domingo, 11 de diciembre de 2022

PERSONAS QUE TRASCIENDEN


 



PERSONAS QUE TRASCIENDEN



“Trascender el mundo no significa retirarse del mundo, dejar de actuar o dejar de interactuar con las personas. La trascendencia del mundo es actuar e interactuar sin egoísmo”.
 Eckhart Tolle.


Interesante el matiz que hace Manuel Vicente exponiendo la diferencia entre despedirse y retirarse. Despedirse como un acto social intrascendente y retirarse como un fenómeno biológico irrevocable.

 Personajes cuyas columnas se apoyan en la autenticidad de personas con una gran sensibilidad social,  o en lenguaje de la teología “plenitud de la sustancia espiritual”, trascienden elevándose  más allá de lo ordinario, libres de convencionalismos, miedos e inseguridades personales hasta el punto de que nunca se retiran. Su presencia "en el aire" se cuela en los pensamientos de las personas, actuales y futuras. 

Serrat supo vivir y no dejarse contagiar por personajes fabricados artificialmente,  irreales, vacíos de cualidades  y simplemente empujados por la potente levadura de la vanidad. Es este el modelo más utilizado en nuestros tiempos actuales.  Utilizar como medios el dejar de ser persona, para conseguir el fin de llegar a ser un personaje con una gran visibilidad (intensidad del eco que produce,  multiplicado por el tiempo en el que se mantiene) casi nunca lleva a buenos resultados: el mismo tiempo acaba por ponerlos en su lugar de irrelevancia.   

La persona y el personaje de Manuel Serrat se fue ‘fabricando’, poco a poco,  dentro del contexto de una  familia obrera en la que nació y con sus estudios que según nos informa Wikipedia “A los doce años, Serrat se matriculó como alumno interno en la Universidad Laboral Francisco Franco de Tarragona, donde cursó el Bachillerato Laboral Superior, en la especialidad "Industrial Minera", titulándose en la modalidad de tornero fresador." Cuando una persona se ‘fabrica’ a través de  la educación, la moral y la cultura, da como resultado personajes relevantes que pasan a la historia.

 Fue un opositor al franquismo y un divulgador de muchas personas que pagaron un alto precio por su oposición a la dictadura. Mucho tiempo antes de que Serrat las cantara, leí a Miguel Hernández. Luego pude escuchar, sin poder evitar que se me pusiera la piel de gallina,  entre otras la Elegía a Ramón Sijé , las Nanas de la cebolla, etc.

 Nuestra pasividad ante la dictadura y nuestra falta absoluta de información, nos convirtieron en personas pasivas, con una absoluta falta de proactividad. Un ejemplo de esto podría ser el siguiente: aun cuando hay muchas personas, hoy mayores, que presumieron de haber estado y participado en el Mayo francés del 68, lo cierto es que la “lucecita del Pardo”, que iluminaba toda la noche a Franco para que velara por  los españoles, no nos permitió, en nuestra adolescencia,  enterarnos del mismo. Ni ver ni escuchar nada sobre él  y, todavía menos,  comprenderlo como fenómeno sociológico.

 Hoy,  es probable que sí comprendamos mucho mejor el fenómeno del mayo del 68; también es posible que estemos desencantados de las ideologías, pero, también es probable que la vida nos haya enseñado que de lo que no podemos pasar es de una moral para todos,  una ética simplemente humana y no contaminada ni por las ideologías ni por las religiones.Nos decía Enrique Miret Magdalena  cuyos artículos en la revista Triunfo (creo recordar que también leí alguno en Cuadernos para el diálogo) leíamos y discutíamos acaloradamente en nuestra juventud:   “[…] el dominico Domingo de Soto, que no  ponía por delante, en la ley civil y penal, lo que conviniera a la creencia en Dios y a sus mandamientos específicos, sino lo que pidiera la simple convivencia humana."

 "Este mar le enseñó a un chaval del Poble Sec a ser un catalán de Barcelona, de Madrid, de Buenos Aires, de México, de Santiago de Chile, y también de cualquier taberna de Mahón sin más bandera que un vaso de vino enarbolado." Manuel Vicent

Aquellos adolescentes de entonces, hoy personas mayores, cada uno de los cuales tiene su propia filosofía de vida, sus propias ideas, ya no  tenemos la ocasión de vivir el auténtico mayo del 68, que  nos ha sido arrebatado, pero,  todos sabemos “quién nos ha robado el mes de abril”. Serrat con sus canciones nos ha hecho recordar situaciones tal vez olvidadas,  y aflorar torrentes de emociones promotoras de acciones. Para  Federico Mayor Zaragoza,  la clave del hombre actual, para sentirse hombre efectivo, debería ser la siguiente:  

"Participo, luego existo"


 "Atrás quedará intacta la rebeldía moral del artista, tenaz, comprometida, puesta a prueba en momentos muy aciagos de la dictadura, usando como arma la alegría de vivir." Manuel Vicent

Personas como Joan Manuel Serrat

 sirven para significar: se convierten en un referente de la dignidad humana.
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Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog: “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas". Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País, leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog y en otros foros. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog. 

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 COLUMNA


Con Serrat

Sus canciones quedarán en el aire como una lección que el Mediterráneo ofrece de placer, de equilibrio y de locura de un amor olvidado tras las cañas

MANUEL VICENT

11 DIC 2022 - 05:00 CET

Joan Manuel Serrat se despide. Si un artista se retira, puede volver, como sucede a menudo; en cambio, despedirse en este caso significa que Serrat se dispone a bajar definitivamente del escenario dejando atrás un caudal de belleza y de placer compartidos con su público durante más de 50 años. En el aire quedará el sonido de aquellos tranvías que transportaban hacia las playas los domingos a gente derrotada y la devolvían con los cuerpos llenos de sol de aquel Mediterráneo con olor a algas y a brea. En el aire quedarán los gritos de aquellas adolescentes que fueron las primeras en arañarse las mejillas en los conciertos de Serrat. Ignoras dónde estará aquella niña de 15 años cuyo nombre ya no recuerdas, que oyó tus primeras palabras de amor, sencillas y tiernas, con los labios salados de mar. Tal vez habrá engendrado a su hija en una noche de sábado oyendo una de las canciones de Serrat. Tal vez aquella niña estará sentada con esa hija y con alguna nieta en este último concierto y si te cruzaras con ella la reconocerías con la mirada. Atrás quedará intacta la rebeldía moral del artista, tenaz, comprometida, puesta a prueba en momentos muy aciagos de la dictadura, usando como arma la alegría de vivir. La voz de Joan Manuel Serrat dio a entender que existe una patria universal a la que te llevaba la belleza de aquellas palabras cantadas en catalán o en el castellano de Machado y de Miguel Hernández. Las canciones de Serrat quedarán en el aire como una lección que el Mediterráneo ofrece de placer, de equilibrio y de locura de un amor olvidado tras las cañas. Este mar le enseñó a un chaval del Poble Sec a ser un catalán de Barcelona, de Madrid, de Buenos Aires, de México, de Santiago de Chile, y también de cualquier taberna de Mahón sin más bandera que un vaso de vino enarbolado. Despedirse significa en este caso que en el aire siempre quedará Serrat.

 

 

 

 

 

 

 

 

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