domingo, 30 de abril de 2023

 


SABIDURÍA



Las sabiduría da respuesta a dos preguntas: ¿Por qué? y ¿Para qué?

Nos dice, de todo lo que podemos hacer,   si debemos o no hacerlo. Es la habilidad de encontrar significados

 

 Los dardos que lanza un buen escritor, en este caso nuestro admirado Manuel Vicent,  se clavan en la mente de los lectores de su columna, consagrada ya hace tiempo como obra de arte.

Su columna tiene múltiples virtudes, entre las que, en mi opinión, destacaría  la reflexión y la mejora del punto de vista actual. Todo aquello que nos lleve a reflexionarlo , sin duda,  nos mejora como personas y, a su vez,  nos debería llevar a la mejora del mundo si no fuese por  "toda la basura política y moral que existe a su alrededor”. Un componente esencial de la experiencia es la reflexión: solo tenemos experiencia sobre las cosas que hemos reflexionado.

 En cuanto a nuestro punto de vista actual,  sobre cualquier cosa, lo podemos tener muy elaborado, puede ser fruto de un análisis profundo y reflexionado pero, aun así,  siempre quedan resquicios que le impiden que se acerque al mejor punto de vista que podamos  llegar a tener sobre esa cuestión, sea esta la que sea. Para esto se hace necesario  que nos centramos, no en el punto de vista que tenemos nosotros, sino en el punto de vista que nos expone nuestro interlocutor. Si nuestro punto de vista sobre algo está elaborado a partir de la anécdota, la paja, lo contingente,  y hablamos o leemos  a  alguien que lo tiene más elaborado en base a lo esencial, el grano y un contenido profundo, estamos  perdiendo una oportunidad de oro de salir de allí con un punto de vista muy mejorado y más cerca del óptimo. 

 

 Las columnas de Manuel Vicent, mejoran nuestro punto de vista actual sobre lo que “elabora con ellas un artículo como el herrero templa un dardo en el yunque después de calentar el hierro en la fragua”  y nos acercan al mejor punto de vista que podamos llegar   tener.

Me  imagino a Vicent pensando, con cierta ansiedad,  sobre el tema que va abordar, lo cual se le hace muy difícil dado la cantidad de musas en las que podría inspirarse sobre cualquier género literario y  para lograr, como siempre, una  magnífica columna que esperan, también con cierta ansiedad,  sus lectores: según el psicólogo Barry Schwartz, caemos en la paradoja de la “parálisis de elección” cuando nos encontramos ante una situación para la cual disponemos de demasiadas  opciones.

Cualquiera pude hablar y manipular los datos; son muchos los que pueden aportar información sesgada; muchos menos los que pueden expresarse a través del conocimiento; pero,  solo un reducido grupo de homo sapiens poseen la suficiente cultura, las exigidas vivencias, conocimiento y experiencia, y,  los suficientes componentes reflexivos para poder expresarse a través de la sabiduría.  

Me imagino que lo primero que viene a la mente de Vicent y seguidamente    “Cada dedo es un pequeño martillo sobre el yunque del teclado”, es la  lírica que luego nos hace revivir a los lectores,  que ya tenemos los años suficientes como para considerarnos viejos,  una amplia gama de emociones y sentimientos  tales como la soledad, alegría, optimismo (funcional no de pandereta), entusiasmo, nostalgia... Sobre todo este último, la nostalgia en la que aparece la tristeza recordando momentos del pasado los cuales ya no forman parte de nuestra vida y, sobre todo, que es imposible que algún día puedan incorporarse a la misma: donde permanecen todavía intactos los nidos de pájaros, los tebeos amarillos en un armario, la caja de los gusanos de seda en el desván, los aromas de la despensa y las primeras lágrimas”.

Es curioso que en los comentarios de los lectores  que escribimos en El País, (una gran fuente de documentación para sacar interesantes conclusiones), en mi opinión, basada en mi observación empírica,  cuando la columna  trata de inspirar nostalgia lírica, suele haber, a mi juicio,  más comentarios de reproches al autor:  “El artículo envuelto en una nostalgia lírica se perderá en la nada”.

 A mi juicio, dada la ignominia que nos rodea,  cada vez nos resulta más difícil encontrar “cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado”.

No me gusta ni el peloteo ni la adulación de la cual, soy un convencido,  que envilece a quién la da y a quién la recibe. Sí me gusta y admiro a las personas con un profundo conocimiento, la meta, a mi juicio,  más abalada e importante a la que podemos aspirar únicamente  los humanos. 




 

......................................

 

 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

 

 ................................................................................

 

COLUMNA

i

Como un dardo

El escritor puede disparar contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado

Legado del escritor Rafael Cadenas en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, el pasado día 25 en Madrid.A, PÉREZ MECA. POOL (EUROPA PRESS)

 

MANUEL VICENT

30 ABR 2023 - 05:00 CEST

1

Son aproximadamente 325 palabras, que equivalen a unos 1.880 caracteres con espacios. El escritor elabora con ellas un artículo como el herrero templa un dardo en el yunque después de calentar el hierro en la fragua. Cada dedo es un pequeño martillo sobre el yunque del teclado. Mientras golpea el hierro incandescente para darle una forma muy aguda, el escritor piensa que ese dardo hecho solo de palabras puede salir del arco disparado en varias direcciones. El escritor puede mandarlo hacia los dulces valles de la infancia donde permanecen todavía intactos los nidos de pájaros, los tebeos amarillos en un armario, la caja de los gusanos de seda en el desván, los aromas de la despensa y las primeras lágrimas. El artículo envuelto en una nostalgia lírica se perderá en la nada. El escritor martillea con los dedos otras palabras. En el yunque del teclado brotan ahora los nombres de Botticelli y Simonetta Vespucci, de Antonello de Mesina que pintó a una Virgen que se parecía a Pier Angeli o tal vez de Dante y Beatriz ya viejos paseando por la orilla del Arno. El escritor los lleva en su memoria desde aquella primavera cuando fue por primera vez a Florencia. Ahora trata de cargar el dardo con historias de navegaciones, de ciudades lejanas, de amores perdidos, de tantos libros leídos, de tantos viajes y regresos, de éxitos y fracasos. Mientras el escritor golpea las palabras sobre el yunque no olvida toda la basura política y moral que existe a su alrededor y por un momento se propone usar ese dardo como un arma ofensiva solo para salvarse. El trabajo ha terminado. El dardo está ya tenso en el arco. Esta vez son exactamente 324 palabras que, como siempre, sirven para luchar o soñar, la eterna cuestión. El escritor puede disparar el dardo contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario