UNE SEPARA
El quirófano
Operar con serrucho, tocar el piano con
guantes de boxeo, ahogar el seis doble y cantar las cuarenta siempre en bastos
es lo que hacen nuestros políticos
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La columna de Manuel
Vicent en El País de hoy, 17-11-2019, me recordó lo que escribí hace algún tiempo, a propósito de
lo que manifestó un miembro de un grupo privado que tengo en Facebook y del
cual soy administrador.
Copio y Pego:
Amigo nombre?, escribo esto en calidad de administrador de
este grupo.
Me ofreces una oportunidad para poder abordar un tema, a mi juicio sencillo de entender desde un punto de vista racional y conceptual, pero, en la práctica, polémico y que lleva a discusiones pasionales alejadas de cualquier abordaje racional basado en argumentos y que termina, casi siempre, en un diálogo de besugos sustentado, no en argumentos, sino en exabruptos.
Digo casi siempre, porque
el “siempre” y el “nunca” no son dimensiones
aplicables a los humanos: no somos digitales sino analógicos. Entre el blanco y
el negro, un experto en detectar colores en la empresa en la que trabajé 41
años, diferenciaba ciento y pico matices de colores en la pintura de los coches
y nos enseñó que las escalas dicotómicas no son aplicables a los humanos.
Decirte, en primer lugar, que respeto tu opinión, aun no estando de acuerdo con lo que manifiestas.
En segundo lugar, decir que no soy (y tú me conoces) de los de “sin opinión” o de los que condenó el apocalipsis cuando manifestó aquello de “por porque no eres ni frio ni caliente te expulsaré de mi boca”.
Dicho en lenguaje entendible
actualmente: me gusta, y forma parte de mi personalidad el “mojarme”, en no
andar con “medias tintas”. En terminología gallega se diría saber, de forma
clara, si “subes o bajas la escaleras”.
En tercer lugar, creo que es más importante que cualquier planteamiento o
ideología política (interesada, manipuladora, sesgada y parcial), la relación
sincera, desinteresada y holística, que establecemos con nuestros semejantes.
Dicho de otra forma, si tenemos que elegir
entre amistad o ideología, priorizar la primera en detrimento de la segunda. Lo
que las personas con las que me relaciono me han oído decir muchas veces: si
alguien deja un amigo (años de conocerse, trato prolongado, compartir muchas
vicisitudes de la vida, etc.) por una pura ideología (mitad declaraciones
huecas, mitad buenos deseos y planteamientos teóricos nunca contrastados con la
realidad empírica), primero, pierde un
amigo y luego, acabará por perder el
norte de la vida. Los amigos nos ayudan a utilizar la brújula (encontrar sentido)
sin la cual el reloj (utilización que hago de mi tiempo) es un instrumento
absurdo.
Hoy es el día de los abuelos. Mi nieta ha leído el artículo que compartí en Facebook en este grupo, y le explicó a su madre los valores que les transmitieron sus cuatro abuelas/os (3 vivos, uno fallecido)
Lo que más recuerdo, por lo que me contaron, de mi abuelo materno, Julio, que nunca conocí (los 4 murieron antes de yo nacer), es que en plena post guerra civil, escondió en su casa a un amigo médico republicano (por lo que me contaron, deduje, que mi abuelo era de derecha pura (infiero, por los hechos, que no de extrema derecha si viviese actualmente), y le salvó del paredón o del tiro en la nuca en cualquier barranco (entonces no había aceras).
Así termina lo que escribí:
Síntesis final: pienses como pienses, aunque sea muy alejado de lo que yo pienso, aquí tendrás un amigo.
En
el contexto en el que nos mete Manuel Vicent en su columna, para adaptar aún
más lo que escribo yo arriba, tal vez sería mejor, y más entendible, si sustituyéramos la palabra “ideologías” por “políticos”.
Los términos políticos en general, y el vocablo ‘ideología’, en particular, se
prestan a una gran pluralidad de interpretaciones.
“Así discurre en verdad la vida, cada uno con sus problemas, a ras de la existencia, pero si el cirujano, el director de orquesta y los jugadores de cartas se hubiesen comportado como los políticos, el enfermo de hígado habría muerto, la orquesta sinfónica habría sonado como una banda borracha y la partida de tute o de dominó habría acabado a hostias.”Vicent
Nos cuenta Luis Alfonso Iglesias Huelga, en un libro que escribió sobre Berkeley
titulado ‘El empirista ingenioso’, que
Berkeley, en una publicación que escribió
en el año 1737 (39 años antes de que Adám Smith publicara ‘La riqueza de las
naciones’) titulada ‘El pesquisidor’, se preguntaba cómo podrían estimularse la
mejora económica y el comercio próspero.
Las preguntas personales con las que suelo
terminar mis reflexiones en este blog, las voy
sustituir , en esta ocasión, por las preguntas que se hacía Berkeley:
¿Hay alguna otra virtud en el oro o en la plata
que la de poner a la gente a trabajar o crear industrias?
¿Hubo alguna vez, hay o habrá una nación
laboriosa pobre o una ociosa rica?
Concluía George Berkeley que
“la riqueza de una nación radica
en el trabajo y en el cuidado de sus ciudadanos”
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