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sábado, 16 de mayo de 2020

LOS seis PILARES de la MORAL - 6: LEALTAD -1





El pilar de la LEALTAD-1

 



                                            Figura 1: Elaboración propia a partir de Haidt, J

 Estos  seis pilares  tienen un carácter universal y están presentes en los fundamentos morales de todas las culturas.
Leer para entender el contexto:


El pilar de la LEALTAD

  
“El fundamento de la Lealtad/ Traición evolucionó  en respuesta al desafío adaptativo de formar y mantener coaliciones. Nos hace sensibles a los signos de que otra persona es (o no) un buen jugador de equipo. Nos hace confiar y recompensar a esas personas, y nos hace herir, aislar o incluso matar a quienes nos traicionan a nosotros o a nuestro grupo” [1]


Antecedentes

Los estudios y experimentos realizados desde la óptica de la psicología social, nos permiten comprender los fundamentos morales, entender la universalidad de los 6 Pilares Morales que estamos desarrollando y, concretamente, en este caso, llegar a la conclusión  de que la virtud de la lealtad es muy importante para ambos sexos, aunque los objetos de la lealtad tienden a ser equipos y coaliciones para los niños, y para las niñas, en contraste, son las relaciones de dos personas.  

  […] los comportamientos están diseñados para formar conexiones con otras personas pero en una esfera social más amplia. La socialidad de las mujeres está orientada hacia relaciones cercanas diádicas, mientras que la socialidad de los hombres está orientada hacia un grupo más amplio. Las diferencias de género en agresión, comportamiento de ayuda, deseo de poder, singularidad, autorrepresentaciones, comportamiento interpersonal e intimidad se ajustan a este punto de vista.” [2]


Uno de estos estudios se realizó en 1954, por Muzafar Sherif y Carolyn Sherif,  con niños de 12 años. También se le conoce como Experimento de Robber's Cave (es el nombre del Parque Estatal de Oklahoma, lugar en el que se realizó) [3]
A medida que transcurrían los días,  la lealtad al grupo fue en aumento en función de cómo   los grupos de iban formando y consolidando,  hasta tal punto que el comportamiento tribal alcanzó cotas asombrosas: crearon  y colgaron banderas, atacaron y rompieron las literas, crearon armas del tipo calcetines llenos de piedras, etc. 

“La mente masculina parece ser innatamente tribal, es decir, está estructurada con anterioridad a la experiencia para que los niños disfruten haciendo este tipo de cosas que conducen a la cohesión grupal y al éxito en los conflictos entre grupos (incluida la guerra.” [4]


Nuestros antepasados,  durante millones de años,  se enfrentaros al desafío adaptativo de formar y mantener coaliciones que pudiesen ser útiles ante los desafíos y ataques de grupos rivales. Hoy, nosotros,  somos los descendientes de las tribus que han tenido más éxito individual, primero y colectivo después.

 Nuestra psicología tiende al tribalismo como herramienta para  solucionar las dificultades que vayan surgiendo,   y cómo y garantía de éxito en la competencia con otros grupos.

El fundamento de la Lealtad/Traición nos ayuda a formar coaliciones cohesivas y se nos activa ante cualquier indicio que nos indique que estamos ante un jugador de equipo,  o ante un traidor.

Dicha activación se hace más sensible e intensa  cuando estamos en competencia o lucha con otros grupos.

Esta  inclinación al tribalismo es tan intensa y nos proporciona tantas satisfacciones, que hasta buscamos competir en actividades lúdicas en las que competimos, tan solo,  por la diversión que nos proporciona competir. El mundo de los deportes en general, y el del fútbol, en particular, es un buen ejemplo para entender esto. El placer de unirse para que el Celta de Vigo gane la liga o cualquier otro trofeo,  pone en juego el fundamento de la Lealtad/Traición. Si eres de Vigo, muy aficionado al fútbol y tu equipo favorito es el Coruña…El Celta forma parte de la identidad de todo aquel que es  de Vigo o vive en Vigo. Hay en nuestra vida cotidiana muchos otros ejemplos que manifiestan lo mismo.

“Veían, por ejemplo, cómo los lobos, trabajando juntos, podían abatir presas mucho más grandes y poderosas que ellos. Con el tiempo, utilizando herramientas y armas  en vez de zarpas y colmillos, los hombres aprendieron que ellos también, si cooperaban, podrían cazar a las enormes bestias que compartían su entorno. Eso les hizo avanzar rápidamente en su viaje por la evolución [5]
(Estamos hablando de los Neandertales)

La lealtad


La lealtad es un concepto  difícil de definir y entendido  socialmente desde puntos de vista muy dispares, controvertidos,  e incluso contrarios entre sí. Empieza a aclararse un poco cuando le ponemos un apellido pero, aun así,  es muy difícil que se alcance un consenso sobre los criterios prácticos a través de los cuales podamos medir si se es leal o desleal sobre lo acordado. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en nuestro entorno actual con el término, tantas veces mencionado  y  multi – interpretado,  de “Lealtad Institucional”.

Solemos visualizar mejor y más claramente su antónimo, la  deslealtad, sobre todo cuando esta se manifiesta con signos y hechos que ponen en evidencia  una clara traición: cambiar de bando en función exclusivamente del  que mejor garantice la consecución del propio interés.


¿Qué es para ti la lealtad: un concepto filosófico, una utopía, una virtud, un mito…?


Josiah Royce nos define la lealtad de la siguiente forma:

«La devoción consciente y práctica y amplia de una persona a una causa»

De la definición que nos da Royce puede entenderse que la lealtad ha de cumplir los siguientes requisitos:

  • 1.      Estar libre de condicionamientos y coerciones, es decir, tiene que ser totalmente libre y voluntaria. Sin libertad no hay responsabilidad. Sin responsabilidad no hay libertad.
  • 2.      Nace a partir de una elección personal,  tomada esta a partir  de un análisis propio. "Tú conduces tu vida; tú decides. 
  • 3.      No se queda en mera teoría(o en  el mero aplauso),   sino que se pone en práctica en nuestro día a día. "Solo la acción consigue resultados".
  • 4.     Supone un fuerte compromiso con una causa. 

¿Somos capaces de ser leales con alguien o con algo?



“De niño temía al mago, aun cuando comprendía el honor  que representaba haber sido elegido. Desde entonces, el joven había aprendido que el inválido no era solamente el más  experto mog-ur de todos los clanes, sino que, además tenía un corazón dulce y amable debajo de su aspecto austero. Goov respetaba a su mentor y le amaba”. [6]


El término de «chaquetero» o expresado también como  «cambia chaquetas»  nos suena a todos y todos lo asociamos a lo mismo. Parece que en los últimos tiempos está en desuso, muy probablemente debido a la férrea disciplina interna que pusieron en marcha los partidos políticos. Suele ser habitual que se defienda hoy una postura ante algo y mañana se defienda justo la contraria, pero,  se hace colectivamente, nunca individualmente. Se sigue “cambiando la chaqueta”, pero al unísono, todos se ponen la misma, y todos al mismo tiempo. No solo sucede en el mundo político, también sucede en el laboral y en el social. Lo ejemplifica  muy bien aquella expresión también muy popular: “el que se mueva no sale en la foto”.


Vivimos en una democracia que consagra como un principio básico la libertad de expresión. 

 

















Desgraciadamente,  en algunos ámbitos sociales,  está ‘castrada”. Todos saben que si dicen lo que piensan, por muy verídico, real y de sentido común que sea lo que expresen,  serán represaliados. De aquí el desfogue(“Manifestación vehemente de una pasión o sentimiento contenidos.”) que se da en las redes sociales y, sobre todo,  en los comentarios de periódicos digitales en el que el lector no puede identificar a quién emite su opinión. Son los mismos que antaño escribían en las puertas del váter público exabruptos de todo tipo. Ante semejantes actos  lo que cabe sentir es auténtica repugnancia y asco (emociones presentes en el pilar ético de la Autoridad  que hemos  abordamos en este mismo blog.)


 Jonathan David Haidt, nos da criterios (distinto de opiniones, lo contrario de exabruptos) para que podamos hablar de ética y de política de forma más objetiva.
Recordar que tanto la ética como la política están presentes en todos los ámbitos, incluido el laboral.

¿Se da en estos ambientes la Lealtad  según la definición de Royce, o se transforma aquí en una pura utopía?


Nos decía Kant que las leyes morales no admiten ningún tipo de excepción y al margen de circunstancias o inclinaciones diferentes, son de aplicación universal. Una cosa es la obligación y otra el deseo o la conveniencia y otra, distinta, las normas morales a las que Kant otorgaba un rango universal.


“En un mundo ético, toda sociedad estaría en condiciones de ofrecer a su juventud una esperanza creíble. El papel de las poblaciones ricas no es tentar a unos jóvenes brillantes, con vidas de marginalidad, en nuestras sociedades, sino ofrecer la oportunidad a los muchos que se quedan en casa, en sus comunidades.
Todo deber de rescate empieza por el respeto a quien es rescatado. El rescate tiene que ver con recuperar y aumentar la autonomía, no con imponer la autoridad sobre la gente.” [7]




¿Podemos ser leales con alguien o algo, 

que a su vez es

  desleal con nosotros?


En el siguiente post   abortaremos la Lealtad Laboral y la Lealtad Política.






Referencias Bibliográficas: 

[1] Haidt, J.: La mente de los justos. Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Barcelona, Deusto, 2019  p.223

[2]  Baumeister, RF y Sommer, KL (1997). ¿Qué quieren los hombres? Diferencias de género y dos esferas de pertenencia: Comentario sobre Cross y Madson (1997). Boletín psicológico, 122 (1), 38–44. https://doi.org/10.1037/0033-2909.122.1.38
(APA PsycInfo Database Record (c) 2016 APA, todos los derechos reservados)


 

[4] Haidt, J.: La mente de los justos. Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Barcelona, Deusto, 2019  p.205

[5] Auel, Jean M.: El Clan del Osos cavernario. Madrid, Diario EL PAÍS, S.L.2005 p.94

[6] Ibíd. 2005 p.41

[7]  Collier, P.: El futuro del capitalismo. Cómo afrontar las nuevas ansiedades. Barcelona, Debate, 2019  p. 171