EL CÓMO LO DICES ES MÁS
QUE LO QUE DICES
Imagen1: Elaboración propia
Contenidos
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Resumen
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Un
poco de reflexión
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La
amígdala también habla.
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Emociones
y relaciones como multiplicadores
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Recibes
lo que emites.
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Un
poco de práctica
Resumen
Como muy bien
saben los buenos líderes (personas que logran resultados a través de otros) en
cuestiones humanas “lo efectivo suele ser lo afectivo”.
Nos movemos en un
entorno psicoafectivo que creamos entre todos,
a través de nuestros estilos de sentir, de nuestra identidad emocional y
de su manifestación en las interacciones que establecemos con los demás.
Un entorno en el
que interaccionamos unos con otros y en el que nos mandamos constantemente mensajes emocionales, positivos o negativos, siendo el ratio entre ambos los que dan como
producto final un balance emocional que determina que nos sintamos a gusto o
no, con energía o desvalidos, alegres o tristes, en calma o agitados.
En las relaciones mandan las emociones y viceversa, de tal forma que podemos sostener que las relaciones multiplican lo bueno y lo malo que nos sucede. Cuando estas relaciones son positivas, sinérgicas, se multiplica el número y la intensidad de las cosas buenas que nos suceden. Cuando estas relaciones son negativas, destructivas, se multiplican en número y en intensidad las cosas malas que nos suceden.
Palabras clave
Las emociones
comunican, intercambio emocional, interdependencia, estabilidad emocional,
medio psicoafectivo.
Imagen2: Elaboración propia
1.- Un poco de reflexión
¿Encuentras
muchas dificultades al relacionarte con los demás?
¿Cómo reaccionas
ante un conflicto interpersonal?
¿Hasta que punto
conoces lo que los demás piensan de ti?
¿Cómo respondes
ante alguien enfadado u hostil?
¿Tienes la
sensación de que te es difícil entender a los demás?
¿Estás seguro de
que los demás te entiendan?
¿Eres sensible a
los sentimientos de los demás?
¿Puedes anticipar
que respuesta te dará tu compañero de trabajo si le pides que te eche una mano
en una tarea urgente?
En este learning
coffee aprenderemos:
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A
valorar la importancia que tienen las
emociones en la construcción de las relaciones y viceversa, la importancia que las relaciones tienen en
como te sientas.
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Tomar
conciencia de si muestras emociones nos facilitan o boicotean el construir con
los demás unas relaciones de calidad.
Imagen 5: Elaboración propia
2.- La amígdala también habla
Las emociones son las respuestas que damos a lo que nos
sucede. Damos dichas respuestas en función, sobre todo, de nuestra identidad
emocional, de nuestro estilo de sentir. Este estilo determina la reactividad
emocional que manifestamos al entorno en el que interactuamos con los demás
construyendo nuestras relaciones.
Son nuestro medio de actuación. Antonio Damasio demostró que
no hay conexión directa entre la razón y la acción. El área límbica, alojamiento de nuestro mundo
emocional, tiene potentes líneas directas con la corteza cerebral, donde se
asienta la lógica, la razón; más concretamente, con los lóbulos frontales que
son los centros directivos y decisionales.
En las relaciones mandan las emociones. Es por ello que en cuestiones
humanas, como muy bien saben los líderes eficaces, lo “efectivo suele ser lo
afectivo”: no movilizas a nadie a través de la pura razón. Lo que convence no
son las ideas, sino las ideas que despiertan emociones.
Imagen6: Elaboración propia
Las emociones comunican. Esto es lo que ponemos de
manifiesto cuando decimos que “la cara es el espejo del alma”. La cara de
enfado de nuestro jefe cuando llegamos
tarde a la reunión, comunica más que todo un discurso. El gesto de sorpresa de
nuestra pareja ante un regalo que no esperaba es de una elocuencia pura.
Además, en estos dos casos hablamos de un lenguaje universal, entendible por
todos aunque no hablemos el mismo idioma. Recuerda que la ira o enfado y la
sorpresa son dos de las emociones básicas.
La amígdala habla de forma más clara que la boca. Esto es lo
que demostró Ralph Adolphs, investigador de la neurobiología de las emociones
poniendo de manifiesto que las personas con lesiones en la amígdala tienen
alterada tanto la expresividad de las emociones como su reconocimiento. Esto
les lleva a tener graves lagunas y deficiencias en sus relaciones sociales como
por ejemplo no ser capaces de diferenciar entre personas poco o muy fiables.
3.- Emociones y relaciones cómo multiplicadores
Somos seres sociales. La vida siempre es colectiva, nunca individual. Como dice José Antonio Marina, “la felicidad es un proyecto colectivo”.
Nadie puede sentirse
feliz si está rodeado de personas infelices, desgraciadas.
Desde la
ecología emocional se sostiene algo que es evidente en la naturaleza: todas las
formas de vida dependen entre sí. En el caso que nos ocupa, intercambiamos con
los demás emociones. Nos hacemos a fuerza de relacionarnos con los otros. La
interrelación con los demás y con nuestro entorno es algo que está ahí,
presente en la vida de todos y cada uno.
En esta
interrelación estamos constantemente mandando y recibiendo mensajes
emocionales: de atracción, de repulsa, de ayuda, de angustia, de alejamiento,
de cercanía.
Las preguntas a hacernos serían:
¿Somos lo suficientemente sensibles para captar estos mensajes que nos
mandan los demás?
¿Encontramos en nuestro entorno la receptividad y
sensibilidad suficiente para que nos capten los que nosotros enviamos?
No hay
nadie que sea autosuficiente en el terreno emocional. Somos interdependiente:
yo dependo de los otros y los otros dependen de mí. La dependencia emocional es
un lastre. La independencia emocional es una patología. La interdependencia
emocional es cuestión de madurez y
sabiduría.
En otra
píldora desarrollamos más a fondo la noción de
contagio emocional: las emociones y sentimientos se contagian. Aquí queremos
reseñar que debido a este contagio
emocional nuestra estabilidad emocional depende, en buena parte, de las
relaciones que tenemos con los demás.
Las relaciones
multiplican lo bueno y lo malo que nos
sucede. Cuando son positivas, multiplican lo bueno. Cuando son negativas, multiplican lo malo. Por eso
tenemos la responsabilidad de crear un medio psicoafectivo adecuado. Si el ratio
Emociones positivas / Emociones negativas es muy favorable a las negativas, sin
duda es necesario hacer algo si no queremos acabar contagiados.
Son tan importantes las emociones en la
construcción de nuestras relaciones que llevan a Antonio Damasio a sostener en
su obra En busca de Spinoza (Pg. 51) que “una de las muchas razones por las que
algunas personas se convierten en
líderes y otras en seguidores, por que unas imponen respeto y otras se encogen, tiene poco que ver con el saber o
las habilidades, y mucho con la forma en que determinados rasgos físicos y el
porte del individuo concreto promueve en otros determinadas respuestas
emocionales”.
Desde
el punto de vista somático lo normal es que tengamos una temperatura de 36,5
grados. Desde el punto de vista emocional, lo normal es que las personas se
encuentren a gusto, tranquilas, optimistas e ilusionadas. Si las emociones que
sientes son otras, distintas y
negativas, es señal de que tienes un problema que resolver. Un problema que
puede estar localizado dentro o fuera de
uno mismo, o incluso en los dos sitios a la vez. La fiebre cumple a nivel
somático la misma función que las emociones negativas y desagradables a nivel
emocional: no solo nos indican que tenemos un problema, sino que nos invitan a
tomar medidas para volver a la temperatura normal: estar sereno y satisfecho.
Esta es la
gran receta para la gestión emocional relacional. Si pienso mal de todos y de
todo iré desprendiendo alrededor
partículas tóxicas y contaminantes: mal humor, rencor, resentimiento, envidias,
victimismo, quejas permanentes y un largo etcétera de basura emocional. Te
convertirás en un títere de tus circunstancias.
Si piensas en positivo irás transmitiendo entusiasmo, confianza, seguridad, etc. Entonces crearás tus circunstancias.
Habrás cambiado la frase, que seguro escuchaste
muchas veces, de “yo soy yo y mis circunstancias” (pasividad) por la que
originalmente nos dijo Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia, y si no
la salvo a ella no me salvo yo”. (pro actividad)
Un padre y su hijo pasean
por un sendero de montaña. El niño tropieza, resbala y cae, se hiere en una
rodilla y grita: “¡Aaaaayyyyyy!”
Con sorpresa escucha una
voz que viene de algún lugar de la montaña:“¡Aaaaayyyyyy!”.
Curioso, grita de nuevo:
“¿Quién eres?”. Y recibe como respuesta: “¿Quién eres?”.
El niño grita de nuevo:
“¡Lo he preguntado yo primero¡”. La voz responde: “¡Lo he preguntado yo
primero¡”.
Enfadado por la respuesta,
el niño grita más fuerte: “¡Estúpido!”. Y recibe la respuesta: “¡Estúpido!”.
El niño mira a su padre y
le pregunta: “Papá, ¿qué es lo que está pasando?”.
El padre sonríe y le dice:
“Presta atención, hijo mío!”. Y el hombre comienza a gritar: “!Eres un
campeón¡”. Y la voz responde: “!Eres un campeón¡”.
El niño vuelve a
sorprenderse pero sigue sin comprender, el padre le explica: “La gente lo llama
eco, pero en realidad esto es la vida, te devuelve cualquier cosa que dices o
haces. Nuestra vida es un reflejo de nuestras acciones.
En definitiva, la vida es como un eco, si no te gusta lo que recibes presta atención a lo que emites.
MARINA, José Antonio. La inetligencia fracasada. Anagrama, 2004
SOLER, Jaume y CONANGLA, M. Mercé. La ecología emocional, Amant, 2004.
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La suerte está echada
Los
dados han cambiado y en la lucha intestina con la oposición los traidores
Ábalos y Cerdán, en el papel de Bruto y Casio, han llevado a Sánchez contra las
cuerdas
Julio César fue un general que realizó sus grandes gestas lejos de Roma, entre ellas, la más sonada, su triunfo en la guerra de las Galias. Como a todo general victorioso se le había prohibido volver a Roma al frente de sus tropas por el peligro de que acumulara excesivo poder y se convirtiera en un dictador. Julio César quebrantó esa prohibición. Decidido a entrar en Roma con sus legiones, antes de traspasar la línea divisoria marcada por el hipotético río Rubicón, dijo a sus hombres: “Ahora todavía podemos retroceder, pero si atravesamos este pequeño puente, todo tendrá que resolverse con las armas”. A continuación, echó los dados de la suerte y siguió adelante. Pero en Roma tuvo que enfrentarse a una guerra civil contra Pompeyo en medio de una brutal tensión política con el Senado cuya refriega duró varios años, hasta que llegó el idus de marzo del 44 a. C. y sus aliados, Bruto y Casio, a los que Julio César había ayudado, le traicionaron y César fue apuñalado hasta la muerte. Sus últimas palabras fueron:”¡Y tú también, Bruto!, hijo mío”. Tal vez resulte excesivo comparar al presidente del Gobierno Pedro Sánchez con Julio César. Hasta ahora parecía más bien un vaquero del Oeste que había logrado salir indemne del tiroteo por tierra, mar y aire orquestado para tumbarle desde el día en que tomó el cargo. Lo cierto es que el presidente Sánchez, como César, ha obtenido fuera de España sus mayores éxitos; de hecho, Bruselas ha sido su territorio de las Galias. Lo veías muy seguro de si mismo entre los altos dignatarios de otras naciones, y te decías, puede que vaya de farol, pero este tipo es un ganador. De pronto, los dados han cambiado y en la lucha intestina con la oposición los traidores José Luis Ábalos y Santos Cerdán, en el papel de Bruto y Casio, lo han llevado contra las cuerdas. Son ellos y algunos más de su propia camarilla quienes han preparado los cuchillos con los que podría ser apuñalado en otro idus de marzo, salvo que la suerte acuda una vez más en su rescate.