APRENDER A APRENDER
“La democracia no tiene sentido, la democracia, la
fuerza del pueblo, la fuerza de lo público, de la solidaridad, no puede
funcionar si no hay una educación, o sea, el mecanismo que fecunda y
fomenta la democracia. Porque al lado de la democracia ,aparece la caricatura
de la democracia, la demagogia, descubierta por las griegos como la
enfermedad de la democracia.” Emilio Lledó (El
subrayado es mío)
Todos ignoramos más de lo que sabemos. Si ponemos en
una balanza todos nuestros conocimientos y en la otra todo lo que ignoramos,
ninguno dudaría hacia donde se inclinaría
la balanza. Imaginemos que pudiéramos poner en el platillo de
una balanza el conocimiento de todos y cada uno los humanos del planeta tierra,
y, en el otro platillo, todo lo que ignoramos todos y cada uno de los
mismos habitantes: con un análisis, medianamente objetivo, se nos podía
aplicar a todos, y a cada uno
de nosotros, el siguiente enunciado: 'tiene una gota de conocimiento en un mar
de ignorancia'. No hay más que recordar a Sócrates y su “solo sé que no sé
nada”. Pero, si reconocer esto es de sabios, es propio de personas que no
tienen capacidad de asombro, el auto complacerse en la propia ignorancia, la
falta de deseo de salir de la misma y de aprender, la falta de receptividad y
curiosidad por lo que no conocemos. La capacidad de aprender va unida a la
capacidad de asombrarse. Pensé durante mucho tiempo que cualquier persona con
cierta sensibilidad y con determinadas inquietudes era poseedor de una gran
capacidad de asombro. He conocido a personas que cada mañana se maravillaban de
estar vivos y parece que estrenaban el mundo dada su curiosidad por indagar y
conocer cosas. Hoy en día sigo pensando lo mismo, si bien es cierto que son muy
escasas las personas anteriores. Con el tiempo he descubierto que al asombro le
pasa como al colesterol, que lo hay bueno y que lo hay malo. Decrecieron hasta
el punto que yo diría que están en extinción las que son poseedoras del asombro
bueno y proliferan por doquier individuos que viven la mayor parte del día
exhibiendo asombro del malo.
En el Libro Blanco, de José Antonio Marina que en su día entregó al ministro de Educación, en aquel entonces Iñigo Méndez de Vigo, después de que el ministro le encargara su elaboración, lo cual ocurrió después de que Marina le enviara al ministro una misiva abierta en la que sostenía que urgía entrar cuanto antes en la sociedad del aprendizaje, se aboga por una formación de calidad si no nos queremos convertir, como país, en el “bar de copas de Europa”, según Marina. Se apoya Marina en una frase del secretario de empleo y formación de EEUU, Doug Ross, el cual decía que “los nuevos pobres serán los que no puedan o no quieran aprender”.
En estos tiempos actuales en los que vivimos, el
aprendizaje ya no es un periodo más o menos largo de la vida, sino que
dura toda la vida convirtiéndose en un proceso y una experiencia. Solía decir
en mis cursos, que ya aprendemos antes de nacer, que cuando estamos
en el útero de nuestra madre ya 'aprendemos' y que cuando, en función de la
edad, se acerque la hora de nuestra muerte, con tiempo suficiente nos llegará
un comunicado de la seguridad social, o como se llame entonces, que dirá
algo parecido a lo siguiente: Acercándose la hora de su muerte, le
convocamos a un curso sobre cómo afrontar la muerte de manera tranquila y
apacible.
La lógica de la vida en los países desarrollados nos
enseña que la forma de progresar social, cultural y económicamente es subiendo
el nivel educativo y, estableciendo como prioritario, el ocuparse del
desarrollo personal y profesional.
Para comprender y profundizar en esto que decimos, te
invitamos a ver el siguiente video al cual puedes acceder a través de
cualquiera de uno de los dos enlaces que adjunto.
“Decálogo de Autogestión. Cardar para progresar: El
ciclo DAR”
1. http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15178.html
2. https://tv.uvigo.es/video/5b5b62ff8f420804526d055e
De las tres variables que aparecen en la imagen:
Desarrollo Personal y Profesional, Aportaciones que haces al entorno y Recompensas
que recibes de ese entorno:
¿En cuál pones el foco?
¿En cuál te centras y es prioritaria para ti?
De los cuatro perfiles que aparecen:
¿A cuál corresponde el tuyo en estos momentos?
¿Tal vez al 1: alto desarrollo, altas
aportaciones y bajas recompensas?
Si aspiras a llegar al 4: alto desarrollo, altas
aportaciones y altas recompensas, la estrategia más avalada para conseguirlo es
centrarte en el desarrollo personal y profesional.
Para comprender y profundizar en esto que decimos, te invitamos a reflexionar después de haber visto el vídeo y sacar sobre el mismo tus propias conclusiones personales.
A mi juicio hace falta una educación integral, no
mercantilizada e instrumental, que nos permita formarnos para la vida y para el
trabajo. Que nos haga ser mejores personas, mejores ciudadanos y mejores
profesionales. Que nos enseñe y desarrolle las competencias técnicas necesarias
y, también, las competencias transversales. Hay que formar personas y no sólo
trabajadores lo cual pasa por la formación ética, cultural y social. En
definitiva, aprender a vivir.
Como señala J.A. Marina, necesitamos entrar en una
sociedad del aprendizaje ya que aprender es el recurso de la inteligencia para
adaptarse en el entorno y progresar.
Según nos dice
Manuel Vicent en la columna que puedes leer a continuación “En medio de la violencia iluminada por las
llamas se supone que estas camadas están dirigidas por unos mandos que las usan
como fuerzas de choque en la lucha política. Pero la violencia se rige por las
reglas de la orgía y se alimenta de sí misma sin que nadie pueda detenerla si
se le suelta la correa. Quien pretenda controlarla se arriesga a ser devorado
por ella.”
Coincido con Vicent
y cada día me da la impresión de que abundan más los individuos dispuestos a
hincar sus colmillos en la yugular de la democracia y que se reafirman en
su ira mal canalizada hasta acabar con ella. A mi juicio la única solución es incrementar
en la población el asombre del bueno que genere en los ciudadanos un constante afán
de una formación permanente
La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos”. Karl Popper
¡Quieto, Rex!
La violencia se rige por las reglas de la orgía, sin que nadie pueda detenerla si se le suelta la correa
El dueño de un perro peligroso, de un pitbull terrier o de un rottweiler, está obligado a tenerlo siempre bajo control, en la jaula, con la correa y el bozal. Si un día lo encuentras por la calle y una de esas mascotas se te echa encima dispuesta a arrancarte media pantorrilla de un bocado, el dueño tratará de controlarla y puede que lo consiga. ¡Quieto, Rex! —le grita—. A la quinta o sexta vez de tirar con fuerza de la correa, por fin el perro desiste y el dueño aprovecha el que no te ha destrozado una pierna para ponderar sus virtudes. En efecto, Rex es muy noble y cariñoso, el guardián más fiel y seguro de la casa. Pienso en esta raza de perros cuando en una manifestación pacífica veo a esos jóvenes salvajes que rompen escaparates, incendian contenedores y se enfrentan cuerpo a cuerpo con la policía. En medio de la violencia iluminada por las llamas se supone que estas camadas están dirigidas por unos mandos que las usan como fuerzas de choque en la lucha política. Pero la violencia se rige por las reglas de la orgía y se alimenta de sí misma sin que nadie pueda detenerla si se le suelta la correa. Quien pretenda controlarla se arriesga a ser devorado por ella. El dueño del rottweiler tenía la costumbre de dejarlo de noche suelto por el jardín. Cuando volvía a casa de madrugada, al abrir la cancela allí estaba el perro en la oscuridad recibiéndolo con grandes muestras de alegría. No se sabe qué sucedió aquella vez. Puede que al olisquearlo detectara un perfume femenino que no era el de siempre, puede que oliera el sudor de una bebida que no reconocía, puede que el perro hubiera optado por darse un buen festín. De hecho, el rottweiler lo tomó por un extraño que invadía su territorio, se abalanzó sobre su amo y por mucho que el amo le gritaba por su nombre, ¡Quieto, Rex!, el perro hincó los colmillos en su yugular y no cesó en su furia hasta matarlo.