domingo, 30 de octubre de 2022

REALISMO POSITIVO



REALISMO POSITIVO 

“Algunas veces la alegría es la fuente de tu sonrisa y otras veces la sonrisa es la fuente de tu alegría”  Thích Nh (monje budista)

Para resolver el  dilema que nos plantea en su (como siempre)  magistral columna de hoy Manuel Vicent, lo primero, a mi juicio, sería dar una respuesta a las siguientes preguntas: 



¿Qué es lo que nos “mueve” en la vida?


¿Por qué hacemos lo que hacemos?


 ¿De dónde sacamos  nuestra energía?


 Una respuesta  que valga para todos es difícil y  sería, sin duda,  una  excesiva generalización, pero, aun admitiendo que toda regla tiene su excepción, sí podemos afirmar que  la respuesta no es otra que satisfacer nuestras necesidades, empezando, como es lógico,  por las más básicas  la primera de las cuales es la necesidad de “ganarnos los garbanzos”: es una de las necesidades básicas para garantizar, no nuestra  vida, pero sí nuestra supervivencia en el sentido más primario de la expresión. Nos novemos en función de nuestras necesidades. Sentimos carencia de algo (necesidad) y esto genera en nosotros impulsos, motivos (motivación) para ponernos en acción y satisfacerlas.

Spinoza nos habla del  conatus y lo definió así: “Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, por perseverar en su ser”. En una primera aproximación podemos entender el conato, como  que todo lo que existe tiende a la autocconservación. 

Freud incorporó al desarrollo de su sistema el conatus de Spinoza,    y sostuvo  que las acciones de auto preservación se activaban de forma inconsciente. 

Coincido con Manuel Vicent en que Pese a que puedan pasar por idiotas, aún queda mucha gente que por propia naturaleza apuesta siempre por el lado positivo de las cosas. Son los últimos héroes” (el resaltado es mío). 

Sí me gustaría alertar sobre lo siguiente: en mi opinión, la clave está en que, sin salirse de los límites del realismo,  pongamos el énfasis en aspectos los positivos de la vida. Hay, a mi juicio, personas que viven bajo una nube de optimismo bobalicón y sin sentido (yo le llamo optimismo de pandereta) que no conduce a ningún sitio.

Si te interesa el tema y quieres profundizar, te invito a leer y reflexionar

VIRUS CULTURALES: OPTIMISMO DE PANDERETA

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/4811573936680410125

Mi reconocimiento a las personas que desde el realismo de un optimismo funcional, con su pragmatismo cambian y mejoran el ambiente en el que se mueven y hacen avanzar, en todos los aspectos, el mundo.




Si  te interesa el tema y quieres profundizar te invito a

Leer y ver video:

El cómo satisfagas tus NECESIDADES

SIDIDA marca el   CAMINO  que te llevará a la CIMA

https://neuroforma.blogspot.com/2019/07/decalogo-de-autogestion-5-2.html

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Olas víricas - Olas emocionales

https://neuroforma.blogspot.com/2021/02/olas-viricas-olas-emocionales.html

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Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País, leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog y en otros foros. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

COLUMNA

Bueno, ¿y qué?

Pese a que puedan pasar por idiotas, aún queda mucha gente que por propia naturaleza apuesta siempre por el lado positivo de las cosas

MANUEL VICENT

30 OCT 2022 - 05:00 CET

Quien al amanecer de cada día en plena somnolencia oiga el sonido de los informativos de cualquier emisora de radio o canal de televisión podrá creer que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina y en ese momento se le plantea un dilema: ponerse en pie o quedarse acostado para ver el espectáculo desde la cama. Puesto que ahí fuera todo está a punto de derrumbarse, ¿acaso seguir soñando entre las tibias sábanas no sería la opción que hubiera adoptado un Hamlet sin puñal en sus horas más bajas? Si el apocalipsis está tan cerca como anuncian los medios, no existe otra solución que tomar la almohada como la última barricada. Pero en medio del caos que nos rodea hay ciudadanos que acometen el acto heroico de saltar de la cama cada mañana, dispuestos a ir al trabajo para cumplir con su deber mientras caen cascotes por todos lados. No les importa que las banderías ideológicas hayan convertido la política en un reducto de odio asfixiante; que la crisis energética nos depare el regreso a aquellos inviernos franquistas llenos de sabañones, braseros de picón y mantas zamoranas; que la guerra nuclear derivada del conflicto de Ucrania haya sido interiorizada por el inconsciente colectivo como un macabro fin de fiesta; que el cambio climático nos condene a cataclismos nunca vistos entre la sequía y la inundación; que tal como vienen los telediarios pronto estará mal visto no rebañar el último resto de comida en el plato. Bueno, ¿y qué?, se preguntan estos ciudadanos conscientes de que hoy el optimismo es una provocación, pero también una ardua conquista, la última energía que le queda a esta sociedad que ha caído en manos de líderes con el ceño a media asta cuyas profecías gafan a los propios muertos. Pese a que puedan pasar por idiotas, aún queda mucha gente que por propia naturaleza apuesta siempre por el lado positivo de las cosas. Son los últimos héroes.

 

 

 

 

 

 

 

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