QUE NO TE COMAN EL COCO
Nos decía Saint-Exupéry que
“La
perfección se logra no cuando no queda nada que agregar, sino cuando ya no
queda nada que quitar”
Sin duda Manuel Vicente es un maestro en hacer sencillo (que no simple), entendible, práctico y manejable cualquier
tema que aborde.
El señor gordito de Nueva York ha tenido la ficha técnica de Felipe
González todo el año sobre su mesa y en ella ha ido anotando las sucesivas
correcciones. Si un día este muchacho tan puro podía quitarle la sardina de la
boca a la derecha española, había que pulirlo un poco más. A veces apretaba el
botón de la computadora, unida a otro ordenador del Pentágono, y en el
condensador de órdenes instalado en la cancillería de Bonn los dígitos, salían
en pantalla con la última voluntad del amo.
-Lo queremos totalmente suave.
-¿Más todavía?
-Nada de marxismo.
-Eso se arregló hace dos años.
-Que venda ética. Sólo ética.
-¿Como si fuera un jabón de tocador?
-Exacto.
Se puede leer entero en el siguiente enlace:
https://elpais.com/diario/1982/10/30/espana/404780428_850215.html
Su columna de hoy, la cual copio y pego a continuación, que titula “Tú no
te metas”, y resume a la perfección los límites
que nuestra sociedad ha marcado y los modelos que ha desarrollado.
MANUEL VICENT
14 NOV 2021 - 05:00 CET
Año 1974. Imagino a unos padres biempensantes sentados a la mesa en un
comedor con mucha plata en el aparador y en las paredes una Santa Cena y algún
bodegón del XIX con una perdiz y un conejo ensangrentados. El hijo ha llegado
de la facultad muy excitado. Cuenta que esa mañana ha corrido delante de los
guardias en la universitaria. Ha habido pelotas de goma, gases lacrimógenos y
algunos heridos. Mientras le sirve la sopa con un cucharón de alpaca, la madre
le dice: “Hijo, tú no te metas”. Por lo visto aquel estudiante que durante la
dictadura obedeció a sus padres y dejó de meterse en líos, preparó oposiciones
a abogado del Estado y luego fue un alto funcionario en la Transición. Año
1989. Este burócrata está ahora sentado a la mesa del comedor de un chalet adosado
con muebles lavados de estilo nórdico, de cuyas paredes cuelgan algunos cuadros
de pintura abstracta. A la hora del almuerzo llega la hija muy excitada después
de haber asistido a una manifestación no autorizada por la igualdad de la mujer
donde la policía ha repartido leña a mansalva. Mientras la madre le sirve en el
plato unos rollitos de primavera, el padre le dice: “Hija, tú no te metas”. Esa
chica siguió el consejo, dejó de meterse en líos, consiguió una beca para
estudiar economía en Estados Unidos y hoy es una importante financiera en un
banco. Año 2018. Imagino a esta ejecutiva sentada a la mesa de un apartamento
de lujo con mucho diseño de metacrilato.
A la hora del almuerzo su hijo todavía no se ha levantado de la cama. La madre no encuentra manera de que se implique en alguna causa, la que sea, pero el chico se pasa el día de sofá en sofá abducido por los videojuegos de la tableta. Esta advertencia, hijo, tú no te metas, transmitida de generación en generación ha fabricado dos modelos de ciudadanos, unos en forma de pacientes ovejas y otros en forma de lobos esteparios.
https://elpais.com/opinion/2021-11-14/tu-no-te-metas.html
También pone de manifiesto cómo los límites cambian con el tiempo. Cada generación marca los suyos. Los límites de cuando yo era joven no son los mismos que ahora que soy mayor. Estos límites alejados de la racionalidad expresan valores, principios, moral, ética etc. En definitiva, reflejan emociones y son, en consecuencia, puramente subjetivos.
Nos lo resume magistralmente Vicent:
"Esta advertencia, hijo, tú no te metas, transmitida de generación en generación ha fabricado dos modelos de ciudadanos, unos en forma de pacientes ovejas y otros en forma de lobos esteparios."
Nos decía Blaise Pascal en su obra ‘Pensamientos’ que
“de la misma manera que la moda determina lo que gusta, determina lo que
es justo”.
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