CÓMO POTENCIAR LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL (1)
Desde siempre ha habido un enorme interés por el control de las emociones: la falta de este control de las mismas ocasionó serios y variados problemas de todo tipo.
La psicología utiliza el término de “regulación
emocional” para designar diversos procesos que tienen la función de
modificar, en algún sentido, ya sea atenuando, fortaleciendo o transformando,
tanto la expresión exterior como la
experiencia subjetiva de cualquier emoción, ya sea positiva o negativa. El
control exterior no ofrece, en general, muchas dificultades y todos tenemos un
mayor o menor control voluntario, que hemos aprendido en la infancia. Lo que
suele presentar mayor dificultad es la regulación de la expresión emocional subjetiva,
lo que va por dentro.
Ya sabemos que las emociones son respuestas a sucesos o eventos especialmente relevantes para una persona en concreto. Una respuesta a hechos que nos afectan, que dependen, sobre todo, del significado que le da cada uno desde sus valores, preferencias, metas, planes, expectativas y, sobre todo, de su estado de ánimo en ese momento etc. Esto nos lleva, primero a pensar, (intra comunicación) y luego a reaccionar a través de un comportamiento determinado, observable por las demás personas de lo cual deducimos, en función de nuestra experiencia que cada una se comporta de forma diferente en función de determinadas variables entre las que destaca el contexto. (A mi juicio, es procedente recalcar aquí que muchas veces nuestras interpretaciones pueden ser erróneas, ya que lo que otro piensa es imposible llegar adivinarlo, actualmente, de momento...).
Imagen3: Elaboración propia
Aprender a controlar las emociones supone:
- 1. Saber cómo funcionan
- 2. Conocer los mecanismos que se activan
- 3. Practicar las técnicas de auto
control
Si has seguido con atención los anteriores artículos, ya sabes mucho de cómo funcionan. Vamos aquí a hacer un breve resumen:
Las emociones son reacciones de nuestro
cerebro, ante situaciones que observamos o vivimos, a sonidos que escuchamos, a
palabras, a recuerdos, etc. Estas reacciones suponen respuestas, en unos casos
respuestas adaptativas (recuerda lo de las emociones básicas o primaria)
y en otros casos respuestas sin una finalidad aparente.
Dado que son reacciones de nuestro
cerebro, y el cerebro está conectado con todo el cuerpo, este, el cuerpo,
también se altera. Las emociones afectan también a nuestro sistema
inmunológico, al sistema cardiovascular y al sistema endocrino.
En rigor, podemos decir que no hay
emociones buenas y emociones malas, sino que dependen de cómo y cuándo tengan
lugar. Sin embargo, para conceptualizar el tema, desde un punto de vista
práctico, vamos a sostener que hay emociones negativas o destructivas.
¿Cómo diferenciarlas?
Una emoción es negativa o destructiva:
- Cuando se apodera de nosotros de tal
forma que o por su frecuencia o por su intensidad nos incapacita.
- Cuando nos intoxica y nos secuestra la
voluntad.
- Cuando altera nuestra conciencia y
nuestra forma de ver la realidad.
- Cuando altera la forma de comportarnos con los demás, creando conflictos y envenenando el ambiente. (ver píldora “Las emociones en las relaciones”)
Ante este panorama, todos vemos que no puede ser y que necesariamente procede el controlar estas emociones negativas o destructivas.
La vida termina por enseñarnos que estar contento por obligación con el objetivo de no tener líos genera más malestar todavía: las emociones negativas generan estrés y a la corta ‘no son mortales’ pero, a la larga, matan; las emociones positivas incrementan el BIS, (Bienestar Individual Subjetivo) y a la larga generan tranquilidad mental y salud.
Procede, a
mi juicio, ante esta situación, tener en cuenta el siguiente consejo:
“Ser sabio es el arte de saber qué pasar por alto y saber lo
que no hay que dejar pasar”.
Vivir, bailar, es lo que hay
La aventura de la humanidad habrá sido solo el
chisporroteo de una cerilla que prendió un enigmático creador frotándola en su
trasero
La aventura de la humanidad habrá sido
solo el chisporroteo de una cerilla que prendió un enigmático creador
frotándola en su trasero. Tarde o temprano esto sucederá y ya no tendrá sentido
haber esculpido el David de Miguel Ángel, haber escrito
el Quijote, ni haber pintado La Gioconda. Todo habrá
sido un juego vano de unos seres que se creyeron dioses. Pero tal vez, cuando
la humanidad desaparezca, la belleza quedará a salvo en suspensión en el aire y
los vencejos la llevarán en el pico gritando.
Heidegger dijo que
el-hombre-es-un-ser-para-la-muerte. Lo escribió así, formando una
sola palabra. A este mundo hemos venido a morirnos. Este es el único destino de
la humanidad, por tanto, nuestra esencia consiste en nuestra existencia, en ese
baile absurdo al que hemos sido invitados por el azar. Mientras estás vivo, te
toca bailar, eso es lo que hay. Unas veces suena el vals y otras el saxo del
payaso. En el mejor de los casos el triunfo es ese laurel que crece en una
grieta inasequible del acantilado con el que serás coronado durante la caída.
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