VIGO : UNA GRAN CIUDAD
MI admiración y agradecimiento
Así como hay personas
cuya compañía te revitaliza y otras que actúan de vampiros emocionales, extrayéndote toda energía positiva y dejándote exhausto, también hay ciudades que te limitan y otras
que te expanden, también hay sitios mejores y peores para vivir.
Hay lugares que facilitan que la gente que viva en ellos prospere y otros que dificultan el crecimiento de las personas.
Hay lugares que facilitan que la gente que viva en ellos prospere y otros que dificultan el crecimiento de las personas.
Todos los años diversos organismos y
medios de comunicación elaboran listas de las mejores ciudades para vivir. Así,
por ejemplo, cada año la revista económica “The Economist” realiza un ranking
en el que se reúnen las mejores ciudades para vivir del mundo. Según la revista
The Econimist, un año más el primer puesto es para Viena, la cual lo ocupa desde el año 2009 ofreciendo
las mejores condiciones a sus habitantes valoradas con 99,1 puntos en una
escala cuyo valor máximo es 100 puntos.
Sostiene la UNESCO [1] que hay lo que llama “ciudad del
aprendizaje” que crea y refuerza el empoderamiento de las personas, la cohesión
social, la prosperidad económica y cultural y un desarrollo sostenible. Define
esta ciudad del aprendizaje como "aquella que moviliza
sus recursos de una manera efectiva, en todos sus sectores, con el
objetivo de promocionar un aprendizaje inclusivo, desde la educación
básica hasta la superior, durante toda la vida de las personas."
Todas las ciudades del aprendizaje comparten lo
siguiente: Promover el aprendizaje inclusivo desde la educación básica a la superior; revitalizar el aprendizaje en las familias y comunidades; facilitar el aprendizaje para el trabajo y en el lugar de trabajo; extender el uso de tecnologías modernas de aprendizaje; mejorar la calidad y excelencia en el aprendizaje; fomentar una cultura del aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Desde hace muchos años he sostenido en diversos y variados foros,
que el aprendizaje, la educación y la formación, no es un periodo
limitado de nuestra vida: forma parte de la vida misma en toda su extensión. Ya aprendemos antes de nacer. Cuando estamos en el útero de nuestra madre, ya tenemos influencias que nos afectan. En función de si esta fuma o no, se
alimenta correctamente o no lo hace, si vive tranquila o estresada, si toma
drogas o no, etc. nos está condicionando de alguna manera y sumando a nuestro
ser influencias no genéticas, sino ambientales. Nos
pasaremos la vida en una formación permanente y cuando lleguemos a una edad determinada (90 y muchos años para una persona que nazca en
el año 2020 actual es, según parece su esperanza de vida), un algoritmo de una entidad gubernamental nos enviará un
mensaje que dirá más o menos lo siguiente: “Acercándose el momento de su
muerte, le convocamos a un curso en el que aprenderá estrategias que como
abordar la muerte de manera feliz”.
Conozco en esta ciudad de Vigo muchas
personas que, salvo esto último, (todavía no funciona el algoritmo) se
pasaron la vida bajo este esquema, formándose continuamente. Y lo
hicieron, entre otras cosas, porque esta ciudad, Vigo, cumple en gran
parte, a mi juicio, las características de Ciudad del Aprendizaje.
Un periodo de mi vida me he formado con Josep Burcet, ya fallecido. En
este periodo incrementé considerablemente el conocimiento de mí mismo (desde
hace muchos años sostengo que todo progreso personal empieza por el auto
conocimiento) y mejoré determinados aspectos de lo que llamo Plan Estratégico
Personal, que incorporé hace años en mi vida y en la vida de muchas personas a las cuales he tenido el privilegio de formar. Lo que sigue más abajo se debe a sus
aportaciones.
Digo con frecuencia que el “nicho ecológico” en el que vivimos nos
condiciona, para bien o para mal, mucho. En este caso, el balance entre "para
bien" y "para mal", de lo
que nos aportó Vigo, es muy positivo
para el primero.
La ciudad de Vigo, nos ha hecho
aportaciones tangibles e intangibles de mucho valor. Nuestro agradecimiento a
esta ciudad no tiene límites.
Los seres humanos, a medida
que vamos avanzando en la vida, vamos obteniendo ganancias y
pérdidas. Entendemos por ganancias, todas las incorporaciones que hacemos
del entorno y que las vamos incorporando a nosotros, a lo que somos en ese
momento. Las pérdidas son cosas que en un momento dado forman parte de nosotros
y que vamos dejando, poco a poco, a veces súbitamente, hasta que
se desprenden de nosotros para siempre. Hay cosas que puntualmente
podemos considerar pérdidas, pero que a la larga se transforman en grandes
ganancias.
Vigo nos ha permitido la asimilación de marcos conceptuales de gran valor;
nos ha proporcionado una gran cantidad de nuevas maneras de ver las cosas; nos
ha permitido incorporar nuevos conocimientos y formas de estar en la vida; nos
hizo dejar atrás viejos y caducos esquemas mentales poco funcionales, hábitos y
costumbres que cuando los adquirimos eran buenos, pero que con el
tiempo suponían un obstáculo para adaptarse al entorno y poder crecer como
personas.
Hay parcelas en nuestra vida en las que las pérdidas y las ganancias tienen
una gran repercusión e influencia en nuestro ciclo vital. Una de ellas, por
ejemplo, nuestra trayectoria profesional. Nos ha permitido no solo
"ganarnos la vida", sino cumplir aquella máxima atribuida a Confucio:
"Busca el trabajo que te guste y no trabajarás en la vida".
Poder transformar el trabajo entendido como castigo ( "ganarás el pan con el sudor de tu frente") al trabajo como fuente de realización personal, es una las las mejores metas personales que un humano puede alcanzar.
En un momento de nuestra vida hacemos un balance de las pérdidas y ganancias
que la vida nos ha dado. El haber cumplido nuestras expectativas genera una
gran y casi permanente satisfacción. La sensación de estar ganando o de haber ganado (entendiendo por "ganado" lo que más arriba explicamos) representa uno de los momentos de felicidad más intensos que una persona puede experimentar.
“De bien nacidos es ser agradecidos”, dice el refrán. Por eso, en función de lo que estoy exponiendo, no cabe otra conclusión, que no sea la de que mi sentimiento de gratitud hacia está ciudad estará presente a lo largo de toda la vida que me falta por vivir.
La ciudad de Vigo nos permitió, a muchos, no solo
“ganarnos la vida” sino construir una vida a nuestra medida.
Esta es la mejor herencia que le podemos dejar a los jóvenes actuales.
Ver Video:
https://www.facebook.com/watch/?v=243428543530895
Referencias Bibliográficas
Este post está inspirado en las enseñanzas de uno de mis maestros ya fallecido: Josep Burcet Llampayas
[1] https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000226756_spa
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Hoy El País no publica la columna que habitualmente publica Manuel Vicent. Las vacaciones de Agosto mandan.