
SIN DUDA BAJARÍA LA DOSIS DE AUTOENGAÑO DE LA POBLACIÓN
PREGUNTAS
¿Tienes miedo a hablar, a manifestar abiertamente tu opinión? No me refiero al miedo escénico derivado de hablar en público, sino a hablar en contextos interpersonales o intergrupales.
¿Eres consciente de que la palabra, es la herramienta que utilizamos para la manifestación de uno mismo?
¿Qué opinas de la libertad de
expresión? ¿Crees que la mejor forma de garantizarla es practicándola?
¿Ante un tema determinado, sueles tener una opinión propia formada y la
capacidad de exponerla con asertividad?
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ARTÍCULO MANUEL VICENT
Sin conexión
La avalancha digital ha pillado por la espalda a
aquellos hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los años
ochenta y los ha convertido en seres analógicos
Hubo en España una generación de
jóvenes, hijos de proletarios, labradores, albañiles, obreros, que pudo acceder
a la universidad gracias a un sistema de becas y
al esfuerzo de unos padres deseosos de que su prole conquistara el horizonte de
la cultura que la libraría de una vez de la pobreza hereditaria. Ir a la
universidad significaba un cambio de estatus. En general este salto se dio en
nuestro país en los años ochenta del siglo pasado. Aquellos esforzados
progenitores se sentían muy orgullosos. Oías decir a un taxista que
su hija estaba estudiando románicas en Frankfurt; cualquier campesino presumía de que
su hijo era biólogo, médico o arquitecto. Padres e hijos de
aquella generación confluían en la mesa de la cocina a la hora de comer. Unos
venían de la huerta con la azada al hombro, otros regresaban de la facultad con
los libros bajo el brazo. Sobre el mantel de hule la madre dejaba el plato de
sopa que unos y otros consumían sin hablar o hablando poco, solo lo necesario.
Salvo de cosas rudimentarias de la vida ya no tenían nada que decirse. La
cultura los había desconectado. Durante siglos los padres habían transmitido
sus experiencias y conocimientos a los hijos, pero llegó un momento en este
país en que estos hijos comenzaron a saber más que sus padres, un hecho que hoy
se repite de nuevo. La avalancha digital ha pillado por la espalda a aquellos
hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los años ochenta y los
ha convertido en seres analógicos que se ven ahora obligados a callar, a
escuchar y a creer a sus hijos y a sus nietos cuando en la sobremesa les
explican el mundo en que viven, donde las cosas son y no son al mismo tiempo,
bajan hacia arriba y suben hacia abajo. Si hoy el conocimiento se expresa con
los dedos sobre un teclado, basta con fijarse cómo los mueven unos y otros para
saber que existe un abismo entre ellos.
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