TRILERÍAS POLÍTICAS
Las trilerías políticas a las que nos
someten a los ciudadanos los políticos en general, (los de derechas, los de
izquierdas, los de centro, los de arriba, los de abajo y los de en medio, si bien es cierto que unos más que otros) nos
obligan a protegernos en espacios preservados en los cuales minimizar el daño
que nos producen.
Aunque hablamos de políticos en
general, de momento no comulgamos con la idea de que “todos los políticos son
iguales”, aunque es verdad, a mi juicio, que cada día se parecen más los unos a
los otros.
Una característica, común a todos ellos, es la expresiva "vende motos" Ejemplos recientes de “vende motos”, podría ser la derecha española y la izquierda griega representada por Alexis
Tsipras. No descarto que, dentro de un tiempo, pudiéramos poner como ejemplos
paradigmáticos de lo mismo, de “vende motos”, a la izquierda española y a la
derecha griega que acaban de ganar las elecciones.
Estos espacios podemos crearlos a
base de un gin-tonic tras otro, o pasando olímpicamente de estos trileros
refugiándonos en la ignorancia o en la política de oídos sordos a todo aquello
que venga del mundo político.
"De hecho, nadie en la terraza seguía el debate con un mínimo interés y mucho menos ninguno parecía dispuesto a cambiar uno de aquellos discursos por una gamba" Manuel Vicent en su columna de hoy en El Pais.
¡La autenticidad al poder!
Llegará un momento que aquella
población que no acabe alelada (“que no se entera de lo que ocurre o de lo que
se dice por distracción, falta de viveza o falta de inteligencia”) y que será
la que ejerce el derecho al voto (acabará siendo un auténtico eufemismo), el
partido que “barrerá” en las elecciones, será aquel que mayor número de
políticos tenga que se guíen por la autenticidad. El eslogan de más arrase, que triunfe con contundencia, y
que los ciudadanos verificarán que se cumpla en la práctica, podría ser el
siguiente:
Dejamos
de vender motos: ¡somos auténticos!
¿De verdad nos merecemos estos políticos?
Lo contemplado en la última semana dio como resultado unos ciudadanos aturdidos,
contemplando el no hacer de nuestros políticos, los cuales
se limitan a cobrar su generoso sueldo y
prebendas, sin previamente conseguir ningún resultado válido. Suponemos que
no buscaban el resultado de aturdirnos,
¿o sí?
La mayoría de ciudadanos esperaban como resultado de la
negociación la formación de un gobierno. El espectáculo contemplado fue
esperpéntico.
La cosa empezó pareciendo que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez han
razonado sobre sus deseos contradictorios y han valorado los pros y los
contras, los placeres y los dolores que les proporcionaban a cada uno de
ellos:
Parece
que los deseos de Pedro Sánchez de formar un gobierno al que no pertenezca
Pablo Iglesias, está a punto de cumplirse. Claro que, para ello, Pablo Iglesias
tuvo que renunciar a su deseo de formar parte de ese mismo gobierno.
La pregunta que alguien tendría que hacerle a Pedro Sánchez sería la siguiente:
¿Le compensará el placer de seguir en la Moncloa de todos los dolores que le
esperan?
"Una vez más ese castillo que los socialistas habían levantado en la arena fue derribado por la obscena ambición de Podemos con la quijada de asno. Una vez más el odio como desplante, como desafío, como venganza".Manuel Vicent
El ansia de seguir en la Moncloa le llevó a adoptar un
estilo de negociación, llamémosle Bulldog: agresivo y dominante, confundiendo
la negociación con el combate, entendiendo que lo más importantes es ganar y
obtenerlo todo del otro aunque este se sienta como perdedor (falta de equidad),
no cambiando la posición inicial y si lo hace solicitando a cambio algo de
forma inmediata, utilizando elementos tales como la extorsión, las amenazas,
los ultimátum, etc...
Ante
este estilo solo cabe no dejarse impresionar, no
caer en sus trampas agresivas y, sobre todo, no perder de vista lo principal
que es el objetivo de la negociación.
Me dio la impresión que Pablo Iglesias olvidó el
objetivo explícito de la negociación, y tal vez frustrado por no poder acceder
él mismo al gobierno, se tomó la revancha.
Lo que sí parecía claro es que los tres pilares de
la negociación (empatía, equidad y confianza) brillaban por su ausencia.
Pura
representación
Hasta hace muy poco, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abordaban el tema de la
investidura como adversarios, cada uno con el objetivo de vencer al otro y exigiendo concesiones como condición
necesaria para seguir manteniendo la negociación.
Entre ellos era predominante y explícitamente
declarada la desconfianza mostrándose, ambos, unas veces agresivos, otras
inflexibles y manteniendo su posición por encima de todo y recurriendo, incluso
a la amenaza.
En síntesis, buscaban satisfacer su “ego” saliendo
vencedores, no ambos, sino uno sobre el otro, es decir alguien tenía que
perder lo que el otro ganaba (juegos de suma cero).
Con estos ingredientes ya todos nos podemos
imaginar el resultado final.
En un momento dado, de repente, parece que ha habido
un cambio de actitud en ambos y ya no se muestran adversarios y declaran tener
el objetivo de llegar a un acuerdo.
¿Puede darse un cambio real de actitud de forma tan
rápida?
Aparentemente cuidan la relación, se hacen
concesiones para mantenerla tratando de ser conciliadores y cambiando su
posición con cierta facilidad.
Insisten en el acuerdo y aparcaron la lucha de egos.
Todo es pura apariencia, teatrillo…
Los tres ingredientes claves en una negociación que
merezca tal nombre son empatía, equidad y confianza. Ninguno de los tres se da
en estas circunstancias.
Decimos en los cursos sobre técnicas de negociación que se puede
saber si esta fue buena si se da lo siguiente:
Se
ha llegado a generar un valor añadido, es decir, las dos partes obtienen más de
lo que esperaban inicialmente.
La
negociación ha transcurrido en un ambiente de cooperación sin grandes
tensiones.
Después de la negociación las dos partes no sólo no
han deteriorado la relación, sino que la han mejorado, enriquecido.
Ha sido una buena experiencia y las dos partes salen
con una predisposición a volver a negociar de nuevo en un futuro.
Se ha terminado con compromisos (“declaraciones
escritas acerca de lo que harán o no las partes”), bien planificados, lógicos y
operativos.
Todos tienen la percepción de que ninguna parte se
ha aprovechado de la otra.
Los
negociadores del Psoe y de Podemos nos ofrecieron una perfecta antítesis de una buena
negociación.
Desafío
¿Por qué nuestros políticos de izquierdas no logran superar la mutua
inquina y desprecio?
“Bajo el sonido
reverberante de la luz del mediodía, esta agitada armonía la vulneraba el odio
repulsivo que desprendían los líderes de los partidos con sus palabras”“Los españoles no nos
odiamos tanto ni somos tan irresponsables en las empresas, en el trabajo, en la
familia como nuestros políticos”.
Manuel Vicent, El País, 28-07-2019
No piensan, no confían, no actúan: pero sí cobran
Un gobierno despótico, según Aristóteles, tiene tres
principales fines: lograr que los ciudadanos no piensen, conseguir que unos desconfíen
de los otros, e impedir que puedan actuar. Hay que suponer que Aristóteles le
otorgaba a los tiranos estas tres facultades: pensar, confiar y actuar.
¿Qué opinaría de nuestros políticos actuales al darse cuenta
que son ellos los que no piensan mucho, desconfían entre sí hasta un grado que
raya la patología y, por último, los
podemos definir a través de un oxímoron diciendo que se mueven en la inacción?
¿Qué nombre aplicaría Aristóteles a tal estado de cosas?
Hoy, ya no es posible ejercer de tirano en estado puro (”que
abusa del poder político y gobierna de manera totalitaria, sin limitaciones
legales y, normalmente, actuando de forma corrupta y cruel”). Sí es cierto, que se siguen utilizando, en abundancia, determinados ingredientes del mismo: por ejemplo, el actuar de forma corrupta.
También existe la crueldad, entendida como la incapacidad de muchos políticos
de sentir compasión ante el sufrimiento ajeno que originan muchas de las leyes que ellos aprueban, y que generan, como
consecuencia, que muchos ciudadanos tengan que pagar muy caro el placer de
respirar. Un político, que no encuentra sentido a la política, aún cuando
ésta le permitiría, al final, darse
cuenta que no ha venido en vano y que gracias a él una persona, un colectivo,
una nación, pudo respirar con más
tranquilidad, no merece llamarse político: es un simple mercenario.
Hay que dar la razón a lo que nos dice Schopenhauer en el El mundo’
libro cuarto, que dedica a la
ética:
“en general, el
comportamiento de los hombres unos con otros manifiesta injusticia, una inequidad
extrema, dureza y hasta crueldad: lo contrario es la excepción”
Schopenhauer nos
invita a la reflexión personal para librarnos de la envidia, la ambición, la malicia, el egoísmo
y el recelo. Dicha reflexión nos haría “darnos cuenta” de que disponemos de una
poderosa fuerza, cual es, la capacidad
de compadecerse del sufrimiento ajeno.
Consideraba a la compasión, no tan solo como una facultad
ética, sino además cognoscitiva y a través de la cual creamos con los demás un fuerte
vínculo que elimina todo egoísmo.
Que no tengamos que
leer nunca algo como lo que sigue:
El PSOE oculta la tasa Google en su programa de gobierno tras postular a Calviño al FMI
“Dichas advertencias también habrían llegado a los oídos del Gobierno español, incluyendo una amenaza directa de Donald Trump de vetar el nombramiento del Calviño como directora gerente del FMI si el Gobierno no cesa su insistencia en el tributo digital”.
¡Desolador! para la
mayoría de la población.
¡Son las prioridades,
amigo!
El PSOE prioriza la
promoción de su ministra por encima de los impuestos y todo lo que depende de
ellos: pensiones, mejoras sociales, etc.
Júbilo para los que se
aseguran una poltrona