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domingo, 22 de septiembre de 2019

BASURA MENTAL






BASURA MENTAL

 “Bajo la ruina moral de nuestra civilización miles de inmigrantes se ahogan en el Mediterráneo sin que los delfines, según la leyenda, puedan devolverlos a la orilla. ¿Cómo podrían hacerlo si llevan la tripa llena de basura humana? Manuel Vicent.


Los delfines, mamíferos inteligentes,  cuya medida de la misma se deduce de que tienen en relación   a su tamaño del cuerpo uno de los cerebros más grades del reino animal, están expuestos a graves y diversos peligros. Uno de ellos, consecuencia del impacto que los humanos causamos con nuestra actividad en el medio ambiente,  nos lo menciona Vicent en su columna del País de hoy:
Delfines
¿Cómo podrían salvar vidas humanas estos animales si llevan la tripa llena de nuestra basura?

Siendo este un peligro  de una gravedad extrema, todavía están expuestos, a mi juicio,  a otro aún más funesto  derivado del hecho de que dada la afición de los delfines a interactuar con el ser humano, podríamos acabar por contagiarles nuestra basura mental. Esta contaminación mental interespecies sería funesta.  Si esto ocurre, tendrá lugar su particular apocalipsis. Abandonemos de inmediato todo intento de llegar a entender su sistema de comunicación entre ellos para posteriormente poder entendernos ambos, defines y humanos. Esto superaría sin duda todos los perjuicios de  naturaleza antrópica a los que están expuestos.

Ya no nos ayudamos entre los humanos: 
“Bajo la ruina moral de nuestra civilización miles de inmigrantes se ahogan en el Mediterráneo…”
 Pero,  aún podemos contar con la ayuda de otras especies:   
 “...cuentan los viejos marineros, si te vieran naufragar los delfines te llevarían en brazos a la orilla”

Es necesario recuperar a Schopenhauer como cura y antídoto frente al optimismo de pandereta y la superficialidad,  recuperando cierto escepticismo frente a todo clase de discursos e intentos de secuestrar la mente, sean estos de la índole que sean, sociales, políticos, etc. que buscan, sobre todo,  eliminar la conciencia de las personas tapándola con toneladas de basura mental. Ya nos advertía J.J. Rousseau:  
"Cuando finalmente entrechocan todos los intereses particulares, cuando el amor de sí puesto a fermentar deviene amor propio y nadie encuentra su bien sino en el mal ajeno, entonces la conciencia, más débil que las pasiones, se ve asfisiadas por ellas"
Soy consciente de que lo que digo no sintoniza con muchos de los mensajes que nos predican los gurús de la autoayuda y los seguidores del optimismo de pandereta. A todos ellos  hay que recordarles, en palabras de Paul Persall, que
  “el verdadero poder no  es personal sino interpersonal”, y  “que la “común ayuda” siempre supera a la autoayuda”.


Entre el escepticismo radical de algunas personas,  y el tragarse todo de lo que le cuentan de forma ingenua de otras muchas,  hay un punto medio de escepticismo sano y funcional.  


Leer: LA GRAN COALICIÓN: 
PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL  (1)

La depuración de la basura mental nos proporciona claridad mental, la cual  da como resultado, entre otras muchas cosas, la conducta eficaz: una actuación controlada por ti tal y como tú previamente has decidido.

También tiene mucho que ver con la paz interna. Nos referimos al sosiego mental, a la paz interior o como queramos llamarle. De forma más técnica se le llama BIS: Bienestar Individual Subjetivo, y de forma,  digamos más popular,  nos solemos referir a ella como felicidad.
Bastan estas dos cosas mencionadas para poner de relieve la importancia de la claridad mental.

La claridad mental de Rousseau le llevó a distinguir en el Emilio,  de forma nítida,  entre el amor de sí mismo y el amor propio. Entendía que ambos eran dos pasiones muy diferentes debido a su naturaleza y a sus efectos. El amor a sí mismo lo entendía como un sentimiento natural propio de todo animal, y que nos lleva a velar por nuestra propia conservación. 

El amor propio se origina socialmente y hay que entenderlo como un sentimiento ficticio que lleva a cada persona a "hacer más caso de sí mismo que de cualquier otro".
El amor de sí mismo es bueno y útil y nos lleva a buscar que nuestras necesidades estén satisfechas.

Spinoza nos habla del  conatus: y lo definió así: “Cada cosa se esfuerza, en cuanto está en ella, por perseverar en su ser”. En una primera aproximación podemos entender el conato, como  que todo lo que existe, tiende a la autoconservación. Freud incorporó al desarrollo de su sistema el conatus de Spinoza,    y sostuvo  que las acciones de autopreservación se activaban de forma inconsciente. 


¿Si tan importante es para nosotros actuar en función de  nuestros propios intereses y satisfacer nuestras propias necesidades,  porque nos dejamos llevar con frecuencia por circunstancias ajenas a los mismos y actuamos en función de cómo le interesa a nuestro interlocutor y a sus intereses, contrarios en muchos casos a los nuestros?

El amor propio,  creado fundamentalmente a través de la comparación social, y cuya génesis está en la basura mental que acumulamos, ya no sólo nos lleva a preferirnos a los otros, sino también a exigir que los otros nos prefieran a nosotros. Obviamente esto último es imposible y nos lleva a la ruptura de cualquier paz mental duradera. 

¿Si la paz interna es tan importante para nosotros, por qué dejamos que nos la roben multitud de acontecimientos que tiene lugar en nuestro día a día?

 Estos acontecimientos pueden ser algunos de cierta entidad o importancia y los más, totalmente nimios. En cualquier caso también habría que recordar que nada de lo que te robe la paz interna es más importante que la paz misma.

“Envejecer es como escalar una montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, y la vista más amplia y serena”.

  

           Leer: LOS MAYORES 1. LAS TRES EDADES