domingo, 16 de julio de 2023

INTELIGENCIA EMOCIONAL: educación emocional

 



INTELIGENCIA EMOCIONAL: educación emocional

Vamos a comenzar hoy exponiendo un ejemplo práctico y real, de la importancia de la Inteligencia Emocional. Nos estamos refiriendo al reciente debate entre Pedro Sánchez y Feijóo,  en el que tanto uno como el otro se jugaban mucho; y no solo ellos: también nosotros,   todos y cada uno de los ciudadanos. También es un buen ejemplo  para que, los 'opositores a las teorías', entiendan  que estas son muy prácticas y nos ayudan a entender la vida y a mejorarla.

Fueron las mentiras de Feijóo, lo que incitó en Pedro Sánchez, tal indignación, que no fue capaz de gestionarla adecuadamente. Utilizó Feijóo,  la técnica llamada el Galope de Gish, también conocida como Ametralladora de Falacias. De un achantado jefe de la oposición, resucitó un envalentonado Feifóo que arrasaba y se sentía cómodo y aparentemente tranquilo, disparando, cual metralleta,   todo un cúmulo de mentiras y falacias. 

Dicen los manuales, que ante semejante  estrategia  que tiene por principal objetivo llenar de fango  el debate hasta ahogar al otro, lo que debería haber hecho Pedro Sánchez es desmontar, una a una, sus mentiras y recordarle a Feijóo lo que decía, en tiempos de Adolfo Suarez, el ministro gallego Otero Novas: "Usted puede tener opiniones distintas a las mías, pero no datos distintos a los míos”.

Se habrá inspirado Manuel Vicent en Feijóo  para escribir hoy su columna  que nosotros publicamos, como todos los domingos, al final de este artículo:

 COLUMNA

Por correo 

Ya sabemos que el comportamiento que damos en una determinada situación se debe, en un 80 %, al estado emocional que generamos y en un 20 % a lo que conocemos o sabemos. Si Pedro Sánchez hubiera sabido gestionar mejor sus emociones (cosa muy fácil de decir pero muy difícil de hacer) sin duda hubiera sido el ganador y según dice algún medio de comunicación, haber ganado un 4% de votos del censo electoral: 1.000.000 de votantes

 Ver en este mismo blog:

 COMPRENSIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

neuroforma.blogspot.com • 10 min de lectura

 

Cuando en otra “píldora”  tratamos de comprender el concepto de inteligencia emocional decíamos que la cosa iba de emociones y, a continuación,  nos preguntábamos que entendemos por emoción. También decíamos que todos sabemos, por propia experiencia, que son las emociones, pero, se nos hace difícil definirlas, diferenciarlas, hablar de ellas. No tenemos, en general, vocabulario suficiente para hablar sobre nuestro mundo emocional. No suele ser fácil explicar una emoción porque esto implica realizar una transpolación de algo emocional al sistema racional, poner palabras a algo eminentemente no verbal. Tampoco somos, en general, conscientes del impacto que tienen en nuestra vida, como nos afectan, como regularlas y gestionarlas de modo que trabajen a nuestro favor y no en contra nuestra. ¿Por qué? Porque no prestamos atención a nuestras emociones.

El conocimiento de las emociones es fundamental. Es curioso que a pesar de todo ello, en la formación que hemos recibido a lo largo de nuestra vida, ninguna se ocupó de nuestra alfabetización emocional. La educación formal está enfocada a potenciar y desarrollar los procesos intelectuales y cognitivos ignorando las emociones. La formación emocional quedaría por entero en manos de la familia considerándose que las dificultades emocionales de las personas eran un problema privado que había que resolver individualmente.

Afortunadamente la situación está cambiando. Hoy la formación emocional ha traspasado el ámbito privado y ya se ocupan de ella las escuelas, las universidades y las empresas. Y esto es así dado que la falta de aptitud emocional genera problemas y dificultades de todo tipo en el orden individual, familiar, social, escolar y laboral.

Los humanos somos seres eminentemente emocionales.

La frase que aparece en el logotipo de arriba,  pone de manifiesto que de todos los seres vivos, los humanos somos los más emocionales. Todo lo que nos sucede de una cierta importancia nos genera emoción.

Es difícil dar una definición de emoción. Las emociones no se pueden tocar, ver, oler ni oír, es decir, no pueden ser detectadas ni analizadas por los receptores sensoriales del cerebro humano. Por eso, desde el punto de vista científico no se pueden estudiar directamente. Lo que sí se puede estudiar, analizar y entender es la conducta emocional, suponiendo que hay una correlación entre cierto tipo de conductas y la presencia de una emoción.

La etimología de la palabra emoción tiene que ver con movimiento. Las emociones son las que nos mueven, nos llevan a entrar en acción. Esto se observa fácilmente en los animales y en los niños. No tanto en los adultos porque hemos aprendido a separar la emoción de la acción.

Nos dice Lazarus, Richard S. en su libro 'Pasión y Razón' sobre la comprensión de nuestras emociones que “las emociones son productos de un significado personal, que depende de todo aquello que para nosotros es importante y de las cosas que creemos sobre nosotros mismos y el mundo en general.”

Una emoción es lo que sentimos cuando consciente o inconscientemente evaluamos una situación o suceso que resulta relevante para nosotros.  Lo que sentimos en la emoción se experimenta como tipo característico de estado mental y a veces acompañado o seguido de cambios corporales, expresiones y acciones. Así, pues, las emociones son el estado en el que se pone el organismo como consecuencia de nuestros pensamientos (conscientes o inconscientes) y que cambia nuestra perspectiva. Es decir, son un sistema de avaluación que nos informa de nuestra realidad dándole una carga afectiva. Su función es premiar las conductas adaptativas, aquello que hacemos bien y nos favorece (lo que nos conviene) mientras que nos hacen llegar un feedback negativo cuando nuestra actuación es inadecuada. Nuestros antepasados fueron aprendiendo las conductas, acciones y situaciones funcionales y no funcionales y, asociando cada una de ellas,  a una emoción que nos permitiera diferenciarlas.



 
La importancia de conocer las emociones.

 De las emociones  dependen cosas tan importantes como nuestra salud mental y física, nuestro grado de satisfacción o insatisfacción con la vida en general (BIS) la eficacia de las conductas que desarrollamos en la vida familiar, social y laboral, nuestra entidad como individuos, la opinión que tenemos de nosotros mismos y la imagen que los demás tienen de nosotros. Afectan a la salud dado que la mayoría de emociones implican cambios fisiológicos notables, cuya frecuencia y repetición lleva comúnmente a trastornos somáticos o físicos. Así, por ejemplo, buena parte del  estrés no es otra cosa que estrés emocional.

Si alguien quiere ser feliz, si alguien quiere coger las riendas de su propia vida, sin duda tiene que conocer y gestionar su mundo emocional. Cuando entiendes tus emociones respondes mejor ante los otros en cualquier situación y en cualquier tipo de relación (social, familiar o laboral); estás en mejores condiciones de aceptar ciertas emociones en ti mismo y en los demás, y, lo que es más importante, las puedes gestionar para que no interfieran, negativamente, en tus relaciones con las personas que te importan.

Todo ello te llevará a ser más hábil en el control de tu vida. ¡Hasta podrás mejorar tu salud! Hay una conexión estrecha entre el cerebro, el sistema inmunitario y las emociones.

Si Pedro Sánchez, hubiera gestionado mejor sus emociones, hoy tendría muchas más probabilidades de ganar las próximas elecciones, y seríamos muchos más los convencidos  de que apesar de todo, finalmente, las ganará.

¿Que esto no es suficiente para animarte a meterte en el mundo de las emociones? Sin duda podríamos seguir argumentando otras muy buenas razones para convencerte, pero, la limitación del tiempo y espacio nos lo impide.

Las preguntas

¿No estás interesado en comprender ciertas emociones que te preocupan, tanto propias como las de alguna persona de tu interés?

¿Tal vez te gustaría entender por qué pierdes o alguien pierde los estribos con facilidad?

¿Por qué sientes celos o envidia de alguien?

¿Por qué andas ansioso muchos días sin comprender el por qué?

                                                        

  Práctica

 Las prácticas y ejercicios que te proponemos tienen como objetivo, aprender a observar sin implicarse, describir lo que hemos sentido, y ser conscientes de lo que expresamos:

 -        Empezar a conocer tu mundo emocional

-   Intervenir activamente en su armonía y equilibrio.

Al final del día, repasa lo que has vivido en la jornada. Revive intensamente, las escenas con más “carga emocional”.

 1. ¿Qué ocurrió?: 

Describe objetivamente y con pocas palabras lo que ha pasado. Observa lo sucedido “desde fuera” como si fuese una película que estás viendo.

     

2. ¿Qué has sentido?: 

Anota las emociones que has sentido en ese momento

      

3. ¿Qué has hecho?: 

Describe la forma en que has expresado o reprimido esa emoción


 Bueno, lo dejamos aquí: 

Francamente, creemos que basta un poco de curiosidad para “engancharnos” al tema.       
 

 

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 COLUMNA

Por correo

Se dice que una organización política no se constituye en Estado hasta que el correo funciona correctamente y las cartas llegan con puntualidad a su destino

 

MANUEL VICENT

16 JUL 2023 - 05:00 CEST

Se dice que una organización política no se constituye en Estado hasta que el correo funciona correctamente y las cartas llegan con puntualidad a su destino. En su conjunto las películas del Oeste muestran la forma cómo se fue cohesionando esa gran nación, una epopeya que estuvo marcada por dos iconos, absolutamente idolatrados, el rifle Westminster y Colt 45, frente a la diligencia arreada por tres parejas de caballos. Con esas armas, que todavía permanecen muy activas en el cerebro de los norteamericanos, se dirimía, tirando de gatillo, la más leve disputa política; en cambio, todo parecía estar en orden si la diligencia no había sido asaltada por el camino y llegaba a su hora el poblado con la saca del correo. De la diligencia se apeaban esos personajes que tantas veces hemos visto en las películas de John Ford. Podía ser la chica alegre del salón, algún abogado polvoriento, un juez de la horca, el dueño de una mina de oro, un pistolero a sueldo, un predicador borracho. Las cartas las recibía en la oficina postal un empleado con visera y manguitos quien con voz gangosa se las entregaba a los granjeros que llegaban en la carreta al poblado para abastecerse en el colmado de abarrotes. En tiempo de elecciones también se apeaba de la diligencia para hacer un alto en el largo viaje hacia Washington o Filadelfia un caballero con levita y sombrero de copa. Era el compromisario encargado de elegir al presidente del Estado federal con el acta de los votos que llevaba en una bolsa de cuero. Toda la historia de Norteamérica se puede dilucidar entre el rifle y la diligencia. Lentamente los caminos fueron cada vez más seguros y por ellos discurría el correo como la sangre circula por las venas para conformar el cuerpo. Al depositar el voto por correo deberías pensar que el ciudadano hoy es definido más por su código postal que por su código genético.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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