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domingo, 14 de octubre de 2018

MAYORES 5: MORIR SIN QUE NADIE EMPUJE






MORIR SIN QUE NADIE EMPUJE







Hermann Hesse, Premio Nobel de Literatura en 1946, escribió una obra, que resulta ser de todas las que escribió, de las más conocidas, titulada  ‘Demian: Historia de la juventud de Emil Sinclair’.

Yo lo conocí a través de otra  titulada ‘Elogio de la vejez’ en la que dice:

 “Un anciano que odia y teme la vejez, que odia los cabellos blancos y la cercanía de la muerte, no es un digno representante del estadio de su vida, como tampoco lo es un hombre joven y vigoroso que odia su vocación y su trabajo diario y busca escapar de los mismos.
En breves palabras: para cumplir como anciano su destino y estar a la altura de su tarea, hay que ponerse de acuerdo con la vejez y con todo lo que comporta, hay que decirle sí. Sin este sí, sin la entrega a cuanto la naturaleza nos reclama, perdemos el valor y el sentido de nuestros días –tanto si somos viejos como jóvenes – y estafamos la vida.
Todo el mundo sabe que la senectud trae molestias y que al final está la muerte.”


Entre este enfoque y el que tienen  muchos de los políticos actuales que ven a los viejos como una mera carga económica  y que no deberían aspirar a vivir tantos años y morirse pronto, hay todo un abismo de distancia.  

Decía Nietzsche: “Lo que quiere caer hay que empujarlo”.
Nos dice Herman Hesse: “Cuando uno envejece y ha realizado su obra, tiene en su mano alegrase por la paz de la muerte. No necesita de las personas; las conoce y las ha visto lo suficiente. Lo que necesita es tranquilidad”.
Lo más contrario a la tranquilidad es generar incertidumbre. Esta incertidumbre ayuda a “empujar.


“Los cartujos no hablan. Su regla es el silencio. Solo cuando se cruzan por el claustro encapuchados hasta las cejas, con las manos metidas en la manga contraria del hábito se les está permitido saludarse con estas palabras mirándose de soslayo. Uno dice: “Hermano, morir tenemos”. Otro contesta: “Ya lo sabemos”. Manuel Vicent

Tal vez acabarán añadiendo: “Pero sin que nadie empuje”.

 EL ENFOQUE POLÍTICO DE LOS MAYORES

Los políticos los quieren rehenes. A los políticos no les gustan las personas que planifican su vida. Le gustan aquellas que viven al día y sin mirar más allá de sus propias narices. No les gustan las personas libres, les gustan los rehenes. A los primeros no pueden manipularlos. Tienen siempre en la manga varias opciones con las que responder ante una situación determinada. Los segundos, no han creado ninguna opción y no les queda más remedio, ante una determinada situación, que aceptar lo que le proponen, es decir, no tienen capacidad de responder, de dar la respuesta que ellos elijan: tan solo pueden limitarse a reaccionar.

Contar con unas leyes claras para poder planificar la vida es de lo más básico. Los pensionistas que ahora tienen una determinada pensión, la planificaron muchos años antes. Es probable que pudieran haber optado por otras vías, pero, conscientemente, eligieron aquella que le llevaría a la pensión que ahora les toca cobrar.

Si han tenido la capacidad de lograrla, sin duda tendrán la capacidad de conservarla impidiendo que “ladrones de guante blanco” se la roben, no abiertamente, pero sí eficazmente recurriendo al enmascaramiento, a la ambigüedad, a la incertidumbre y confusión, concretizado todo ello, eliminando formas de revalorización de las pensiones que entiende todo el mundo como el IPC y recurriendo a subterfugios como el RP.

Los políticos quieren tener a los pensionistas entre la espada y la pared, sometiéndolos a un viejo fenómeno denominado “indefensión aprendida”.


La libertad, entendida como algo concreto, no en abstracto, no es más que el número de opciones que alguien tiene para poder enfrentarse a una situación determinada.

QUIEREN PENSIONISTAS SIN OPCIONES.

La esperanza de vida no es para todos igual. Los pobre mueren antes. 




Leer a Manuel Vicent:
Luz de vela
Al pie de la pasta con anchoas le dije a Cristino: no estoy muy seguro, pero yo diría que no hemos muerto todavía