domingo, 12 de noviembre de 2023

LOS AUTOENGAÑOS DE LA POLÍTICA-II

 

 


LOS AUTOENGAÑOS DE LA POLÍTICA-II


CONTEXTO

En un artículo anterior, escrito en este mismo blog, exponía yo sin ningún tipo de condicionamiento, mi opinión actual escribiendo que de todos los políticos activos, a mi juicio, es Pedro Sánchez el más bregado (RAE:  Luchar con los riesgos y trabajos o dificultades para superarlos),y el más preparado (número de competencias desarrolladas) para lograr los cambios tan necesarios. Podemos definir la competencia como habilidad adquirida para obrar con facilidad.

 

Dado que algunos lectores me pidieron que profundizase más en el concepto de competencia, aporto una transparencia con los tres círculos que dan consistencia a la   misma, y , también aporto un vídeo más exhaustivo de cómo se desarrollan, desde hace algunos años, las competencias dentro de las empresas.

CONCEPTO DE COMPETENCIA

En la imagen de abajo  puede verse una síntesis. En el vídeo explicamos cada uno de los tres círculos

 





DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS

En el video, cuyo enlace aporto en este mismo artículo,  se explica más  a fondo la imagen y se expone el procedimiento que se utiliza en las empresas para desarrollar las competencias de sus plantillas. En el mismo se desarrolla  una exposición de las pautas a seguir:

LA PRACTICA CONSCIENTE TE LLEVA A SER COMPETENTE

https://www.facebook.com/JulioIglesiasRo/videos/418444215550406

 

 También exponía yo,  sin ningún tipo de condicionamiento,  mi opinión actual,  escribiendo que Pedro Sánchez me parecía el mejor presidente de gobierno desde la transición democrática hasta hoy  y que esperaba que todavía,  dado el mucho tiempo que le queda por delante, puede presidir muchos más para seguir mejorando la vida de los ciudadanos, desde los trabajadores a los pensionistas a los que se pueden añadir otros muchos colectivos que mejoraron su vida con él al frente del gobierno.

 Seguí a Pedro Sánchez en sus inicios en la política y, cuando nadie daba un duro por él, escribí un artículo en mi blog, que puedes leer si te interesa el tema,  en el siguiente enlace:

martes, 13 de diciembre de 2016

EL REGRESO DE PEDRO SÁNCHEZ: EL VALOR DE LA PREDICCIÓN

https://neuroforma.blogspot.com/2016/12/el-regreso-de-pedro-sanchez-el-valor.html

Digo esto desde la autenticidad y sin ningún tipo de condicionamientos,  siendo consciente de que en estos momentos está Pedro Sánchez en un laberinto muy complejo,  de un único camino, lleno de minas invisibles y explosivas,  dispuestas a causar el mayor daño posible al entendimiento y a la convivencia de los ciudadanos. En el actual panorama también se pueden observar tanques dialécticos a la vista  que disparan, ya no contra  Pedro Sánchez, sino todo aparenta que lo hacen contra la propia democracia. Dicho de otra forma,  para que no suene con tanta gravedad: manifiestan estar contra Pedro Sánchez saltándose, las reglas y estándares democráticos. No han entendido que los tiempos cambian y que ya no se trata de  exhibir una ideología patriotera de pura palabrería,  como escudo protector ante todo tipo de atropellos que puedan cometer, que sea el que sea su autor, se va de rositas, por supuesto, siempre y  cuando   exhiba la etiqueta de “conservador” de alto status.  Parece que la autora de la frase de  "los pagos en diferido"  vuelve, cuando ya se creía  a salvo, a los tribunales. Ya no ocurre, en estos tiempos,  como bien dice en su columna de hoy Manuel Vicent que, en aquellos tiempos "Ir a la universidad significaba un cambio de estatus", en el sentido de que alguien puede irse de rositas, ni siquiera que llegue a alcanzar un status digno.

No me gustan las clasificaciones de los humanos dadas las dificultades que encierran y los sesgos que llevan consigo. En coherencia, no me gusta, por las connotaciones que encierra, la clasificación izquierda – derecha. Prefiero mucho mejor la de progresista – conservador. El conservador, dicho grosso modo,  busca que todo siga igual  para conservar su status. El “progresista”, dicho también grosso modo, busca mejorar la sociedad en general y muy especialmente en dos parámetros fundamentales: la justicia  y la igualdad. Mejorables, en general, y muy mejorables en nuestra España. La pregunta hoy sería: 


¿Quiénes son los más propensos a caer en el  autoengaño los conservadores o los progresistas? 


Todos los ciudadanos  que han desarrollado el sentido de la observación, a mi juicio muy importante, podían poner muchos ejemplos, reales, basados en hechos, en evidencias empíricas de casos de injustica y desigualdad. Desde la autenticidad, y sin ningún tipo de condicionamiento yo voy repetir de nuevo, dada su relevancia, a mi juicio,  uno  ocurrido la semana pasada (no me voy explayar verbalizando mi sentimiento), y, para amortiguarlo e impedir que lo vuelva a revivir removiendo mis vísceras,  voy a recurrir a una imperfecta metáfora: Aulló el 'lobo' “el que pueda hacer que haga”, que ejerció de macho alfa en su día (pido perdón a los animales  lobos por la comparación) solicitando  auxilio y movilizó a sus devotos desde los  beta hasta llegar a los últimos  de la escala. 

 Cierto es que también hay ciudadanos que no han desarrollado el Espíritu de Observación, que recorrieron su camino sin ver  haciendo suyo el síndrome de la ceguera voluntaria y sin oír las enseñanzas de la vida y si algún día escuchan  algo que les angustia o que desean, para no caer en la frustración, miran para otro lado como fórmula que les facilita imaginar vívidamente su mundo irreal, autoengañándose de tal forma que lo creen real.

LA ESTRATEGIA DEL  AVESTRUZ

https://neuroforma.blogspot.com/2019/10/laestrategia-de-la-avestruz-elterror.html

 También hay ciudadanos que miran para otro lado desentendiéndose  de todo y que se caracterizan por un pensamiento egocéntrico (muy propensos a vivir auto engañados permanentemente) que parten  de la premisa de que lo que se creen es cierto,  sin haber cuestionado jamás las bases de sus creencias y sin acudir nunca al clarificador pensamiento crítico. Podemos sintetizar su autoengaño y la forma de argumentarlo   así: “Yo lo creo,  luego es cierto”. La base de nuestros  pensamientos está en lo que creemos. Nuestras  creencias son las responsables de nuestros pensamientos. Investiga tus creencias y llegarás a la raíz de tus pensamientos. Son ellas las que dan una estructura a nuestra mente, creando un “estilo de pensar”, unos hábitos o programas mentales (conexión neural solidificada) orientados  en un sentido u otro.También son los cimientos de los valores. A partir de lo que creemos, creamos nuestros valores. Los valores son las priorizaciones que tú haces acerca del valor que tienen para ti las cosas. Influyen en tus pensamientos, sentimientos y acciones. Este esquema de cómo pensamos,  podemos generalizarlo a todos los humanos.

Además de lo anterior, que podríamos llamarle egocentrismo personal,  hay que añadirle el  grupo al que pertenecemos. Desde esta perspectiva,  partimos  de la premisa de que las creencias más relevantes del grupo son ciertas; tampoco  las hemos  cuestionado nunca. La síntesis argumental  sería así: “Nosotros lo creemos,  luego es cierto”. Si el anterior era un egocentrismo personal, esto es un socio centrismo  radical. Ejemplo paradigmático de esto nos lo han ofrecido esta semana que hoy acaba, los “conservadores” en sus manifestaciones ante la sede del PSOE en la calle Ferraz.

 He repetido, a lo largo de este artículo, varias veces la expresión ‘desde la autenticidad, y sin ningún tipo de condicionamiento’. Por si cansé con su repetición a alguien, necesito decir que  me atrevo a exponer mi opinión, dando por hecho que puede haber quién no coincida para nada con ella ¡Perfecto! Siempre es bueno y productivo tener opiniones distintas, siempre, claro está,  que estén respaldadas por los argumentos oportunos,  es decir, por razonamientos que demuestran, refutan o justifican algo. Mis opiniones pueden ser más o menos atinadas, pero,  lo que sí es seguro, es que tienen el valor de basarse en respuestas propias que expresan lo que realmente   siento y pienso. Estoy convencido que hoy en día, esto de expresar lo que uno piensa realmente, cuando la mayoría de la población tiene miedo a manifestar su opinión sobre determinados temas (las razones son múltiples y variadas) aporta por sí mismo  un valor añadido importante. Hay un motón de estudios experimentales que nos muestran la necesidad de discrepar y de exponer cada cual su punto de vista: Gracias a Irving Janis, ya conocemos las nefastas consecuencias del “pensamiento de grupo”. También, por los experimentos de Stanley Milgram  sabemos que obedecer, sin más, a ciertos mandatos contrarios a la propia conciencia personal  acarrea nefastas consecuencias. Los experimentos de Salomón Asch sobre la conformidad de grupo, ponen de relieve que la presión social a la que somos sometidos, nos hace comulgar con ruedas de molino.

Parto de la premisa  de que todos entendemos que para cuestiones complejas no existen soluciones simples, así como tampoco hay soluciones que contenten a todos. Aun cuando en general no rehuyo el “mojarme”,  y suelo manifestar mi juicio con pasión y convicción, según sea la naturaleza del tema,  busco el objetivo de que cumpla la función de “no satisface plenamente a nadie y no insatisface, tampoco, plenamente a nadie". Cumpliría así con el aristotélico  “justo término medio”,  entre dos actitudes extremas y, por lo tanto,  con la virtud. Claro que ello supone, a veces,  cumplir a rajatabla aquello de que  algunas personas no se sabe si suben o bajan las escaleras. Es una forma de seguir la regla del mal menor. Se me ocurre que también ha seguido esta regla Pedro Sánchez con los nacionalistas y muchos votantes que ante lo que se avecinaba votaron en clave progresista. 

Lo que sí sería urgente,  es acabar con los debates actuales defendiendo posturas que o bien se ubican en el exceso o bien en el defecto y  que más que razonar y argumentar se defienden con exabruptos.

SIN DUDA BAJARÍA LA DOSIS DE AUTOENGAÑO DE LA POBLACIÓN

PREGUNTAS

¿Tienes miedo a hablar, a manifestar abiertamente tu opinión? No me refiero al miedo escénico derivado de hablar en público, sino a hablar  en contextos interpersonales o intergrupales.

¿Eres consciente de que la palabra, es la herramienta que utilizamos para la manifestación de uno mismo?

¿Qué opinas  de la libertad de expresión? ¿Crees que la mejor forma de garantizarla es practicándola?

¿Ante un tema determinado, sueles tener una opinión propia formada y la capacidad de exponerla con asertividad?

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ARTÍCULO MANUEL VICENT

Sin conexión

La avalancha digital ha pillado por la espalda a aquellos hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los años ochenta y los ha convertido en seres analógicos

MANUEL VICENT

12 NOV 2023 - 05:00 CET

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Hubo en España una generación de jóvenes, hijos de proletarios, labradores, albañiles, obreros, que pudo acceder a la universidad gracias a un sistema de becas y al esfuerzo de unos padres deseosos de que su prole conquistara el horizonte de la cultura que la libraría de una vez de la pobreza hereditaria. Ir a la universidad significaba un cambio de estatus. En general este salto se dio en nuestro país en los años ochenta del siglo pasado. Aquellos esforzados progenitores se sentían muy orgullosos. Oías decir a un taxista que su hija estaba estudiando románicas en Frankfurt; cualquier campesino presumía de que su hijo era biólogo, médico o arquitecto. Padres e hijos de aquella generación confluían en la mesa de la cocina a la hora de comer. Unos venían de la huerta con la azada al hombro, otros regresaban de la facultad con los libros bajo el brazo. Sobre el mantel de hule la madre dejaba el plato de sopa que unos y otros consumían sin hablar o hablando poco, solo lo necesario. Salvo de cosas rudimentarias de la vida ya no tenían nada que decirse. La cultura los había desconectado. Durante siglos los padres habían transmitido sus experiencias y conocimientos a los hijos, pero llegó un momento en este país en que estos hijos comenzaron a saber más que sus padres, un hecho que hoy se repite de nuevo. La avalancha digital ha pillado por la espalda a aquellos hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los años ochenta y los ha convertido en seres analógicos que se ven ahora obligados a callar, a escuchar y a creer a sus hijos y a sus nietos cuando en la sobremesa les explican el mundo en que viven, donde las cosas son y no son al mismo tiempo, bajan hacia arriba y suben hacia abajo. Si hoy el conocimiento se expresa con los dedos sobre un teclado, basta con fijarse cómo los mueven unos y otros para saber que existe un abismo entre ellos.


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